Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Desordenando a Acuario por kailu

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

— ¿De verdad tienes esa edición? … — Aiacos asintió con la cabeza y Camus volvió a insistir — Las flores del mal, de Charles Baudelaire 1857…  ¿De verdad?

— Lo tengo, te he dicho que tengo libros muy raros y muy antiguos… — sonrió viendo la cara de incredulidad de Acuario. — Este lugar es bueno para resguardarlos, no hay luz, no hay frío o humedad, calor… el poder de los dioses los conserva intactos. Todos ellos… Los que están en peor estado son aquellos que se maltrataron en el mundo de los vivos. —

Camus lo miró fijamente por unos minutos y finalmente extendió su mano hacia Aiacos que alzó una ceja y observó con curiosidad la palma de su mano. — Deja que lo lea. — Aiacos sonrió y tomo su mano con la izquierda y le dio unas palmaditas con la derecha.

— Lo siento, pero los libros antiguos no los presto tan fácilmente. —

Camus alzó una ceja, era la primera vez que Aiacos no estaba dispuesto a prestarle alguna cosa. — Lo cuidaré bien. —

Aiacos sonrió y lo observo. — Aun así… ese libro tiene precio. — La sonrisa del espectro se amplió al mismo tiempo que Camus iba torciendo los labios. No entendía de que hablaba el Garuda y por la forma en que sonreía no tenía muchas ganas de preguntar cual era el "precio" que había que pagar para que lo dejara leer ese ejemplar…

— ¿Cuánto? — Solo luego de decir aquella pregunta se dio cuenta de lo tonto que era, no tenía dinero, que importaba su precio, ni siquiera tenía nada realmente suyo ahí… todo se lo había entregado el Espectro. Aiacos sonrió y sujeto su mano entrelazando sus dedos.

— Un beso. — Camus alzó una ceja y lo observó sin creer lo que había oído, Aiacos dio la vuelta a su mano y besó el dorso de esta. — Un beso, aunque obviamente tu tendrás que dármelo en los labios. — Camus se sorprendió con aquello y apartó su mano.

— Ya quisieras —


~
Le causaba algo de gracia la forma en que Camus actuaba cuando aparecía otro Espectro. Se imagino que su temor era debido a que temía el momento en que alguien más llagara para devolverlo a la prisión, pero a pesar de que eso nunca sucedió ni llegó a mencionarse una sola vez, Acuario seguía pareciendo una estatua de hielo. No hablaba con nadie más, no contesto ninguna pregunta y las pocas veces que dijo un par de frases fueron únicamente para Aiacos.

Minos sonreía de lado cada que veía eso y Paraoh parecía molestarse. — ¿Cómo has conseguido que deje de intentar escaparse? — Aiacos los miró extrañado y se rió, en realidad creía que Camus no había intentado escapar ni una sola vez, y si lo había hecho tal vez había vuelto el solo al ver lo que esperaba a fuera.

— ¿Quién no intentaría escapar de ustedes dos? … si por lo menos fueran bonitos y simpáticos como yo. —  Minos rodó los ojos y Paraoh tuvo cuidad de no hacer ningún gesto que pudiera ofender a su jefe aunque dejaba claro que no estaba de acuerdo.

— No me miren así, no he hecho nada raro… y les aseguro que no lo intentaría — con el miedo que le da que Camus le congele alguna parte importante era mejor portarse como gente decente. Minos sonrió como si hubiera entendido el hilo de sus pensamientos.

— Bueno, no nos puedes culpar por pensar que algo raro pasa cuando no necesitas ponerle una correa a tu mascota para que te siga. —  El rostro de Camus seguía sin cambiar pero era fácil adivinar que no se llevaría bien con Minos aunque pasara la eternidad en Antenora.

~
— ¿Dónde están los demás? —

Aiacos estaba ocupado cocinando así que tan solo le dedico una mirada antes de contestar — Se están quedando con el resto de los Espectros, no puedo decir que estén disfrutando la compañía pero están sanando de sus heridas. —

Camus lo vio abandonar las verduras e ir a buscar alguna cosa en su cocina. — … No entiendo porque nos sacaron de la prisión, no nos habían puesto ahí ustedes? —

Aunque Camus intentó mantenerse tranquilo en su tono de voz se notaba la molestia después de todo habían sido castigados muy cruelmente. — Por ordenes de Hades, si. — Aiacos contestó sin mirarle y siguió buscando un recipiente luego fue por una cerveza, dio un trago y miró a Camus. — Pero no era justo y los sacamos… no podemos devolverlos a la vida pero por lo menos aquí no la pasarán tan mal. —

El rostro de Camus se tensó, seguramente estaba pensando en mil formas de burlarse de aquello "justo" … viniendo de un Espectro sonaba a broma, luego de todo lo que sufrieron… Sus manos temblaron cuando recordó aquellas pesadillas, cerró los puños con fuerza y se giró. — Yo puedo hacer mi propia comida. —

Aiacos observo su espalda, dio otro trago a su cerveza y asintió — Cómo desees, puedes pasearte con total libertad por el lugar, toma todo lo que necesites… — sonrió de lado — menos de mi despacho y de mi biblioteca. — Observó la espalda de Camus pero no parecía importarle, aun así… si Camus iba a empezar a distanciarse de él, por lo menos con los libros seguiría teniendo una razón para hablarle.

Con Camus preparando su propia comida habían empezado a verse menos, él pasaba las horas encerrado en su despacho y Camus disfrutaba de la libertad de pasear por el lugar, aunque prefería alejarse de posibles encuentros con otros Espectros, y de vez en cuando preguntaba de nuevo por sus compañeros de armas.

Aiacos contestaba siempre con lo mismo hasta que finalmente le entrego un par de cartas, eran de otros de los Santos dorados — He preguntado, si desean verse pueden pedirlo y nosotros los espectros tenemos fiestas de vez en cuando pero si no les apetece una fiesta con nosotros pueden tener su propia reunión.

— ¿No te preocupa que escapemos? —

Aiacos sonrió observándole… — ¿A dónde? … — Camus no contestó, tomó las cartas y se fue a su habitación para leerlas en privado, aun tenía mucho trabajo así que se enfoco en ello, las horas pasaron y finalmente abandono su despacho cuando la cabeza le dolía tanto que pensó le estallaría. Cuantas cosas extrañas podían hacer las personas para condenar sus almas.

Se arrastro a su habitación y se tumbo en la cama cubriéndose los ojos con el antebrazo… necesitaba descansar un poco. Se quedo dormido tal y como había caído sobre la cama, le parecía haber escuchado ruidos en el pasillo pero no despertó.  — Aiacos… —  suspiro y contestó con apenas con un sonido solo para dar a entender que estaba despierto.  — No cenaste… —

Sonrió escuchándole — Tenía mucho trabajo… — 

Camus lo observaba desde la puerta de la habitación — Siempre has tenido mucho trabajo. —  Aiacos volvió a darse por enterado pero no se movió, Acuario torció los labios. — ¿Por qué entonces ahora no has cenado? — La sonrisa de Garuda se amplió, estuvo tentado a molestarle diciendo que sonaba como una madre preocupada… o una esposa.

— No lo recordé… y ahora estoy demasiado cansado. — Giró sobre la cama y busco una almohada para ponerla debajo de su cabeza. Miró el reloj y notó que ya era tarde… — ¿Tuviste otra pesadilla? … — no escuchó respuesta así que giró para ver si se había marchado, sonrió viendo el gesto de Acuario. — ¿Qué haces aquí? —

El francés tomo aire y suspiro como si estuviera intentando olvidarse de algo que le molestaba — Tu me dijiste que podía ir donde quisiera… — Aiacos asintió recordando eso, había prohibido su despacho y su biblioteca así que técnicamente Camus no estaba haciendo nada malo…

— Cierto, lo dije… pero no pensé que tendrías ganas de deslizarte en mi habitación a mitad de la noche… — su sonrisa se amplió y observó a Camus con ese gesto de molestia —  demasiado indecente y afortunado para mi considerando que aun no me gano ni un beso.

Aiacos observo a Camus pensando que se molestaría tanto que se marcharía, pero el francés avanzó unos pasos temblando. Solo con verlo Aiacos se dio cuenta de que había si tenido otra pesadilla pero él no había escuchado nada "Mierda…"  pensó en levantarse pero Camus ya había llegado hasta él, se subió a la cama y beso su mejilla antes de dejarse caer a su lado, Acuario se sujeto a su brazo y cerró los ojos de inmediato, fingiendo que dormía para evitar cualquier broma que pudiera salir de la boca contraría. — El beso tenía que ser en los labios..… ¡Ay! — Aiacos se quejo por el pellizco que recibió y luego de reírse volvió a acomodarse, no podía mover su brazo por culpa de Camus, ni cambiar de posición, pero durmió apenas cerró los ojos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).