Sol
Grecia. La tierra del sol y su eterno resplandor; donde el calor del medio día era tan grande que la mayoría de la gente se refugiaba en sus casas: Tan sólo los turistas se negaban a refugiarse del sol e invadían las playas para broncearse. Solo en las playas griegas y en el Santuario podía haber movimiento al medio día.
Los entrenamientos siempre eran arduos, sin importar la hora o la posición del sol, por eso no entendía aquella pregunta: “¿Qué es lo que cubre tu sol el día de hoy, Camus?” Aquella pregunta se había convertido en el nuevo saludo de Virgo: Shaka, con sus ojos cerrados, le sentía acercarse y formulaba aquella pregunta: “¿Qué es lo que cubre tu sol el día de hoy, Camus?”
La pregunta se repetía sin que él entendiera la naturaleza de está. Ninguna nube cruzaba el cielo; el sol continuaba brillando con fuerza y los días en el Santuario eran como siempre. — Nada — había contestado lo mismo cada vez que la pregunta había abandonado los labios del rubio. — Nada — Alguna ocasión había sentido la tentación de imitar a Milo y mirar al cielo para comprobar que no había una sola nube en el horizonte.
Shaka sonreía cada vez que respondía a su pregunta y le dejaba partir sin agregar más, le permitía el paso por Virgo, le dejaba marcharse del entrenamiento o unirse a esté. Eran estás las únicas palabras que intercambiaban durante el transcurso de días que parecían iguales.
“¿Qué es lo que cubre tu sol el día de hoy, Camus?”
Se quedo observando al más cercano a Dios, quien permanecía en posición de loto, con ojos cerrados y una sonrisa brotando en sus labios. — ¿A que te refieres con “mi sol” ? — La sonrisa del rubio terminó de florecer, abrió los ojos y le miró. — ¿Acaso crees que hay algo malo conmigo, Shaka? — El rubio negó con la cabeza y se puso de pie.
—¿Sabes algo de mitología, Camus?—
El francés asintió con la cabeza y recordó sus conversaciones con el espectro sobre el tema. — Un poco, pero no es mi materia favorita — Shaka había sonreído al escucharle y se acerco a él, haciendo un gesto con sus manos para invitarlo a sentarse.
— En muchas culturas el Sol está asociado con la vida, luz y la verdad… entre otras cosas. La ausencia del Sol por el contrario tiende a representar la mentira, la muerte, la oscuridad. — Camus asintió con la cabeza sin entender, ni darle importancia a las palabras del rubio, sin embargo acepto su invitación pensando que ello pondría fin a aquella pregunta constante. — Por lo tanto — continuó el rubio que volvía a acomodarse frente a su invitado — cuándo algo obstruye al sol se considera un mal augurio. —
Camus alzó levemente una de sus cejas mientras contemplaba al rubio que volvía a cerrar los ojos. — Sigo sin entender, Shaka. —
La sonrisa del rubio volvió a ampliarse, permaneció un momento en silencio y por un momento Acuario pensó que aquella situación realmente estaba divirtiendo al guardián de Virgo. — Garuda forma parte de la mitología del hinduismo y del budismo. Se le considera un Dios menor pero su tamaño es lo suficientemente grande para cubrir el Sol. — Ambos permanecieron sumidos en el silencio, Shaka mostraba una expresión casi divertida mientras que el francés hacía lo posible por no transmitir ninguna emoción. — Dime, Camus. ¿Qué es lo que cubre tu sol? … ¿Qué es lo que Garuda te ha robado? … —
— Nada — … La voz de Camus sonaba clara, como si nada de lo que oyera le perturbara — Y aunque hubiera tomado algo, Garuda se encuentra de nuevo en el Inframundo, no es alguien de quien debamos preocuparnos más. — Y contrario a sus palabras, se permitió recordar los libros que se encontraban en su habitación, las cartas que había guardado, releído, aprendido… — No hay nada de que preocuparse.
Virgo sonrió nuevamente y abrió los ojos para contemplar a su compañero de armas; sabía que algo había cambiado en él desde la visita del Espectro y sabía que aquello iba creciendo como un eclipse de sol. — Yo no estaría tan seguro, querido amigo. Garuda y Bennu tienen la cualidad de resurgir de sus cenizas como nuestro amigo el Fénix. — Finalmente sus palabras parecían estar derrumbando la barrera de hielo que protegía a Acuario, y ahora estaba seguro de que Garuda había robado algo demasiado valioso del Santuario. — Puedes estar seguro de que volveremos a verle. —
~
El camino de Virgo a Acuario le pareció extrañamente corto luego de aquella plática. No había hablado con nadie de Garuda, no habría sabido ni siquiera por donde comenzar, no tenía idea de que hubiera podido decirle a ninguno de sus compañeros, por qué al final, todas las palabras que esperaba poder decir estaban dirigidas al Espectro. Había continuado escribiendo cartas para él, pensando en lo que respondería Aiacos si finalmente se decidiera a mandarlas, si es que aquellas palabras llegarán a sus manos.
Virgo lo había notado, había buscado una manera de decirle amablemente que no era el mismo de siempre aunque se esforzara en disimular su cambio, incluso sentía que toda aquella analogía sobre Garuda y el sol estaba destinada a quitarle la responsabilidad sobre sus sentimientos. Garuda había “robado” algo importante; entró en su vida y en su templo sin invitación y se adueño de sus ratos libres, de su biblioteca y su tranquilidad… Se había llevado todo menos la biblioteca.
Shaka tal vez no era el único que había notado el cambio; tal vez por eso sentía los cosmos de sus compañeros tan pendientes de sus pasos; como si estuvieran preocupados ante la posibilidad de una nueva traición, como si su intención fuera volver a vestir de negro, y sus planes fueran abandonar una vez más su deber como guardián de Acuario y protector de Athena. Intentó ignorar esa sensación de alerta y atravesó el templo camino a sus habitaciones, Garuda no había robado su fidelidad, le había quitado algo más.
— Que desordenado te has vuelto en mi ausencia, Camus. —