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Caperuzas locas. por Mc-19051

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Notas del capitulo:

Portada: http://orig07.deviantart.net/a764/f/2016/136/f/0/_mmfqadv_by_mc_19051-da2qfv8.jpg

Caperuza de este capi: http://pre15.deviantart.net/3e2a/th/pre/i/2016/136/6/3/untitled_by_mc_19051-da2q9tu.png

Había una vez en un pueblo donde extrañamente llegaba el internet y los niños tenían teléfonos más inteligentes que ellos mismos; había una casa entre tantas otras, lo peculiar de esta era su fachada algo maltratada y el olor mezclado de colonias masculinas saliendo de dicha casa. Muchas viejas chochas ya sabían el significado de ese ''extravagante'' olor; las mujeres que no tenían más nada que hacer que enterarse de todo lo que sucedía /incluyendo cuando una hoja se caía en el pueblo vecino/ también sabían el significado del dichoso olor.


Pero tranquilos, ese hedor no era provocado por el protagonista de esta historia, sino de su madre: Susan, la prostituta más ofrecida del pueblo; algunos leñadores iban y se montaban un quinteto con ella o algo así, en realidad no lo sé.


El bastante tierno protagonista de esta historia tiene por nombre Arturo, como la franquicia de pollo frito, seguramente su madre le había puesto así por eso; en fin. Con su cabellera roja brillante que tapaba parte de su ojo izquierdo con un celosamente cuidado flequillo, unos juguetones mechones acunaban su rostro que poseía una piel algo pálida al igual que el resto de su cuerpo, una que otra peca se veía en su tierno rostro; lo más llamativo de este agraciado pelirrojo no es su cabello extrañamente no teñido, ni su escases de pecas; no, son sus ojos; un par de iris morados atraían a varios leñadores, y uno que otro pederasta que iba rondando cerca.


Un cuerpo algo femenino y estilizado a simple vista junto a unas caderas algo anchas era la complexión de este jovencillo de diecisiete años, siguiendo los estándares de las historia de este género, los pederastas y hombres con definición sexual dudosa se le lanzarían encima a primera estancia ¿A que si? Habían dos grandísimos problemas o barreras para estos dichosos hombres /o pederastas, como queráis decirles/: El principal y más obvio; tanto su madre como su abuela eran feminazis, aunque su abuela lo era aún más, su madre se ganaba la vida revolcándose con hombres, o algo así, porque con tantos hombres que se tiraba, debería ser rica o que se yo.


Cambiando de tema, hoy le tocaba a la franquicia de comida chatarra andante, digo, Arturo llevarle la medicina y comida a su abuela; porque tristemente, él y su madre vivian de la pensión dividida de la vieja feminazi que tuvo que ser recluida en el bosque por su alto nivel de agresividad; se le dieron cargos de castramiento de hombres sin el consentimiento de estos, apuñalar hombres, ir desnuda gritando incoherencias, entre otros múltiples cargos, que gracias al cielo de la pereza; la escritora de esta historia no tiene muestras graficas de las locuras de esta dichosa vieja ¿Os imagináis a una vieja corriendo por una plaza con niños jugando, totalmente denuda? Los niños seguramente no serían los mismos; y la escritora se pegaría un tiro al haber dibujado tal atrocidad.


Volviendo con las dos principales razones para que Arturo todavía se mantuviese virgen, la segunda y algo extraña era: Él simplemente no se dejaba, una patada en la entrepierna o quijada era lo que recibía aquel que se atrevía a tocar su preciado trasero.


Retomando rienda en la historia; el pelirrojo cada vez que tenía que ir a visitar a su abuela para darle de comer y pastillas para mantenerla calmada, debía ponerse un atuendo algo.... Provocador y algo incómodo de usar para su persona.


Consistía en un vestido corto de un rojo carmín, con detalles en rosa pálido, un listón algo grande color rosa también adornaba la espalda baja del vestido, una franja blanca que pasaba por la parte central del dichoso vestido, con hilos rojos cruzados entre sí; le daba un aire ciertamente inocente al vestido, lo malo era el hecho de ser corto y diseñado para resaltar los senos de una mujer, cosa que Arturo no tenia y le daba cierto toque divertido también.


Las medias eran blancas y le llegaban hasta un poco más arriba de las rodillas, por zapatos tenía unas simples tenis de color negro y detalles en blanco, ni loco se pondría tacones para andar caminando por el bosque ¡Lo confundirían con una puta perdida!


Y para finalizar, la dichosa caperuza de color rojo brillante no podía faltar en un cuento de caperuzas ¿Cierto? A no ser que esta historia se tratase de un abstracto universo alternativo donde caperuza va a la escuela y el lobo feroz también y todos comen perdices ¡¿A que si?! Lo único distinto de esta caperuza era: El logo feminazi que tenía en la parte trasera para que todo aquel ser masculino la viese, corriese despavorido. Intentando salvar su genital de la vieja loca del bosque.


El protagonista de esta historia se encontraba caminando con algo de fastidio. Por los caminos previa y clicheadamente creados en el bosque, entre esos coloridos caminos se topó con Andru, el lobo feroz de turno; este le saludo cordialmente. — ¿Otra vez de visita, Arturo? — Se atrevió a preguntar el lobo de turno mirando con curiosidad al pelirrojo.


—Tristemente...— Suspiró algo fastidiado. — ¿Por qué esa vieja loca no se termina de morir? ¡Toma más calmantes que un esquizofrénico encerrado!


Su contrario simplemente se arqueó de hombros. —Supongo que es un hueso duro de roer.


— ¿Supones? ¿Y por qué mejor no la matas y ya? — Ante tal pregunta, al peli azul le dio un escalofrío, puede que tuviese un buen cuerpo, fuese alto, rápido y fuerte; pero simplemente no podía enfrentarse con una señora que tenía una M134 como mejor amiga.


Andru era un tipo de unos veinticinco años, bastante alto, un metro noventa sí nos vamos a la exactitud; una fisionomía ni muy musculosa ni muy delgada, era bastante ágil y un puñetazo patrocinado por él fácilmente podría dislocarle la mandíbula a alguien. Lo único que tenía para ser ''el lobo feroz'' eran unas orejas de lobo del mismo color de su cabello /azul oscuro asimilando al negro/ y una cola de la misma especie pero de color blanca.


—Cuando se quede sin balas, hablamos.


—Tan difícil no puede ser, es una vieja chocha ¿De dónde saca la fuerza para levantar una M134?


—Créeme, no te has enfrentado a ella, no sabes de lo que hablas, niño.


— ¿Un tipo de un metro noventa le teme a una viejita algo chiflada de noventa y cinco años?


—Te tragarás tus palabras cuando se entere que eres un chico, es más, estaré ansioso al ver que eso suceda.


— ¿Por qué no me acompañas y ves que sucede? — Algo malo /muy malo/ de esta ternurita de protagonista era su pésimo genio y testarudez.


—Con gusto, caperucita. — Canturreó burlón el mayor.


Después de este dialogo, pocamente requerido, ambos personajes siguieron su sendero hasta adentrarse un poco más en el bosque, escuchando de fondo disparos de una escopeta, la mayoría solían pegarle a árboles que estaban cerca de Andru.


—Los disparos cada vez son más cercanos a mi cabeza, eso quiere decir que estamos cerca. — Susurró Andru estando totalmente alerta.


—Es que eres ''el lobo feroz'' de esta historia de poco cortometraje, deberías saber que te iban a intentar matar durante toda la historia. — Le contestó el adorado protagonista, mientras suspiraba nuevamente.


—Los lobos también tenemos sentimientos, caperucita barata.


—Aja, como digas. — Arturo lo ignoró olímpicamente mientras caminaba muy campante durante el resto de trayecto, donde los disparos eran cada vez más precisos y el pobre lobo los esquivaba por milésimas.


El pelirrojo tocó la puerta con total tranquilidad y los disparos cesaron por ''arte de magia'', aunque en realidad, era que la vieja chocha estaba recargando.


Andru, a través de su sistema del oído súper desarrollado gracias a la mutación de lobo que poseía se percató del sonido de recarga, alejó a Arturo de la puerta antes de que esta fuese bolada por un montón de balas, el menor dio un pequeño grito al ver que casi es fusilado.


— ¡Finalmente te encuentro, opresor! — Gritó la señora a todo pulmón mientras andaba semidesnuda, dejando al aire libre esas cosas sumamente arrugadas que colgaban de su pecho; trayendo como consecuencia que Arturo quedara totalmente en blanco, Andru no perdió el tiempo, cargó a Arturo y se fue corriendo como alma que pilló el diablo siendo perseguido por la vieja, que pese a su edad; se movía rápido, y por el movimiento y las cosas que colgaban de su pecho hacían un constante ''plaf''; como si esas cosas aplaudiesen con su pecho, así.


— ¡El patriarcado debe caer! — Gritaba la vieja persiguiendo al peli azul el cual cargaba a un desmayado pasivo que en realidad no estaba inconsciente, solo estaba pasando a través de un muy severo trauma.


Andru no dijo nada y siguió corriendo, aumentando la velocidad y esquivando disparos en el proceso. Siguió corriendo hasta encontrarse acorralado ¿Clichés? ¿Dónde? La señora se encontraba a un paso del lobo peliazul y el caperucito sumamente traumado.


— ¡Las mujeres somos libres! ¡No necesitamos de opresores como tú, vil escoria! — Estaba a punto de disparar cuando de repente ¡Paw! Bueno, no, no se me ocurrían más onomatopeyas, así que háganse la idea de que la parte superior de un hacha /la que corta, duh/ vino volando del cielo y la abrió el cráneo a la vieja, haciendo que esta cayese rápidamente el suelo sin vida y soltando su escopeta.


El lobo; saliendo rápidamente de su asombro a tal escena que no estaba en el guión, se relajó un poco, mirando alrededor para descifrar la causa de esa hacha voladora; aunque lo único que pudo percibir fue: Unas maldiciones en la lejanía, posiblemente de un latino, caminó con Arturo todavía en sus brazos hasta el origen de esa voz.


Entre un par de arbustos encontró a otro tipo, aparentaba unos veinte años, tenía ojos de color ámbar, piel oscura y juzgando por las prendas que llevaba; era un leñador, tenía el cabello negro y era un poco más bajo que Andru, un metro ochenta y cinco para ser exactos. ¿Cómo se puede ser tan exacto en esta historia con las alturas cuando ni la escritora sabe cuánto mide en realidad? Serán enigmas del yaoi que prevalecerán hasta el final del internet.


—Oye...— Andru llamó al aparente leñador. — ¿De casualidad se te perdió esto? —Sacó de algún sitio la parte del hacha que le había roto el cráneo a la vieja chocha.


El leñador ante eso, se acomodó un poco. — Si, es mío, es que esta hacha la compre a que los chinos, y ya aprendí la lección de que no todo lo que está hecho en china es bueno en realidad, de todas formas gracias. — Miró detenidamente la pieza. — ¿Es eso sangre? ¡¿Alguien salió herido?!


—Sí, una liebre que más tarde me comeré. — Ante tal frívola respuesta, el leñador parpadeó un par de veces algo confundido, simplemente desistió de seguir preguntando al percatarse con quien hablaba, era el mismísimo Andru Ivanov, la mitad del dúo Ivanov, la otra mitad sería su mellizo: Druan Ivanov, ambos hermanos eran sumamente excéntricos y eran conocidos por las rarezas que sucedían siempre a su alrededor.


— ¿Y qué pasó con el pelirrojo? — Cuestionó el sexy leñador de piel oscura.


— ¿Lo quieres? ¡De haberlo dicho antes! — Andru ni corto ni perezoso le tiró el pelirrojo al moreno, para luego salir corriendo a quien sabe dónde, posiblemente a Narnia.


El leñador de nombre Oscar, cargó en brazos al pelirrojo travestido, lo miró por unos segundos, para luego levantar la mirada y ver que Andru todavía estaba cerca. — ¡¿Y qué coño voy a hacer yo con él?! — Gritó intentando llamar la atención del lobo feroz a lo cual este se giró y arqueándose de hombros siguió con su maratón hasta desaparecer entre tanto monterio loco.


Una sonora cachetada alertó totalmente a Oscar a lo que miró al causante de la cachetada de muy mala manera. — Deja de gritar, despertarás a los muertos. — Comentó el menor acurrucándose levemente en los brazos del latino.


Oscar simplemente guardó silencio pensando en que hacer exactamente ¿Qué iba a hacer con ese pelirrojo grosero? Se hubiese ofendido de no ser porque el menor simplemente no pegaba duro.


—No soy Andru, por sí las dudas. — Milésimas fue la unidad de tiempo que tardó Arturo en abrir los ojos con total sorpresa, miró algo aterrado al leñador que lo sostenía en brazos, todo rastro de confianza se desvaneció.


—Bájeme entonces...— Pidió en un tono un poco más bajo.


Y obedientemente Oscar lo hizo porque ¿Qué más daba? Andru simplemente andaba como una cabra cuando se lo proponía, y él creyendo que era el único de los Ivanov que estaba cuerdo del todo.


— ¿Le gustaría caminar un rato? — Preguntó amablemente el pelirrojo con sus mejillas sonrosadas, mientras se quitaba la caperuza y quedaba con solo el vestido. El mayor enmudeció totalmente al ver tal ternurita de imagen frente a sus ojos, el pelirrojo era a simple vista frágil, con facciones delicadas, en fin; toda una ternura de chico, lo único que no encajaba del todo en la mente de Oscar era el porque usaba un vestido.


En cambio Arturo andaba fascinado con lo que veía; era un leñador de piel oscura sumamente sexy y algo distraído, pero igual le gustaba; se veía que era buena gente, estaba seguro de ello ''Claro'' fue lo que escuchó por parte del moreno mientras este se rascaba la nuca algo nervioso y con un notorio rubor en la cara.


Posteriormente a ese dialogo pocamente requerido, se dedicaron a caminar tranquilamente hablando de cosas triviales y riéndose con cosas triviales, porque todo es trivial.


¿Y qué pasó con el lobo feroz que salió corriendo sin razón aparente? Bueno, les narraré la historia porque soy buena gente.


El lobo feroz de turno que irónicamente su turno iba a acabar pronto para ser suplantado por su hermano albino demasiado promiscuo para el gusto de muchos; sacó una motosierra acercándose al cuerpo de la vieja loca que estaba empezando a moverse. — Esto le dolerá más a usted que a mi motosierra. —Se puso una máscara a lo like a boss y se dedicó a desmembrar con su motosierra a la vieja.


Todos ahora serian felices sin esa vieja loca corriendo a medio vestir por el bosque, castrando hombres y traumando niños.


FIN


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