Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Desde el sol a la luna por Hachibara

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdon por al demora. Espero que les agrade.

***

Estábamos por ir a casa, aguardábamos en el semáforo para cruzar la gran Avenida 12. Veníamos de jugar en las máquinas de peluches que estaban a media calle del hotel donde dejamos a Kuroo. Estaba muy contento de haber conseguido los muñecos que quería ¡obviamente gracias a las grandes habilidades de Kenma! 

Nos quedamos esperando un largo rato a que el color del semáforo cambiara, repentinamente Kenma me hizo una pregunta. Se acercó, me dio un beso en los labios, yo no supe cómo reaccionar. Intenté decir algo pero me temblaron los labios y no salió palabra alguna. Me paralicé. Sentí como si hubiese sido bañado en agua helada, y al mismo tiempo, como una sensación eléctrica e intensa brotara desde mi interior, anestesiando todo mi cuerpo por un instante.

Tuve una sensación nostálgica, volé, recordé una escena similar con Kageyama. Me confundí un poco. Pensé por un instante que había sido él quien me había besado. A veces hacía eso de forma repentina,  siempre me molestaba que lo hiciera sin avisar. Terminábamos peleando y correteándonos por todas partes. Esos juegos siempre terminaban en el suelo con más besos y cosquillas. La nostalgia cosquilleó mi estómago.

Pero ese no era Kageyama, él no estaba ahí. Kenma era quien estaba conmigo, quién tenía enfrente cuando esos labios se separaron de los míos. La sensación fue como un "WAAAHH" intenso, pero no lo pude expresar de ninguna manera, estaba completamente helado por fuera. Le tomé la mano, ni siquiera me di cuenta que lo había hecho. Quería responder a eso, no podía, no entendía como, no comprendía que estaba sintiendo. Nunca me había sentido tan confundido, nervioso y fuera de este mundo.

Al cruzar la calle le pedí disculpas por que no había notado que lo tenía tomado de la mano contra su voluntad. No supe si ese beso había sido real o había soñado despierto, porque también tenía la sensación de haber visto a Kageyama en ese momento y lugar. Obviamente eso era imposible. El beso también parecía imposible, y yo soy un idiota.

**

Las manos de Shimada son fuertes, maduras, tan cálidas que queman, muy adentro, muy profundo, muy caliente. Tiene una esencia en la piel que me recuerda a de Tsukki, quizás son solo imaginaciones mías, o es lo que quiero creer para justificar mis horribles actos, no lo sé, probablemente mi inconsciente me recuerda todo el tiempo que esto está mal. Siempre recuerdo a Tsukki cuando estoy haciendo algo malo con Shimada.

A pesar de ello, pongo todo mi esfuerzo en ignorarlo. Shimada Makoto me transmite tranquilidad. Me siento muy bien cuando duermo a su lado, y es en todo lo que necesito pensar cuando estoy con él.

Pese a que no puedo verlo demasiado, cada encuentro me completa, sus caricias y sus palabras son todo lo que me hace falta para seguir. El placer que descubrí con él es algo que nunca había conocido. Me hace sentir como un niño que descubre por primera vez lo que es un parque de atracciones. Lleno de emociones, sensaciones nuevas, risas y alegría. Creo que si alguien me viera, se daría cuenta enseguida que soy otro chico cuando estoy con él.

Aún así, yo no siento amor por el señor Shimada, estas sensaciones no son de amor verdadero. Yo amo a Tsukishima Kei, tal y como él es. 

Makoto Shimada es una fantasía hecha realidad, un escape a la vida como es, un sueño que no había podido cumplir con mi verdadero ser amado, Tsukki.

Sé muy bien que Shimada tampoco me ama, desconozco qué es lo que él siente o que ocurre en su mente, ya que jamás habla de sí mismo ni de su vida o sus pensamientos. Simplemente, nuestros encuentros son para llenar un hueco en nuestros corazones, sin decir nada de lo que de verdad nos pasa. Una relación falsa. Una forma de cubrir las heridas del otro que tampoco podemos ver. Una mentira.

***

Hinata y el setter de Nekoma se alejaron y los perdí de vista cuando atravesaron la avenida.

El sol se estaba poniendo, el cielo comenzaba a tornarse azul. La luna había estado ahí durante la tarde pero a esa hora, ya podía verse brillante sobre nuestras cabezas, el viento se ponía cada vez más frío con la puesta del sol.

Kageyama lucía como si hubiese perdido su alma. Estaba de rodillas en medio de la vereda y sus ojos eran cataratas incesantes, no podía dejar de llorar, su rostro era inexpresivo y carente de vida. Era Kageyama, pero ahí dentro no había nada. 

Era un verdadero fastidio, ya que estaba apresurado por llegar al hotel, no sabía qué hacer con él. En un esfuerzo inútil intenté levantarlo por el brazo, la gente me estaba mirando, podía sentir las miradas de los transeúntes que pasaban al rededor, me daba muchísima vergüenza.

-Kageyama levántate por favor. No seas más patético de lo que ya eres... vamos. -hice fuerza para levantarlo del brazo una vez más, pero él no puso ni un poco de esfuerzo en levantarse, así que lo solté otra vez. - ¡KAGEYAMA! Voy a tener que dejarte aquí... -Su expresión no había cambiado, estaba realmente en shock, no parecía escucharme. La gente seguía pasando a nuestro alrededor murmurando cosas. Era incómodo realmente porque las personas me veían como diciéndome que hiciera algo con él, que fastidio, quería irme solo.

Aún así me daba realmente muchísima lástima, tenía rabia al mismo tiempo, no quería ser yo quién estuviera ahí con el idiota de KAGEYAMA. Quería olvidarme de Kuroo y de todo lo que había ocurrido, pero algo me lo impedía y era esa maldita expresión de sufrimiento en su cara, ese rostro desahuciado. Ya he mencionado que soy débil al sufrimiento, es realmente algo que detesto de mi mismo. Esa debilidad es algo que no puedo controlar y no es solo lástima, sino algo más.

Me fui hasta la esquina mirando mi celular. Fingí que no lo conocía. No podía ver ningún hotel, tampoco lo busqué demasiado. Estaba muy inquieto como para concentrarme en eso, así que le envié un mensaje a Kuroo, "Dónde estás imbécil, no encuentro el puto hotel". No pude evitar voltearme una vez más. Kageyama seguía en medio de la vereda.

Kuroo estaba tardando en contestarme. Mi batería estaba muriendo, sin mencionar que toda la pantalla estaba rota y recién lo estaba notando. Soy un idiota. 

Volteé de nuevo y Kageyama seguía sin tener el alma en su lugar. Me estaba impacientando y la ansiedad que me generaba era agotadora, no podía dejar de verlo, y al mismo tiempo no quería hacerlo, o sentiría pena por él. Muy tarde. Ya la sentía.

Kageyama se dobló hacia abajo, había hundido su rostro en los brazos. Era una bolita humana de llanto silencioso. Deplorable. No podía dejar de llorar ni levantarse, era realmente una imagen patética para un chico de su edad y tamaño, no pude soportarlo más. Me hacía latir el corazón con fuerza, no esperé a la respuesta de Kuroo y lo tomé por el brazo a la fuerza, me lo llevé a la rastra. Me lancé a correr tirando de él.

Kageyama... estúpido y patético tipo, realmente lo odio, lo detesto desde el primer día en que lo vi. Un arrogante, el tipo de persona que más me molesta.

Pero en parte le debía una por haberme mostrado mi propio lado patético más temprano.

O quizás solo me estaba excusando por cómo me hacía sentir la situación.

No sabía exactamente a donde lo estaba llevando, pero tenía que sacarlo de ese lugar o alguien llamaría a algún policía para que lo ayuden y no quería que me involucren en algo tan fastidioso. El imbécil apenas podía caminar. Seguía sollozando como una niña pequeña, tapándose la cara con el brazo libre. No podía llevarlo a su casa porque no sabía exactamente dónde vivía, ni me interesaba saberlo. El fracasado no me lo diría en ese estado tampoco, mi batería acababa de morir. No sabía a dónde lo iba a llevar pero solo conocía un lugar seguro, mi propia casa. Afortunadamente mi madre estaba fuera de la ciudad.

Sinceramente no sé porque hice esa estupidez, creo que simplemente no estaba pensando. Mi corazón estaba agitado, no tenía problemas en correr, pero la situación me aceleraba el pulso cada vez más. Se veía tan vulnerable. Lo tenía de la mano. Le echaba miradas rápidas a Kageyama y el pecho me latía más fuerte, estaba tan molesto conmigo que corrí más rápido. Pronto llegamos a casa, que por suerte, no era tan lejos de allí.

 Lo primero que hice al llegar a la vereda de mi hogar, fue lanzarlo al suelo. Quería golpearlo para que se calmara, pero al verlo me resulto imposible. Seguía sin reaccionar, esto ya era demasiado. Lo arrastre adentro y escaleras arriba hasta mi habitación. Abrí la puerta de una patada y lo empujé dentro hasta tumbarlo en la cama.

- ¡KAGEYAMA! ¡ES HORA DE QUE TE CALMES! -Cayó de espaldas en la cama y se tapó la cara. -Escúchame desgraciado, te traje hasta aquí como un favor, estás haciendo el ridículo. Si no paras ahora te voy a golpear en la cara hasta que me canse. -Se destapó la cara y su rostro seguía siendo miserable. Patético. Lo odiaba. Ese no era el Kageyama que yo conocía, el que detestaba, era uno peor, uno que quería tomar de la cara y...

 

***

Al principio me acerqué a Shimada para que me ayudara. Me sentía un inútil para el equipo y creía que no podría nunca estar a la altura de los demás. En el fondo, creía que tampoco me ayudaría aprender el saque flotante, ni ninguna otra cosa. Siempre me sentí poca cosa, siempre estuve bajo el ala protectora de Tsukki, nunca volé por mí mismo. Nunca hice nada solo, no tuve ambiciones ni confianza, porque nunca creí ser capaz de hacer nada.

Shimada se volvió muy importante para mí. Él me demostró que no era así. Me animó a crecer, me dio valor, me hizo sentir que podía. Fue atento conmigo. Creyó en alguien patético y llorón como yo y le estuve muy agradecido. En ese momento, no creí que lo que sentía fuera atracción, pues mi cabeza estaba muy metida en los partidos y en querer hacerme más fuerte. Tomar los consejos de Shimada, ser valiente, creer en mí mismo. Era todo lo que tenía en la cabeza en un principio. Nos volvimos algo cercanos.

Cuando todo eso hubo terminado, sentí que debía agradecerle apropiadamente, me puse muy nervioso. Sentí que no había sido lo suficientemente agradecido. Le debía muchísimo. Recordé todo lo que había hecho por mí. 

Decidí hacer algo con mis propias manos y pedí ayuda a mis hermanas para hacerle un buen pastel de chocolate. Estaba muy avergonzado. No dejé que Tsukki se enterara de nada, tenía miedo que me dijera que parecía un idiota, y la verdad así me sentía en parte, pero no me importó demasiado.

Fui solo hasta su casa en los suburbios para entregársela. No sé muy bien qué fue lo que pasó ese día. Algunos detalles no los tengo muy claros. Cuando llegué a su casa y toqué a la puerta, Shimada me recibió amable como siempre, pero noté que tenía los ojos húmedos y rojos. No quise hacer preguntas. Lucía su habitual sonrisa, cálida como el sol. Pero esa sonrisa no era sincera. 

Me invitó a pasar a su casa, no pude observar mucho el lugar, estaba nervioso. No estoy seguro de si esa casa era de una sola persona o no. Hasta hoy tengo esa duda. Cuando le enseñé el pastel, su rostro cambió. No fue una expresión ni de alegría, ni de disgusto, tampoco tristeza. Siento que quizás haya sido una expresión nostálgica. De alguna manera eso le llegó muy adentro. No sé que habrá sentido ni porqué.

Shimada me hundió en sus brazos. Cálido, lleno de afecto y me dio las gracias. Me tomó por sorpresa. Yo también lo abracé, me sentí muy bien y raro al mismo tiempo. 

Ahí ambos lo sentimos. Las heridas mutuas que luego sanamos juntos. 

Tuve mi primera experiencia sexual. No fue un arranque de placer en un principio, sino de necesidad de afecto, necesidad de sentir al otro. No puedo explicarlo de otra manera. No tuve miedo, me sentía totalmente a gusto y cuidado. 

Jamás tendría que saber nadie sobre esto, si Tsukki supiera creo que me moriría ahogado en mi angustia, me desgarraría el corazón.

**

Kageyama se quedo en silencio. Sentado en mi cama, sonrojado, con la cara húmeda y la ropa arrugada y sucia por la pelea de ese día. Se estaba secando la cara con los puños de la chaqueta del club así que le alcancé una caja de pañuelos que tenía en mi habitación, como todo chico de mi edad tendría. 

No quería decirle nada, solo lo observaba de pie mientras se calmaba, me sentí un tanto acalorado porque tenía un chico llorando en mi propia cama, tenía sentimientos encontrados al respecto ya que es el mismo tipo que detesto el que me estaba tentando. 

Estaba sentado mirando a la nada con las manos juntas sobre sus piernas, finas pero musculosas. Apretaba un pañuelo en sus puños, avergonzado. No levantaba la cabeza, estaba tan roto por dentro que eso me provocaba querer tirarme encima de él y arrancarle la ropa. Estoy loco. Pero no, no podía, no debía. La razón estaba ganando esta batalla en mi interior. Tenía que desviar la situación y calmarme.

-Mierda, no eres así Kageyama... ¿Tanto vas a ponerte así porque ese chico besó a Hinata? No es para tanto, no es como si lo hubieses visto en pleno acto. -Me miró finalmente. Podía ver algo de brillo en sus ojos esta vez. Su mirada estaba serena, aun parecía un poco perdido, sus ojos estaban rojos. Me habló con la voz temblorosa.

-L-le tomó de las m-manos... como si fuesen pareja, como si lo amara. -Su voz se quebró -Creo que esto se terminó definitivamente... estoy muy avergonzado de todo esto... -Se golpeó las piernas con los puños al darse cuenta que aún no controlaba sus lágrimas. Yo no podía seguir así. Me fui sin decir nada y lo dejé solo.

Bajé hasta la cocina y me serví un vaso de jugo de naranja.

Estaba un tanto abrumado por todo. Me pasee por la cocina y me detuve en la puerta de vidrio que daba al patio. Decidí salir y dar un paseo en mi jardín. 

La noche era fría, la luna brillaba intensamente encima de la casa. Podía ver claramente todo el jardín con su luz. Estaba despejado por completo, las estrellas estaban encendidas y parecían observarme todas al mismo tiempo. 

Me invadió la nostalgia enseguida. Yamaguchi solía repetir siempre el nombre de todas las constelaciones como un niño cuando reconoce algo que aprendió. Yo siempre le decía que se callara, entonces él se disculpaba. Me sentía como una mierda. ¿Por qué nunca le dije que lo quería? ¿Por qué soy tan cobarde? No soy muy distinto de mi hermano...

Es necesario que deje de ocultar las cosas que me pasan. No es sencillo.

Me senté en el patio a tomarme el jugo. Me quedé recordando distintas situaciones en las que debí ser más amable, más sincero con Yamaguchi. Seguramente por eso lo había perdido. 

  Quién era yo para llamar patético a otros ¿Verdad?  

Probablemente Hinata también haya encontrado más atención en ese chico de Nekoma. Kageyama y yo teníamos en común esa coraza que ocultaba nuestro verdadero corazón. Ahora mismo estaba viendo al verdadero Kageyama. 

Creo que nunca me puse a pensar qué es lo que siento realmente. Siempre dije que Yamaguchi era de mi propiedad, pero la verdad, es que lo hago, lo pienso, porque no quiero perderlo. 

En lugar de retenerlo con verdadero afecto. Me estaba dando asco de mi mismo, y ya no sabía si era la cursilería o mis actos vergonzosos.

 

**

Me encontré en lo que parecía ser la habitación de Tsukishima Kei. Digo esto únicamente porque me encontraba con él en el último recuerdo claro que tenía. No podía deducir otra cosa tampoco juzgar por la colección de dinosaurios y la camiseta número once colgada junto al escritorio. 
No sabía cómo había llegado ahí, no sabía que iba a hacer en ese momento, tampoco quería saber. Estaba muy confuso. Sé que le había dicho algunas palabras a Tsukishima momentos antes. No sabía que dije, qué cosas hablé. Seguía sintiéndome aturdido. 

Tsukishima no estaba ahí. Mi cabeza se partía de dolor. Busqué un analgésico en el morral y lo tomé sin agua. Por unos diez minutos estuve sentado sin moverme. El dolor era punzante y agudo. Sentía el latir en las sienes y un zumbido en los oídos. 

Tsukishima egresó con dos vasos. Creo que dijo algo pero no logré enfocar mi atención en sus palabras, apenas podía mirarlo. Me sentía pesado, cansado. 

Se acercó a mí, no entendía que estaba pasando. Me tomó por el cuello y me sentí ligeramente sofocado. Me besó. Muy fuerte, lo seguí al punto de estar luchando con mi lengua. No podía respirar. Era un poco doloroso, pero ese dolor era excitante. Me encendió todo el cuerpo, me faltaba el aire pero me sentía extrañamente bien. Me sentía en llamas. Había una fuerza magnética en Tsukishima que me impidió terminar con esa locura y me obligaba a seguir hasta el final. Mi cuerpo se adormecía, pero quería que la sensación no terminara.
En otro momento lo hubiese golpeado.

 

***

Cuando llegamos a casa de Shouyou, su madre nos recibió con una gran sonrisa. Su hermanita era una versión miniatura y femenina de Shouyou. No hablo físicamente, sino por lo explosiva e hiperactiva. Los dos parecían llevarse como niños de la misma edad. Estaban peleando por un sitio en la mesa.

Después de cenar, y de pasar por una exhaustiva entrevista de parte de su madre, sobre Tokyo, finalmente pudimos ir a su habitación a jugar.

La habitación de Shouyou era bastante normal. La consola era bastante nueva. Hacía poco me había contado que la había comprado, pero como no sabe jugar, creo que no la ha utilizado debidamente.

Le expliqué lo básico del juego y como empezar a completar las misiones del juego. Mientras él estaba jugando, no podía dejar de observarlo por detrás. Tenía muchas ganas de abrazarlo, pero tenía un poco de miedo. Me senté cerca para poder ayudarlo. Su piel huele a jabón infantil, con un toque ligero a cítricos. Shouyou deberías dejar de usarle los jabones a tu hermanita, o harás que pierda el control.

Me es dificil de creer que una persona como Shouyou, que siempre está feliz, tenga problemas amorosos. Realmente me llena de impotencia. Esa sonrisa debe ser protegida. No quiero que Shouyou pierda ese brillo. Sólo pude pensar en ello desde que me contó que había tenido una gran pelea con Kageyama. 

Ese chico me molestaba. Es la llave de la felicidad de Shouyou, debería saber cuidar de él. 

¿No era él importante en su vida?

Esa noche, dormimos juntos en unos futones en el suelo de la habitación. Estábamos uno junto al otro. Extendí mi mano y tomé la suya. Tan suave. Le dije que podía contarme lo que quisiera. Quería apoyarlo en todo. Quería que Shouyou sea feliz.

***

Ya no tenía nada que perder. Si no era con Kuroo, sería con Kageyama. Después pensaría que hacer con Yamaguchi. Lo iba a recuperar, pero antes...

Subí con un vaso para que tome algo. No sabía cómo haría, pero me iba a cobrar el favor de haberlo traído hasta mi casa. No podía más conmigo, me venía excitando desde hacía un buen rato y había estado negándomelo. 

Solo sería un descargue, igual que como lo hacía con el gato sarnoso.

Le advertí que me cobraría el favor, no me respondió nada, así que proseguí a soltar todo lo que había intentado mantener bajo control toda la tarde. Me abalancé sobre el ahora vulnerable Kageyama, lo tomé por el cuello. Amaba hacer eso. Quería que perdiera el aliento y sintiera el dolor. Lo besé fuertemente, lo tiré en la cama y me puse encima de él. Le solté el cuello para escuchar su respiración agitada.

 Comenzaba a sentir como endurecía entre sus piernas y necesitaba apurar el asunto. El pantalón me estaba apretando. Levanté su camiseta y comencé a morderlo en distintos lugares. Kageyama gemía débilmente. Música para mis oídos. 

Nos liberé a ambos de los pantalones que ya molestaban en la erección. 

Sonó el timbre en toda la casa y maldije a todos los dioses.

 

Notas finales:

Espero que me dejen algun comentario ;_;

Y perdon por el final lol


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).