La alarma no había sonado. O al menos esa era la excusa que Kyungsoo prefería utilizar para justificar sus atrasos en la escuela.
- Siempre cuando estoy apurado las cosas no me resultan, todo se vuelve en mi contra.- pensó.
Espera a que cambie el semáforo y cruza la calle. Por la hora las calles se encuentran repletas de gente, nadie se fija en la persona que tiene al lado o al frente y caminan con imperiosa velocidad. Kyungsoo, a pesar de su evidente atraso observa a cada ser que lo rodea.
Una muchacha de minifalda ondeante llama la atención del chico lo que lo hace chocar de frontón con un alto muchacho haciendo caer sus cuadernos al medio de la calle.
- Oh, lo lamento mucho- dijo recogiendo las cosas del piso.
- No te preocupes, está bien. Sólo deberíamos movernos del medio de la calle.- Aquellos ojos cafés desconcertaron un momento a Kyungsoo, eran familiares y una paz se apoderó de él mientras se hundía en ellos.
- Eh, eh, sí.- El joven se siente muy nervioso ante la escrutadora mirada del más bajo.
- Yo, lo-lo lamento mucho, debo irme.
-Oh, está bien.- El muchacho le sonríe con timidez, lo cual al bajito le parece enfermizamente tierno.
Llega treinta minutos tarde a clases y con sus trabajos arruinados.
Kyungsoo no es muy aceptado en la escuela, ni por parte de sus profesores ni de sus compañeros.
A la edad de diecisiete tuvo un accidente automovilístico que dejó su memoria muy dañada y rota, no recuerda nada de su pasado hasta el día de su accidente. El conductor que lo colisionó murió instantáneamente al salir volando por la ventana. Durante estos tres años su familia se ha hecho cargo de él y lo ha ayudado a recuperar sus recuerdos. Han tomado todas las terapias que los doctores han sugerido pero nada ha servido para traer su memoria de vuelta. Le han dicho que vive con su hermana pequeña Yeri y con su madre Irene.
Es por esto que es rechazado. ¿Qué chico sigue en la escuela a los veinte? Debería estar ya en la universidad.
-Señor Do...Señor Do, ¿trajo su ensayo o no?.
-Eh, sí, sí, no podría haberlo olvidado. Estoy seguro de que lo guardé por...mierda, debe haberse resbalado.
-¿Joven Do? Tendré que reprobarlo y quiero que al finalizar la clase se quede para que podamos conversar sobre esto.
-Mierda. Estoy jodido. Si no hubiese sido por el chico y su sonrisa angelical no me habrían reprobado, no de nuevo...-pensó.
La clase de Español pasa muy lenta. Pareciera como si las horas se estiraran en el salón. Para cuando Kyungsoo creía que moriría de aburrimiento suena el timbre. Toma rápidamente su bolso e intenta escabullirse mientras el profesor borra el pizarrón.
-Ni lo piense, joven Do.
-No iba a ir a ningún lado, profesor.
-Kyungsoo, ¿qué sucede? Es la segunda vez que llegas sin tu trabajo y además tarde. Y ya no creo tu excusa de que supuestamente había mucha gente cuando venías y tu trabajo resbaló.
-Es gracioso... Porque justamente hoy me pasó exactamente eso. Pero hoy es verdad, lo juro señor. Si me pudiese extender el plazo, mañana traería el ensayo.
-Kyungsoo, no puedes seguir aprovechandote de tu pasado, tienes que enfocarte en el presente e ir con la verdad por la vida. Es la única forma de seguir adelante.- El profesor miraba de manera condescendiente al chico, le extendería el plazo. Y ahora Kyungsoo tendría que escribir de nuevo un ensayo de cuatro páginas sobre Cervantes. La máxima diversión.-Mañana a las nueve quiero el ensayo en mi escritorio, ni un minuto más. Y que sea la última vez.
El día pasó perezosamente lento para Kyungsoo, al menos no perdió ningún otro trabajo, pero mantenía la sensación de querer volver a ver al estúpido y tímido chico de la mañana.
Debía encontrarlo, no entendía el porqué. No sabía su nombre, ni donde vivía y mucho menos donde estudiaba. Pero Kyungsoo lo encontraría.
La sensación de familiaridad que sintió al verlo fue tan grande que en su interior sabía que estaba conectado a su pasado, y todas las piezas del rompecabezas de su memoria eran bienvenidos en su vida.
Kyungsoo quería entenderse.
Kyungsoo quería conocerse.
Pero lo más importante era conocer a aquel chico.