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Agorafobia por Daggett

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 DÍA 2...

Martín despertó con un terrible dolor de cabeza y nauseas. No sabía donde estaba, pero definitivamente no estaba en su cama. Abrió lentamente los ojos y trató de enfocar el lugar. Olía al peculiar aroma de una lavandería.

Ahora lo recordaba, el ataque en el ascensor. Seguramente lo habían drogado. Levantó la cabeza, trató de moverse pero no pudo. Ahora, completamente en sus cinco sentidos, se dio cuenta que estaba sobre una lavadora y sus manos estaban atadas hacía arriba, en la tubería del edificio. Lo peor era que estaba completamente desnudo.

 

-¡ayuda!

 

Había ruido en el lugar, algunas maquinas estaban prendidas y las tuberías también eran muy ruidosas, sin contar la caldera para mantener el agua caliente.

Martín asistía cada domingo por la noche a ese lugar para lavar ropa. Muchas veces iba con Laura, a veces con Carlos…su novio. Pero hoy estaba solo, en el peor día de su vida.

 

-has despertado

 

Dijo una voz demasiado aguda y demasiado anormal para pertenecer a algo bueno.

 

-por favor, no puedo verte… ¿Dónde estás?

 

-aquí

 

Martín escuchó el susurro cerca de  su oreja. Se sobresaltó de inmediato y trató de moverse. Todo era inútil, al menos que llegara alguien y le salvara.

 

-¿que harás conmigo?

 

El tipo con la horrenda máscara se plantó frente a él, aquellos ojos…, aquellos ojos le miraban con frialdad. Toda humanidad había abandonado a esa horrible persona tras la máscara.

 

-voy a saciarme…de ti. Voy a poseer tú cuerpo, tú alma y luego me llevaré todo de ti, hasta tú vida. Aaah…también los ojos.

 

-oh por Dios…tú mataste a esa mujer.

 

-¿la conocías?

 

-No…

 

 

El tipo se acercó y se metió entre las piernas de Martín, el chico se avergonzó por estar tan expuesto.

 

-ella era hermosa- el tipo acariciaba la piel desnuda de Martín mientras este trataba de mirar hacía arriba, buscar alguna forma para poder salir de aquello.-ella era tan hermosa, como tú, aunque claro, de formas diferentes.

 

-¿por…que…hace…esto?

 

-la belleza solo puede ser tomada una vez, luego tiene que dejar de existir, es una regla simple. Las rosas mueren jóvenes. En su estado natural podemos apreciarlas un día, tal vez dos.

 

-eres un enfermo.

 

Eso fue un error, al instante el tipo apretó los pezones de Martín con extrema violencia. El chico no contuvo el grito, quizá esta vez lo escucharan.

Después de eso, aquella figura dejó la dolorosa labor, ahora le acariciaba las piernas, trataba de obligarlo a que rodeara sus caderas con ellas, pero Martín se negaba a aquello.

 

-escucha- le habló cerca del oído, sintiendo como su victima se estremecía en sus brazos.- no voy a engañarte, no voy a decir que cooperes, ya que de todas formas, tú no sales vivo de aquí. Más sin embargo, entregarte a mi puede ser placentero, guarda las energías para cuando este matándote…lenta y dolorosamente.

 

-no…por favor.

 

Aquella figura deslizó las manos por los muslos del chico, pronto llegó a aquella zona. Martín sabía que sería ultrajado, de la peor forma. Pronto ya no tuvo tiempo de pensar, sintió algo duro y caliente entrando en él.

Volvió a gritar mientras trataba desesperadamente de zafarse de aquel amarre, pero todo era inútil.

Las arremetidas eran brutales, en un momento, el enmascarado se acercó a su oído para susurrar…-vamos, disfruta.

 

 

-¿Martín?

 

 

Ambos escucharon una voz infantil, el tipo contuvo un gruñido por la dolorosa erección. Martín aún sin reaccionar, permanecía con los ojos cerrados. Notó que liberaban sus cadenas. Cuando volvió a abrir los ojos estaba solo o eso creía. Unos fuertes brazos lo tomaron por detrás…-esto no se termina aquí…volveré por ti, te lo prometo.

 

Sintió que lo empujaban violentamente hacía el suelo.

 

-Martín… no sabes el coraje que hizo mi mamá al perder el ascensor hace rato. ¿Estas aquí?

 

Al reconocer la voz, Martín se levantó de inmediato. Miraba a todos lados buscando su ropa. La encontró justo detrás de él. Rápido se metió el pantalón sin siquiera ponerse la ropa interior. No había tiempo.

Cuando Hugo entró, vio a Martín sin camisa, nervioso y muy sudoroso.

 

 

-¿que estabas haciendo?

 

-nada- dijo rápidamente y de forma poco creíble

 

El niño frunció el entrecejo no creyendo nada…-bueno, no importa, te digo que me he escapado y podemos jugar una partida en tú departamento. Total tú novio tiene días que no aparece.

 

-él arregla unas cosas en su ciudad, vendrá dentro de una semana.

 

-aha…bueno, Gerardo dice…

 

-¡estas son cosas de adultos!

 

El grito de martín descolocó al niño. De inmediato, los ojos azules del pelirrojo se llenaron de tristeza. Nunca esperó una reacción así.

 

-bien, no me grites…ya me gritan demasiado en casa para que tú lo hagas.

 

El niño dio media vuelta y subió las pequeñas escaleras.

 

 

-Hugo…espera, no quise gritarte.

 

 

El fuerte portazo indicó que el niño ya se había marchado. Martín miraba con horror el lugar, estaba familiarizado con el y solo hasta ahora le parecía tan grotesco.

Comenzó a caminar hacía las pequeñas escaleras. Cada paso era un martirio. Las secuelas de aquella intrusión no le dejaban.- seguramente me desgarró ese hijo de puta- se dijo.

Una vez fuera del sótano. Caminó débilmente hacía la salida. Cruzó por el último pasillo. Ya se escuchaba el bullicio de la vida nocturna afuera. Por fin llegó, abrió la puerta y miró.

Había mucha gente pasando, muchas luces. Los transeúntes le miraban extrañado. Martín se vio a si mismo sin camisa y se avergonzó.

Dirigió su mirada a la calle de enfrente, había una figura vestida de negro, pero no distinguía el rostro. Comenzó a  marearse, la calle le asustaba, toda esa gente mirando, el ruido. No pudo más, cerró la puerta y comenzó a caminar rumbo al ascensor.

El chico hiperventilaba a cada paso, sentía que nunca llegaría la seguridad de su departamento.

Entró  al lugar y oprimió el maldito botón siete, esperaba que esta vez si pudiera llegar a su piso.

Por fin las puertas se abrieron, Martín salió del ascensor. Atravesó lentamente el pasillo hasta llegar a su puerta.

Una vez ahí escuchó los gritos de Laura a su hijo…-que sea la última vez, Hugo…entiende que esta vez si va en serio. Si Marcos llega y no te encuentra…

-el no es mi padre-

 

Martín quiso llegar hasta allá, solo eran dos puertas más, pero aquella sensación de mareo no le dejaba, quería entrar en su hogar ya.

Escuchó el ruido característico del ascensor, las puertas comenzaban abrirse. Distinguió una figura de negro. Entonces no lo pensó más. Agradeció a todos los Dioses por encontrar la llave en el pantalón. Entró y cerró de nuevo con la llave. Pero aún adentro seguía respirando con dificultad.

 

-ya…estoy…en casa…nada…puede… dañarme…aquí

 

 

Afuera se escuchaban los pasos de aquel que venía por el elevador. Dichos pasos se detuvieron junto a la puerta de Martín, este cerró los ojos con miedo. De nuevo, los pasos se escucharon, ahora se alejaban.

El chico suspiró, se puso de pie. Miraba detenidamente su casa. Todo oscuridad, de pronto ya no era tan confortable. Rápido corrió aguantando el dolor y prendió todas las luces. Regresó a la sala, miró a donde el teléfono, lo levantó y marcó un número.

Después de eso lo dejó de nuevo. No quería llamar a nadie, le llenaba de vergüenza. ¿Por qué no se defendió? Estaba aterrado, como nunca en su vida. ¿Qué diría Carlos? Nunca le creería que se dejó intimidar. Martín era un joven autosuficiente y nada temeroso. Hasta hoy…

 

 

 

 

 

Volvió a despertar, igualmente agitado. El reloj junto a su cama marcaban las 4:45 AM. Suspiró, al menos, esta vez pudo dormir más.

Ya no soportaba estar en la cama. Decidió levantarse y darse un baño. Hoy sería un gran día, al menos Carlos llegaría, el problema…sería hasta el anochecer.

De nuevo, abrió sigilosamente la puerta.”Miedo a mi propia casa”  Martín ya había aprendido a burlarse de si mismo. Una  semana encerrado consigo mismo hizo que él se conociera mejor, tuvo que soportarse a si mismo. Se encontró gracioso…luego de eso, se tiró a carcajadas frente al espejo del lavabo.

 

De regreso a la habitación, esta vez decidió vestirse, basta de andar medio desnudo. Abrió la puerta del closet muy rápido. Si “algo” estaba encerrado ahí, él lo sorprendería. Revisó minuciosamente, corría los ganchos con la ropa. Muy bien, el closet estaba normal. Cogió unos jeans deslavados color azul y una camisa blanca. De inmediato se puso el par de tenis. Se sentía tan lleno de vida, quizá pudiera salir a correr. Salió de su habitación lleno de esperanza, pero tan pronto lo hizo y llegó al pasillo, el miedo volvió. Caminaba más lento. La misma rutina, llegó hasta el final, miró a la izquierda…la cocina vacía. La derecha, el comedor, el librero, la TV y la computadora encendida. Esto le sorprendió, el juraría que la había dejado apagada. Se acercó mientras se abrazaba a si mismo. Había algo escrito en el Word…

 

 

-¿TIENES MIEDO?...DEBERIAS.

 

 

Martín se llevó la mano a la boca, ¿en que momento? Él había estado usando la PC, de hecho buscó la palabra miedo, pero esto…

Corrió hasta la puerta, el seguro estaba puesto. Nadie tenía llaves del lugar. Solo él. Pronto recordó que también su novio Carlos, de hecho Martín también tenía llave de la puerta de enfrente, la de su novio.

Negó con la cabeza, Carlos no pudo hacerlo, él llegaría apenas por la noche. Decidió que tenía que salir, hablar con la policía. Puso la mano en la perilla, comenzó a girarla y la abrió lentamente, la puerta hacía un chirrido molesto, lo típico que hacen cuando quieres abrirla en silencio.

El corazón comenzó a latirle con fuerza, se asomo al pasillo, que de pronto parecía más largo. Ahora sentía que se ahogaba, ese pasillo no lucía nada amigable. Retrocedió y cerró dando un portazo. Se arrodilló al suelo completamente abatido, recuperando la respiración y con los ojos llorosos.

 

-solo…es…salir…vamos…

 

Apretó los puños y golpeó la puerta llorando de rabia.

 

 

Un par de horas después, el chico estaba en la cocina, abrió la nevera, solo había agua y una manzana. Cogió eso último y le dio un mordisco. Se levantó y abrió la alacena, ahí había una miserable lata de atún. De acuerdo…esto era un problema, al menos tenía que salir a comprar comida.

 

 

-TOC TOC TOC

 

Martín se sobresaltó, odiaba el ruido de esa maldita puerta sin mirilla.

 

-¿quien..?

 

-soy Gerardo… ¿quieres salir a correr conmigo? Es un día hermoso.

 

-vengo llegando de correr, me daré un baño, gracias.

 

-mientes

 

Martín entrecerró los ojos, odiaba que sentirte descubierto.

 

 

-el caso es que no voy  a salir.

 

-al menos abre la puerta, no te he visto en una semana.

 

-me veras en la noche, cuando llegue mi novio.

 

-ojala llegue…tengo que hablar con él.

 

Martín salió de la cocina a toda prisa, ahora estaba junto a la puerta…-¿que tienes que hablar tú con mi novio?

 

-si me dejas entrar te diré.

 

Martín no estaba dispuesto a abrir. Negó con la cabeza, ¿por que estaba Gerardo tan interesado en entrar? Pronto recordó el mensaje en su PC.

 

-olvídalo, Gerardo…vete ya.

 

Escuchó un leve jadeo  y luego unos pasos se alejaron del departamento. Martín cerró los ojos suspirando aliviado.

Después de desayunar su preciada manzana, el chico se arrojó al cómodo sillón y prendió la TV. Con control en mano, hizo todo un recorrido  hasta que decidió dejarlo en las noticias locales, una chica rubia daba las notas del día…

 

 

 

 

La policía sigue sin tener pistas del misterioso asesino, su primer crimen fue cometido hace seis meses, la victima fue un adolescente que regresaba de su escuela. El horrible crimen fue en el parque del monumento a la madre…

 

 

 

 

 

 

Martín abrió los ojos con sorpresa, ese parque estaba ubicado solo a un minuto del edificio, en la esquina. Miró hacía el pasillo, justo donde estaba la foto donde él y Carlos estaban juntos, en ese mismo parque. La voz de la chica en la televisión captó su atención y de nuevo miró hacía la tv…

 

 

 

 

 

 

El segundo crimen fue exactamente a los tres meses siguientes, frente a un reconocido edificio departamental. El cuerpo de la pobre chica yacía sin vida y sin…ojos. Justo como la otra victima.

 

 

Martín reconoció el edificio en el que habitaba por la televisión, ambos crímenes cometidos tan cerca de él.

 

 

EL último crimen se registró dentro del mismo edificio, de nuevo una mujer joven, se presume que esta lo invitó a entrar y luego la ultrajó y terminó matándola de la misma forma. Son tres victimas, un chico y dos mujeres. Se teme que pronto ataque de nuevo, los vecinos del lugar deben estar alerta.

 

 

Martín apagó la televisión y se incorporó de golpe, no había dudas…él fue atacado por la misma persona y sobrevivió, debía contarlo, debía decirlo. Miró hacía la puerta, pero no tuvo el valor de salir, miró hacía el teléfono. Ya era tiempo de hacer algo, corrió hasta él y levantó la bocina, pero algo lo detuvo. Una voz…

 

 

-lo sentimos, su teléfono ha sido incapacitado para hacer llamadas. Usted debe hacer su pago pronto. Por otros diez días solo podrá recibir llamadas.

 

 

-¡¡PUTA SUERTE!!

 

Colgó el teléfono y miró de nuevo hacía la puerta…-vamos Martín…cuando te volviste un miedica de mierda.

Volvió de nuevo al sillón se acostó a llorar con la mano en la boca. –Esta noche llega Carlos…- se decía para tranquilizarse. Amaba a ese chico, más nunca había dependido de él ni de nadie. Era una nueva sensación para él. La más horrible nunca sentida. Solo esperar a que llegara él, solo esperar.

 

 

 

No supo cuanto tiempo permaneció ahí, en silencio. Pero pronto, la puerta volvió a hacer golpeada desde afuera, esta vez, de forma ruda.

 

 

-Martín soy yo

 

 

El chico reconoció  la infantil y traviesa voz.

 

-¿Qué quieres, Hugo?

 

-déjame entrar y te digo

 

 

Martín negó con la cabeza y estaba apunto de decir que no…

 

-Martín…mi mamá no esta y estoy solo con Marcos, su novio. Por favor, no quiero estar solo con él.

 

Martín cerró los ojos en señal de desesperación, apretó los puños y se levantó. Ese niño confiaba demasiado en él, presumía a todo el edificio que Martín era su amigo. Incluso, su novio Carlos le dijo que tal vez para ese niño, él era su héroe. Y como todo héroe, no debía fallarle.

Se acercó a la puerta y la abrió sin pensarlo mucho. Bajó la vista y ahí estaba el pequeño pelirrojo, sonriéndole amigablemente. Martín retrocedió dos pasos al sentirse abrumado.

 

-Entra…y…cierra…la puerta.

 

El niño entrecerró los ojos, confundido.

 

-¡¡hazlo ya o te quedas afuera!!

 

El niño no lo pensó dos veces, entró corriendo y casi en el acto, Martín cerró la puerta pasando el seguro.

 

 

-hola- saludaba el pequeño con una sonrisa, Martín asintió con la cabeza y devolvió la sonrisa. Algo no estaba bien, miró bien el rostro del niño, distinguió que la mejilla derecha estaba rojiza,  algunos dedos se pintaban en ella.

Martín se acercó a él…-¿que te pasó ahí?-  tocando aquella mejilla  mientras el niño cerraba los ojos.

 

-fue...él, el novio de Mamá.

 

Martín hizo una mueca de odio, como podía alguien dañar a un inocente niño.

 

-olvídalo, no fue nada- el chico se alejó y con mucha confianza se acercó a la computadora.

 

-¿te ha golpeado más de una vez?

 

-lo ha intentado muchas veces, esta es la primera que me alcanza.

 

 

-¿le has dicho algo Laura?

 

-Mamá lo ha visto, ella sabe y no le importa.

 

 

Martín se sentó en el sillón para observar al chico, mientras este ponía un juego.

 

-de verdad, Martín…no es nada, algún día voy a crecer y voy a cuidar de mamá, voy a alejarla de tipos tan imbeciles como Marcos

 

-¿él esta en tú casa ahora?

 

-ahora y siempre, ni trabaja.

 

-debería ir a hablar con él, no voy a permitir que te hagan daño.

Al chico volteó sin bajarse de la silla, sus ojos traviesos encontraron los ojos verdes de Martín. Por eso quería estar allí, Martín era su amigo…-no es necesario, yo soy como tú, me sé defender. Y entre más crezca, más quiero ser como tú.

 

Martín se ruborizó, no sabía cuanto inspiraba al chico. Hugo volteó de nuevo y comenzó a jugar, mientras Martín sentía la sangre hervir. Si Hugo supiera en lo que se había convertido ahora…se avergonzaría.

 

 

 

El silenció fue roto por unos fuertes golpes en la puerta…

 

 

-¡¡SAL AHORA DE AHÍ MALDITO, SE QUE ESTAS AHÍ!!

 

 

Hugo y Martín se sobresaltaron y miraron en dirección a la puerta. Hugo, al reconocer la voz, se levantó y corrió hacía el sillón se trepó a los brazos de Martín…-es él…se ha enterado que estoy aquí, no dejes que me lleve.

 

Martín rodeó al niño con sus brazos, Hugo podía parecer muy valiente e independiente, pero en el fondo, era solo un niño de 10 años.

 

-no te preocupes-

 

 

Martín se quitó a Hugo suavemente y se dirigió a la puerta.

 

 

-¿que busca aquí?

 

-el hijo de mi novia esta aquí, alguien lo vio entrar.

 

-él ira cuando Laura venga por él.

 

-NO…se viene conmigo, AHORA.

 

-he dicho que no.

 

 

La puerta fue golpeada de nuevo, pero Martín no desistió.

 

-sé que ese maldito niño esta ahí, escucha bien Hugo…tengo experiencia en tratar niños como tú, créeme. Cuando vuelvas a casa te demostraré lo que soy capaz.

 

La puerta dejó de ser golpeada y todo volvió a la calma. Martín escuchó algunos sollozos, eran del niño que estaba totalmente acostado en forma fetal en el sillón, llorando.

El ojiverde se inclinó en el suelo para estar a su altura…

 

-te calma…eres un chico valiente, todo va a arreglarse.

 

-no…- el chico apenas podía hablar entre hipidos…-maldito sea, hace seis meses que llegó a nuestras vidas y las hizo un infierno, hasta mamá le tiene miedo.

 

 

Seis meses, se dijo Martín, recordando los asesinatos, justamente comenzaron hace seis meses. Negó con la cabeza, el tipo parecía violento, pero ser un asesino…-hablaré con Laura- le dijo mientras acariciaba los cabellos del chico. Después de un rato Hugo se durmió y Martín se volvió a encontrar en silencio.

 

 

Solo pasaron algunos minutos hasta que sonó el teléfono. El chico sabía que solo podía recibir llamadas, era una gran oportunidad, fuera quien fuera.

De un salto se levantó y descolgó la bocina.

 

 

-Hola

 

-Hola…hablamos de la jefatura de policía, soy el teniente Vera.

-si…dígame.

 

 

El corazón comenzó a palpitar de forma agitada, por algún extraño motivo, sabía que algo no estaba bien.

 

 

-hemos recibido…cierta información. Una fuente cercana a usted. Supongo que sabe del crimen cometido en el edificio donde vive.

 

-por supuesto

 

 

-Bien, mañana haré lo posible por visitarlo, pero me gustaría que me respondiera algo antes.

 

-Dígame

 

-Usted, digamos…tiene un amigo intimo. Vive frente a usted. ¿Desde cuando no lo ve?

 

Decir que Martín estaba nervioso era poco, ahora estaba desesperado. Rogaba interiormente que nada le estuviera pasando a Carlos. Él estaba bien, llegaría por la noche, por fin.

 

-hace una semana. ¿Pasa algo teniente?

-es que…

 

-¡¡Dígame lo que sea!!

 

 

-tenemos informes, ya le dije, una fuente cercana a usted. Este chico, Carlos, su vecino, llegó justamente al edificio cuando comenzaron los crímenes alrededor del lugar. Y justamente ahora, esta desaparecido.

 

-¡¡No esta desaparecido!!- la voz de Martín denotaba enojo, ¿que estaba insinuando ese teniente?- ¿¡¡quien le ha informado eso!!?

 

 

-siento decirle esto, pero ese chico es nuestro principal sospechoso. Y creo que usted corre un gran peligro. Mi fuente me ha dicho que usted no sale de casa ni abre la puerta. Parece que tiene mucho miedo. Yo creo que…usted fue atacado y lo encubre, por que sabe bien quien lo hizo.

 

-no,  no entiende…yo…es…simplemente.

 

 

-créame, entiendo perfectamente, le hable antes para ponerle sobre aviso. Pero mañana estaré en su departamento. Por ahora son solo sospechas. Mañana revisaremos juntos el departamento de este chico y pronto todo se aclarará.

 

 

-Carlos no esta desaparecido, fue a enterrar a su madre. Tiene que poner sus asuntos en orden, el regresa esta noche.

 

-si todo es como yo y mi fuente creemos. Él no va a regresar y si lo hace…más vale que usted no le abra la puerta. Hasta mañana…

 

 

Martín colgó el teléfono. Comenzó a dar vueltas por la sala, se pasaba las manos por el cabello. Se negaba a siquiera pensarlo, Carlos no era un asesino. No, era un chico agradable y sobre todo lo quería. Jamás le haría daño de algún modo. Miró de nuevo hacía el teléfono, recordó el mensaje de ayer, si estuviera desaparecido no le habría mandado un mensaje. Se odio por no recordarlo cuando hablaba con el teniente. Mañana se lo diría en persona.

 

 

El día estaba muriendo, a Martín el estomago le pedía comida, recordó que solo había una lata de atún. Estaba por dirigirse a la cocina cuando escuchó una voz tras la puerta.

 

-Martín, soy Laura…vengo por el niño.

 

Martín se acercó a la puerta, siempre dudaba en abrir. Negó con la cabeza y abrió. Al igual que hizo antes, retrocedió dos pasos y dejó que la joven entrara cerrando la puerta detrás de ella.

 

-esta dormido- dijo él mirando de forma acusadora a la madre

 

-no se que te haya dicho, pero Hugo a veces inventa cosas.

 

-¿también se inventó ese golpe?

 

 

Laura se acercó al sillón y miró a su hijo. Pasó una mano delicadamente por la mejilla aún rojiza.

 

-Martín, aún así no debes creerle. A veces, Hugo inventa…él hace cosas que nunca imaginarías.

 

-es un niño. Si dice que tú novio le pega debe ser cierto

 

-solo trata de llamar tú atención. ¿Te has dado cuenta que eres su centro de atención?

 

Martín rodó los ojos con fastidio, mientras Laura tomaba a su dormido hijo en brazos.

 

 

-escucha, Laura…tú novio vino aquí a tocar la puerta de forma violenta. Quiso llevarlo a la fuerza, lo amenazó. ¿Crees que voy a creerte que Hugo inventa?

 

Laura lucía desesperada, miraba a su hijo y luego pasaba la vista al chico frente a ella…-no voy a discutir más. Hasta luego y gracias por cuidarlo.

 

 

La joven abrió la puerta con trabajo y se fue. Acto seguido, Martín corrió a cerrarla y le pasó el seguro. Se quedó algunos minutos suspirando, recargado en la maldita puerta.

 

 

 

Llegada la noche y después de pasar los mismos miedos para bañarse y caminar por el pasillo. Martín estaba en la cama. Había mucho calor, por lo que solo vestía un bóxer. Se encontraba mirando hacía el techo. Rogando por que llegara Carlos o dormirse. Él le había dado una llave a su novio, el podía entrar fácilmente en el lugar. No tenía miedo de él, ni por lo que había dicho ese teniente, ellos no lo conocen, se dijo. Mientras, su mirada cambiaba al reloj que marcaba  11:46 PM

 

Sus ojos verdes comenzaron a parpadear y pronto comenzó a dormirse. No supo cuanto tiempo pasó hasta que escuchó un ruido fuera de su cuarto. Abrió los ojos lentamente para mirar de nuevo el reloj…3:59 AM.

Quiso levantarse, entre miedo y ansiedad. Pero no hubo necesidad. Quizá el ruido le pareció lejano, en la puerta principal, pero la realidad era que…fue la puerta de su cuarto. Había una figura frente a la cama, mirándolo fijamente. Sus ojos apenas se acostumbraban a estar despierto. No distinguía el rostro de aquella figura.

-¿Carlos?- preguntó de forma temerosa

 

Todo su cuerpo temblaba al no recibir una respuesta. La figura se llevó una mano a la boca, Martín trató de enfocar mejor, el rostro de aquel tipo era muy blanco para ser normal. Al notarlo, comenzó a hacerse un ovillo en la cama, tratando de alejar sus pies de la cercanía de esa figura.

 

 

-¿quien…eres?

 

-por quien tanto esperabas…mi amor.

 

 

Aquella voz, aquella terrible y aguda voz le heló la sangre. Martín creía que iba a morir de miedo. Su corazón latía más fuerte, sentía que se ahogaba, él mismo reconoció que estaba teniendo un ataque de pánico. Con un poco de suerte iba a morir antes de que aquella cosa le tocara.

Pero pronto ya no sintió nada…no supo cuando volvió reclinarse. Pues, cuando cerró los ojos y los volvió abrir, el reloj marcaba las 9:15 AM. Era un nuevo día, Carlos no había llegado y aquello. ¿Fue un sueño? De solo acordarse comenzó a sentirse mareado, miró la puerta de su cuarto. Esta vez ni quería salir de el.

 

Se llevó las manos al rostro para llorar, que patético le parecía todo. ¿Donde estaba su vida, como rayos terminó así? Nunca lo entendería.

 

-Carlos…amor, ¿donde estas?

 

 

 


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