En la tierra de los dioses y los monstruos yo era un ángel
[1]
Se abre el telón, la luz resplandeciente lo enceguece por segundos, escucha el vitoreo de los hombres, chiflidos y piropos vulgares. Sonríe a su público, hoy están especialmente inquietos. Y sabe porque es así, ellos han venido a verlo especialmente a él.
Camina hacia el tubo metálico que toca el techo y se enreda en él, serpentea su cuerpo de manera lenta moviendo las caderas sinuosamente mientras se deja llevar por la música envolviéndose en el aroma a tabaco que impregna en el ambiente, sus largas piernas se deslizan por la barra cilíndrica, escucha aplausos, le gusta que lo alaben, le gusta saber que es el entretenimiento del lugar y que nadie más podrá quitarle ese placer.
Cuando la música se termina él se detiene en medio del enorme escenario recibiendo ovaciones de pie, gritos indecorosos, berridos como si fuesen animales, la sonrisa que mantiene se ensancha aún más.
Naruto deja el escenario, se evapora como una ilusión de brillantes ojos azules y cabello rubio.
[2]
—Estuviste increíble —le dice Kiba a su lado, Naruto se mira al espejo. Si, estuvo bien, como siempre, como cada viernes.
—Gracias —sonríe para su amigo, el chico de cabellos castaños y mirada chocolate también sonríe para él.
—Al menos tú no tienes que hacerlo todos los días, con uno solo ya ganaste todo lo que yo en un mes —usa un tono cantarín cuando habla. Naruto asiente como si estuviera contándole una gran hazaña.
Kiba siempre alaba su manera de moverse en el escenario, le dice que es demasiado hermoso para ese lugar, y Naruto lo sabe, pero también sabe que está encadenado a ese lugar, que nunca tendrá la oportunidad de salir, él ya tiene un dueño y debe obedecerlo, debe permanecer ahí, es una condena que sangra como una herida abierta.
—Quisiera… no estar aquí —comenta como si estuviese hablando del clima. Kiba se coloca una sudadera de capucha, su turno ha terminado, todos van a casa a descansar, menos Naruto, él tiene una habitación especial acondicionada a gusto de su dueño.
Kiba conoce a Naruto prácticamente de la adolescencia, son amigos y compañeros de trabajo. Los dos son bailarines de Akatsuki, un local nocturno donde solo asiste gente adinerada para ver a jovencitos bailar en paños menores. Algunos pagan por una noche con el chico que les gusta, les dan regalos o los invitan a salir, ya depende del bailarín si acepta esas salidas o no. En Akatsuki trabajan otros chicos más; Haku, Sai, Yagura, Nagato, Kimimaro, y el principito de hielo, Sasori.
Son chicos que como Kiba y Naruto, quedaron huérfanos a corta edad, todos llegaron por la falta de oportunidades y de dinero. La mayoría de sus historias son tristes, llenas de golpes, drogas y sexo desenfrenado. Excepto Naruto, él es un halo de luz en medio de toda esa bruma. Él no llego por necesidad, a él lo enamoró un hombre muy malo, y lo forzó a trabajar ahí. Naruto no se negó, a pesar de que no le agrada lo que hace, al final terminó haciéndolo por amor. Y si, puede sonar estúpido, pero cuando no tienes a donde ir, no tienes a alguien que te cuide, y no tienes opciones, no te queda más que obedecer, y Naruto tiene una seria codependencia hacia ese hombre.
Él se convirtió en su salvavidas y Naruto no lo dejará nunca ya que su amor es lo único que conoce.
[3]
Él llega a las doce en punto de la noche. Desanuda su corbata con elegancia. Naruto está recostado en la cama solo con una suave tela cubriendo su desnudez. Su sonrisa de depredador brota en sus labios de pecado.
—Me dijeron que estuviste maravilloso —dice su voz tranquila cargada de un deseo que arde como el fuego. Naruto asiente.
—Como siempre —responde en tono suave.
—Te amo, Naruto —murmura ronco.
Naruto adivina lo que ocurrirá a continuación. Él devorara sus labios con la misma violencia con la que marca todo su cuerpo, nunca se equivoca, la costumbre lo ha hecho predecible.
—Y yo a ti… Gaara.
Lo hace, devora sus labios con hambre, desliza sus ásperas manos por su cuerpo frágil de piel suave. Naruto jadea abandonándose a las manos que lo rompen todo, a los labios de promesas vacías y se hunde en esos dos verdes claros que lo miran con éxtasis incauto. Porque no tiene a donde ir, ese hombre es a lo único que podrá aferrarse. Su vida es completamente de él, de Gaara.
Y si le preguntas a Naruto si lo ama, te responderá con duda, y en sus ojos veras la incertidumbre de quien no sabe de lo que habla. Se mostrará reacio y terminará alegando que para él eso es amor, pertenecerle a alguien incondicionalmente, aunque esa persona no te pertenezca.
Amor es… entrega total, hacer lo que esa persona te pide, y con eso demostrarle que él puede mandar sobre ti. Sí, eso es amor para Naruto, es todo lo que conoce y es lo que Gaara le da.