Podía decirse que SeungCheol era un hombre solitario; los únicos amigos que tenía eran cortesía del trabajo, y aunque él estaba cómodo con esa falta de compañía la mayoría del tiempo, en algunas ocasiones sentía el vacío en su hogar. Pudo conseguir una pareja, de hecho, ese era el plan inicial, pero había abandonado pronto esa idea cuando sus citas no habían resultado especialmente agradables; prefirió entonces buscar una mascota, un pequeño ser vivo que dependiera de él y que a cambio le diera algo de compañía y variedad a su vida. No sonaba demasiado difícil, lo único que debía hacer era ir al refugio más cercano, escoger a su nuevo acompañante de vida y llenarlo de comida y amor, ¿qué podía salir mal?
Esa mañana llamo a su mejor amigo, JiHoon, quería que él le acompañara a escoger a su mascota. El menor acepto gustoso y un par de horas después ya estaban de camino al refugio, cantando animadamente en el auto mientras el mayor conducía. Sin embargo, ese animo se vio opacado dos horas después cuando ya iban por la quinta vuelta al lugar, a JiHoon se le estaban empezando a hinchar los tobillos por caminar tanto y eso lo ponía irritable... más de lo normal:
—¿Puedes decidirte ya, maldito SeungCheol?— farfulló molesto el menor mientras le daba un golpe en el brazo al más alto, quien despego la mirada de una de las jaulas en donde se encontraba un gatito naranja; era lindo, si, pero no lo que el mayor buscaba.
—¡No me presiones! Estoy eligiendo al compañero de mis días, no puedo llevarme a cualquiera— resopló convencido, mientras daba un par de pasos más para poder observar de cerca a unos cachorros cafés que dormían tranquilamente.
—No te digo que te lleves al primero que veas, solo digo que te decidas rápido — replicó el rubio mientras se alejaba un poco de su amigo; había un par de jaulas al fondo de un pasillo solitario que llamaron su atención, estaban separadas de los demás animalitos y quería saber por qué — ¿Cheol?— llamó suavemente mientras estiraba una de sus manos hacia el mencionado.— Entra ahí y dime qué ves — exigió el menor al instante, haciendo que su amigo refunfuñara.
—¿Acaso quieres que me maten?— preguntó una vez que estuvo a un lado del rubio, mirando el pasillo algo tétrico a su parecer— Ni loco entro ahí, ¿y si hay animales mutantes y rabiosos?
—Estas en un refugio de animales, no en la mansión del profesor Xavier— resopló JiHoon frunciendo los labios algo molesto mientras tironeaba del brazo de su amigo— Vamos los dos...
Le tomó cerca de cinco minutos convencer al más grande de entrar, y cuando lo logró, ambos iban caminando algo temerosos por el pasillo solitario; en realidad no era muy largo y ni siquiera estaba tan oscuro, pero habían visto demasiadas películas de miedo como para sentirse aterrados en ese momento. Poco a poco vieron las jaulas vacías, y a medida que más se acercaban al final se dieron cuenta de que probablemente ni siquiera había algo ahí; estuvieron a punto de dar media vuelta y seguir con la búsqueda hasta que SeungCheol percibió un suave sonido proveniente de la última jaula:
—¿Oíste eso? — preguntó el más alto solo para asegurarse de que no estaba teniendo alucinaciones.
—S-si... — replicó mordiendose la lengua para no seguir tartamudeando, sin embargo, antes de poder decirle a su mejor amigo que sería mejor retirarse , este ya estaba caminando hacia el fondo del pasillo. A regañadientes JiHoon se movió hasta ahí, soltando un verdadero suspiro de alivio al ver el contenido de la última jaula.
No era para nada aterrador, un pequeño conejito blanco estaba hecho ovillo en una de las esquinas de la gran jaula, parecía asustado y algo inquieto; era curioso que tuviera una jaula tan grande, JiHoon estaba seguro de que incluso el mismo podía dormir ahí dentro.
— Es una ternura...— SeungCheol suspiró mirando al animalito fijamente; le parecía tan frágil e indefenso que le dieron ganas de llevárselo en ese momento.
—¿Entonces....?— preguntó el rubio como una sugerencia a que el mayor le dijera si ese era la mascota elegida.
—Es el correcto, creo que este amiguito y yo seremos muy felices~ — aseguró el castaño con una sonrisa que le iluminó el rostro por completo.
JiHoon soltó un sonidito de felicidad por ver al mayor decidirse de una buena vez, dejando a su amigo embelesado con él animalito blanco mientras el mismo corria al inicio del pasillo donde llamo en voz alta a uno de los empleados. El chico del refugio se acercó al instante, palideciendo al ver el pasillo en el que estaban los chicos, pero JiHoon ya lo arrastraba al interior del mismo:
—A mi amigo le ha gustado ese ¿Puede creerlo? ¡Un conejito! Supongo que se adaptarán bien juntos porque ya sabe, ambos son muy callados...— parloteo el rubio sin percatarse de la expresión del chico y mucho menos de que negaba con la cabeza insistentemente.
—¡No pueden llevarse este!— explotó el chico una vez que estuvo frente a la jaula y frente a ambos chicos. SeungCheol frunció el ceño al instante.
—¿Cómo que no puedo? Yo quiero este, quiero a este conejito para darle un lindo hogar— replicó el más alto con un tono de notable molestia en su voz. El chico no quería problemas con un tipo fuerte como SeungCheol, pero no podía dejar que se llevara al conejo... Al menos no sin una advertencia.
—De acuerdo, dejaré que lo adoptes , siempre y cuando estés consciente de que no hay devoluciones; no puedes traerlo aquí de vuelta pase lo que pase, y debes darle un buen hogar— replicó el chico mirando al castaño fijamente, su voz había sonado tan seria que incluso hizo a Cheol replantearse la idea de adoptar al pequeño, sin embargo, estaba seguro de que había sentido un flechazo con esa bolita de pelos blanca, por lo que después de unos segundos asintió.
—Bien, trato hecho, prometo que este pequeño será muy feliz — replicó convencido, dándole una cálida sonrisa al empleado antes de que este soltara un suspiro y asintiera.
Tras un par de minutos, un feliz SeungCheol llevaba a su conejito blanco en una caja con acerrin hacia el auto, junto a JiHoon quien también sonreía. El mayor sabía que debía hacer algunos cambios en su hogar para que el pequeño se sintiera cómodo, sin embargo, estaba más que dispuesto a hacerle feliz, tal como había prometido.