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El pequeño seductor por Lady Cadiie

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Notas del fanfic:

Saludos~

A petición del público (?) He decidido subir este pequeño escrito Stony que hice en un momento loco de inspiración. Espero que les agrade de todo corazón. Ignoren el resumen, fue lo primero que se me ocurrió.

Advertencias: Ligero Shota. Capítulo único (?). 

Disclaimer: Los personajes de Avengers pertenecen a Marvel y a sus respectivos creadores. 

Para: Mrs. Rogers-Stark

Quien me mostró la entrada al paraíso del FanArt Stony.

El pequeño seductor

Steve no podía evitar que cada cinco minutos –claramente ya los tenía muy contabilizados–, su mirada se desviara hacia el pequeño jardín que poseía la gran casa habitada por la familia Stark. Al no ver nada de movimiento afuera, frunció su entrecejo y mordió su labio intentando no pronunciar una palabra soez; estaba bastante enojado.

Howard platicaba con él de cosas tan superficiales que le provocaba aburrimiento; tragó con dificultad bastantes bostezos que fácilmente delatarían su estado de ánimo y sonreía hipócritamente cada vez que la mirada de su anfitrión se centraba por completo en él. Meneó la copa de vino tinto que se encontraba casi intacta desde que se la habían ofrecido hace una hora, calentando el líquido sin ninguna intención de terminárselo.

Suspiró tendido, bebió un poco –sólo lo suficiente para mojarse los labios– y miró a Howard un par de minutos, encontrando que, efectivamente, su atención no se encontraba del todo sobre ese Stark…

—¡Más alto Jarvis!

Un grito que provino del jardín terminó por llamar por completo su atención. El brillo en sus ojos aumentó drásticamente al observar al pequeño Tony quien se encontraba sobre un columpio; el mayordomo de confianza de la familia Stark lo mecía alto, fuerte, cumpliendo con la demanda del jovencito a su cargo.

Steve sonrió con sinceridad y felicidad genuina; Anthony era el primogénito y único hijo de la familia Stark, una de las más acaudaladas del país, pero eso no era lo que le hacía tener ese abrupto cambio de felicidad…

Si no que podía contemplar eso. Sí, eso. Una cálida y tierna sonrisa por parte del menor. El hoyuelo que se formaba en la comisura izquierda y la perfecta curva que formaba la pequeña boca de ese niño, le emanaba un sentimiento tan perfecto que le demandaba más… mucho más.

Inconscientemente, se levantó de su nada cómodo asiento y caminó rumbo al gran ventanal que daba hacia el jardín. Una vista perfecta para observar.

—¿Ya está grande, verdad? —La voz de Howard llegó detrás de él, pero no dejó de mirar hacia afuera—. Ya casi cumple doce, el próximo mes de hecho.

—Lo recuerdo perfectamente —contestó con obviedad—. Y pensar que fue hace dos años que los conocí —dijo sin retirar sus ojos de Tony—. ¿Cuándo puedo llevármelo?

—¿No puede esperar más, Capitán Rogers? —El tono burlesco molestó un poco a Steve, quien se puso tenso y serio. Howard lo notó al instante—. Ya, ya. No coma ansias, Capitán, el pacto fue que Tony podía ser suyo hasta los dieciocho… —Escuchó un bufido por parte del militar y continuó—: Él no va a ser de nadie más que de usted.

—Eso espero Howard, no me gusta la traición. —Steve no se molestó en mirarlo a los ojos; el otro hombre sabía que con él no se jugaba—. Iré a verlo.

Sin recibir una aprobación por parte del padre, Steve corrió por el pasillo; las medallas colgadas en el pecho hacían un sonido de tintineo que, sabía, le encantaba a Tony. Continuó con su caminata rápida saliendo al jardín por la gran puerta de caoba y detuvo un poco su andar para controlar su ansiedad por verlo, para no asustarlo.

Steve se maravilló de ver a Tony en su máximo esplendor. El pequeño vestía un pequeño traje a su medida de color azul marino; su camisa blanca hacía juego con la pequeña corbata roja que rodeaba su delgado cuello. Sus ojos se deslizaron por todo el cuadro hasta ver las pequeñas posaderas del joven, enmarcadas por el pantalón de alta costura. Tragó grueso, no quería tener una erección en ese momento. Decidió que guardaría esa imagen para futuras noches.

—¿Qué hay, Tony? —Saludó Steve con una mano en el aire.

—Steve, ¡cuánto tiempo! —Contestó simple. Steve recordaba cuando hasta hace poco tiempo, corría a sus brazos, dándole la oportunidad de estrechar su cuerpo. Deseó que Tony fuese niño un poco más de tiempo.

—Aquí, pasando a saludar a tu padre. Sabes que el país los necesita.

—Ya —respondió escueto. Hizo una señal con su mano y Jarvis se retiró silencioso con el saco del joven en mano, dejándoles solos—. ¿Realmente esa es la única razón?

Steve no se dio cuenta en qué momento, Tony se bajó del columpio y se acercó hasta llegar a él. Casi podía jurar que sus ojos observaron un contoneo en las caderas del joven bastantes sugerentes. Tragó nuevamente; quería quitar ese molesto nudo en la garganta, no le gustaba sentir que Tony era el experimentado cuando él le ganaba por diecisiete años.

Los ojos avellana de Tony le miraban con altas expectativas, le miraban con un brillo bastante inusual en ellos; desesperación, ansiedad… Se sorprendió un poco, pues él siempre había sido un niño bastante tranquilo, podía contar las veces que algo lo llegó a perturbar.

—¿Qué otra cosa si no?

Una pregunta, sólo eso bastó para sentir el pequeño cuerpo de Tony rozando peligroso el suyo. El delicado aroma infantil mezclado con colonia fina inundó sus fosas nasales por completo. Su instinto quería tomar a Tony en ese momento y mandar al carajo el trato hecho con Howard; pero sabía que no podía. Con esfuerzo, apretó sus manos en puño, intentando contenerse sin mucho éxito.

Tony le miraba con escepticismo, pero no pronunciaba ni una sola palabra. Vio cómo levantó su pequeña mano hasta ponerla sobre el pecho, recorriendo con un delicado roce toda su anchura; sentía caliente. Pronto, se detuvo en una de las medallas y la alzó, retirándola del resto para distinguirla.

—Creí que venías a contarme sobre la hazaña que te llevó a adquirir ésta nueva medalla, Steve.

El rubio reprimió un gemido en su garganta. ¡Juraba que ese pequeño mocoso pronunció su nombre de forma diferente!

—Claro, también a eso. —Se mantuvo quieto en su lugar, sintiendo cómo el contacto y la cercanía de Tony se esfumaban por completo. Respiró aliviado.

—Entonces te espero adentro en mi cuarto… —dijo Tony guiñándole un ojo.

Steve miró cómo se adelantó, moviendo su cuerpo de un lado a otro, dejándole libre paso a la imaginación de lo que se encontraba más allá de ese pantalón. Relamió sus labios ante la idea de pasar sus manos por todo ese pequeño cuerpo.

Steve pasó su mano, recogiendo los mechones rubios que estaban delante de su frente ligeramente húmedos por el sudor. Y aunque estaba impactado por aquellos ademanes nuevos por parte de Tony a su persona, no quería desperdiciar tiempo ni hacerlo esperar. Sonrió, con un tinte perverso en sus labios; le contaría con lujo de detalle cómo consiguió esa medalla.

Sobre todo, la parte en la que se tuvo que infiltrar y acostar con un hombre.

No lo tocaría… de momento. Podría aguantar, debía de hacerlo…

Todo por su pequeño seductor.

.

Notas finales:

N/A: Yo advertí que era pequeño, no me linchen por favor~ 

En fin, muchas gracias por haber leído mis desvaríos. Si el fic se encontrara en una época en específico, elegiría los años posteriores a la segunda guerra mundial; pero es un fic sin sentido y por mera inspiración de una imagen.

Besos de nieve de café.

Lady Cadiie.


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