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Poemas - Yoonmin. por yoongiwontletme

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Notas del capitulo:

Yo soy Yoonmin, ellos son Yoonmin, todos somos Yoonmin.

La luz era tenue en su habitación. Había decidido solo prender la lámpara de escritorio para ambientar todo a su estado de ánimo; tenía el corazón pesado y quebrantado. Se tendió en la cama, todavía podía sentir el aroma de aquel chico, su chico, en su nariz. Olía a Coca-Cola y tinta. Era un aroma muy peculiar, pero al rubio le encantaba y sabía lo que significaba.

Dio un largo suspiro mientras miraba al techo, recordando la nariz de cierto pelinegro en su cuello. Su corazón se acongojó y agitó al mismo tiempo. Trató de evadir recuerdo alguno sobre esa tarde pero obviamente no pudo. Entonces, se sorprendió (aunque no tanto), arrodillado a un lado de su cama, sacando de un tirón un baúl de madera repleto de hojas sueltas y servilletas de papel, cuadernos y libretas, agendas y notas. Todos los textos allí estaban escritos a mano con una caligrafía perfecta. No eran suyo ninguno de esos escritos, mucho menos de alguien que viviera en su casa.

El rubio agarró uno de los cuadernos. Tenía la tapa roja y se leía en ella la palabra “PASIÓN” escrita con un marcador negro y una cursiva cautivadora. Ojeó las primeras cinco hojas hasta que finalmente llegó donde quería: un poema que hablaba de lo que sentía besar; besar con pasión.

Sentado en el suelo y con la lámpara sobre su cabeza comenzó a leer, murmuraba las palabras y una sonrisa triste le partía la cara con violencia. Sin poder evitarlo. Sin poder acallar cualquier sentimiento, que era lo que solía hacer.

“Sus labios, cálidos como arena veraniega.
Su boca, rosa como el cielo antes del viento.
Su sabor, dulce y amargo como mis pensamientos.
Su mirada, pesada como mi corazón antes de él.

Lo beso sin pudor, así lo quiere él. Así pide él.
Lo beso con pasión, así lo quiso él. Así rogó él.
De pronto el miedo me ataca, pero no me dejo hacer.
Lo beso con toda la pasión interior. Y más.

Se siente bien, sí. Se siente gratificante, sí.
Se siente cálido y rosa. Dulce y amargo.
Mis labios pesados después de un rato.
Pero la pasión me consume y me fundo.

Hay fuego en su aliento, así lo quiero yo.
Hay hambre en sus labios, así rogué yo.
Hay tanto entre nosotros, queremos más.
Hay centímetros eliminados, por la pasión.

Y se siente la mejor sensación del mundo,
porque lo amo. Porque él me ama.”

Cuando terminó de leer el poema relamió sus labios al recordar esos besos a los que el poema hacia alusión. Había sido una de las mejores tardes con su chico y este se había encargado de hacerlo bitácora en uno de los tantos cuadernos que tenía, para después regalárselo a Yoongi, y no hacía falta alguna fecha especial para hacerlo.

Entre tantos pensamientos que había soltado leer ese poema, Yoongi no podía sacar de su mente uno: los besos de Park Jimin. Simplemente no podía, no podía y no podía. Hasta que otro le recordó que fue lo que lo llevó a todo eso: su quebrantado corazón.

Porque sí, Jimin había sido quien lo había lastimado. Fue con uno de sus poemas, y pensar que la mayoría hacían feliz a Yoongi, pensaba que hoy no iba a ser de otra manera pero no. Hoy Jimin expresaba miedo en sus palabras escritas. No cualquier miedo. Era miedo a un ellos, ellos dos juntos.

“¿Cómo?” cuestionaba Yoongi en su cabeza. No lograba entender como era que después de mil noventa días juntos, mil noventa poemas, ¡después de tanto! Jimin recién era capaz de expresar el miedo a que sean descubiertos y juzgados. Yoongi pensaba que era una completa tontería pero de todas formas recordó el poema, el dolor le oprimía el pecho.

“Está oscuro aquí, siento su mano junto a la mía.
Pero no hay luz a pesar de su blanquecina piel.

Está oscuro aquí, pero han llegado feos demonios.
Mis peores miedo se escapan de debajo de mi cama.

Está oscuro aquí, no sé qué pasaría si encienden la luz.
Qué sería de mí si se enteran de que un chico me besa.

Está oscuro aquí, no sé cuánto tiempo estará todo así.
Sin luz es mejor, sin voz es mejor. Me ama, pero, ¿es suficiente?”

Esa última parte destrozó a Yoongi. Se quebró frente a los ojos expectantes de Jimin, sin importarle nada él lloró y no de emoción. El pelinegro lo abrazó; aunque Yoongi podía asegurar que solo fue por lástima y que no trataba de protegerlo. Es más, parecía que él se intentaba proteger. Su nariz contra el cuello blanco del rubio, dejando que las lágrimas le caigan sobre el cabello. Creando una barrera ante todo.

Otra parte que hizo que el pecho de Yoongi se hunda de una horrenda manera fue “Qué sería de mí si se enteran de que un chico me besa.” O sea, ¡”de mí”! Jimin solo pensaba en sí mismo. No le importaba como el rubio al que supuestamente ha amado por más de dos años podía llegar a sentirse. Aunque había algo que lo confundía, algo que no encastraba. Porque Yoongi solía confundirse y no entender las cosas, pero prefería seguir sumido en su dolor.

De todas formas esas cosas le rompieron tanto cosas en el interior (que no sabía siquiera que podían rompérsele), tanto que soltó a Jimin y corrió hasta su casa con los ojos nublados de dolor.

Yoongi logró volverse a conectar con la realidad después de tantos recuerdos de esa tarde, trataba de pensar en otra cosa que no fuera el episodio con Jimin pero seguía con los escritos de ese chico a su alrededor. Entonces, consumido por el dolor, se paró tirando con brusquedad el cuaderno y soltó un grito desgarrador, azotando su cabeza contra el aire.

Intentaba dejar de pensar en Jimin. Él se juró a sí mismo que lo estaba intentado duro, pero unos segundos después se volvió a arrastrar entre las palabras de su amado. Golpeó un puño contra la pared, nuevamente enojado. Yoongi se enojaba rápido. Sintió la sangre en su mano pero le restó importancia y comenzó a ordenar las hojas sueltas y servilletas de papel, los cuadernos y libretas, las agendas y notas.

Gritó unas tres veces más de la misma forma que antes, la rabia lo podía. Las lágrimas le calentaban las mejillas más de lo que las tenía. Siguió torturándose con las palabras infinitas de Jimin, porque Jimin es mudo y por eso le ha escrito tanto, solo a él. En un momento, todo ese revuelto  de emociones lo agotó tanto que no pudo seguir ni gritando ni llorando, entonces se quedó dormido.

Soñó en negro, ni siquiera en blanco. Tal vez soñó con el cabello de Jimin, no estaba muy seguro, solo sabía que la espalda le escocía  de dolor por dormir en el suelo. Giró su cara y vio todo igual que la noche anterior. Se levantó y destrabó la puerta para ir al baño. Rogaba  que sus dos compañeros de piso no estuvieran despiertos todavía, no quería dar explicaciones sobre los gritos de la noche anterior porque, ¿cómo hablar de que estabas gritando de tan lastimado que te sentías por un simple poema escrito por el amor de tu vida? Si bien los otros dos chicos conocían a Jimin, no sabían lo que era capaz de expresar a través de sus poemas.

Para su recientemente escasa suerte, nadie estaba despierto, por lo menos no en la planta de arriba. Corrió al cuarto de baño y se encerró ahí. Pudo ver sus ojos hinchados en el espejo y de repente un dolor punzante hizo que hiciera una mueca rara. Su puño. Tenía sangre seca, entonces decidió que sería bueno darse una ducha.

Cuando estuvo bajo la lluvia de agua tibia, cerró los ojos, dejando que todos los rastros de un corazón roto se vayan por las cañerías. Respiraba acompasadamente pero aun así débil porque algo seguía roto en su interior, no necesariamente su corazón, Jimin había llegado a más allá de su corazón, Jimin estaba en todos lados. El agua tuvo que helarse para que Yoongi se diera cuenta que era hora de salir y vestirse. Aunque cuando hizo eso solo volvió al mismo estado de la noche anterior, el del principio de la noche.

Se acostó en su cama mirando el techo, sin darse cuenta, sin pensamientos en su cabeza, cayó dormido nuevamente. Ni él ni sus compañeros saben cuánto durmió. Lo despertaron unos suaves golpes en la ventana, tal vez eran las cinco de la tarde o de la mañana.

Yoongi arrugó el ceño e hizo una mueca de fastidio con la boca. No quería tener contacto alguno con personas, no era raro de todas formas. Pero su sangre se heló cuando los golpecitos fueron más claros, sabía de quien eran esos golpecitos. Y no quería abrir la ventana, no quería porque sabía lo que le esperaba después.

Yoongi intentó seguir durmiendo pero los golpecitos no cesaban. Algo que caracterizaba a Jimin era su insistencia y cuando se trataba de su novio, era peor. No golpeaba más fuerte, sino que no dejaba de golpear. Yoongi no era sordo y estaba seguro de que lo escuchaba y solo quería evitarlo.

Pero había ido allí para arreglar las cosas, el poema que hizo que su amado salga corriendo, no tenía eso como fin. El poema ni siquiera era actual y Yoongi no lo había dejado explicar nada, lo había dejado en el café, confundido.

“Puedes golpear todo lo que quieras, no voy a abrir.” Yoongi estaba dispuesto a cumplir lo que había sentenciado pero los dos sabían que tarde o temprano Jimin iba a terminar dentro de la habitación, tratando de aclarar las cosas. Realmente, Jimin iba a aclarar todo, porque Jimin es mágico.

Los golpecitos siguieron por quince minutos. Yoongi se había puesto los auriculares pero su corazón estaba agitado y le dolía el estómago. Sabía que hacía frío y Jimin seguramente solo tenía su abrigo de jean, que realmente no abriga nada.

Resignado caminó hasta la ventana, corrió la cortina y efectivamente ahí estaba Jimin, solo con el abrigo de jean que no abriga nada de nada y las mejillas rojas por el frío quemador de invierno.

“Solo porque hace frío, Jimin. Sigo dolido.” Le informó antes que el pelinegro entre.

Cuando Yoongi cerró la ventana, miró a Jimin  y vio que traía un cuaderno entre sus manitos y un bolígrafo negro, también un termo, probablemente con Coca-Cola. A Jimin le gusta la Coca-Cola.

“¿Por qué, Park Jimin?”

Algo realmente estaba mal con su Suga. Sólo le decía el nombre completo cuando estaba enojado o cuando se excitaba demasiado. Estaba más que claro que ahora era la primera opción y eso ponía triste a Jimin.

Este último pidió permiso con la cabeza para sentarse en la cama, Yoongi solo hizo un vago movimiento de hombros sin decir nada. Jimin se sentó y abrió el cuaderno. Antes de escribir algo miró a su amado rubio y le regaló una sonrisa.

Yoongi solo bufó, tenía que ser tan paciente cuando tenían alguna discusión porque simplemente no podían gritar algunas cosas e ir a la reconciliación. Jimin le explicaba todos los puntos de absolutamente todo y el rubio entonces asentía y después se daban un casto beso. Jimin siempre tenía la razón.

Pero ahora, todo era muy diferente. Yoongi había tomado ese pequeño poema como una amenaza hacía su relación y las cosas no iban a ser tan fáciles para Jimin, iba a tener que escribir unos cuantos argumentos para arreglar lo que había hecho. Esa condición se había planteado mentalmente el rubio.

Habían pasado cerca de diez o quince minutos cuando Jimin por fin tocó la pierna de Yoongi para que leyera lo que tenía para decir:

“Realmente no sé qué pasó ayer. Saliste corriendo después de leer lo que había escrito para ti y no me dejaste darte la otra parte del poema, la maldita resolución de todo, es que no entiendes mis métodos. De todas formas,  me agarró desprevenido tu huida. Me quedé en shock unos minutos porque no eres así. ¿Qué pasó? Es una GRAN desventaja ser mudo, ¿sabes? No podía gritarte que esperes, o al menos tu nombre. Después de leer nuevamente el poema entendí por qué te habías ido, probablemente pensaste que era algo de ahora, pero qué tonto eres Min Yoongi. Tonto, tonto y solo tonto. ¿De verdad crees que si yo sintiera todas esas cosas habría estado más de dos  años contigo? Ahora bien, no voy a negar que sea algo que sentí alguna vez. Pero, ¿es que ese cerebrito tuyo trabaja taaaan lento que no podías darte cuenta de las cosas? ¡Así tengo que tratarte, amor mío! YOOOOOONGIIIIIII, ¡SOMOS UNA MALDITA PAREJA PÚBLICA! De verdad que no tiene sentido que hayas salido corriendo como una princesa dolida, porque lo que ese poema expresaba era miedo a salir del closet juntos. Podría ahorcarte ahora mismo por ser tan malditamente dramático y por no entender bien mis palabras. Ahora, podría enojarme yo por malinterpretar mis poemas, y podría decir que lo has estado haciendo así por dos años. Pero no. Porque yo no soy una reina del drama, Yoongi.”

El rubio lo miró con el ceño fruncido que pronto se convirtió en una cara de póker. Yoongi no era tonto, solo que se confundía a veces.  Una vez más Jimin le había callado la boca y nada de lo que pudo haber pasado antes tenía sentido. Se sentía tan idiota y lo era. Jimin tenía razón por milésima vez consecutiva, y Yoongi sí era una reina del drama. Aunque algo más que eso, había un trasfondo.

“Yo… creo que sí malinterprete todo, Jimin. Sabes como soy. Pero, ah…”

Yoongi no pudo seguir hablando porque el pelinegro se había sentado en sus piernas y lo estaba besando, en signo de que lo olviden todo, que ya no importaba, que estaban bien. Jimin le tomó por el cabello para profundizar el beso, comenzando a morderle los labios, queriendo callarlo por si al rubio se le ocurría poner objeción.

Después de una sesión de cinco minutos de puros besos y mordidas, Jimin lo miró a los ojos, sacó un papel de su abrigo de jean que no abrigaba nada y lo puso en la mano de su novio. Era la contradicción al poema que tonta, innecesaria y vilmente había dañado a Yoongi.

El rubio lo abrió con las manos un poco temblorosas, Jimin le pasó un brazo por la nuca, otro por el cuello, rodeándolo y le besó la mejilla. Después sólo lo miró leer el poema que había escrito para él hacía algunos días:

“Fuiste creado por los colores,
creo que eres una mezcla de suaves rojos
y el azul predomina en tu personalidad.

Todo me lleva a pensar que eres violeta.
Puedes ser apasionado y frío a la vez.

Confieso que cuando te vi creí que no pertenecías
al mismo planeta que yo.
Creí que eras un marciano o un alíen,
como esos de los que muestran en la televisión.

Tan místico. Esos ojos que fueron capaces
de robarme el alma, para comerla de cena.

Tus mechones suaves y rubios,
tintados al óleo.
Tus labios finos y rosas como un
raro atardecer, de esos que tanto disfruto ver.

 Oh, eres arte ante mis ojos porque
alguien contorneó tu cara,
como lo más perfecto y preciado que existe.

 Oh, me encantas y caigo ante tus pies
rogando por tu misericordia pero
me tocas la cara y tus manos, tu piel,
es tan suave y perfectamente blanca.
 
Me devoras y rompes el alma con
una sola mirada y mi mentón golpea el suelo
provocando un sonido mudo.

Grito sin emitir sonido: yo
 fui hecho para esto.
De nuevo tu belleza me atrapa
entre sus garras filosas.

 Me pierdo en tu cara. El aire está helado.
Por favor, ¡piedad a mis labios!
¡Piedad a mi corazón! ¡Piedad de mí!

¡O no! ¡No me tengas piedad y bésame!
Estoy seguro de que todo tu rojo,
fue lo que me dejó mudo.

Te amo con tanta pasión,
te amo hasta los defectos.
Te amo incluso cuando
te olvidas o confundes quien soy.

Haces que todos los miedos
vuelvan a debajo de la cama.
Los quemas con tu mechero
y los envías al infierno.”

Yoongi miró al chico sobre sus piernas con una tierna sonrisa. Estaba arrepentido aunque sus ideas no estaban tan claras. Mira, Yoongi no era tonto, Yoongi sólo se perdía porque él era autista. Porque no era perfecto, tal como Jimin tampoco lo era. Pero estaban los poemas, que lograban mantener a cierto chico rubio con la cabeza en la realidad y dejaban que Jimin se comunique.

Y también estaban los besos, que hacían sentir a los dos en el paraíso. Mira, el caso de Yoongi no es grave, cuando está Jimin cerca, pero de todas formas, no es grave en algún momento de su vida. Él mismo sabe lo que es, Jimin sabe lo que su novio es.

“Lo siento…” murmuró entre tímido y avergonzado.

Jimin solo sonrió, su diente chueco provocó que Yoongi ría para después besarlo con ternura.

Cuando dos personas diferentes a las demás coinciden,  son los demás los que se vuelven diferentes. Porque hay un mundo de poemas, miradas eternas y risas inocentes entre estas dos personas. Y no importa cuanto pueda perderse y desviarse Yoongi, Jimin está ahí para recordarle que lo ama. Y no importa cuántas cosas tenga para decir Jimin, Yoongi está ahí para leerlas.

Está bien discutir a veces, opina Jimin, porque sabe lo que después viene. Yoongi lo obliga a pararse de sus piernas y lo sienta en la cama, le quita el abrigo que no abriga nada y le pide que se tienda en la cama. Entonces lo mira, lo mira unos segundos para finalmente reaccionar y buscar un lugar a su lado. Se abrazan, y no hay luz porque son las cinco de la mañana pero está la piel de azúcar de Suga, que es todo lo que Jimin necesita. No hay luz, dos chicos se besan y no importa que los encuentren porque los miedos están en el infierno. 

Después de unos cuantos besos y caricias bajo las sábanas Yoongi sonrió sin que Jimin pudiera verlo. Sonrió y lo abrazó con toda su fuerza, un acto de completo amor. Lo amaba, lo amaba tanto y se sentía feliz de que estuviera ahí una vez más para sacarlo de su confusión. Se sentía feliz de entenderlo.

Por otro lado el corazón de Jimin comenzó a latir con normalidad, no lo va admitir jamás, pero antes había estado muy nervioso.  No podría soportar perder a Yoongi como no podría soportar el romperse todos los huesos del cuerpo.

La relación de estos chicos era tan estrecha, tan vital para ambos. Tan vital como para sentir, tan necesaria para saber en dónde estaban. Por eso Jimin acariciaba el cabello de Yoongi, dándole a entender que era hora de dormir, como a un niño pequeño.

Entonces Yoongi se dejó hacer por las caricias y la suave respiración de su amado. En un juramento mudo, un juramento del interior, de caricias, de besos: se prometieron no volver a pasar por eso.

Nadie sabe cuánto durmieron, pero cuando volvieran a abrir los ojos para ver el sol, sería otro día de poemas para armarse entre ellos. Para acomodarse las piezas que se caen. Porque a veces sus piezas se aflojan, como a Yoongi le pasó la noche anterior, pero mira, no importa la mano de Jimin tenía el bolígrafo y el termo todavía estaba lleno de Coca-Cola: miles de poemas hasta que la tinta se acabe, hasta que Yoongi le pida que pare para poder besarlo. 

Notas finales:

¡Muchas gracias! 

Por tu tiempo y tus ganas que te hicieron llegar hasta acá. 



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