Lee Jinki tenía 15 años cuando llegó a la conclusión de que era homosexual. Fue bastante difícil para él darse cuenta que le gustaban los chicos como, se supone, le tendrían que gustar las chicas. Diablos, Jinki intentó realmente duro que no fuese así, no quería sentirse de esa forma por un chico, es decir... ¿Quién, en su sano juicio, elegiría pasar por tal tortura social? Jinki no quería, menos en un país como Corea del Sur, tener sentimientos inadecuados por una persona de su mismo sexo. Pero... Él no podía controlar eso. Sin embargo, decidió guardar el secreto. No haría daño eso, ¿verdad?
¿Verdad?
Fue un 28 de Abril, a los 19 años de edad cuando, Jinki concentrado en una de sus partituras de piano, sintió que por primera vez su estómago era inundado por extrañas mariposas revoloteando por aquí y por allí. No se había dado cuenta, pero mientras seguía estancado en intentar tocar el décimo quinto compás de la canción If I Could See You Again, de Yiruma, un chico bajito se acercó a él. Fue cuando vio una mano más junto a él en el piano que, junto a un leve susto, se percató de que no estaba solo en esa sala de clases.
-Lo siento, es que amo esta canción. -El chico misterioso soltó una risa, Jinki no pudo evitar llevar su vista hasta esos abultados labios... Mierda.
Jinki se levantó, tomó todas sus partituras menos la que intentaba tocar hace un rato y salió de allí. Necesitaba aire.
Habían pasado tres semanas desde que Jinki dejó de ir al salón de música. Suponía que el chico misterioso no iba a clases en su misma facultad, puesto que no le había visto desde entonces. Aunque, siendo un estudiante de arquitectura, poco tiempo tenía para fijarse en ello.
Fue un día miércoles, por la tarde, que en vez de ensayar piano por un par de horas, decidió quedarse en la cafetería de al lado de su Universidad. Seguía intentando hacer un buen bosquejo de la maqueta que debía entregar en cinco días, cuando vio a un chico bajito de cabello plateado, anudado como una manzana, con dos lattes en sus manos caminando directamente a su mesa. La expresión de su rostro debió haber sido bastante cómica, puesto que cuando aquél individuo se sentó frente a él no pudo evitar soltar una carcajada.
-Kim Jonghyun, facultad de Humanidades, estudio traducción e interpretación de japonés. -Jinki tragó con esfuerzo. No se esperaba eso... -¿Cómo te llamas?
Aclaró su garganta, intentando desviar su mirada del tierno y perfecto espécimen frente a él.
-Lee Jinki, Facultad de Arquitectura y Urbanismo.
Jinki llevó sus manos a sus muslos, intentando secarlas contra su ropa. ¿Por qué mierda sudaba cuando se ponía nervioso?
-Espero y te guste el Latte, Jinki. Esta cafetería es muy buena y... ¡Oh! ¿Estás dibujando? -Jinki solo pudo parpadear antes de ver en cámara lenta cómo es que su boceto-del-boceto era robado por unas pequeñas y delicadas manos frente a él. -Oh, vaya... ¿Esto lo has hecho tú? Yo no podría hacerlo, en realidad soy muy malo para las cosas que se hacen con las manos, excepto... Ciertas cosas. -Jinki solo veía sorprendido cómo es que el chico podía hablar tanto y cambiar de tema tan rápido. Ahora tenía a un chico bajito y sonrojado hasta las orejas frente a él.- Ya sabes, para otras cosas con las manos soy muy bueno...
Jinki parpadeaba.
Sí, solo eso.
Joder.
Kim Jonghyun era demasiado para él.
-Debo irme, con permiso. -Murmuró Jinki levantándose de su lugar, tomando en un movimiento rápido su libreta mientras caminaba a la salida. Su plan de salir y olvidarse de Jonghyun para siempre se vio interrumpido al sentir una mano rodear su muñeca.
-De verdad no soy así de raro, pero me pones nervioso porque eres guapo. -Un sonrojado Jinki se giró solo para comprobar que era Jonghyun quien había dicho eso. Unos segundos más tarde volvió a ver cómo su boceto era robado, esta vez junto a su lápiz.- Háblame por kakao, ¿si? Solo si tienes tiempo... Y si quieres. -Esta vez, Jinki estaba seguro que los sonrojados eran ambos. Asintió de un leve cabeceo y tomó su libreta de las manos ajenas, caminando esta vez de forma definitiva a la salida, dejando su lápiz 4B olvidado en esas manos buenas para "ciertas cosas" que Jinki esperaba descubrir.
Esa noche, Jinki estaba nervioso. Tomó su móvil entre sus dedos temblorosos y presionó a enviar. Unos segundos más tarde no pudo evitar hacer lo mismo una y otra vez. Mierda, esperaba que Jonghyun- JODER, LO VIO.
Jinki soltó su teléfono celular viendo los ridículos mensajes que había enviado.
Los minutos pasaban y Jinki solo quería ver su móvil vibrar ante una respuesta.
¿Por qué Jonghyun no le respondía?
Vio su pantalla iluminarse luego de dieciocho minutos de tortura.
Una sonrisa se instaló en su cara al ver los mensajes en respuesta.
Diablos, Jinki sabía que esto estaba mal, muy mal.