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¡Mi vecino es un asesino! por cocconnut

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Notas del fanfic:

Hola dulzuritas, soy nueva en esto de escribir fics... yo sólo quería dejar mi granito de arena para este pequeño fandom.
Así que espero que le den una oportunidad a este fic y disfruten leerlo tanto como yo escribirlo :3

-Acepto todo tipo de críticas, sólo espero que no duela...-

Hunter x Hunter es obra de Yoshihiro Togashi.

Notas del capitulo:

Sólo a mí se me ocurre publicar a estas horas...
Bueno, esto empezó como una introducción, pero no sabía cómo ni cuando terminarlo, así que se puede decir que es el capítulo uno...

Los finos rayitos de sol que daban luz siempre que éste se presentaba, estaban saliendo lentamente por el horizonte alumbrando cada rincón de la ciudad de York Shin, mientras que la blanca luna desaparecía del cielo junto las estrellas. Y exactamente a esas horas, la ciudad se volvía un caos.

Las personas que dormían plácidamente en sus camas acurrucados en las mantas o con su acompañante, eran forzados a abrir los ojos y levantarse para ir a trabajar o estudiar. Todos los días de la semana eran iguales. Las bocinas de los autos no demoraban en hacerse presente y los timbres de las escuelas sonaban con su insoportable pitido.

Pero eso no era ningún problema para el pequeño pueblo alejado unos kilómetros al norte de esta ciudad. Eran muy pocos los autos que pasaban por ahí, y si lo hacían, sólo era porque se dirigían hacia la ciudad. No había escuelas ni universidades, y las personas trabajaban con sus propios cultivos o en las afueras. Todos los buenos habitantes se conocían entre sí, era un pueblo bastante unido y se ayudaban en todo lo que podían. La mayoría de las personas ya habían llegado a la tercera edad, muy pocos eran los adolescentes, y niños no habían.

Excepto por un pequeño niño que en estos exactos momentos tenía su cabecita asomada con curiosidad por la ventana del tercer piso de un edificio. El pequeño niño de unos trece años estaba observando un camión bastante grande que estaba estacionado justo en frente de su edificio. Esto le extrañó un poco ya que hace mucho tiempo que no veía algún tipo de automóvil pasar por ahí. Varios hombres salieron de la parte trasera del camión y empezaron a cargar distintos tipos de muebles, como si de una tienda tratase.

Otro misterioso auto llegó unos cinco minutos más tarde, pero el pequeño no pudo seguir observando ya que alguien había llamado a su puerta y tuvo que separarse de la ventana, sin poder visualizar a las dos personitas que salían del carro.

–¡Gon! ¿¡Estás ahí!? –una voz se escuchó por detrás de la puerta del departamento. Gon fue corriendo a abrirle la puerta a su querido amigo.

–¡Leorio! –alzó los brazos para recibir a su visitante.

El recién llegado entró al departamento y dejó unas bolsas que eran presentes para el pequeño. Estos presentes eran más que nada algunos útiles de aseo como champú, jabón, pasta de diente, etcétera. También un poco de fruta y verduras.

Leorio era una persona muy preciada para Gon. Fue su primer amigo y persona en conocer desde que llegó al pueblo. Lo recibió de una muy buena manera y lo cuidó. No podía darle muchos lujos, pues Leorio trabajaba en un pequeño consultorio que se ubicaba en el pueblo, y los fines de semana iba a la ciudad para atender en su consulta. De esa forma ganaba el dinero necesario para poder vivir solo.

Pero desde que Gon había llegado, Leorio se esforzó mucho más para atender al niño. Gon no podía trabajar a su edad, por lo tanto, no podía ganar dinero y el pequeño vivía solo. Aunque las bondadosas personas del pueblo le daban pequeñas labores y él sin problemas las realizaba para ganarse unas propinas que iba juntando poco a poco.

Y ahí estaba, viviendo cómodamente en su pequeño departamento.

Gon suspiró con una sonrisa en su rostro mirando a su amigo. Siempre era tan considerado con él. La verdad, es que lo era con todo el mundo, pero Gon creía que su relación con Leorio era como hermano mayor y menor o más bien como padre e hijo. A veces le daba un poco de pena que se preocupara tanto por él. Pero no quería ser desconsiderado, Leorio se esforzaba trabajando, y Gon no le rechazaría su esfuerzo; así que sólo le dedicaba una de sus sonrisas más sinceras y aceptaba su ayuda.

Pero claro, Gon también trataba de ayudar a Leorio cuando éste tenía un problema. No podía hacer mucho ya que su edad no se le permitía, pero nunca se quedaría de brazos cruzados si su amigo necesitaba ayuda.

De repente un olor muy rico se apoderó de la sala de estar y Gon no pudo evitar remojarse los labios. El olor a filete y salsa le hacía babear inconscientemente. Fue a la cocina para saber si podía ayudar en algo a Leorio.

–Leorioo~ ¿qué haces?

Leorio desvía su mirada de la sartén para mirar al pequeño con una sonrisa. –¿Qué ves que hago? Estoy cocinando la cena.

–Hmm, ¿necesitas ayuda? –se balanceaba en sus pies de adelante y atrás.

–Puedo hacerlo solo, sabes, no soy un niño. –Gon hizo un pequeño puchero al escuchar eso, pero al segundo después soltó una risilla.

–Aun así, yo sé más de cocina que tú. –sacó la lengua en burla. Esta vez fue el turno de Leorio para inflar sus mejillas, y éstas se tornaron ligeramente rosas. Gon rio por lo bajo y salió de la cocina antes de que Leorio pudiese gritarle.

No era su intención enfadar a su amigo, pero de vez en cuanto le gustaba molestarlo un poco. Claro, sólo eran pequeñas bromas, él no querría dañarlo o insultarlo de alguna forma.

Se tiró al sofá y rodó unas veces hasta quedar sobre su estómago. De repente, recordó el camión y el auto misterioso que habían llegado hace unos minutos. Se preguntaba quiénes eran esas personas y si venían a quedarse.

Entonces, se le ocurrió una idea.

–Leorioo~ –llamó al mayor, que tenía dos platos con un filete y algunas verduras en sus manos.

–¿Qué pasa ahora?

–¿Has visto al camión que llegó hace un rato? Al parecer era un camión de mudanza, eso significa que tendremos nuevos vecinos –seguía hablando mientras Leorio acomodaba la mesa. –así que me preguntaba si podríamos ir a visitarlos. Ya sabes, para presentarnos y… ¡Esto está muy rico!

–¡Ja! ¿Lo ves? Soy un gran chef. –probó un bocado y sonrió con satisfacción –Entonces, ¿nuevos vecinos dices? No me di cuenta. ¿Has visto dónde viven?

Gon hizo un puchero y se quedó mirando su carne, pensativo. Lamentablemente no había podido ver hacia dónde se dirigían, ni tampoco cómo eran esas personas. Finalmente, movió su cabeza en negación.

–De verdad me hubiese gustado conocerlos…

–Oh no te preocupes niño. Sabes, en el edificio de al lado hay un departamento sin habitar.

–¡Oh! ¿Crees que vivan ahí? –sus ojitos volvieron a brillas de emoción.

–Puede ser. Iremos a averiguarlo si te comes toda tu comida.

Gon hizo un pequeño “¡Hm!” en afirmación y se largó a comer su pedazo de filete emocionado.

No sabía por qué estaba tan ansioso, quizá sus vecinos sólo eran una pareja de ancianos como la otra vez. No creía que alguien traería a un niño a vivir a ese pueblo tan pobre. Pero Gon tenía un buen presentimiento. Y quería mantenerse apegado a él.

*

Después de lavar, secar y guardar los platos en su respectivo lugar, Gon se arregló para ir a visitar a los nuevos vecinos. ¿Debía llevarles algún presente? Es lo que normalmente todos hacían cuando alguien nuevo se presentaba, pero no estaba seguro. Tampoco es como si tuviera algo para ofrecerles.

–Leorio~ –llamó con su cantarina voz.

Leorio se asomó por la puerta de la cocina –¿Pasa algo?

–¿Debo llevar algún regalo?

–No creo que sea necesario. Ni siquiera estamos seguros de sí viven ahí, Gon.

–Quizás tengas razón… –sus mejillas se inflaron.

Cuando Leorio gritó “Vamos” Gon sólo pudo sonreír emocionado y fue corriendo hacia la salida.

Bajaron desde el cuarto piso y caminaron sólo unos pocos pasos desde su edificio rosa pálido, hasta el edificio naranja, que era el que estaba en frente.

–¿Dónde es? ¿Dónde es? –Gon no podía evitar saltar.

–Hey, espera ahí. Es en el último piso.

Subieron hasta el sexto piso por las escaleras, y tocaron la única puerta que había. Pasaron segundos, y nadie habría. ¿Quizás no estaban? Gon volvió a tocar unas tres veces, pero un poco más fuerte. Pero con el mismo resultado; nadie salía. Leorio se puso detrás de Gon y miró por una pequeña ranura que había en la puerta. Lamentablemente, esa ranura sólo servía para mirar de adentro hacia afuera, y no podía ver nada.

Gon se desanimó. De verdad tenía un buen presentimiento. Además, los había visto llegar, ¿no?

–¡Ya sé! Podemos preguntarle a los demás. Quizás ellos sepan algo. –volvió a bajar las escaleras con Leorio detrás de él. Llegó a otra puerta en el piso de abajo, y esta vez, una mujer sólo un poco más alta que Gon, abrió la puerta.

–Gon, ¿qué te puedo ofrecer, pequeño? –le preguntó con su voz aguda y juguetona.

–Lamento molestarte a estas horas Biske, pero ¿no sabes si ha llegado alguien a este edificio?

–Hmm… –tocó su mentón pensando, pero negó con la cabeza chasqueando sus dientes –Lamentablemente no.

Gon se mostró un poco desilusionado, pero le regaló una sonrisa de igual forma –No importa, muchas gracias de todos modos.

Biske cerró la puerta y Gon le negó con la cabeza a Leorio.

–¿Quizás fue sólo tu imaginación?

–No lo creo, probablemente…

Sus labios se apretaron y sus mejillas se inflaron. Estaba un poco enfadado con su mente por jugarle bromas y un poco confundido; ya que sus instintos nunca le traicionaban. Y ese cosquilleo en su estómago le decía que aún no encontraba lo que buscaba, así que era imposible que esas personas no fueran reales.

–No te preocupes Gon. Quizás ni siquiera vivan en este edificio, sólo fue una idea mía.

En eso Leorio tenía razón. Gon no había visto a dónde exactamente vivían, sólo había visto que el camión estaba estacionado en frente de su edificio.

 Gon sonrió recuperando las esperanzas de nuevo –Está bien Leorio, es muy probable que hayan llegado a otra casa. Con el tiempo lo descubriremos.

No se dijo más, y los dos partieron a sus respectivos hogares. Gon dejó a Leorio en el tercer piso donde se hallaba su departamento, y Gon subió hasta el cuarto donde estaba el suyo. Se adentró a su habitación y se sacó la camisa.

Se recostó en la cama y de reojo vio los cuadernos y libros que estaban encima de su escritorio. Hizo una pequeña mueca de desagrado al recordar que tenía que estudiar para fin de año. Gracias a dios Leorio no había tocado ese tema.

Se quedó dormido mientras pensaba en los estudios, cálculos, fórmulas, lenguaje, etcétera. Tan sólo pensar que tenía que leer unas pocas páginas para la próxima semana lo llenaba de cansancio.

*

Abrió los ojos y lo primero que hizo al recuperar la consciencia, fue enrollar sus brazos alrededor de su cuerpo. Sintió su cuerpo medio paralizado por el frío. Y cómo no, si estaba sin camisa, arriba de la manta y con la ventana abierta. Miró el reloj en su mesita de noche y vio que eran apenas las cuatro de la mañana.

Se estaba acostumbrando a despertar a esas horas, aunque era una costumbre no muy bonita.

En vez de quedarse mirando el techo sin hacer nada, prefirió levantarse y buscar en su clóset una camisa y pantalón de pijama, y tratar de dormir. Recordó sus noches de insomnio en Isla Ballena. Cuando no podía dormir, Mito-san se acostaba con él y lo arrullaba hasta que se quedara dormido. Sonrió ante los viejos tiempos en su antiguo hogar. Pronto volvería a visitar a su tía, decidió. Cuando hubiese terminado de juntar el dinero necesario para viajar.

Entonces recordó a las dos personas que llegaron el día anterior. ¿Habrá su imaginación jugado con él? Desde cierto punto de vista, esos muebles pudieron ser sólo artículos de venta del mini bazar de abajo. Y quizás las dos personas sólo eran los propietarios.

Cansado de pensar y llegar a la misma conclusión de que esas personas no eran lo que él creía, se levantó y salió al balcón. Se sentó en una de las sillas y miró sus plantitas bien cuidadas como si pudiera entablar una conversación con ellas. Entonces, sin que lo tuviera previsto, en las calles -que a esa hora estaban oscuras- apareció una luz bastante suave.

No sabía por qué alguien estaría despierto a estas horas. Ningún negocio estaba abierto y para llegar a la ciudad tendría que caminar mucho tiempo.

La persona -indistinguible- entró a un callejón oscuro, que ni siquiera la linterna era capaz de alumbrar por completo. A Gon le pareció misterioso y peligroso. Era mejor no involucrarse en los asuntos de personas ajenas.

Empezó a hacer bastante frío y era mejor entrar. Recordó que una ancianita le había pedido ir de compras por ella mañana y no quería llegar tarde o estar muy cansado para hacer la caminata, ya que, además, le pagarían. Fue directo a la cama y se arropó hasta la cabeza esperando a calentarse rápido. Cuando sus ojos al fin se sentían pesados…

BANG!

Un fuerte disparo se escuchó e hizo eco por todo el sector. Gon se sobresaltó y salió rápidamente hacia el balcón. Pudo notar que muchas luces se estaban prendiendo, y ya podía escuchar a la gente murmurar preguntándose qué había pasado.

Entonces un golpe en la puerta lo asustó.

La persona que estaba tocando su puerta, ha de estar muy enojada o muy apurada. Ya que los golpes eran de todo menos suaves. Gon lentamente salió de su habitación y se quedó parado pensando en si abrir la puerta, o ir a dormir y fingir que nada ha pasado.

–¡Gon! ¡Por amor a dios abre la puerta!

Soltó un gran suspiro que no sabía que estaba reteniendo al saber que era nada más que Leorio. Corriendo abrió la puerta y Leorio lo levantó en un fuerte abrazo.

–¡No sabes el susto que me he dado! El disparo se escuchó tan cerca que de inmediato pensé que había sido aquí. ¡Creí por un momento que te había perdido! –Gon rodó sus ojos por lo exagerado de su amigo. Pero admitió que también se había asustado.

–También me asusté Leorio, pero el disparo vino de la calle del frente. –el hombre al fin bajó a Gon y éste de inmediato lo arrastró al balcón. Entonces, un fuerte grito de terror y angustia resonó incluso más fuerte que el anterior disparo. –Al parecer lograron herir a alguien…–a pesar de que estaba temblando -¿de frío o temor?- Gon se paró en la barandilla como si eso lo ayudaría a ver mejor.

–No puedo creer que alguien haya traído un arma. Y mucho peor, ha lastimado a alguien…

Sus palabras fueron interrumpidas por una mujer pidiendo ayuda.

–Mierda. –Leorio visualizó a la mujer que había salido a la calle llena de sangre. Pero al parecer no era de ella.

Reaccionó en unos segundos y salió corriendo del departamento de Gon para ir a atender a quien sea que hayan malherido.  

Sin embargo, Gon no se movió de su lugar, pensando que, el disparo se oyó tan sólo unos segundos después de que esa persona entrara al callejón. Y que desafortunadamente ese callejón daba al jardín trasero de la casa de la víctima.

 

Notas finales:

Espero le den una oportunidad... yo por mientras estaré continuando con el capítulo dos. Lo haré más interesante, lo prometo uwu
-y si ven una falta de ortografía, pues lo siento, me avisan-

Dato extra : En esta historia, Gon tiene 13 años. (Leorio tendría 19)

 


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