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Ozone por MikitsuLee

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Notas del capitulo:

Los personajes no son mìos, solo hago uso de ellos.

Este songfic pertenece a la fecha 26 del mes MuraAka: Adicciones/Triàngulo Amoroso.

Espero sea de su agrado.

Luces apagadas. Silencio completo. Ese fue el escenario que el pelirrojo  encontró al llegar a su casa, pero algo llamó su atención al pasar por la cocina: galletas de chocolate fuera de su lugar. No había qué preguntar sobre quién era el responsable, solo había uno: su esposo.


Con su andar elegante pero un poco sacado de sus casillas subió las escaleras y abrió la puerta de la habitación matrimonial. Su esposo dormía tranquilamente aun con restos de chocolate en las comisuras de los labios. Akashi no pudo seguir con su enojo momentáneo, se acercó al gigante que además sobresalía en la cama con sus largas extremidades ocupando gran parte de ella y sentarse en un espacio al borde, retiro con delicadeza un mechón lila del rostro de su grandulón  para contemplar sus facciones, unas facciones infantiles y encantadoras.


-Atsushi, dormiste con la ropa puesta. Otra vez.


Movió un poco a su esposo para que despertara y cambiara de ropa, el más alto despertó después de algunos movimientos y tallo sus ojos con unos ligeros pucheros. Sonrió al ver a su esposo recién llegado aún con los ojos somnolientos pasando sus largos brazos por su cintura para atraerlo a él.


-Aka-chin, bienvenido a casa.


El mencionado sonrió otro poco acariciando el cabello de su gigante.


-Lamento haber tardado demasiado.


-Neeh. Aka-chin tiene muchas responsabilidades. Entiendo a Aka-chin.


Y así era. Murasakibara entendía a su Aka-chin, pero día a día su preocupación por él aumentaba aunque sus amigos le dijeran que no lo hiciera, que él sabía lo que hacía.


-Gracias – dijo con una sutil sonrisa – Ahora por favor ponte el pijama para poder dormir.


Murasakibara asintió y se puso de pie para buscar en el closet su pijama y cambiarse al par con el pelirrojo. El titán lo miraba de vez en cuando. Estaba callado. Quizás era algo normal, pero… no. No durante días.


-Aka-chin, ¿todo está bien en el trabajo?


-Todo perfecto, Atsushi.


Otra sonrisa sutil. Murasakibara se recostó a lado de él en la cama pasando los brazos por su cintura para atraerlo, pegando la espalda del más pequeño a su pecho. Akashi sonrió. Murasakibara estaba preocupado.


-Te amo mucho, Aka-chin.


-Te amo, Atsushi – dijo el ultimo acariciando los brazos de su esposo.


El más alto beso la nuca de su pequeño y cerró los ojos para dormir tranquilamente de nuevo, pero esta vez con su amado esposo en brazos. A la mañana siguiente, él ya no estaba.


“Tuve que salir antes. Te amo, Atsushi.”


Fueron las únicas palabras que encontró en una nota sobre la mesita de noche de su lado de la cama. Murasakibara suspiró pesadamente, con lentitud se puso de pie y fue a buscar algo de comer a la cocina. Aun había restos de pastel  de hace un día así que termino por comerlo todo. Le preocupaba. Akashi le preocupaba. Él sabia y entendía que tenía muchas responsabilidades con los negocios de su padre, pero… pero no. Akashi había pasado el último mes extraño. Llegaba de madrugada y se iba muy temprano. Los domingos descansaba solo por las tardes y cuando llegaba en la comida solo le hablaba sobre el trabajo e inmediatamente se encerraba en su estudio. Ni si quiera Murasakibara lucia tan ocupado con la pastelería.


-Tranquilo, tiene muchas ocupaciones. Es solo eso.


-Pero Muro-chin…


Se había quejado esa tarde a la hora de la comida con uno de sus mejores amigos de la preparatoria. El titán lucia abatido. Jugaba con los pockys de fresa que el otro le había llevado, pero no los estaba comiendo. Fue ahí cuando el azabache de lunar se preocupó.


-¿Otra razón para que te preocupes?


El titán resoplo pesadamente y dejó caer la cabeza sobre la mesa.


-Hace más de un mes que no como a Aka-chin.


-¿Qué?


El azabache se llevó el antebrazo a la boca para no dejar que el otro se diera cuenta de su risa. Así que era eso.


-Esto es serio, Muro-chin. Aka-chin casi no está en casa y cuando esta se encierra a trabajar. Ya no me da un beso de buenos días y a veces lo hace de buenas noches… extraño a Aka-chin, quiero abrazarlo toda la noche y que al despertar este conmigo aún para besarme otra vez… Quiero… solo lo quiero a él, no quiero que este siempre entre papeles… ya no me presta atención… ¿Ya no me quiere? Yo quiero mucho a Aka-chin… Amo a Aka-chin…


Al ver las lágrimas juntarse en los ojos del gigante, Himuro entendió que no solo era preocupación por el aparente exceso de Akashi, si no era también preocupación por ellos, por su relación. Murasakibara tenía miedo de perderlo, de que se olvidara de él, era evidente que no quería hacerlo. Su aspecto infantil agrandaba la situación. Parecía un niño perdiendo a su mamá.


-Tranquilo, Atsushi. No llores, hombre.


Comenzó a dar palmadas en su hombro para que se calmara, el más alto se limpió los ojos con el antebrazo para después sorber la nariz.


-Según lo que me dices, Akashi tiene mucho trabajo, ¿no? – el titán asintió – Pero, ¿realmente es trabajo?


Murasakibara lo miro sin comprender.


-No me estás diciendo que tiene un amante, ¿cierto?


-No, no, nada de eso. Mira, he escuchado de personas que estas obsesionados con el trabajo y hacen más de lo que deberían. Se cargan solos la mano.


-¿Quieres decir que Aka-chin busca trabajo al propósito para alejarse de mí?


Himuro resoplo. Era obvio que sus explicaciones no iban a funcionar, necesitaba de alguien profesional. Alguien se le vino a la mente pero inmediatamente hizo una mueca. Solo tenía a un conocido como médico. Sabía que a su amigo no le iba a gustar pedirle ayuda. Justo a él.


-Tampoco. Atsushi, ¿qué tal si mañana vamos a buscar respuestas?


-¿Qué es lo que quieres decir, Muro-chin?


-Confía en mí. Mañana deja a uno de tus ayudantes a cargo de  la pastelería. Iremos al hospital.


Murasakibara no entendía exactamente por qué irían al hospital y se negó a acceder. Por la noche cambio de opinión cuando su esposo lo saludo apenas con la mano y se pasó de largo para encerrarse en su estudio.


-Tengo muchísimo trabajo, Atsushi.


Dijo antes de cerrar la puerta dejando al titán de pie frente a esta con los labios en forma de puchero. Subió a la habitación y se recostó en la misma, suspiró mientras miraba el techo para después tomar su móvil y confirmar la hora de encuentro con su amigo.


-Perfecto.


Dijo Himuro como último para colgar e inmediatamente marcar otro número. Espero apenas dos timbrazos cuando le contestaron.


-¿De nuevo? No, no y no. Estoy demasiado ocupado incluso ahora, nanodayo.


-Midorima, por favor. Atsushi la está pasando muy mal, necesita de tu ayuda.


-¿Por qué mía? Hay muchos médicos.


-Pero ustedes son amigos. Algo le pasa a Akashi. Si no es por Atsushi, entonces que sea por Akashi. Por favor.


Cuando fue tiempo de cursar la secundaria, fue tiempo de un cambio. Un choque de emociones invadieron a Midorima desde el momento en que se cruzó en la biblioteca con un chico pelirrojo de su edad. La postura mientras sostenía un libro para leer le indico que había sido educado con modales, incluso las miradas discretas y las sonrisas sutiles llenas de amabilidad.


-Mi nombre es Akashi Seijuro.


El nombre le quedo grabado en cuanto se habían presentado en el gimnasio. Las tardes tranquilas con jugadas de shogi se hicieron placenteras. Poco a poco su comunicación se fue agrandando a pesar de no cruzar demasiadas palabras y permanecer la mayor parte en silencio, pero cada que sonreía…. Midorima quedaba en shock alterando su sentido de orientación. Había algo en él y no sabía que era. Recurrió a un psicólogo para saber qué era lo que le sucedía. ¿Era amor? ¿Se había enamorado de un chico? Las tardes de baloncesto junto a sus amigos poco a poco comenzaron a escasear. Ya no eran felices desde que Akashi había cambiado. Desde que se había “roto”, según el estúpido titán traga dulces que lo había desafía a un uno a uno. Desde ese juego, todo fue diferente. Todos lo notaban. Akashi dejo de ser amable y se volvió prepotente. Incluso con él. Pero el sentimiento seguía intacto, permanecía ahí. Era por eso mismo que odiaba a Murasakibara. “Se había metido entre ellos”, según él aunque le constaba que jamás habían llegado a demasiado. Midorima llego a ser una especie de confidente para Akashi, por ello no pudo creer cuando comenzó a hablar solo del titán.


-¿Te interesa de alguna otra forma, Akashi?


Cuestiono el peliverde mirándolo fijamente volviendo una mano en puño debajo de la mesa mientras con la otra tomaba educadamente la taza de café y daba un sorbo. Esperaba que el humo del mismo empañara sus anteojos para no revelar alguna expresión lastimera escuchada la respuesta.


-Efectivamente. Y no sé que tanto interés llegue a desarrollar.


Midorima se sorprendió al escuchar esa respuesta abriendo los ojos de par en par. Esa noche se había encerrado en su cuarto  y tirado en la cama. Sin querer, había comenzado a llorar al recordar esas palabras. Akashi estaba interesado en Murasakibara. Sabía que no tenía oportunidad no solo porque su amor platónico se lo había confirmado, sino también porque en el tiempo que pasaron juntos jamás desarrollo otro sentimiento hacia él que no fuera amistad. Su mejor amigo. Nada más.


Esa noche tras recibir la llamada de Himuro y regresar a casa, se quedó pensando en la última oración. “Si no es por Atsushi, que sea por Akashi”. Aun haría cualquier cosa por él a pesar de haber pasado ya tantos años. Su corazón se seguía estremeciendo con su nombre, con sus recuerdos, con las fotos, con los trofeos guardados en un rincón.


El día en que él y Murasakibara habían anunciado su matrimonio, por primera vez se sintió vacío. En un lugar de su cabeza aun cabía la idea de poder llegar a estar juntos. Se desmorono tal cual y faltó a la universidad un día. En ese día, tomo cuanto sake había podido, renegando al día siguiente por la jaqueca y dictándose no volver a hacerlo. Se sintió bien después. Se había desahogado y no tuvo que hacer más que sonreír el día de su boda siendo el padrino a petición de Akashi.


Murasakibara y Midorima jamás habían congeniado bien. Todos lo sabían desde la secundaria cuando “por la culpa del traga dulces Akashi había cambiado”. Midorima siempre decía eso. Mentalmente se habían asesinado el uno al otro. Habían llegado a una especie de tregua antes de la boda cuando el oji esmeralda hablo con él a solas.


-¿Mido-chin?


Había cuestionado el titán por la sorpresa. Se dio la vuelta para que quedaran frente a frente. Midorima lucía un pulcro traje negro con un pañuelo verde sobresaliendo en el saco a juego con su cabello y ojos, Murasakibara uno gris con pañuelo morado. Akashi había dicho a todos sus amigos que sus pañuelos debían hacer juego con ellos, de modo que Kise llevaba un pañuelo dorado; Aomine azul marino; Kuroko azul cielo y Kagami uno color rojo – invitado por parte de Kuroko por su reciente relación –, mientras Akashi uno vino.


-Quise hablar contigo antes de la ceremonia.


Dijo el peliverde mirando fijamente.


-Es sobre Aka-chin, ¿verdad? – El otro asintió – Lo único que lamento es que tengas que ver cómo me caso con Aka-chin.


Midorima enarco una ceja al escuchar la oración del contrario que permanecía mirándolo como si pudiera matarlo.


-Tranquilo – añadió haciendo un ademán con la mano de que se calmara – Hace años que las cosas quedaron claras entre nosotros. Pero, no contigo.


Murasakibara relajo su expresión y la cambio por una llena de curiosidad.


-¿Conmigo?


-Yo… sigo sin saber qué fue lo que Akashi encontró en ti para querer formar una familia juntos – comenzó, esta vez sin mirarlo más, los sentimientos comenzaron a aflorar tan pronto el titán se puso a la defensiva, le costaría incluso que la voz no se le cortara –, siempre fui cercano a él y admiraba cada decisión que tomaba porque terminaba siendo la correcta pese a mis predicciones. Contigo fue al revés. El único lugar en el que parecíamos congeniar era en la cancha. Sin embargo… sé que no eres una mala persona. Lo harás feliz. La sonrisa en su rostro cada que habla de ti… yo lo sé, está completamente enamorado de ti y tú de él. Tienes razón, quizás es penoso ver como tu primer amor se casa con otro, pero pese a eso estoy feliz de que se case con alguien que lo ame tanto de una manera tan sincera como la tuya. Te juzgue mal en algún momento por celos, sin embargo, a estas alturas ya no tiene mucho sentido tenerlos. Hazlo muy feliz, Murasakibara. Sé que eres tú quien lo puede hacer feliz. La única persona sobre el universo que podría hacerlo, eres tú. Amalo siempre.


Murasakibara escucho cada palabra con asombro hasta que la voz se le cortó. Paso un brazo por los hombros de Midorima para dar una palmada después.


-Siempre te he considerado parte de mi familia, Mido-chin.


Al llegar a casa, el silencio lo recibió. Cosa extraña. Usualmente había mucho alboroto en su casa.


-¡Shin-chan! – Dijo una voz chillona - ¡Bienvenido a casa!


-¡Para, Bakao! – se quejó cuando el otro se había colgado de su cuello.


-Uy, amargado. ¿Paso algo malo en el trabajo o porque estas de mal humor?


Midorima suspiro. Esos suspiros Takao los conocía y poco a poco fue aligerando su agarre hasta soltarlo y permanecer frente a él.


-Akashi… creo que Murasakibara necesita mi ayuda.


A la tarde siguiente, Himuro llevaba del brazo a Murasakibara rumbo al hospital.


-Muro-chin, no me dijiste que veníamos a verlo. A él.


-Justamente porque sabía que no vendrías.


Murasakibara siguió jaloneándose en la entrada, el azabache se rindió por un momento y se puso frente a él con los brazos cruzados.


-Sé que no te agrada venir a pedirle ayuda a Midorima, pero piensa que es por Akashi. Midorima es médico y puede decirnos que pasa además de darnos una solución. Es amigo de ambos.


El titán hizo mueca y miro a otro lado después cruzándose de brazos.


-Solo es por Aka-chin.


Murmuro para dejarse guiar. Midorima esperaba en la cafetería del hospital, leía un libro. El par llego frente a él.


-Llegamos, Midorima – comento Himuro de primero.


-Tomen asiento – contesto demasiado tranquilo, dejando el libro a un lado para subirse los lentes y tomar un sorbo del café frente a él.


Himuro le dio un codazo al titán para que saludara.


-Mido-chin, gracias por ayudarnos – murmuró.


-Sabes que me preocupa el bienestar de Akashi – el titán solo asintió y tomo asiento junto al azabache – Ahora sí, dime qué sucede con Akashi.


-Me cambio por su trabajo.


Midorima parpadeo un par de veces para poder comprender subiendo de nuevo los anteojos.


-¿Cómo has dicho?


-Lo que quiere decir es que ha estado muy enfocado en su trabajo – intervino Himuro – Ayer mientras conversábamos, dijo que llegaba tarde trabajar  y se iba temprano.


-No le veo lo raro a eso ni en que pueda ayudar.


-Muro-chin dijo que había personas que buscaban trabajar más. Creo que Aka-chin me está cambiando por su trabajo – el titán suspiro pesadamente al final.


Midorima comprendió dos cosas: Murasakibara realmente estaba terrible por la desatención por parte de su esposo y que Akashi pasaba por un cuadro de adicción.


-Se refieren, ¿una adicción al trabajo?


Ambos asintieron al par.


-Bien. Yo no puedo ayudar directamente, eso lo tendría que atender un psicólogo. Segundo, Murasakibara, deberías averiguar realmente la situación de Akashi en el trabajo, si es que todo va bien con los negocios y su padre, quizás esté bajo presión por el señor Masaomi y eso le haya obligado a adquirir más responsabilidades de las que le corresponden. Tercero, una vez que sepas todo ello, busca sobre todas las cosas estar un tiempo lejos del trabajo.


-¿Cómo haré eso ultimo?


-Salgan de viaje. Unas vacaciones para ambos.


╚ [¿Qué clase de relación tenemos?] Digo.


De pronto algo más que solo amigos... Pero eso no es del todo cierto...


La palabra "bondad" es más apropiada.


Mientras discutimos,


Mientras rompemos la relación con el otro. ╗


Por la noche al regresar a casa había silencio otra vez. Nadie lo recibió. Midorima fue directo a su habitación y encontró lo que temía desde la mañana, un bulto en la cama enrollado con las sabanas. Era Takao.


-Takao.


Llamo, un par de sollozos se escucharon y cuando el susodicho volteo le sonrió ampliamente con los ojos hinchados.


-Shin-chan, bienvenido a casa. Llegaste temprano.


Midorima cerró los ojos un momento y suspiro, se inclinó a besar la frente del azabache para recostarse a su lado y acurrucarlo contra su pecho.


╚ Tu lugar prometido de encuentro,


[Es el mismo de siempre, ¿Verdad?]


Cubierto bajo un cielo nublado,


Si no hay estrellas, convirtámonos en ellas.


Mientras nos acurrucamos juntos,


Mientras nos prometemos a ambos. ╗


Es los días siguientes, Murasakibara dejaba a cargo la pastelería con uno de sus empleados de confianza para ir a averiguar cosas en el trabajo de su esposo. Descubrió que las cosas iban muy bien en la oficina, demasiado bien, tan bien que su suegro estaba a punto de darle el control total de la compañía a su hijo. Eso estaba estresando a su esposo, por ello, adquiría tareas que no le correspondían, no solo el reporte financiero, si no las gráficas y proyectos que presentar a los inversionistas, todo lo quería hacer él.


Tres días después del encuentro con Midorima, Murasakibara decidió enfrentar a su esposo, sabia de ante mano que el trabajo que le correspondía a él estaba realizado así que la excusa de que tenía cosas por hacer no lo salvaría esa vez. Lo espero despierto, miro el televisor hasta que su esposo llego cerca de las dos de la mañana. Lucia cansado. Era el rostro que no había dejado que el titán viera durante más de un mes y medio.


-Aka-chin


Llamo, sorprendiendo a su esposo al encontrarlo aun despierto.


-Atsushi, ¿pasa algo? ¿Por qué aun estas despierto?


-Necesito hablar con Aka-chin.


Akashi pocas veces veía esas expresiones en el rostro de su esposo. La primera vez, fue cuando le había propuesto ser novios, la segunda cuando pidió que se casara con él. La tercera cuando le pidió que se convirtieran en padres, algo que no habían conseguido aún. Esa era la cuarta y no sabía exactamente qué era lo que le iba a pedir.


-Te escucho – asintió desabotonándose el saco para colocarlo con cuidado en el sofá.


-Estoy preocupado. No quiero que Aka-chin me cambie por su trabajo.


El pelirrojo miro a su esposo un poco sorprendido.


-¿Qué te cambie por mi trabajo?


-Aka-chin esta todo el tiempo en la oficina, no está cuando despierto, no come conmigo… no me escribe mensajes de buenos días ni me da un beso de buenas noches.


Akashi abrió un poco los ojos de la sorpresa cayendo en la cuenta de sus acciones. No. Hace un tiempo que ya no hacia eso. Hace un tiempo que había tenido completamente descuidado a su esposo a pesar de que este lo esperaba día tras días en el sofá o la cama dormido a causa de la espera.


-Mi trabajo…


-No es eso. Aka-chin está haciendo el trabajo que no le corresponde. No quiero que Aka-chin deje de quererme.


Los pucheros que después se formaron en los labios de su esposo junto a los ojos a punto de derramar lágrimas hicieron que el pelirrojo se acercara para abrazarlo por la cintura.


-Jamás podría dejar de quererte.


-Aka-chin…  Sé lo que pasa – el susodicho levanto la vista hacia él de nuevo sorprendido – Papá-suegrito piensa que es hora de que te hagas cargo de la compañía, ¿cierto? Por eso estas nervioso.


Akashi aferro las manos a la camisa de su esposo mientras bajaba la mirada con los ojos húmedos.


-No quiero defraudarlo – susurró – Siento que no puedo hacerlo, que terminaré llevándolo a la ruina, que…


-Aka-chin siempre ha sido el mejor – irrumpió el más alto acariciando sus cabellos para luego estrecharlo entre sus brazos – Aka-chin nunca pierde – dicho eso, le tomó del mentón para poder besarlo de forma lenta.


Akashi se dejó llevar al instante mientras en su mente se preguntaba, ¿Cuánto había pasado desde que había besado a su esposo de esa manera? Murasakibara se detuvo cuando necesito aire, le miraba con una sonrisa tan linda que Akashi no pudo evitar sonrojarse. Amaba cada gesto, cada facción de ese titán que era su esposo. Se abrazó fuertemente de él mientras el contrario seguía estrechándolo en sus brazos.


-Lamento tenerte tan abandonado – dijo contra su pecho – No podría dejar de amarte, ni mucho menos cambiar por algo.


-Yo lo sé, no quiero perder a Aka-chin. Por eso quiero pedirte algo.


Akashi sabía que eso iba a pasar, le tomo las manos mientras se alejaba un poco para mirarlo.


-Dime.


-Tomemos vacaciones.


En ese momento la petición fue mucha para Akashi.


-¿Vacaciones?


Por la madrugada mientras Murasakibara dormía, Akashi se escurrió hasta el balcón para realizar una llamada telefónica.


-Son las tres de la mañana…


-Shintaro, ¿Qué le dijiste a Atsushi?


Del otro lado de la línea hubo confusión. Takao que nuevamente dormía contra su pecho logró escuchar.


-¿Qué le dije? Lo que quería saber.


-No tengo ninguna obsesión.


Midorima se tallo los ojos y luego resoplo.


-No soy psiquiatra, pero sé que tienes una terrible adicción por el trabajo, Akashi. No sé si Murasakibara encontró la razón, pero si lo hizo, entonces te pidió que salieran de vacaciones.


-Entonces si fue tu idea.


-Entiende que Murasakibara está más que preocupado por ti – fue cuando el pelirrojo guardo silencio – Tiene miedo a que algo no funcione en su matrimonio  y no es solo eso, está preocupado por tu salud. Akashi, ¿duermes mínimo ocho horas? ¿Comes al menos tres veces al día?


El pelirrojo ya no dijo nada. Tomo aire.


-¿Tengo una adicción?


-Me sorprende que no lo hayas notado, pero la tienes. Todo en exceso es malo, recuérdalo siempre.


╚ [Oye, ¿Dónde estás ahora?] [En algún lugar de La Tierra]


No soy un astronauta, así que no hay problema mientras estés debajo de la capa de ozono.


[Entiéndelo, estaré allí pronto]


Deseo causar disturbio hasta la mañana


En esos importantes paraderos. ╗


Akashi regresó con su esposo y le contemplo dormir, había ido a buscar ayuda, de Midorima. Pese a las diferencias, había ido con él, porque se preocupaba. Besó su mejilla y acaricio su rostro para dormir de nuevo contra su pecho.


Fue una sorpresa despertar y encontrar a Akashi a lado suyo. Sonrió robándole un par de besos en los labios haciendo que su esposo despertara en medio de una angelical risa, le provocaba cosquillas.


-Atsushi… – dijo aun somnoliento, el mencionado volvió a abrazarlo – Buenos días, mi amor.


Murasakibara sonrió ampliamente al escucharlo, lo estrecho y volvió a besar.


-Buenos días, mi Aka-chin.


Akashi se acomodó entre sus brazos para quedar de frente y acomodo uno de los mechones de su esposo detrás de su oreja para tomarle el rostro y besarlo lentamente.


-¿A dónde iremos de vacaciones?


Murasakibara volvió a sonreír. 

Notas finales:

Ojala les haya agradado, es la primera vez que publico en esta pàgina. Sin màs que agregar, muchas gracias por leer.


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