Natsuki presionaba su pierna con un torniquete, mientras buscaba un lugar donde resguardarse. Muchos dicen que en momentos como estos lo único que podía hacer era rezar. Natsuki hacia años que había dejado de rezar sus esperanzas no caerían ni mas ni menos que en sus acciones. Debía pensar con calma. Escuchar su entorno. Contener la respiración. Y no fallar. Ya que le costaría la vida. Natsuki no tenia mucho que perder, pero no quería soltar lo poco que había conseguido. Cuerpo a tierra, se resguarda entre cuerpos de compañeros, enemigos, ¿a quien le importaba? esto era la guerra el resultado de alianzas, enemistades y muchas idas de cabeza.
Natsuki no quería entender sobre conflictos bélicos, solo estaba ahí. Los disparos zumbándoles en los oídos. Bombas que dejan a uno sordo, o mutilado. El olor a carne chamuscada y a sangre no se iría. Solo una persona la mantenía en pie.
Esa tarde Natsuki consiguió reunirse con su pelotón. Lo peor vendría después el reconocimiento y reagrupamiento de las chapas de identificación. Natsuki palpando la suya pensó como tomaría Shizuru su muerte. La idea de no verla nunca más, le lleno los ojos de lagrimas. Y pensó que Shizuru no podría enterarse de cuanto la amaba. Desde ese dia hasta su regreso, Natsuki le escribiría unas pequeñas notas.
Le escribía mientras recordaba su sonrisa, sus labios, sus manos, sus caricias. Las notas parecían suspiros que anhelaban llegar al alma de su destinataria. No le prometía ni el oro ni el moro como hacen los enamorados, y Shizuru lo sabía. No eran tiempos para enamorados, eran tiempos de guerra. Natsuki había dejado sus ilusiones de felicidad. Vívelo, disfrútalo, exprímelo y recuérdalo asi es como Natsuki se relaciona con el corto tiempo que compartio con Shizuru.
Shizuru tenía una relación diferente lo controlaba todo nada se le escapaba de las manos. Sin embargo sus acciones la llevaron a caer lentamente para terminar siendo lo que todas las mujeres querían. Una esposa, madre, quien dependiera de su maravilloso marido. Shizuru no aspiro nunca a eso. Y sus padres lo sabían. La limitaron. Sin embargo ¿Cuánto puede durar una persona sin quebrarse? Natsuki ayudo en el proceso de quebrantamiento. Puso todo de cabeza con tan solo una mirada y un tropezon Pero su tiempo estaba muy limitado, comprometida desde antes que tuviera consciencia. Con alguien demasiado similar a ella.
Mai su amiga de toda la vida. Casada con un fontanero, juntos, formaron un bar a orillas del puerto. Era la única quien la aconsejaba, quien estaba de su lado. Recordó esos años de niñes donde las tres, junto a Marguerite Tomoe, eran un grupo muy unido. Salian a andar por el internado para niñas, nadar, competían, reian. También incluso ponían a pruebas a las hermanas, ocultando licores, dinero, dulces y libros.
Pero como todo lo bueno dura poco, no tardo mucho en torcerse todo. Tomoe había adquirido manias hacia Shizuru, la acosaba, desaparecía su ropa o estaba toda revuelta. Sus juegos de manos subían demasiado de prisa de tono. Shizuru se apiadaba de Tomoe y le permitia todo cuanto disponía. Shizuru inexperta y joven permitió a Tomoe mucho de lo cual se arrepentiría. Puesto que Tomoe no estaba bien, los celos que despertaba no eran para tomar a la ligera. Amenazando a muchas compañeras. Muchas veces con cuchillos y otras quemándoles sus pertenencias. La mayoría admiradoras de Shizuru. Fueron quienes Tomaron represarías y la expulsaron. Shizuru y Mai no la volvieron a ver.
Shizuru sentada en su despacho/oficina arreglando una carpeta, transfiriendo papeles. Escucho dos toques en la puerta. Poniendo los ojos en blanco, lo cual Mai tuvo que toser para disimular su risa. Ingreso nada mas y nada menos que Reito.