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PRGTNA TH5-2A por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Como lo prometí les traje el penúltimo cappítulo gracias a caronte y Yae por los comentarios

Espero les guste y como dije el proimo jueves/viernes será el final y volveré a dedicarme a Laberinto de Coral aajajaja saludos.

Advertencias del capítulo(spoiler): tengo una extraña fascinación por Saga llorando lo hizo mucho, quizás no en SOG pero me aproveché de eso un poco en este fic, jajajaj las hormonas tienen la culpa.

 

 

CAPÍTULO V

RIESGO

 

 La luz del sol entraba por la ventanas irrumpiendo el tranquilo sueño que Saga había tenido hasta hace unos momentos, arrugó su entrecejo debido a la molestia de tener que despertarse aunque aún tenía sueño, un par de pestañeos no le bastó para acostumbrarse a la intensa luz, otro par de parpadeos y le dejó ver una habitación blanca y cuando ya pudo abrir los ojos se dio cuenta que se encontraba acostado sobre una cama la cual estaba seguro que no conocía, en una habitación que no recodaba haber entrado o que había pasado por alto entrar.

Trató de sentarse sobre la cama pero al momento de realizar un movimiento sintió un dolor muscular en varias zonas de su cuerpo, brazos, abdomen, piernas y caderas, cuando ya logró la difícil tarea estar en una posición que se le hiciera cómoda su mente comenzó a relacionar su dolor, la habitación y la sensación de denudes la cual ahora podía notar y como una ráfaga de recuerdos vino a su mente la seguidilla de sucesos de la noche anterior, los besos, los abrazos, las caricias, el calor y el éxtasis.

El calor que sentía por los rayos de sol llegándole a la piel ahora aumentaba más con el calor que se posicionaba sobre sus hombros, era indudable el hecho de que su cuerpo se había unido con el del otro hombre y que además lo había disfrutado como nunca, que se había sentido pleno, feliz e inclusive se atrevía a decir que jamás había logrado ese tipo de conexión con alguien, a su mente llegaron las palabras de locura por encierro, pero su parte racional y lógica no era la que mandaba en ese momento, y si recordaba bien el encierro ya había acabado, ya era libre, o parte de su libertad ya la había recuperado y con ella se había quedado un sentimiento que de seguro no se iría.

Pero su felicidad a igual que siempre no se mantenía por mucho tiempo, recordó que era el 205, aquel que su cuerpo aceptó el implante, aquel que  la hormona le daba la oportunidad de tener hijos y para empeorar aún más su situación aún quedaba otro recuerdo más, la razón de como terminó ahí, recordó que además de esa hormona, algo más corría por su sangre, aun no se explicaba cómo pudo olvidarlo, él estaba infectado, el aún tenía VIH, el virus  se paseaba libremente por sus venas; había hecho algo horrible por su imprudencia, sentía que le destruiría la vida a quien se la salvó y sus lágrimas corrían por sus mejillas mientras sus manos temblaban.

El león había entrado a la habitación, con una bandeja con comida pero no se esperaba lo que estaba punto de ver, el gemelo se abrazaba a sí mismo, el rostro empapado en lágrimas y con una mirada de dolor alertaron todos los sentidos del castaños que dejó la bandeja  a un lado y se apresuró hasta llegar al menor.

—Aioria lo siento, lo olvidé yo no quería lastimarte, lo juro, yo no quería hacerlo, no me odies, por favor no me odies— dijo con sus ojos cerrados, las palabras del geminiano eran temblorosas y mientras más hablaba más se rompía por dentro.

— ¿Saga, de que hablas? No me has hecho nada, calma estoy aquí no llores— el mayor abrazo la blanca figura entre sus brazos mientras este apoyaba su rostro sobre el pecho del otro, el calor y aquel sonido del palpitar de sus corazón lo calmaba un poco, en los brazos de Aioria se sentía seguro, no quería alejarse nunca de él, pero sabía que su futuro era incierto, sabía que cuando le digiera la verdad todo cambiaría y no podía culparlo si el castaño se alejaba.

— ¿Te duele algo? ¿Te lastimé? Necesito que me digas porqué lloras—  Aioria quitó sus brazos para tomar entre sus manos el rostro del otro y lograr que la aquella mirada escurridiza no  se apartara de sus ojos, Aioria estaba asustado, temía porque Saga estuviese sufriendo debido a lo que había pasado la noche anterior y si así fuese se odiaría por aquello.

— Aioria, tengo VIH y seguramente tu ahora también lo tienes, enserio no lo recordé, no me odies por hacerte esto— aquella mirada verde estaba vidriosa y rojiza aumentando aquel peculiar color verde agua de los ojos de Saga que con cada pestañeo le rogaba su perdón.

— Saga eso es imposible—  dijo Aioria aun con sus manos en el rostro del otro, confundido por la reciente confesión.

— Si es posible, estoy infectado con VIH, lo confirmaron antes de que me capturaran y debido a eso mismo me capturaron, me dijeron que el doctor podría curarme… no me odies, no te alejes de mí, sé que soy egoísta al pedirlo, un idiota, pero no me dejes solo— las manos de Saga se posicionaron por sobre las del castaño, queriendo retenerlo  por si este intentaba alejarse, sentía su corazón romperse en mil pedazos una vez más y esta vez todo había sido su culpa.

—Saga, escúchame…es imposible, fui tu enfermero sé todo lo que tienes y no tienes, te engañaron— el castaño entendió porque el otro le decía aquello, no había tenido la oportunidad de decírselo, luego de que sus bocas se unieron a noche anterior, no hubo tiempo para dar más explicaciones y aclarar más cosas y se dio una bofetada mental por no haber partido por aquella parte.

— Saga, tú no estás infectado, aquella era la forma en que lograban que los demás cayeran en su trampa, diagnósticos terminales, cáncer, VIH, enfermedades autoinmunes, daban falsos diagnósticos y la supuesta solución a sus problemas con el doctor Kido, era su modus operandi, así que tranquilo—el castaño acercó sus labios a los de Saga y le dio un besos para luego sonreírle; aquella sonrisa, aquella curvatura de labios le traía el alma de vuelta al cuerpo al menor.

— Aioros nunca hizo nada malo— Saga lo dijo en voz baja, más para sí mismo que para el otro, pero su voz fue lo suficientemente clara para que le otro escuchara; se sintió estúpido por su reacción, por su desconfianza pero esta noticia atraía otra interrogante, una que tenía mucho que ver con el hombre que se tensó al escucharlo.

— ¿Quién es Aioros? — su voz denotaba cierta incomodidad al nombrar ese nombre, o debido a la situación, Saga no se decidió cual era la correcta, ahora tenía algo más de lo que hablar.

— Aioros es mi ex novio, una vez te mencioné una relación de cuatro años ¿Recuerdas? Cuando supe que tenía VIH me enfurecí, me sentí traicionado, yo nunca lo engañe, si me preguntas nunca quise una relación pero de la amistad nació un vínculo con él, vivíamos juntos, destrocé la habitación, dejé una carta y hui— el menor pensó que le debía una disculpa  a su ex pareja, una explicación, no estaba seguro de que si el otro lo perdonaría.

— ¿Tu ex novio por alguna casualidad se apellidaba Bulcovich, tenía tu misma edad, estudiaba ingeniería civil, tenía el cabello castaño obscuro y por alguna extraña razón del destino se parecía a mí ?— el rostro de Saga palideció aún más, si es que eso fuese posible y por la cara que tenía Aioria en ese momento significaba que aquella extraña parecido, no era para nada extraño.

— ¿Es tu hermano cierto? — no fue necesario responder la pregunta, todo indicaba que aquello era correcto, Saga se había involucrado con ambos hermanos, pensó por un memento que aquella persona encargada de las coincidencias se estaba vengando de él por jamás creer en ellas.

Las manos de Aioria bajaron y dejar de tocar su rostro, una sensación de frío se posó en todo el cuerpo desnudo de Saga, el castaño bajó su mirada y se alejó para sentarse al borde de la cama, se veía abatido, hasta un poco dolido, Saga por otra parte se sentía culpable de aquello, su corazón se oprimía tenía un nudo en la garganta y una sensación extraña recorriendo su cuerpo al ver la espalda  y el semblante derrotado del moreno.

— Ahora que sabes la verdad, creo que será mejor que regreses con él, yo sólo soy un aparecido en tu vida, lo que ocurrió entre nosotros será mejor olvidarlo, pensar que no significó nada, quizás es sólo gratitud lo que sientes, hay alguien que de seguro te espera allá afuera y…— el castaño no logró terminar su frase porque fue interrumpido por el golpe de una almohada sobre su cabeza al cual le seguían otros más.

El león miró hacia atrás evitando que le llegara de lleno un golpe en el rostro y vio el rostro de un enojado chico sosteniendo el objeto en su mano y golpeándolo con todas las fuerzas que tenía sin cesar. El mayor esquivó un par de golpes mientras que recibía otros, en un movimiento le quitó la almohada al gemelo y lo empujó con su cuerpo sobre la cama tomando sus muñecas y aunque el otro intentaba zafarse no tenía como ganar contra un agente de elite, la ventaja claramente era para Aioria.

— ¿Olvidarlo? ¿Que sólo eres un aparecido? No decidas por mí, yo soy quien toma mis propias decisiones, no tienes derecho a decirme que hacer  y con quien estar, ya pasé por aquello, no decidas que es lo mejor para mí— Saga hizo una pausa su rostro lucía furioso con un odio directo hacia su persona, un odio que le erizaba la piel al castaño y que obligó a soltar su agarre para luego sentir como unos brazos lo rodeaban y lo apresaban como si no quisieran dejarlo ir— no me pidas que te olvide, no digas que no significas nada para mí, te debo la vida, mi gratitud, pero no es sólo eso, Aioria, mis sentimientos por ti van más allá de eso, por eso no me digas que lo que pasó no significó nada—

Aioria dejó caer el cuerpo que lo abrazaba sobre la cama y puso su peso sobre él  y con su mano derecha acarició aquella cabeza de hermosos cabellos azules —Saga, lo significó todo para mí, a mi edad no me deberían ocurrir estas cosas, no quiero que te alejes de mí, no quiero cederte a mi hermano, si te quedas ahora conmigo no te dejaré ir si después te arrepientes y si quieres huir te buscaré y te traeré de vuelta conmigo, soy un agente de Elite y el mejor de todos, no me tomará mucho tiempo— el menor rió ante el último comentario mientras sus ojos nuevamente se encontraron, ya no había duda en ellos, sólo esa nueva necesidad del otro.

— Me quedaré contigo y si algún día escapo, atrápame… si es que puedes claro— ambos sonrieron, y sellaron sus decisiones con un beso y con caricias; ambos ya entendían que no sería fácil, aún tenían temas que tratar, pero ahora tendrían todo el tiempo que ellos quisieran para hablar, ahora sólo necesitaban el uno del otro, necesitaban amarse al igual que la noche anterior, necesitaban confirmar la decisión que aseguraban que sería para toda la vida.

 

***°***

 

Los primeros días tras su salida de la clínica podrían considerarse que fueron un caos, en cada canal que veía salía el titular de “Doctor Mitsumasa Kido, enjuiciado por experimentación humana, por violación a los derechos humanos, por homicidio…etc” y la lista seguía con cada noticia nueva del caso que aparecía, ya lo habían apresado y a pesar de toda su influencia no había podido escapar de la detención preventiva, todos los noticiarios auguraban la prisión perpetua para el doctor y Saga estaba seguro de que sería así, Aioria le aseguraba que las pruebas eran tan atroces que ni el mejor abogado podría salvarlo.

El gemelo por su parte  también tuvo una tormenta con la cual lidiar la cual comenzó con llamar a su universidad pidiendo congelar sus estudios debido a problemas que no le permitirían seguir con su carrera al menos por ese año y que todo el proceso de gestión lo haría un representante; luego la llamada a su hermano de que estaría lejos por un tiempo pero que estaba bien, después de hacer muchas preguntas y sentirse satisfecho su hermano le deseo suerte y finalmente llegó la llamada que más temía Saga, la llamada  a Aioros, una conversación que no debía ser echa por celular pero debido a la circunstancias no podía ser de otra forma, era de esperarse que la llamada no terminó del todo bien, un Aioros, preocupado, un Aioros dolido, un Aioros indiferente, un Aioros furioso tuvo un conversación con él al menos por una hora, en la cual concluyó que en que su relación se daba por terminada “cosa que Saga ya había dado por sentado” pero que cuando las cosas se calmaran cabía la posibilidad de retomar una amistad.

Aioria tampoco la tuvo fácil, la llamada de Shion no se hizo esperar, el reto y el enojo por parte del jefe del escuadrón por haber rescatado al menor y además ocultar parte de la  información que lo vinculaba al caso, como si este nunca fue parte del experimento, Aioria aguantó al menos dos horas con el teléfono en mano las reprimendas de su jefe, con su mano fatigada, el oído adolorido y enrojecido, además de las preguntas por el estado del muchacho, sus razones de insubordinación, el odio que tenía contra él y las ganas de golpearlo las cuales concluyeron en que le debía una y que si no fuese porque eran grandes amigos y el mejor del grupo mandaría a volar su trasero del escuadrón. A esa llamada le siguieron otras como las de sus compañeros preguntado por su situación sólo con el afán de chismosear.

Tras aquel primer impacto los cuales habían dejado agotado tanto a Saga como a Aioria le siguió el segundo, aquel segundo que inclusive podría ser más catastrófico que el anterior, aquella plática del estado actual del gemelo, la conversación de las probabilidades que tenía Saga de entregar un vida luego de sus dos momentos de pasión y amor, una charla llena de temores por parte de ambos, una charla que puso tensa su reciente relación, Saga temía porque el castaño no lo aceptara y el castaño temía por la salud y los riesgos que implicaban si es que un embarazo resultaba ser positivo.

El león con sus temores y dudas pidió ayuda a aquel que todo lo podía hacer, a aquel que seguramente le debería dos y que seguramente se irían sumando, ya que aseguró que buscaría al mejor  y más discreto especialista al cual se le sería entregada toda la información referente al paciente lo que quería decir un informe detallado de su paso como sujeto experimental número 205. Pero el poderoso  benevolente Shion no sólo consiguió aquello sino que también le otorgó al castaño el tiempo que considerara necesario a modo de vacaciones, no sin antes volver a aquella parte en la cual era regañado por ser un idiota, en no pensar las cosas y un lujurioso por no poder controlar su entrepierna.  

Aioria aceptó gustoso y al pie de la letra las indicaciones dadas por Shion ya que al tercer día habían abandonado el departamento para dirigirse al “santuario” personal del castaño.

 

 


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