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PRGTNA TH5-2A por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Tarde, pero llegó lamento no haber publicado el capítulo en los días que dije pero no andaba en mi casa, lo siento.

Bueno este es el capitulo final de este fic que debió haber sido corto, espero les guste graciasa todos los que le dieron una oportunidad al leerlo y aquellos que comentaron muchas gracias <3

 

Advertencias: un poco de Oc y algo de miel.

 

 

CAPÍTULO VI

REUNIÓN

 

Saga había comenzado a vivir a hace dos meses en la casa de descanso del castaño, una cabaña a las afueras de la ciudad, rodeada de bosques y con vista a un lago, se sentía dentro de una novela, una de aquellas que nunca leyó, estaba ahí debido a la sugerencia del castaño de escapar y refugiarse hasta que se calmara la tormenta que se venía encima, lo que quería decir hasta que lograran que el doctor Kido y todos sus cómplices fueran a prisión y todo fuese más seguro para él, lo cual se cumplió al terminar ese mismo mes cuando los noticiarios mostraban las palabras de noticias de “último minuto” en donde periodistas con un rostro serio anunciaban el veredicto del caso del doctor Mistumasa Kido, en donde  se le veía siendo esposado y condenado a cadena perpetua sin privilegios, el corazón de Saga sintió como si una espina fuese arrancada de él, una paz y una tranquilidad que los desbordada.

 

***°***

 

Desde un principio supo que la convivencia no sería del todo fácil ambos tenían personalidades diferentes que no habían logrado ser apreciadas del todo durante el encierro, como el Aioria que a veces lo dejaba sólo dentro de la cabaña mientras él salía por unas horas, el Aioria que se burlaba de él en ocasiones, el Aioria que sabía de toda cosa que le preguntara; hasta cierto punto se volvía abrumador y preguntaba ¿Qué hacía él ahí? Pero recordaba todo cuando esos brazos lo atrapaban por la espalda y ese beso tierno se posaba en su mejilla, supuso tiempo después que tanto para él como para el castaño todo era nuevo, el estar con otro quizás era toda una experiencia por la que no había pasado, pero Saga se regocijaba por dentro a saber que él era el privilegiado.

Con el castaño descubrió nuevas facetas en él, unas que no conocía de él mismo, aquella que le gustaba la paz de una alejada ciudad caótica, una que adoraba  el calor de una chimenea, una que por sobre todo adoraba la cercanía del otro, una que la necesitaba aquella cercanía tanto como respirar, se sentía pasando por esa etapa del adolescente hormonal y pasional, una que jamás sintió con Aioros porque al otro comprendió que en el fondo siempre lo vió como un amigo, como una compañía pero nunca como aquella persona predestinada de las que hablaban las novelas de amor.

En esos dos meses dentro de la cabaña se atrevió a preguntar por el trabajo del otro, por sus aventuras y con cada historia que le contaban un sentimiento de preocupación crecía en él, no era que  no pensara que un hombre perteneciente a un escuadrón de Elite tuviese un trabajo calmado como el de un oficinista pero el saber cómo el otro le contaba las innumerables veces que estuvo al borde de la muerte sólo provocaban ejercer más presión en su abrazo mientras el otro correspondía feliz con una sonrisa, un beso en la frente y una mano escurridiza que se posaba en su posadera sorprendiéndolo, sonrojando y quitándole todo rastro de seriedad a la conversación anterior.

¿Que si se notaba la diferencia en edades? Por más que lo negara había comprendido que existía una brecha de la cual no podía escapar, años de experiencia que él no poseía, que aún no le tocaba vivir pero que Aioria había dicho en ocasiones que le preocupaba cuando lanzaba frases como “siento que te quito una etapa” “No quiero presionarte” sabía que lo decía por su bien pero de cierta manera sentía que el león lo subestimaba, pero Saga en poco tiempo supo que lo mejor que podía hacer en esos casos era declarar la seguridad de sus acciones enroscando los brazos en el cuello del otro y susurrarle en el oído “tranquilo, puedo con un anciano” dejando el otro ofendido pero que al mismo tiempo buscaba al manera de que el menor se retractara de sus palabras y esa era la manera  que usaba que a Saga más le gustaba.

Al cuarto mes de convivencia apreció el doctor que los ayudaría con el problema pendiente, el doctor que llevó a Saga un laboratorio privado y seguro donde realizó cuanto examen pudo, Aioria no se apartó nunca de él, era quien lo acompañaba  en cada momento preguntando por su estado, por su ánimo y distrayéndolo con una que otra broma para que su estadía fuese de lo más agradable posible. Pero hubo un momento crucial en la que la cara de los presentes se transformó, un momento en el que el monitor marcó una figura, una figura ya muy reconocible, que tenía latidos  que taladraron el oído de Saga quitándole el aliento por un segundo y la circulación de la mano derecha que estaba siendo apretada por el castaño que se encontraba a su costado.

Todo aquel cuarto mes fue tenso, por una lado el constante monitoreo de Saga y una decisión que se posaba en los hombros de ambos nuevos padres, existían dos caminos para aquella situación “la interrupción o la vida”, la interrupción disminuía los riesgos que presentaba un embarazo de evolución desconocida y si elegía la vida, existía la probabilidad de su muerte, de la muerte de aquello que crecía dentro de su vientre o que el doctor Kido luego de tanto experimentar lograría su cometido de lograr que un hombre diera a luz. Pero entre gritos, llantos, frases como “no deseo perderte ahora que te encontré” ”Te apoyaré cual sea tu decisión” decidieron entre besos y lágrimas que aquella vida nacería.

 

***°***

 

— ¿Te arrepientes? — la pregunta llegó como una caria a su oído una mano se posaba en su vientre y el pecho firme y húmedo de Aioria se apegó aún más a su pálida espalda.

— Ya no, no me arrepiento de haber salido de mi casa, e inclusive de haberme metido a esa clínica, no me arrepiento de nada porque gracias a eso te conocí, Aioria yo… te amo— tenían una relación, habían compartido más de lo que hubiesen compartido con otro en su vida, sueños y deseos, tenían la esperanza de un bebé pero en todo ese tiempo aquellas dos palabras no habían sido dichas, unas palabras que ahora por mero impulso abandonaron la boca del menor dándose cuenta que ya era tarde para detenerlas.

Su rostro se sonrojó hasta las orejas y Saga buscó desesperadamente hundir su rostro entre las almohadas y su cabello, era su primera vez diciéndolo, jamás se lo había dicho a Aioros ni a su hermano, era una palabra la cual se sentía incomoda en todo ámbito pero que había salido sin dificultad de sus labios.

La reacción del castaño no se hizo esperar girando el cuerpo del menor para quedar frente a frente, con su sonrojo visible a toda luz y una mirada verdosa penetrante contra la suya para luego observar la cercanía del otro rostro, primero un beso en su frente, luego otro en su mejilla y varios otros más en sus labios, cortos, casi rosándolo, como si tuviese cuidado de no quebrarlo.

— Me ganaste — dijo tras un beso para luego seguir con sus palabras— me rindo, me tienes en tus manos, Saga, no sabes cuánto te amo— y como si su rostro no pudiese enrojecerse aún más el calor de su rostro se intensificó a medida que los besos de Aioria se volvían más largos, más pasionales, sólo dos palabras bastaban para que Saga se sintieran inmensamente feliz, sólo dos palabras de Aioria bastaban para curar el pasado, sólo esas dos palabras para que lo dejaran sonriendo mientras las lágrimas amenazaban con salir desde sus ojos.

—Ai…oria —el momento fue interrumpido por las palabras temblorosas de Saga y el rostro lleno de asombro.

¿Saga, que tienes, te duele algo? — el rostro moreno de Aioria por un momento alcanzó a tener el mismo color blanco que el de Saga, asustado por algún repentino dolor y siempre atento al riesgo y condicionado para actuar frente a cualquier emergencia.

— Se… acaba de mover, Aioria, se movió— entre un ataque de emoción, alegría y asombro Saga llevaba una de las manos del león a su vientre para que pudiera palpar la sensación.

El mismo rostro que había puesto Saga se posicionó en el león sintiendo ese movimiento que se producía al interior del vientre de Saga, un sentimiento de orgullo paternal se apoderó de él bajando su rostro hasta quedar cara contra el pálido abdomen en donde repartía besos y carías generando cosquillas que eran acompañadas por risas por parte del menor.

 

 

***°***

 

— Lamento llegar tarde, Sophie, al profesor se le ocurrió a última hora hacer un test sorpresa ¿Cómo se portó Ilias? — Saga habló con un poco de cansancio a la chica que estaba frente a él sosteniendo un bulto envuelto en una manta contra su pecho.

— Se portó excelente, igual que siempre señor Saga, Ilias es el bebé más tranquilo que me ha tocado cuidar hasta ahora— la mujer trigueña le sonreía con una sonrisa cálida la cual Saga le respondía para luego tomar al niño que ahora le era entregado a sus brazos.

— No me digas señor, eres dos años menor solamente, me haces sentir un anciano, sólo Saga recuérdalo, no lo olvides— dijo el gemelo con una sonrisa para luego despedirse de la chica. Cada vez que veía a Sophie veía una especie de ángel que había caído del cielo para ayudarlo con sus problemas.

Tras un complicado parto Saga había dado a luz a un pequeño, a un hermoso y sano chico de piel blanca como la de él pero todo lo demás pertenecía al otro padre cabellos castaños y la forma y color verdoso de sus ojos. La vida de padres había sido complicada desde un inicio, al nacer Ilias, Saga tuvo que pasar un tiempo más en el laboratorio de su doctor hasta que se recuperara y todo estuviese en orden y cuando ya pudo volver a su hogar tuvieron que aprender al instante como alimentar a un bebé, como hacerlo dormir, como cambiar pañales, estar siempre pendientes y turnarse durante las noches en que el bebé despertaba.

Pero aquella aventura compartida no logró durar mucho tiempo, Aioria tenía un trabajo, uno para el que era indispensable y no podía darle la espalda, Aioria trató de alargar lo más que pudo sus vacaciones pero sólo había conseguido un mes más en el que deberían conversar muchas cosas con Saga.

Saga jamás creyó que podía ser posible ver en ese estado al castaño, esta vez le había tocado a él consolar al otro, a un Aioria triste, abatido y culpable que debía dejarlos solos. Antes de su partida decidieron comprar un departamento, uno que quedara cerca de la universidad de Saga, porque esa era la otra problemática que se avecinaba, Saga no se iba rendir a quedarse como una ama de casa, se había esforzado demasiado para sacar a adelante sus estudios y no podía abandonarlos, a regañadientes Aioria logró aceptar y comprender sus necesidades pero con la condición de que volviera a la universidad cuando si hijo cumpliera al menos los cinco meses, Saga había aceptado ya que tampoco tenía pensado dejar a su hijo a tan temprana edad.

Cuando se cumplió el plazo Aioria se tuvo que marchar con una triste despedida, un beso en los labios de Saga, otro en la frente de su primogénito y una promesa de que volvería lo antes posible.

 

***°***

 

— ¿Significa que este pequeño es mi sobrino? ¿Cómo pasó, en qué momento? ¿Por qué no lo dijiste desde un principio? ¿Por qué aun no me has presentado a tu novia? — Su hermano había lucido molesto desde que lo vió frente a él, no podía culparlo ya que luego de su última llamada hace más de un año no había dado señales de vida y ahora repentinamente decía aparecerse e invitarlo a charlar su hogar, pero toda esa molestia se terminó cuando pudo observar a ese pequeño de piel sonrosada que miraba casi perplejo al ver a los dos hombres casi idénticos frente él.

— Ven, pasa hay muchas cosas que tienes que saber— Saga le contestó y lo invitó a sentarse mientras le contaba aquella historia que habían planeado con Aioria desde el embarazo del menor, un viaje fuera del país gracias a un concurso, un amor a primera vista, noviazgo y la adopción de un tierno bebé, sin dar muchos detalles Kanon se sintió satisfecho, pero con serios problemas para asimilar que su hermano estuviese con otro hombre y además con un hijo, pero que con el tiempo le había jurado a Saga que podría procesar todo pero que por momento sólo lo dejara sostener a su sobrino para hacerse la idea de que ahora era tío; aquello no había salido nada mal después de todo.

Pero había otra sorpresa más para ese mismo día una sorpresa que llego por la puerta con bolsos, maletas y una sonrisa y guiado por impulso Saga olvidó a su hermano por un segundo y se levantó rápidamente hacía la entrada del departamento para envolver el cuello del más alto con sus brazos y dar un beso de bienvenida a aquel que extrañaba desde el mismo momento en que se fue.

Aioria respondió el abrazo, dejando caer su equipaje a sus costados para envolver el calor que emanaba Saga, ese calor que tanto le había hecho falta durante tanto tiempo, no se atrevieron a dejarse llevar aún más porque el menor recordó a su hermano que aun permanecía sentado en la sala y de seguro había visto toda la escena y porque por otra parte el castaño  al parecer no venía sólo tampoco.

—No entiendo porque no me habías dicho que te cambiaste de casa, eres un pésimo hermano mayor, nunca recuerdas que existo y peor aún me pediste que te fuera a buscar al aeropuerto pero no eres capaz de invitarme a tu…—Un hombre se detuvo tras Aioria, sin poder decir alguna palabra más, veía claramente el cuello de su hermano mayor siendo abrazado por unos brazos que él ya conocía y veía sobresalir unos cabellos largos y azulados que le eran inconfundibles.

— ¿Que está ocurriendo aquí? — Aioros miró a al redor en busca de algún indicio de que fuese una broma pero sólo obtuvo por respuesta  una mano alzada en modo de saludo desde el fondo de la habitación de un hombre casi idéntico a la que había sido su ex pareja sosteniendo algo que aún no se aventuraba a saber que era pero que estaba cubierto por mantas de colores pastel.

— Que inesperada sorpresa Aioros— el gemelo había dado por terminada su efusiva bienvenida para  asomar su rostro por el costado del mayor que ahora le servía como especie de muro que lo protegía frente a cualquier imprevisto.

El sonido de un bebé irrumpió la habitación volviendo a aquella ya extraña escena en una mucho peor, Kanon sin saber que hacer miró al bebé con un rostro de completa incertidumbre para después mirar a su gemelo  sin reaccionar a que es lo que se suponía que debía hacer cuando un bebé lloraba.

—Saga, necesito ayuda, no soy bueno en esto—dijo Kanon casi suplicante, su gemelo se dirigió a prisa para tomar a su hijo entre sus brazos y al mismo tiempo meciéndolo y dándole su calor para ir a apaciguando  su llanto, al tiempo en que Aioria se tomaba el puente de su nariz, previniendo lo difícil que serían las cosas, ya no tenía sólo a su hermano en hogar sino que además al parecer su cuñado que aún no conocía estaba ahí.

— Aioria estaré en la habitación, haré dormir a Ilias ahora. Yo ya tuve al charla con mi hermano has lo mismo con la tuyo, Kanon acompáñame por favor— dijo el geminiano, los sonidos del pequeño castaño habían cesado para dar paso a un sonriente bebé de ojos verdes que se empeñaba en tomar los cabellos de padre.

—Lo siento Saga, quiero quedarme a ver esto, será interesante— su gemelo respondió con malicia en sus sonrisa, al ver la tensa atmosfera que se había formado en aquellos dos hombres que aún permanecían en la entrada del departamento.

Saga abandonó la Sala y cerró la puerta de su habitación y tras aquello logró escuchar una acalorada discusión que se llevaba a cabo; Saga ignoró todo lo que ocurría tras la puerta ese era su momento que tenía para estar con su hijo y no iba permitir que esos tres hombres que estaban en su sala se lo arrebataran.

 

 

***°***

 

— Te amo, Saga— La voz ronca y el aliento de castaño se pegaba a su nuca, Saga aún tenía problemas para normalizar su respiración por lo que con dificultad logró dar vuelta su entumecido cuerpo hasta quedar frente a aquella mirada esmeralda.

— Te amo, Aioria, tardaste mucho en volver—dijo el geminiano, tras sus palabras el menor recibió un beso sobre su frente y otro en los labios, sus labios estaban enrojecidos y su corazón aún no lograba normalizarse del todo.

— Lamento haberlos dejado solos— el semblante de Aioria se ensombreció y una mueca de tristeza y culpa apareció en su rostro al igual que siempre que tocaba aquel tema.

— Lo sé, no te culpo desde un principio sabíamos que sería difícil— Saga tomaba el rostro del moreno entre sus manos para que lo mirara directo sus ojos— pero lo importante es que estás aquí y estoy feliz por eso, a pesar del problema que hubo esta tarde, lo bueno es que mi hermano te aceptó de inmediato—Saga rió mientras el mayor blanqueaba los ojos y desviaba la mirada hacia otro lado.

—No me recuerdes lo que pasó esta tarde, tu hermano no hacía nada más que avivar la discusión y se veía divertido con ello—Aioria resopló hastiado de sólo recordar la visita de su hermano y su cuñado durante la tarde; no se había una bienvenida como aquella.

Los ojos del menor comenzaron cerrarse con las caricias que eran dadas obre su cabeza y comenzaba rendirse por el sueño, sintió un beso en sus labios y se acurrucó contra el pecho del león, pero el sonido de un bebé llorando lo aturdió, dispuesto a levantarse una mano no le permitió que se levantara y Saga vio al castaño alejarse de la cama y tomar a Ilias desde la cuna mientras lo mecía y el llanto comenzaba a cesar.

Sus ojos comenzaron a cerrarse otra vez sonrió al ver a Aioria sonriente mientras tomaba a su hijo en brazos, aquel niño que significaba todo para ambos, aquel niño que borró todo rastro del drama que hubo en un pasado, esos dos castaños que estaban frente a sus ojos se habían encargado de llenar su vida y de hacerlo más feliz de lo que alguna vez pudo haber deseado y sin poder resistir un segundo más se dejó llevar por el sueño a sabiendas que a despertar tendría a Aioria y a Ilias para él.

 

FIN

 

 


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