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¿SECUESTRO? por hiruma chan

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Notas del fanfic:

HACIA MUCHO QUE QUERIA ESCRIBIR LEMON DE ESTE PAR... AL FIN ME INSPIRE!!!!

LOS PERSONAGES PERTENECEN A SUS GRANDIOSOS AUTORES!!!

Notas del capitulo:

ESPEO LES GUSTE!!!

NO LO REVISE DESIFREN LAS FALTAS DE ORTOGRAFIA !!! 

ADVERTIDOS VAN!!

¿Secuestro?

 

 

Caminaba lentamente por las veredas del parque, era de noche y refrescaba con la briza del verano que apenas comenzaba, las lluvias de cada tarde o noche no estaban presentes lo que le permitía andar con solo una remera deportiva sin mangas, no obstante tampoco es como si fuese tan susceptible al cambio de temperatura que había últimamente estos días, cambiando de tema…

Estaba molesto, furioso si debía decirlo, sin embargo era su culpa por aceptar ese trabajo tan  común y fácil de cumplir para él, aunque quizá una proeza a ojos de sus contratistas basura.

 

 

+++

 

 

Fue hace dos semanas que aquellos trajeados le llamaron con la promesa de una buena paga, solo ese dinero libre de impuestos (y que por el momento necesitaba lo suficiente para cubrir un par de deudas con sus padres, no podía decirles que había sido despedido de su último trabajo a medio tiempo) le habían hecho levantar el trasero del sillón donde había estado tirado jugando videojuegos de batallas virtuales.

Ese altanero gerente que creía poder mandarlo como a todos los desgraciados a su cargo, se había buscado aquella paliza, aunque en realidad solo le había dado un puñetazo en el rostro, por suerte todos los esclavos del tipo habían hablado (por primera vez voluntariamente) en su defensa y solo había sido despedido por guardar apariencias él sin reclamar injusticias y los jefes sin darle malas referencias en próximos empleos, todo sin necesidad de informar a sus padres, con diecinueve años seguía siendo menor legalmente en Japón y sería responsabilidad de sus padres dar la cara por él pero, quedando en el acuerdo de que renunciaría ¨voluntariamente¨ no era necesario informar del incidente a sus tutores o a la universidad.

Desde luego él no dijo nada a sus padres y ahora mismo estaba corto de efectivo, por esa razón ingresó en aquel complejo de oficinas que usaban todo tipo de políticos y empresarios de altos mandos y más que nada ¨tipos con secretos oscuros¨ que podían ser revelados pero que preferían mantenerlos ocultos.

Llegó a recepción e inmediatamente fue llevado a la sala de reuniones donde le dirían que trabajo requerían de él aquellos estirados de ¨cuello blanco.¨

 

-Se trata de algo que estamos seguros solo tú puedes realizar… — Dijo un tipo de traje negro siendo apoyado por los demás hombres presentes.

-¿De cuánto estamos hablando?... — Exigió saber sentándose en una cabecera de la amplia mesa, recorriendo la silla que le correspondía y sentándose apoyando los pies sobre el escritorio.

-Un pago de seis cifras… — Respondió el mismo hombre sin inmutarse por los malos modales del de rastas —… La mitad por adelantado y al final del trabajo la otra mitad.

-Kukuku~ ¿Y, de que va?

-Hiruma Youichi.

-… — Con la mención del nombre del demonio se borró la sonrisa que la mención del dinero le había hecho en el rostro —… ¿Qué con esa basura?

-Necesitamos que desaparezca de Tokio por tres días… — Hablo el mismo trajeado.

-¿Un secuestro? Kukuku~ ¿Saben que es ¨ilegal¨, cierto?

-Algunos empresarios importantes llegaran la próxima semana y visitaran el distrito, no podemos arriesgarnos a que ¨ese¨ chico haga algo que pueda perjudicar la región de Kantou o todo Japón.

-… El pago se duplica…

-…¡¡Eh!!... — El ejecutivo se alteró nervioso al igual que el resto pero, pudieron llegar a un acuerdo silencioso entre ellos, pagar el doble era mejor que correr riesgos demasiado peligrosos con ese demonio suelto por las calles de Deimon sobre todo sabiendo más de un par de secretos oscuros de cada uno de ellos que los hombres que llegarían a Tokio no debían saber o comprobar —… E-está bien.

 

 

+++

 

 

Así había terminado en aquella situación, solo debía entretener a aquel rubio por tres días, no era mucho, siempre podía atarlo o dejarlo inconsciente con un golpe, aunque de encerrarlo no estaba seguro, después de todo el rubio había logrado burlar la seguridad del ¨Domo de Tokio¨ solo para jugar un partido de béisbol con las demás basuras de la región de Kantou, su cerradura básica no sería ningún problema para él por lo tanto debía estar con el rubio todo el tiempo y eso era lo que le molestaba.

Aun cuando jugasen juntos en Saikyodai simplemente no lograban llevarse bien del todo o al menos como en la época de secundaria, por suerte ahora mismo estaban de vacaciones por lo que nadie buscaría a ninguno de los dos, él podía decir a sus padres que estaba en el club y a los del club que iba con sus padres, después de todo los únicos que se atreverían a llamarlo eran: el rubio, Yamato o Ikkiu y los dos últimos habían ido con sus familias a pasar sus días libres.

La coartada estaba lista.

Solo le faltaba el rubio retenido contra su voluntad y para eso lo había citado en aquel parque, quizá había muchos testigos pero ¿Quién se atrevería a acercársele o intentar salvar al rubio que manipulaba media ciudad desde las sombras?... Y en el momento que lo notaba, a esas horas no había nadie y menos siendo temporada vacacional.

El parque dejaba de estar infestado de parejas cursis y exhibicionistas que gustaban de mostrar su ¨amor¨ o calentura en público.

 

Giró en la esquina de la vereda de piedra y fue ahí cuando su mal humor aumento casi volviéndose jaqueca con tan solo vera a aquel rubio sentado con su inseparable Ak-45 apoyada en el hombro y cruzado de piernas mostrando su elegancia y sensualidad natural que siempre le crispaba los nervios.

Decidió terminar con lo acordado, ya luego pensaría en las consecuencias de encerrar a ese desquiciado demonio, aunque no era como si pudiera hacer algo contra él, al menos no físicamente desde luego él era más fuerte que esa basura rubia, sin embargo le sabía varias cosas no buenas y ridículamente lo peor que podría hacer con esa información era pasarla a sus padres, esa basura sabía usar el cerebro y esa era una de las razones principales para tenerle un poco casi mínimo, respeto.

 

-¿Para qué me llamaste maldito rastas? ¿No podías dormir y quieres una canción de cuna?... — Preguntó el rubio reventando una bomba de su goma de mascar sin azúcar sabor menta.

-… —Eso fue suficiente para hacerlo gruñir, realmente no soportaría a ese rubio por tres días enteros —… Ya has de saber para que te llame, no me engañas.

-¿Tan jodido de dinero andas que tienes que trabajar con políticos?

-Cállate basura, ¿Nos vamos? o ¿Quieres hacerlo por las malas?

-… — Hiruma sonrió ampliamente y aquella actitud solo hizo que Agon se preparara para un comentario demasiado molesto con el que quizá dejaría su poco raciocinio de lado y le daría al rubio lo que sin saber se estaba buscando y como todo lo que decía ese rubio adicionando una insinuación poco sana con sus cejas subiendo y bajando juguetonamente, mirándolo desde abajo y acercándosele sugerentemente pregunto con un tono de voz por demás meloso —… ¿Me darás algo ¨bueno¨ si me porto bien?

-Ghr~… — Y ahí estaba, lo que más le molestaba del rubio. Las palabras del rubio no podían estar más lejanas a lo que él con su pervertido cerebro interpretaba.

 

Desde hacía algunos meses luego de iniciar nuevamente a jugar y convivir juntos como en los días de secundaria, ese rubio le hablaba de una manera demasiado seductora, al menos para él así lo parecía sobre todo por la repentina sensualidad que desprendía su voz con cada palabra que decía y la manera en que se acercaba a él con movimientos pausados.

A él le gustaban las chicas de eso estaba muy seguro y más ahora que podía salir con las chicas de la universidad y no solo en Saikyodai también en las chicas de otras universidades contra las que jugaban, ya se había tirado al menos a cinco porristas de los otros equipos.

Pero ese rubio, solo con ese rubio sentía la inminente necedad de darle por el culo y con las indirectas insinuaciones (que ÉL interpretaba así) que Youichi le hacía solo para molestarlo, cada vez le era más difícil ignorarlo, incluso ahora mismo le parecía que aquellos arbustos no estaban tan mal para un buen polvo con el rubio.

Y ahí estaba el segundo problema… NO sería un simple polvo, de eso estaba seguro de sobra.

Aquel chico no era para un simple polvo.

Su cuerpo delgado, la piel tan clara que aun estando siempre en pleno rayo de sol se negaba a tomar un color más oscuro y sobre todo extremadamente suave; Lo sabía por los entrenamientos y las repetidas tacleadas que le había hecho tanto en prácticas como en los anteriores partidos SOLO por eso tenía conocimiento de ese hecho, No había otra razón, al menos eso se repetía cada vez que se descubría a sí mismo dando rienda suelta a la descripción del rubio y ahora mismo quería golpearse por caer nuevamente en un tema nada relevante perdiendo de paso el hilo de la conversación, se daba cuenta por que para ese momento el rubio le picaba con un dedo la mejilla para ver si ¨seguía vivo.¨

Sin responder nada a la probablemente olvidada conversación, tomó el brazo del rubio jalándolo y comenzando a caminar en dirección a su apartamento sin darse cuenta que Hiruma apenas había alcanzado tomar su arma favorita de la banca donde estaba sentado desde hacía un rato.

Caminó llevando al rubio sin soltarlo, debía asegurarse de que no se le escapara y sobre todo que no llevase su laptop para entretenerse como: ¨hacker invadiendo las oficinas del gobierno¨ al menos debía completar ese trabajo para no tener que pedir dinero a sus padres o dar cuentas del porque no había ido a casa si no estaba trabajando.

Llegaron al complejo de apartamentos sin ningún comentario de por medio, él no iba a decir nada y Hiruma estaba al tanto de las razones del de rastas para ocultarlo por tres días, era bueno tener con que chantajearlo (a él y a ese montón de políticos molestos)

Entraron al apartamento, el rubio observó atentamente el lugar, estaba ordenado (al menos más que el suyo) un recibidor con sala y cocina detrás, algo que reconoció como el baño y probablemente al lado la habitación principal que se mantenía con la puerta cerrada.

Había algunas fotografías sobre un buró de la sala, se podía ver al de rastas con menos años, acompañado de su hermano y en otra con sus padres como una ¨familia feliz¨ pasó de largo buscando con que entretenerse y curioseando, no siempre estaba en la ¨guarida del enemigo¨ con el tiempo suficiente para estudiarlo mejor, aunque no había mucho que no supiese de Agon, después de todo fue uno de los primeros que conoció cuando entro en el mundo del futbol americano y ahora jugaban juntos además de que el de rastas era realmente predecible.

Abrió la nevera revisando si había algo que le gustase y tomo el envase de leche para servirse en un vaso y beberla.

 

-No estás de vacaciones basura.

-¿Piensas matarme de hambre? Quiero cenar.

-Prepara algo.

-No soy tu criada.

-Yo tampoco, así que si quieres comer prepara la cena.

-No quiero, prefiero pedir algo, tú pagas.

-¿Qué te hace pensar que acepte este ¨trabajo¨ por gusto? No tengo nada más de lo que hay en la nevera, fue lo último de mi sueldo y no puedes causar ningún problema por tres días o no me pagaran, ni loco llamaré a mis padres por dinero.

-Umh~ Entonces cocina… — Exigió arrojando el celular al sillón sentándose y tomando el control del televisor para encenderlo y comenzar a pasar canales sin ver realmente lo que televisaban, sin su laptop sería realmente aburrido estar ahí —… ¡Hey!... — Se quejó cuando el de rastas apagó el televisor desconectando el cable de corriente dejando en claro que no vería nada, se acercó al rubio para tomarlo de la cintura y levantarlo.

-Entonces cocinaras conmigo, no pienso ser tu sirviente durante tus ¨vacaciones¨… — Resolvió.

 

El de rastas estaba seguro que ese era el único motivo que había llevado al rubio a quedarse con él, desaparecer por tres días que bien le hacía falta, nadie pensaría que estaba con él y por lo mismo no le llamarían a Agon buscando al rubio, había puesto demasiado esfuerzo en ser titular del equipo, los chantajes y nuevos esclavos también habían sido obtenidos del mismo modo que se había hecho el primera cuaderno de amenazas y las clases aunque fáciles para ambos los deberes y trabajos pendientes tomaban su tiempo de elaboración, sumando las salidas y practicas dobles fuera de horario que siempre hacia el rubio, por desesperante que fuera, sabía que estaba cerca de su límite, por eso no le molesto ser ¨secuestrado¨ por un fin de semana.

Sin darse cuenta ambos podían convivir realmente bien, la cena no tomo demasiado tiempo solo un poco de sopa de miso, arroz y tortilla de huevo dulce a petición del de rastas.

Hiruma enrollaba tan delicadamente la tortilla con el par de palillos que le fue imposible a Agon ignorarlo, a él nunca le había salido aquel platillo sin que tuviese que usar un tenedor o cuchara y aquel rubio lo humillaba sin saberlo, utilizando ¨profesionalmente¨ el par de palillos.

Suspiró molesto sirviendo el arroz en el par de platos llevándolos a la mesa junto a la sopa de miso y un par de vasos con agua, la mesa estaba casi lista, solo faltaba el platillo que el rubio acomodaba en una platón ancho para dejarlo en medio de la mesa y ambos pudiesen tomar tanto como gustasen comer.

 

La cena pasó sin ningún comentario, a pesar del silencio no había alguna incomodidad en el ambiente, mentirían si dijeran que les era molesta la presencia del otro, después de todo ya hacia más de medio año que habían vuelto a convivir en el equipo y aunque al principio fue difícil también era obvio que se entendían perfectamente, tal vez por eso podían compartir el espacio mejor de lo que todos consideraban.

Sin decir nada el de rastas levantó la mesa y lavo los trastos que usaron mientras el rubio preparaba café y lo servía en dos tazas sin siquiera preguntar al moreno si quería beber algo, llevó las tazas hasta la sala dejándolas sobre la mesilla sentándose en el sofá volviendo a conectar y encender el televisor esta vez buscando algo que le gustase, tal vez una película de terror o algo así.

Luego de terminar de fregar los trastos Agon entró a su habitación buscando la que había sido su mejor amiga en momentos de tranquilidad, una manta que le había pertenecido desde que había dejado de compartir cuarto con su hermano, su madre les había dado una a cada uno, la de su hermano tenía un color naranja oscuro y la suya era de color purpura, ambas con el dibujo de un dragón, era un recuerdo de que siempre serian hermanos y ni porque tomasen caminos separados sería suficiente para distanciarse, siempre se tendrían uno al otro y por esa misma razón la aceptó sin chistar, por supuesto él comprendía los motivos de su madre y no la cuestionaba pues aunque no lo decía, siempre apoyaría a su hermano mayor y sabía que Unsui también lo haría.

Llegó hasta la sala apagando las luces, si el rubio quería ver una película de terror no había motivo para negarle la ambientación. Se sentó al lado de Youichi cubriéndose con la manta y abrigando de paso al rubio que subió los pies al sillón acercándose al de rastas para seguido recargarse en su pecho, pues Agon también se había recostado en el sillón pasando una pierna detrás del rubio y la otra colgando fuera del sillón, así habían quedado abrazados viendo una película a oscuras en la sala.

Ya había pasado la introducción de la película, solo un asesino en medio del bosque que descuartizaba a los adolescentes (demasiado viejos para pasar por estudiantes en realidad) que acampaban en medio de las montañas y mientras follaba la chica de tetas falsamente enormes y el tipo con el pene pixeleado, aparecía el caníbal para matar al ¨chico¨ y follarse duro a la chica ya muerta, solo una película sobrevalorada en las carteleras de los cines. No era nada bueno, ni siquiera la posición del sexo le entretuvo un poco.

Luego de quince minutos el rubio se había dormido apenas bebiendo la mitad de su taza de café.

El cansancio acumulado y las inconscientes caricias que el de rastas daba sobre su espalda y cabello le habían hecho dormir sin darse cuenta. Un bostezo por parte de Agon se escuchó en toda la sala sin embargo el no escuchar algún comentario por parte del rubio le hizo darse cuenta de que este se había quedado dormido sobre él aun cubierto por la manta con los brazos del moreno rodeando su cuerpo.

Sin soltar al rubio, Agon se las arregló para levantarse tomando a Youichi en brazos y poder llevarlo a la habitación que compartirían por un par de noches. Abrió la puerta con un poco de dificultad pero logró entrar para dejar el cuerpo del rubio sobre la cama.

Youichi se removió al sentir el frio de las sabanas debajo de él; Agon pudo descubrir como el rubio se acomodaba para dormir bocabajo volviendo a conciliar el sueño plácidamente, al parecer solo podía dormir en esa posición, un suspiro y la acompasada respiración del rubio le indicaron que había caído en el mundo de los sueños, al menos ahora solo faltaban un par de días, solo cuarenta y ocho horas más con ese rubio en su apartamento.

Salió para apagar el televisor y dejar las tazas en el lavabo, ya mañana las lavaría o quizá obligaría al rubio a que lo hiciera.

Aseguró la puerta y ventanas por seguridad, aunque no es como si alguien se atreviese a entrar sabiendo quien era él; Solo un ¨genio psicópata bendecido por los dioses que nace cada cien años.¨

Volvió a entrar a su habitación ahora con la misma manta de antes en las manos, si iba a compartir la cama no sería una noche tan fría y podrían dormir sobre las mantas que debían usar para cubrirse, esa manta les sería más que suficiente para dormir sin pasar frio.

Se sacó la ropa cambiándola por el pijama que siempre usaba, se ajustó el pantalón y estaba por ponerse la camisa del mismo atuendo cuando se dio cuenta de que el rubio seguía vestido con la ropa de calle, los vaqueros negros y la chaqueta le lucían bien pero con lo rígido de las telas no descansaría, un suspiro nuevamente se escuchó en la habitación cuando se quedó con solo los pantalones del pijama y dejo la camisa sobre la cama acercándose al rubio para sacarle la ropa que seguía usando, al entrar ni siquiera se quitó la chaqueta, solo los zapatos y eso porque era obligatorio dejarlos en la entrada para usar las sandalias que le había indicado el de rastas.

Mientras desnudaba al rubio pudo notar el rastro de algunos de los moretones que aun prevalecían en su cuerpo, la piel clara solo los hacia más notorios aunque la tonalidad seguía siendo oscura ya eran mucho más pequeños y casi no se distinguían, al menos no en la oscuridad del cuarto que solo era iluminado por la luz de la luna que se filtraba por las aberturas de las cortinas a medio cerrar.

 

Fue en ese momento que odio un poco más al rubio.

¿Cómo podía dormir tan tranquilo mientras alguien más lo desnudaba?

¿Realmente era tan descuidado cuándo dormía?

¿Esa espalda nívea podía ser descubierta por cualquiera que entrase a su apartamento y él no se despertaría si quiera?

 

Con coraje le colocó la camisa del pijama antes de quitarle los pantalones y pensar lo mismo del trasero del rubio y sus piernas. Dejó las prendas en el cesto de ropa sucia, ya mañana le prestaría algo o lo dejaría andarse desnudo por el apartamento, después de todo ambos eran chicos, no debería de haber ningún problema…

No…

Ninguno…

Definitivamente.

El que se le pusiese dura la pija y terminase partiéndole el culo a ese rubio NO era nada y No era problema porque: NO pasaría.

Así es, ¨eso¨ no pasaría.

Se acostó repitiendo lo mismo, casi toda la noche.

 

No pudo dormir y menos con el rubio que luego de sentirlo como una fuente de calor, se había acercado a él hasta poder abrazarlo y recibir su calidez; Cuándo rodeo con ambos brazos aquella estilizada cintura casi por instinto y escuchó al rubio suspirar, incluso se podía decir que parecía aliviado de que al fin hubiese correspondido su abrazo.

Simplemente su pulso cardiaco se aceleró sin ¨razón alguna.¨

¿Qué estaba haciendo?

¿No se suponía que solo tenía ahí al rubio por el dinero que ganaría?

¿Por qué le consentía como si fuese algún gatito recién adoptado? Lo cual había que decir que nunca en su vida había hecho, él no era tan amable de alimentar o cuidar de un perro callejero como Youichi había hecho desde la secundaria con aquel perro tan agresivo como el mismo rastas… ¿Coincidencia? Tal vez ese rubio se burlaba de él sin que se diese cuenta y aun así… ¿Por qué no le molestaba su cercanía? ¿Por qué le dejaba abrazarlo y usarlo de almohada?

Nunca se había quedado a dormir con ninguno de sus ligues de una noche o polvo de dos horas como máximo, no porque no pudiese aguantar más, era porque por lo general esos polvos eran en un antro o algún callejón y por esa misma razón no eran tan duraderos para quedarse abrazados, además le era molesto ser abrazado luego del sexo, más que nada porque por muy buena que estuviese la chica, siempre era un cuerpo que olía a sudor dada la acción previa a dormir, le fastidiaba que se le pegasen más de lo necesario, no lo permitía ni a la chica más buena que se había tirado, hasta ahora siempre salía del callejón o ¨love-hotel¨ que alcanzaban conseguir, llegando a su apartamento se duchaba y dormía cuan largo era, sin nada que molestase su descanso, pero ahora… Ahora ni siquiera era una chica quien dormía en su misma cama y abrazándolo.

Entonces…

¿Por qué incluso correspondía el abrazo de ese desequilibrado rubio? Aunque tampoco era como si él pudiese decir mucho del tema de la cordura y buen comportamiento.

 

Se pasó la noche en vela, ni con las horas marcadas en el reloj pasando y él preguntándose lo mismo una y otra vez obtenía una respuesta…

Una respuesta que fuese diferente a lo que él ya sabía…

A lo que él seguía negándose a aceptar buscando…

Cualquier razón…

Por muy ¨mínimamente cuerda y satisfactoria¨ que está fuera.

 

 

+++

 

 

Cuando abrió los ojos se maldijo por no saber ni donde estaba, le molestaba llegar a su límite por esa razón, siempre que caía presa del cansancio dormía como piedra sin sentir nada, en una ocasión cuando todavía estaba en la secundaria Maou, fue el único que no salió del hotel de negocios al sonar la alarma de incendios, supo del incidente por la televisión y las personas que hablaban del susto que se habían llevado, él nunca despertó hasta muy entrada la tarde.

Por eso mismo trataba de dormir un poco en la escuela antes de ir a su apartamento aunque los últimos meses no había descansado mucho y por el agotamiento no sintió ni el momento en que se durmió y ahora que lo pensaba ¿Por qué la cama se movía?

Se incorporó sentándose sobre sus piernas y tallando sus ojos para espabilar un poco, la habitación no era suya y en ese momento recordó que el de rastas lo había ¨secuestrado¨ al menos la cena fue tranquila y hasta ahora no habían discutido, aunque tampoco habían hablado mucho.

Giró la mirada de la ventana al frente de donde estaba tratando de distinguir la hora que sería por medio de la luz del sol, no tuvo idea. Agon seguía durmiendo bocarriba roncando levemente, parecía agotado aunque eso no aplicaba al de rastas por ser un ¨genio inagotable de cada cien años¨ fue en ese momento en que sintió un brazo del moreno alrededor de su cintura, al parecer no solo habían dormido abrazados, también le había quitado sus ropas, obviamente el pecho desnudo de Agon delataba que lo que usaba era el complemento de su pijama, suspirando se levantó y caminó hasta el baño, quería tomar una ducha y refrescarse, espabilar por completo.

No tenía ropa ahí por no prepararse una maleta y al haber ido solo con lo que cargaba en el momento no podía ni quejarse, aun así no le importó, si el moreno ya le había desnudado y puesto uno de sus pijamas no le molestaría que tomase una de sus camisas, los pantalones del de rastas eran demasiado grandes y se le caerían ya de por sí el moreno debía usarlos con cinturón para que no se le cayeran debido a la talla, Youichi cabría al menos un par de veces en cada prenda y por lo mismo una camisa sería suficiente para él.

Tomó una remera con el estampado de un conejo fumando hierba alucinando zanahorias, le pareció divertida la imagen después de todo el de rastas y él, tenían gustos similares con los estampados.

Terminando de desnudarse se paró bajo la caída de agua apenas templada, ya sentía su cuerpo destensarse con el agua y el aroma del jabón que relajaba un poco sus sentidos, usó shampoo para su cabello y una esponja con jabón líquido para su piel, miró los moretones revisándolos como cada mañana, aun dolían pero ya faltaba poco para que desapareciesen por completo, cerró la llave y salió tomando una toalla secando su cuerpo para luego usar la camiseta que había escogido, salió del baño con la toalla en sus hombros para que no se mojase con las gotas que caían de su cabello ahora despeinado con algunos mechones alborotados, pudo ver al de rastas durmiendo ahora abrazando una almohada casi se río por ver al moreno en tan vergonzosa circunstancia, estaba despeinado, babeando y murmurando cosas inentendibles para él.

Decidió que sería buen material de chantaje y usando el celular del moreno que estaba sobre el buró le tomo una fotografía para después mandarla al suyo que seguramente seguía en el sillón de la sala.

Luego de colocar la foto de fondo de pantalla dejo el celular en su lugar y salió para preparar café y algo que desayunar, al menos así podría dejarle el almuerzo al de rastas que se negaba a despertar, se suponía que él era inagotable o al menos de eso presumía, entonces ¿Por qué ahora no despertaba?

 

-Tal vez él si terminó de ver la película… — Sin darle mayor importancia se dispuso a buscar algo que se le antojase para desayunar.

 

Ayer había comprobado que Agon consumía cosas dulces, algo que a él no le iban muy bien pero decidió hacer hot-cakes,  los comería solo con leche o café para no sentir tanto lo dulce, al menos la alacena del de rastas estaba bien surtida, aunque tampoco quería salir solo vistiendo una camisa ajena.

 

 

+++

 

 

Un aroma dulce le hiso despertar provocando un gruñido de su estómago como si fuese un sonido de despertador, abrió los ojos estrechando lo que creía era el rubio, se levantó de golpe al comprobar que lo que estaba entre sus brazos no era el mismo Youichi con el que había caído dormido.

Molesto por el repentino mareo que le provocó levantarse de esa manera, salió solo con la media pijama que vestía aun luego de ver la camisa bien doblada sobre la cama, bostezó abriendo la puerta del dormitorio andando hasta la parte de la cocina, sin duda el delicioso aroma de lo que preparaba Youichi era lo que lo llevaba hasta ahí sobre todo porque seguía medio dormido y al abrir los ojos se detuvo en seco.

Sin duda hoy tomaría una ducha helada.

Delante de él estaba el rubio con la sartén lanzando un panqueque al aire y atrapándolo con un ligero y sensual movimiento con plato donde lo servía y girándose para dejarlo sobre la mesa por fin pudo ver al de rastas delante de él.

 

-Al fin despiertas, creí que habías entrado en coma… — Dijo por primera vez sin ningún tipo de burla u ofensa hacia su persona, el comentario era suficiente —… Come, te toca preparar el almuerzo… — Señaló con la espátula el plato de panques apilados, había leche y café, mermelada y cajeta para acompañar el desayuno.

-Umh… — Sin decir nada Agon se sentó y comenzó a comer.

 

Tampoco era como si pudiese decir algo, aquel rubio demonio había hecho lo mismo que el re-juró no pasaría: ¨Cocinaba provocándolo¨ solo vestido con una camisa y ¨sabía¨ que solo estaba usando esa prenda de algodón blanco porque su trasero desnudo se trasparentaba cada que la tela se pegaba a su piel y aquellas gotas que habían escapado de la toalla en sus hombros, mojaban la tela volviéndola más traslucida y pegajosa a su piel.

Cuando iba por la mitad de plato el rubio se giró luego de apagar el fuego de la estufa para sentarse a desayunar, ya luego con más calma lavaría lo que ocupo.

En  el momento que Youichi se sentó pudo apreciar como su pecho que se mostraba a causa de lo grande de la prenda, incluso podía distinguir los rosados pezones del rubio levantados por el frio aire luego del baño que había tomado.

 

-¿…? — Youichi iba a dar el primer bocado a su desayuno cuando notó la mirada del de rastas sobre él, o mejor dicho, sobre su pecho —… Deja de babear pervertido.

-¿Ah…?

-Es molesto que me mires de esa manera, al menos desayuna primero o no duraras ni la primera ronda… kekekekee.

-¡¡¿AH?!! ¿De qué hablas basura? Tú eres el que no aguantaría mi ritmo.

-¡Kekeke! ¿Es eso una proposición indecorosa Agon-chan?

-¡¡Cállate basura!!... — El de rastas se levantó girándose en seguida, no necesitaba que el rubio viese la evidencia y prueba de sus comentarios.

 

Se metió directo al baño y sin esperar el agua caliente (no la necesitaría) se puso bajo la caída del agua esperando por que bajase su prominente erección, era la primera vez que no se hacía ni una paja para calmar su calentura pero, por ningún motivo le daría la razón a ese demonio.

Por ningún motivo caería en su provocación.

 

 

+++

 

 

Hiruma se quedó en el comedor y aunque Agon había sabido como ocultar la erección, no supo que desde que apareció en la cocina el rubio lo había visto de reojo percatándose de lo que crecía dentro de sus pantalones, aun así había decidido ignorarlo solo por dos razones.

1.- Él NO debía ver JUSTO ¨esa¨ parte de la anatomía de Agon, si decía algo se delataría como un pervertido peor que el de rastas.

2.- Cuándo Agon se había quedado mirando su cuerpo de esa manera tan… morbosa, lujuriosa, urgida… se había esforzado demasiado por no sonrojarse, para que ahora con una frase por muy astuta que fuese, terminase por avergonzarse él mismo.

Por ello decidió ignorar a Agon.

Al menos por ahora, ya luego le haría pagar el bochorno que le hizo sentir.

Se dedicó a terminar su desayuno sin tomar en cuenta que pasaba del medio día.

 

 

+++

 

 

Salió de la ducha casi con hipotermia, nunca volvería a cohibir un deseo carnal, era muy molesto tener que reprimirse sexualmente, sobre todo porque desde que descubrió los polvos de una noche no había vuelto ni a hacerse una paja, solo buscaba ala primer chica para follar y no tener que soportar la falta de sexo, pero ahora, ese rubio le hacía tomar su primer ducha helada.

Salió del baño apretando los dientes… Ya se las paga… rí… a…

Su cerebro dejo de procesar luego de ver al rubio sobre su cama, tendido cual largo era, estaba bocabajo, jugando con su celular, usando audífonos, flexionando las piernas a modo de juego y lo peor, la camisa que usaba ya NO le cubría por completo lo MUY necesario, pues podía ver más de la mitad de su trasero.

Él, saliendo del baño solo con una toalla atada a la cintura, encontrando al rubio en tan sugerente posición y… ¡¡¨Ese¨ mismo rubio ni se daba por enterado!!

Estaba por darse vuelta y volver al baño para OTRA ducha helada cuando Youichi se giró viéndolo de pie sin moverse.

 

-… ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

-…

-Kekeke… ¿Te comió la lengua el ratón? ¿O te has quedado tanto en la ducha que tu cerebro ha vuelto a la fase unicelular?

-… Ah~ — Suspiro el de rastas —… Que conste que yo me esforcé.

-¿Eh? ¿De qué… umhg?… — Sin poder resistirse, Youichi fue girado sobre la cama quedando frente a frente con el moreno que le había invadido la boca con sus labios y lengua obligándole a sentir el sabor de su saliva.

 

Un beso brusco y posesivo en el que Agon le sostenía de las manos para dejarle indefenso ante sus actos, sobre todo cuando comenzó a empujar insistentemente su miembro contra el del rubio, aun con la tela de la toalla húmeda Youichi podía percibir claramente lo duro que estaba el miembro entre las piernas de Agon.

 

-¡¡Umgh!!... — Youichi gimió en medio del beso, él nunca había sentido nada más allá de una paja hecha a sí mismo y eso solo cuando era muy necesario, ya tenía suficiente con el deporte como para agregar alguna relación o sexo a su agenda.

-Pareces un virgen… — Susurró el de rastas bajando desde esos dulces y adictivos labios hasta el blanco cuello que saboreo con cada mordisco que le dio mientras continuaba con las envestidas que hacían sonrojar al rubio, de los labios del rubio pudo escuchar los gemidos que se escapaban de su boca e inexpertamente trataban de abastecer de aire sus pulmones, siempre con aquella voz tan suave, gemía con mayor agitación cada que volvía a morder la piel de su cuello y le provocaba repetidamente con aquel movimiento.

Parecía sufrir con cada manoseo que recibía por parte del moreno ahora recostado sobre él.

 

Ya no tenía la menor duda, ese rubio era virgen y él sería el primero en enseñarle lo que era un buen polvo… no, no un polvo… el placer… sí, eso… el placer de ser follado por su amante.

Porque ya lo había decidido… En el mismo instante… Desde aquel día… Desde que lo reconoció como ¨el chico con mayor poder en toda la secundaria Maou¨*… Desde aquel día, a partir de hoy y ante todos:

Serian amantes.

Sin importar que ese rubio demonio se negase…

Sin que ese joven de piel suave y nívea le diese una negativa…

Sin que Youichi…

SU Youichi, dijese no…

Eso no lo permitiría.

 

Se quitó la toalla que era lo único que lo cubría y se acomodó entre las piernas del rubio sin dejar de morder su piel y lamer el par de rosados botoncitos que resaltaban en su pecho y para ese momento ya se levantaban pidiendo más atención de los labios y dedos de Agon que estrujaban y mordían la resaltada y sensitiva piel.

El de rastas observó al rubio por un momento mientras pasaba su lengua lamiendo el pecho del rubio hasta la clavícula donde dejo la marca de un mordisco que hizo que el rubio arqueara la espalda preso de la excitación que cada vez inundaba más su cuerpo hasta hacerle perder la razón.

 

-“Que visión…” — Pensó sin perder de vista ningún detalle del rubio; Sin duda Youichi era mucho más hermoso que todos sus anteriores polvos juntos.

 

Tal vez era su inexperiencia lo que lo excitaba pero, lo descarto de inmediato, ya antes había sido primera vez de muchas chicas y ninguna había sido diferente a la anterior.

Pensó que quizá su voz lo descontrolaba, no, muchas otras habían hasta gritado su nombre y para nada se comparaban con él rubio.

Inhaló el aroma de su cuello tal vez eso era, pero tampoco, el perfume que se desprendía de él era de su propio shampoo.

Entonces…

¿Qué era?

¿Qué lo encendía de ese rubio?

¿Qué le hacía perder la razón?

¿Qué lo volvía loco?

Sin haberlo averiguado, olvidó toda cuestión y se dedicó a sentir el cuerpo debajo de él, a marcarlo, a disfrutarlo, a hacerlo suyo.

 

Volvió a dominar los torpes labios de Youichi, con desesperación infiltró su lengua en la boca del rubio buscando e incitando al rubio a jugar con él, sin embargo el rubio se mantenía quieto sin saber que hacer o como responder a las insistentes provocaciones de Agon que mordió sus labios al mismo tiempo que le dejo respirar separándose de él mientras se sentaba en la cama y lo tomaba con ambas manos de la cintura para poder sentarlo sobre su mimbro ya más que dispuesto a entrar en el rubio y llenarlo por completo.

Y así lo hizo.

Con un ágil movimiento dejo que Youichi bajase penetrándose él mismo con el rígido miembro del de rastas que lo sostuvo de la cintura para que no se moviese.

Hiruma se negó a gritar o expresar el dolor que había experimentado, sin duda ese maldito rastas le había desgarrado algo por dentro, el ardor juntó al líquido que sentía deslizarse desde sus entrañas se lo comprobaban y aun así apretó cuanto pudo sus labios y arqueo la espalda como acto reflejo retorciéndose de dolor, dejando expuesto su cuello a la ambición que tenía Agon por marcarlo indefinidamente, su respiración se había entrecortado aún más, su pecho subía y bajaba acelerado, el sudor comenzaba a hacer brillar su piel pero, sobre todo, sus mejillas habían enrojecido tanto que parecía tener fiebre y el par de lágrimas que habían brotado de sus ojos verdes completaban perfectamente el excitante cuadro que Agon guardaría celosamente en su memoria.

Nadie, nadie más que él podría ver a Hiruma Youichi en esa forma tan sicalíptica.*

 

Agon sentía como era estrechado por el rubio cada que sus paredes se contraían en torno a su miembro, sin duda con lo apretado que estaba Youichi esta era su primera vez, ya ni hablar del poco ritmo que le podía seguir con cada beso y ese repentino escalofrío que sentía cada que pasaba sus manos por alguna parte de aquel delirante y sensual cuerpo.

Sin duda, un demonio virgen… hasta ahora.

 

-¡¡AAAHHG!!... — Negó el rubio solo con movimientos de su cabeza mientras se abrazaba al moreno y ocultaba su rostro en aquel fuerte cuello.

 

 Agon inició con las repetidas envestidas golpeando desde el primer momento, aquel punto dentro de su cuerpo hasta ahora desconocido para el rubio. Cada vez que Agon ahondaba su cuerpo, le hacía sentir un incontrolable placer que viajaba por todo su interior.

Era como un escalofrío que nacía con las brutales envestidas, recorriendo internamente su cuerpo pasando por sus piernas hasta los dedos de sus pies que apretaba tratando de buscar donde apoyarse y solo teniendo a Agon delante de él instintivamente estrechó la cintura del hombre que le poseía con ambas piernas, negándose a alejarse de aquel bronceado cuerpo que contrastaba tan exquisitamente con el suyo propio de piel casi pálida; Y ese mismo escalofrío también recorría al mismo tiempo su espalda que el moreno no permitía se arqueara presa de la excitación, no sabiendo que para eso se alejaría de él, por esa razón lo estrujaba contra su pecho sintiendo la piel del rubio erizarse con cada espasmo que le provocaba, sobre todo con los besos, lamidas y mordiscos a su cuello y hombro izquierdo que era el que se mantenía expuesto en todo momento. La desesperación y lascivia del acto sexual aumentaba a cada instante, para la poca lucidez del rubio era más que evidente como cada espasmo que experimentaba, le hacía comprimir su abdomen y entrada provocando los gruñidos de placer que escuchaba de la voz de Agon, esa voz gruesa y que siempre le hacía temblar, más nunca de miedo.

Podía sentir el continuo roce de su miembro con los abdominales bien trabajados del moreno, cada fricción le provocaba una descarga de incalculable placer que dolía al no poder brotar a borbones desde su interior hasta terminar brotando a chorros desde la punta de su miembro, manchando el pecho de aquel que no dejaba de enloquecerle con incontables sensaciones únicas e increíbles para su cuerpo.

Él no tenía experiencia, no podía presumir de siquiera ser conocedor del tema pero, su propio orgullo le decía que aguantase un poco más, que no se permitiese ser el primero en llegar al orgasmo, que aunque derramaba gotas del pre-seminal que lo delataba como un total ignorante en la práctica del sexo, podía controlar todo ese placer otorgado de manera tan eficiente, que el apretar su entrada cada que Agon golpeaba lo que ahora reconocía como su próstata, causante de su poco razonar y delirios que ya casi le hacían desfallecer, que incluso dejar escapar su voz en lastimeros sollozos hacían encender al de rastas para exasperar al moreno como siempre le gustaba hacerlo, se había dado cuenta que se preocuparía luego del dolor, ahora lo importante era mostrarle a ese ¨maldito rastas¨ que aunque lo violase, ese sería su mejor polvo y no se olvidaría de él, eso nunca.

Lo que él no sabía, era que Agon nunca le había considerado un ¨polvo.¨

Sin dar tregua a su cuerpo las arremetidas de Agon continuaron, el tiempo parecía detenerse, su lucidez desapareció por completo, de un instante a otro pudo ver las estrellas y se sintió estúpido por dejarse invadir por las estúpidas fantasías de la pérdida de su castidad.

El sube y baja de su pecho no disminuía ni un poco, los espasmos que ahora se derramaban de su interior con repetidos orgasmos que manchaban su cuerpo y el del moreno que no dejaba de estrujarlo en ningún momento pero, sobre todo el ardiente líquido que inundaba su entrada le hacían girar en aquel imaginario cielo estrellado.

 

Agon había reconocido las intenciones del rubio de llevarlo al orgasmo, de que fuera él quien terminase primero, había sentido aquel estrecho culito volverse aún más angosto provocándole más de un placentero escalofrío, eso sin duda le había fascinado, aun siendo virgen su rubio le hacía experimentar el más delicioso múltiple orgasmo, se corrió dentro de Youichi, estrujando su cuerpo y mordiendo el blanco hombro hasta hacerlo sangrar, saboreando el vital líquido que sentía escurrir por su boca y que termino lamiendo con gula.

Sin duda todo lo que viniese de SU rubio era adictivo para él.

Se recostó de la cabecera de la cama tratando de recuperar el aliento, sin soltar un solo instante al rubio, le recostó sobre su pecho aun sin sacar su miembro de su entrada, sentía su propio semen mojando su miembro mientras se escurrí fuera del rubio, manchando las sabanas ahora deshechas.

Se dedicó a pasar sus manos por la espalda del rubio, suaves caricias que delataban lo despierto que se encontraba aunque su mente parecía vagar por algún lugar desconocido, no podía sentir nada mejor que aquel esbelto cuerpo sobre el suyo, sentía la piel ardiente del rubio y podía ver el color de sus mejillas volverse cada vez más suave pero sin desaparecer del todo aquel rubor y sin ser consciente se inclinó hasta poder dar un inocente beso en la frente del rubio, con ese acto sintió como se tensaba el cuerpo sobre él.

Su rubio no dormía, estaba más que despierto pero, lo que le inquieto fue la reacción de Youichi, aunque no se alejaba de él tampoco era como si le correspondiese el abrazo del que antes parecía no querer liberarle, ahora solamente dejaba caer sus brazos a los costados del de rastas.

Parpadeo un poco confundido y buscó la mirada esmeralda de su amante, queriendo saber la razón del porque no lo abrazaba o porque parecía reacio a devolver sus caricias.

Por su parte Hiruma se decía que las caricias que le daba solo eran porque decía: ¨has sido un buen polvo¨ por eso se negaba a tratar de devolver algún mimo para ser alejado de un momento a otro con un empujón y que se burlase de él por ser ¨una perra caliente¨ no le daría ningún motivo, no daría su brazo a torcer, no cavaria su propia tumba para luego morir en vida con el desdén que le daría Agon y sin embargo ahora sentía sus mejillas arder nuevamente.

Un beso.

Un simple beso en la frente y se estaba derritiendo por volver a sentir el cuerpo de Agon poseyéndolo, sus manos estrujando su piel, aquellos labios haciendo brotar su sangre, aquel calor quemándolo y sobre todo, sentir nuevamente aquel orgasmo que estúpidamente le hacía ver luceros y estrellas fugaces.

Quiso reírse de sí mismo.

Quiso reír como siempre lo hacía, mordaz e insolente.

Quiso gritar que ahora sí iría al infierno.

Pero no lo hizo.

Sabía perfectamente que si abría la boca lo único que saldría de sus labios serian alaridos de dolor y un inminente llanto por no poder poseer lo que más había anhelado desde secundaria.

Desde que lo había visto.

Desde que supo quién era.

Desde que fue consciente de la existencia de Kongo Agon.

El moreno se giró dejando al rubio bajo su cuerpo, aprisionándolo y previniendo un intento de huida que nunca se dio.

Se inclinó hasta llegar a los rojizos labios del rubio que lo recibieron sin ninguna resistencia, dejó que lo besara como le placiera, no puso ni la más mínima resistencia a lo que le hacía, abrió la boca dejando que el moreno introdujese su lengua tan profundo y tanto como quisiese.

Podía sentir como el miembro que se mantenía en su interior volvía a ponerse rígido y se reanudaban las envestidas con un ritmo más lento,

Las continuas caricias en su piel le volvieron a provocar escalofríos y el ardor que le sofocaba volvía a nacer en su pecho y sin embargo no respondió a ninguna provocación, se mantuvo inerte.

Era como si fuese un cadáver sin alma y así se sentía.

Como un demonio que disfrutaba del infierno que había sido llevado al paraíso como castigo por alguno de sus tantos pecados cometidos sin remordimiento.

Quería ser un demonio o al menos tan cobarde como para terminar él mismo con su vida pero, no lo era, tenía ambiciones que cumplir y sobre todo, morir sería dejar de ver a aquel que causaba su dolor.

 

Cuando el moreno sintió la falta de participación por parte del rubio, entreabrió los ojos observando la mirada esmeralda tan perdida como el mismo aire invisible y aquel par de cristales salados le hicieron darse cuenta de lo que pasaba por la mente de su rubio.

Sonrío con tristeza, lo había herido.

Él mismo lo sabía, dormir con cuarta chica se le parase enfrente no le haría olvidar a aquel rubio que le robo lo que los ridículos poetas llamaban corazón.

Lo supo cuando el rubio prefirió quedarse con sus ¨amigos¨ en Deimon y no ir con él a Shiryuuji, ese día los celos de verlo con ese par de basuras y sobre todo sonreír con Takegura Gen de una forma tan ¨afectiva¨ simplemente no había podido soportar el ardor de los celos y la furia creciendo dentro de su cuerpo.

Simplemente había actuado siguiendo lo que decía su orgullo, ese rubio lo seguiría a él y dejaría tirados a sus ¨amigos¨ como hacían todas las chicas, como había hecho incluso su hermano pero, no fue así.

El rubio fue fiel a la amistad que tenía con ese par de basuras e incluso llego a decir que le odiaba.

Ahí había sido cuando decidió que lo olvidaría, que esa basura astuta no sería nada para él, que al día siguiente ni siquiera lo recordaría.

Eso tampoco se le concedió, lo recordó cada día, lo escuchó cada día preguntándole el porqué de su proceder y lo vio cada mañana al despertar solo descubriéndose anhelando la presencia de Hiruma Youichi.

Por eso mismo comprendía lo que pasaba por la mente del rubio.

Porque él también lo había sentido.

Porque incluso él dudaba de si en verdad le había buscado solo para crear un cuaderno de amenazas.

Porque le dijese si nunca significo nada más para el que un par de puños con que moler a golpes a sus enemigos.

Porque incluso él dudaba de ser correspondido por un demonio rubio desequilibrado mentalmente.

Y porque él mismo necesitaba la respuesta del rubio, abandonó los labios que tanto anhelaba le correspondiesen, detuvo sus lentas y casi delicadas envestidas, abrió los ojos observando el rostro del chico debajo de él que seguía con la mirada perdida en algún lugar del infinito.

No supo si fue un reflejo pero se inclinó lentamente hasta posar sus labios sobre la mejilla sonrojada de Youichi, entrecerró los ojos y casi quiso saltar de dicha cuando sintió como el rubio se estremecía con aquel indefenso roce de sus labios.

Continuo dando suaves besos por aquella mejilla que ardía más a cada momento, llegó hasta los ojos esmeraldas y nuevamente le beso, esta vez limpiando la pequeña lágrima que había brotado por el dolor que sentía el rubio.

Por un dolor que desde hacía mucho tiempo atosigaba su corazón y que solo había aumentado con el pasar de los días.

Pero ahora se desvanecía como aquella lágrima en los labios del moreno al igual que el dolor se difuminaba hasta desaparecer por completo de su pecho.

No se sentía dichoso de estar con Agon como muchas veces llegó a considerar que lo haría al instante de ser suyo pero, ahora podía realmente decir y gritar con toda la voz que aquel genio nacido solo cada cien años, era solamente suyo.

Lentamente cerró los ojos y dejó que su pecho se inundará nuevamente de un calor desconocido que hacía mucho se había negado a sentir.

Por instinto, Youichi se abrazó del cuello de Agon, ocultando su rostro en el espacio de su cuello y sin dejar de soltar aquellos sensuales gemidos hasta ahora contenidos y que hacían al de rastas ponerse más excitado hasta casi volverse un salvaje que solo quería poseerlo durante toda la noche; Se dejó hacer cuanto quisiese el moreno y correspondió toda caricia torpemente.

Si sentía como le mordía la piel solo gemía expresando cuanto le gustaba.

Si apretaba sus caderas con ambas manos para abrirlas y llegar más dentro de su cuerpo él apretaba el agarre de sus piernas a la cintura de Agon ayudándole a llegar más profundo en su cuerpo.

Si sentía como su miembro se frotaba contra el marcado abdomen de aquel que lo poseía, él arañaba la amplia espalda del moreno que lo cubría con su cuerpo, siempre tratando de encontrar de donde sostenerse para no caer en un abismo inexistente.

Si sentía aquellos labios sobre los suyos, entreabría los ojos para asegurarse de que era Agon con quien estaba follando por primera vez y en la cama del moreno donde sabía ninguna chica había logrado llegar.

 

Y eso fue suficiente… no pudo más… desde sus ojos verdes comenzaron a brotar continuas y gruesas gotas saladas.

¿Cuánto tiempo había esperado?

¿Cuánto tiempo había pasado desde que lo vio en aquella pelea quedando fascinado con él y justo donde llegaron a un acuerdo de alianza?

¿Cuánto había dolido la primera vez que lo vio en aquel callejón con aquella ¨señorita¨ en pleno polvo y supo que no era ni la primera ni la última vez?

¿Cuánto apretó los dientes aparentando ¨proteger¨ a Takegura Gen, el mismo día en que aunque lo negara era más que obvio que lo defendió frente a Musashi y Kurita luego de la traición con el asunto de Shiryuuji Naga?

¿Cuánta felicidad se había tenido que tragar cuando por fin jugó junto a él en un mismo equipo contra América?

Ahora podía volver a experimentar esa misma dicha de aquel día en que leyó su nombre en el mismo tablero en que se anunciaba el suyo mismo como recién ingresado a la universidad de Saikyodai.

Ahora podía abrazarlo y besarlo, decir que era suyo…

No por un momento…

No por un polvo…

No solo por sexo…

Y como si Agon hubiese leído su mente… le respondió mientras besaba sus mejillas borrando todo rastro de llanto.

 

-Tú eres mi amante, nunca podrías ser ni serás un simple polvo.

-¡¡…!!  — Tan sorprendido como estaba, apoyó ambas manos en el pecho de Agon y lentamente se acercó cerrando completamente aquel par de esmeraldas para dejar sobre los labios de su amante un casto beso.

 

Dolía…

Dolía peor que el infierno…

Esa felicidad que sentía le hacía querer morir para dejar de sentir esa opresión en su pecho que el orgullo le obligaba a expulsarla con interminables gritos y alaridos de felicidad.

 

Sintiéndose consumido por aquel tierno roce, Agon se inclinó recostando nuevamente sobre la cama al rubio, acomodándose a su gusto entre sus piernas, acariciándolas en toda su extensión con tal delicadeza que el rubio abrió los ojos asegurándose de que seguía con el mismo Kongo Agon que conocía de siempre.

Sin embargo el de rastas parecía haberse transformado, las envestidas que daba a su cuerpo se volvieron lentas y profundas, tanto que podía sentir toda la extensión con que su pareja le invadí dulcemente a pesar del deseo que sentía creciendo convirtiéndose en la más pura lujuria que jamás había experimentado.

 

Parpadeo un par de beses cuando Agon le susurró aquel par de palabras que tanto había esperado.

No era posible…

Seguramente estaba drogado o alucinando…

Tal vez se estaba ahogando en la ducha o se intoxico con los panqueques, no volvería a cocinar en su vida…

Pero la continua letanía en que se convirtió esa simple frase le hizo saber que no se había alejado de la realidad en ningún sentido.

 

-Te quiero… te quiero… Youichi te amo…

-… Agon.

 

El de rastas no paraba de repetir aquel susurro sin dejar de mirarlo a los ojos.

Sonrió… por primera vez sonrió dulcemente… mostrando cuan feliz estaba por poder escuchar al moreno decir ese par de frases y no solo una vez, durante todo momento se las repitió para que no tuviese la menor duda de que eran ciertas y lo que en verdad sentía por él, por su rubio demonio.

Volvió a abrazar a Agon del cuello, sin soltarlo, sin dejar de sonreír y derramar un par de lágrimas más.

Ahora mismo se podía autonombrar:

 

¨El demonio más dichoso de todo el infierno.¨

 

 

+++

 

 

No tenía ni la más mínima idea de que hora era.

Ni siquiera le importaba saberlo.

Solo quería seguir sintiendo a su amante, por eso él mismo se dio la vuelta quedando bocabajo sobre la cama y levantando sus caderas se dejó penetrar por el moreno que aún no estaba satisfecho y seguía penetrándolo en cada posición nueva que le llegase a la mente; Ya se sentía sobre-lubricado considerando la cantidad de veces que el de rastas se había corrido dentro de él y sin embargo quería complacer a su amante, además de que creía que él mismo se había vuelto adicto al sexo… a ser penetrado duramente solo por Agon… a ser mordido hasta que su piel ardiera… a ser abierto de piernas en posiciones por demás incomodas y aun así él mismo rendirse para que su amante llegase mucho más profundo en su cuerpo tocando incontables ocasiones su ya más que sensible cuerpo… y ahora mismo eso hacía, se ofrecía de la forma más denigrante que se le había ocurrido, tragando su orgullo solo para hacerle saber al de rastas que él significaba mucho más.

Bocabajo, con el rostro rojo de todas las sensaciones que le hacía padecer Agon, las caderas elevadas y usando sus manos para abrir más su entrada y que el moreno solo le ultrajase más duro, más profundo, más rápido.

 

-¡¡Ah… aaahg… A-Agooonhg… más… ahí justo… ah…ah… ahí… dame más… más duro…!!

-¡Maldito calenturiento!… agh…ah… ¿Qué crees que hago idiota?... ah…ahg…

-¡¡¡AAAHG!!! — Youichi arqueo la espalda derramando su semen sobre las sabanas que ya se sentían más que húmedas de todas las veces que ambos las habían manchado con el líquido blanquecino.

-¡¡UUMG!! — Agon apretó al rubio entre sus brazos cuando sintió como la entrada del rubio se contraía apretando su miembro con las continuas contracciones que el orgasmo le hacía experimentar.

 

Se dejó caer sobre su amante con la delicadeza suficiente para no lastimarlo a pesar de que estaba exhausto y lo único que quería hacer era dormir un buen rato, sin duda Youichi le había seguido el ritmo mucho mejor de lo que creyó.

 

Beso repetidamente el cuello del rubio que ya mostraba los inminentes moretones que aparecerían luego de haberle mordido mucho más de lo que recordaba, se frotó contra el cabello rubio e inhalo el aroma que se desprendía luego de tanta faena sexual, ya no tenía el aroma de aquel shampoo, ahora desprendía el aroma natural y propio de su cuerpo mezclado con el olor de la lujuria y el sexo.

 

-… Agh… aaah… ¿Cuándo piensas salir de mí?

-¿Umh~? — Pareció pensar su respuesta por un momento —… Nunca.

-¡Sal de una vez!... — Exigió el rubio tratando de girarse y recostarse de espaldas a la cama.

-No quiero… — Respondió el de rastas abrazando al rubio con ambos brazos y hundiendo su nariz en los rubios cabellos que le hacían suaves cosquillas en el rostro —…  Me gusta cómo me calienta tu culito.

-Idiota… — Susurró ocultando su rostro entre las sabanas —… Yo quiero abrazarte y así no puedo… — Se escuchó apenas audible aquel murmullo.

-¡¡…!! — Agon no podía creer lo que oía, ¿Youichi le pedía dejarle abrazarlo?

-¡Ummhg…!... — Se quejó al sentir como Agon sacaba un poco brusco su miembro del rubio.

 

Sin decir nada, Agon salió de su interior viendo de reojo como corría su semen recién derramado por entre las piernas del rubio perdiéndose en la sabana humedeciéndola.

Se recostó bocarriba extendiendo sus brazos indicando al rubio que lo recibiría pero, cuando Hiruma trató de levantarse para ir con su amante, una mueca de dolor le delato inmediatamente.

Sí, había correspondido en todo momento a Agon, había cabalgado sobre el moreno, se había abierto de piernas para que lo tomase pero, eso no quitaba que también había sido demasiado violento e incansable para ser la primera vez del rubio.

 

-Ven… — no supo en que momento pero, Agon estaba sentado recargado de la cabecera de la cama y ahora mismo le había tomado en brazos y sentado sobre sus piernas evitando que apoyase sus caderas, pues una de las piernas del moreno pasaba por debajo de sus rodillas y su cintura era sostenida por la otra pierna del moreno, además de que le rodeaba con ambos brazos para evitar que se le resbalase.

-… — Youichi se apoyó en el pecho de Agon dejándose invadir por el sueño al poco rato, no quería dormir, sentía que al despertar estaría nuevamente en su apartamento, en su cama y con la ropa interior húmeda por un nuevo sueño erótico como ya tantas veces le había pasado, sin embargo, sentir el roce de aquellas manos en su cuerpo, le hicieron suspirar seguro de que no era, ni había sido un sueño, ni despertaría lamentándose porque lo fuese.

Ahora era su realidad.

 

Agon sintió suspirar al rubio sobre su pecho, era tan delgado, tan liviano que realmente no importaba que se quedase con él el resto de la noche en esa posición, no le molestaría porque simplemente, así podía tenerlo en sus brazos.

Aun no sabía la causa de que ese chico que se hacía llamar demonio le descontrolase tanto, al grado de no reconocerse pero, también supo que ya no importaba.

Ahora lo aceptaba.

Él amaba a ese rubio y no habría nada que los separase.

 

 

+++

 

 

En alguna oficina de Tokio.

 

-¿Y cómo lo controlaste?

-Le dije que el pago se triplicaría y acepto no causar problemas… — Respondió tranquilo el de rastas.

-¿¡¡Triplicado!!?

-Sí, dijo que si no cumplían debelaría todo lo escrito en su agenda.

-¿¿QUÉ?? ¡¡NO, POR FAVOR!! ¡¡PAGAREMOS, PAGAREMOS!!

-Kukukuku… Eso pensé.

 

Ese día Agon fue a recoger su paga, la necesitaría ahora más que nunca.

Desde un día antes, supo que sí no quería que el rubio le cortase algo más importante que su cuello con el cuchillo de la cocina, lo mejor era abastecerse de una buena cantidad de lubricante, lo cual no sería barato, considerando la inexperiencia del rubio, además de que aquellos (nada baratos) frasquillos de lubricantes con sus contenidos saborizados, lucirían mucho más apetecibles sobre la piel de su rubio y que mejor que comprarlos empezando con el ¨donativo especial¨ de sus primeros contratistas.

 

FIN.

Notas finales:

*recordemos que el director dijo: La información es poder y ahora mismo ese chico tiene la mayor información… refiriéndose a Hiruma… -w- o algo así, hace mucho que leí esa parte XP debo darle una re-leída al manga o quizá cuatro ¡¡kekekkee!!

*sicalíptica: (según mi diccionario, de mi lap, no, no consulte el libro ¬o¬) Perteneciente o relativo a la ¨sicalipsis¨: Malicia sexual, picardía erótica…. XDDD ¡¡kekekekee!!

 

 

Es lo el fic más largo que he escrito, espero no se les haga pesado leerlo…  quería dividirlo pero al final decidí que: NO!!...  es todo…  (-3-)7

Ya saben, cuídense mucho!!! Mata-nee!!!

Un beso de Cerberos para todos!! (>3<)/


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