I
La música estrepitosa sonaba a tono volumen, fruncí el ceño y me tapé los oídos. No lograba entender como Kuroo había logrado convencerme de venir aquí.
Oh, claro, ya me acuerdo, me había chantajeo con un pastel de fresas... Maldito sea ese gato astuto, aunque el pastel estaba delicioso.
—¡Kuroo!—lo llamé y me sumergí en el tumulto de gente que saltaba como si tuviera epilepsia. Volví llamar su nombre, codeando adolescentes hormonales.
De repente una mano agarró mi brazo y me arrastró hasta la pared que quedaba cerca del armario de suministros.
—¿¡Qui...!?—unos labios se apoderaron de los míos, besándome apasionadamente.
Le correspondí el beso aun con la música electrónica de fondo, al separamos lo miré con reproche.
—Kuroo—le lancé una mirada asesina, aunque él ni se inmutó—. Te estuve buscando, ¿Nos podemos ir?.
—Cuando admitas que soy el novio mas perfecto de todos—sonrió fanfarrón.
—Bueno, parece que vamos a estar aquí un buen rato—el pelinegro hizo un puchero.
—Que malo, Tsukki.
II
Nuestro aniversario había sido unas semanas atrás, ese día había sido emocionante, intercambiamos regalos, fuimos al museo para ver dinosaurios y comimos en mi pastelería preferida, en resumen un gran día.
A Tetsuro le había regalado un brazalete de plata que tenía grabado un gato, extrañamente le había encantado, bueno tampoco puedo decir que no sea lindo, además me había costado bastante.
Ahora estaba en la cocina preparando la cena, el pelinegro había llegado de trabajar hace unas horas y se había metido en el baño con un manual de vóley, vete tú a saber qué estaría haciendo.
—Eh...¿Kei?—hablando del rey de roma—. ¿Te acuerdas de ese regalo de aniversario que te costó tanto comprar y era un objeto muy costoso?
Asentí sin entender, ¿Acaso había pasado algo?
—¿Sí?...—se calló un momento y miró la alacena que estaba a un costado mío—...bueno, se me fue por el retrete y atasqué el caño.
Un tic en mi ceja apareció instantáneamente y me di un facepalm mental. Me giré hacia el cajón que estaba en la cocina con el ceño fruncido.
—Kuroo—parece que se sobresaltó ya que contestó en un tartamudeo — . ¿Te conté que compré un nuevo cuchillo?
—¿Cómo?
Luego de haberlo asesinado millones de veces en mi mente me volteé hacia él, puse mi expresión mas sombría y incliné la cabeza a un lado.
—¿Quieres verlo de cerca?—pregunté extendiendo mi brazo que sostenía un cuchillo de cocina, y con él en mano apunté a Kuroo.
—N-no...K-Kei, hay que calmarnos...ya sabes que yo...—me adelanté un paso hacia él, haciendo que la expresión en su rostro fuera de temor absoluto—. Yo...yo...¡Lo siento!
Luego de haber gritado eso salió corriendo del departamento. Bajé mi arma y suspiré, en el mundo no debía haber persona tan estúpida como lo era mi pareja.
III
El día que lo conoció no pudo quitar su vista de él, de sus ojos fríos y de color miel, ocultos por los lentes de montura negra, en el primer partido que Nekoma tuvo contra Karasuno, el número 1 siguió con la mirada todos los movimientos del número 11.
Y como si las deidades del cielo adoraran a Kuroo le otorgaron dos semanas con el rubio, bueno, más bien sería el campamento de entrenamiento de verano, pero aun así el pelinegro pensaba que era asombroso poder ver a Tsukki tan de cerca.
Y ahora, el rubio estaba más cerca de Kuroo, ya que gracias a su ingenio (o provocación) el capitán de Nekoma había logrado que Tsukishima entrenara con él y con Bokuto.
Los días habían pasado volando y al día siguiente se irían los de Karasuno, el pelinegro no quería eso, no quería perder toda comunicación con el rubio, así que decidido se convenció de confesarle sus sentimientos a ese numero 11 que le quitaba el sueño.
Y así lo hizo, el atardecer se veía de fondo y las cigarras producían sus típicos ruiditos.
—Te quiero, Tsukishima—pronunció sin más, el susodicho lo miró fijamente y a Kuroo el corazón se le empezó a romper en pequeños pedazos, bajó la mirada.
—Kuroo-san, yo...—"No" se dijo a sí mismo, tenía que mirarlo, así que levantó el rostro, sus ojos se encontraban rojizos y cristalizados, pero no lloraría, no ahora—. Lo siento, no puedo corresponder sus sentimientos.
Ahora Tsukki fue el que no lo pudo mirar, y Tetsuro lo entendió, entendió que seguramente esto era muy incómodo para Kei, se secó las posibles lágrimas y le dirigió una sonrisa pequeña pero sincera.
—Gracias por escucharme, Tsukki—se forzó a parecer alegre y palmeó la espalda del chico—. Nos vemos en las nacionales, espero mejores esos bloqueos tuyos.
Kei lo miró sorprendido por su abrupto cambio de humor, pero aun así lo dejó pasar, eso era lo mejor, hacer como si nada hubiese pasado, como si Tetsuro no se le hubiera confesado a Kei en pleno atardecer.
Aunque Kuroo supiese eso, no pudo evitar llorar cuando se encontró solo y tampoco el que su corazón se marchitara.
"Jamás voy a poder alcanzarte, no voy a poder hacer que me mires con estrellas en los ojos y menos que me digas que me amas, pero aun así, yo te voy a seguir queriendo, Tsukki; soñando por el día que pueda alcanzarte es éste cielo tan injusto."
IV
—Tsukki...
—¿Qué?
—Te amo.
—Yo no.
—Pero aun así eres mi novio—sonrió radiantemente.
—Me secuestras y me apuntas con un arma en la sien, ¿Piensas que hubiese podido negarme?
—¿Qué dices, Tsukki?
—Voy a reportarlo a la policía.
Tomé el celular y marqué el número de los uniformados.
—¿Lo haces en serio? ¡Espera! ¡Tsukki, Tsukki, No! ¿Acaso estás enojado por algo?
Le mandé una mirada furtiva.
—Eso es un sí, pero ¿por qué?
—¿Tú qué crees?
—¿Es por qué rompí esa estatuilla de dinosaurio?
—¿Qué dices?, para nada, ya sabes que esa estatuilla no me costó nada conseguirla y no me gasté mis ahorros en ella—contesté con evidente sarcasmo.
—Tsukki, no eres bueno mintiendo, se te nota a millas.
—Y tú eres patético, se te nota a millas.
Me plantó un beso en los labios.
—Pero aun así me amas.
—Hola, ¿Policía?
—¡Tsukkiiii!