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Los efectos del alcohol por Ichigosan

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Notas del fanfic:

Buenas noches lectorxs. Bueno, esto es un one-shot IwaOi, peeeeero quizás haga una continuación. Todo depende de la respuesta del público(?

Me gustó como quedó así pero también tengo ideas para meterle una o dos partes más, así que veré que hacer, si lo continúo habrá un lemon seguramente porque me quedé con las ganas de eso jajaja. En fin, ojalá les guste!

Notas del capitulo:

Larga vida a los brazos de Iwa-chan.

Los dialogos puestos en cursiva son en tono de susurro romantik style in the world.

Se sentían adultos, se sentían geniales, se sentían lo máximo. El icónico cuarteto de estudiantes de tercero Aoba Seijo, figuras del exitoso equipo de volley, estaba en camino a su primera fiesta universitaria.

Si bien aun eran alumnos de preparatoria, habían logrado una buena relación con uno de los equipos universitarios con los que solían tener partidos de práctica. Más de una vez los más jóvenes expresaron sus ansias de conocer ciertos aspectos de la vida universitaria fuera de lo académico, y entre ellos en primer lugar eran sin dudas las famosas y turbulentas fiestas universitarias.

Por lo tanto en el último partido que habían tenido hacía una semana, los mayores se acercaron a los cuatro próximos graduados para decirles que estaban organizando una fiesta por el cumpleaños de uno de ellos, y como los muchachos les simpatizaban y ya habían mostrado interés, les pareció buena idea invitarlos. Y por supuesto que sin pensarlo dos veces los Seijo aceptaron.

–¡Estoy muy nervioso! ¿Me veo bien? –preguntaba Oikawa en uno de sus encantadores pero insoportables ataques de diva histérica.

–Por milésima vez, sí –suspiró Makki-. Eres peor que una mujer, ¿lo sabes no?

–Claro porque tú sabes tanto de mujeres Makki… –le burló el castaño ganándose una mirada de furia de su amigo.

–¿A todo esto porque te preocupa tanto tu apariencia? No estamos yendo a un desfile de modas –replicó Iwaizumi.

–Esa actitud es exactamente la razón por la cual fui a tu casa una hora antes para elegirte la ropa, Iwa-chan.

–¿De verdad hiciste eso? –rió Mattsun-. No quería decirlo pero me parecía raro que Iwaizumi se haya vestido tan a la moda por su cuenta.

–¡¿Que acaso soy un anticuado o algo así?!

–No, anticuado no es la palabra… Mmh, no sé cómo decirlo…

–No eres anticuado Iwa-chan, pero no sacas provecho de lo que tienes –explicó el experto de la moda Oikawa Tooru.

–¿Qué mierda significa eso?

–Siempre te estás vistiendo con colores aburridos y sudaderas deportivas.

–¿Ibas a venir aquí con ropa deportiva? –preguntó Makki.

–¡Claro que no, ni yo soy tan bruto!

–Pero te ibas a poner un pantalón de un color insulso en lugar de ese pantalón rojo que va tan bien con tu tono de piel –volvió a intervenir el experto-. Y seguro ibas a elegir una camisa que no marcara tus pectorales y tus brazos como lo hace esa playera que yo elegí. Ves lo que digo, debes sacar provecho a lo que tienes.

–Ah, curiosamente lo que dice tiene sentido –dijo Mattsun-. Oikawa ayúdame a vestirme a mí la próxima vez.

–¡Será un placer! –dijo con su típica sonrisa y los demás rieron, excepto Iwaizumi que se había quedado pensativo tras oir a Oikawa de alguna manera elogiar sus músculos y su piel.

Siguieron caminando y charlando animadamente. La noche era cálida y el vecindario estaba muy bien iluminado, solo faltaban unas calles para llegar a la residencia indicada, a un horario que no era demasiado temprano para parecer unos desesperados ni demasiado tarde para hacerse los importantes.

–Con suerte hoy volveremos a casa con unas universitarias –dijo Mattsun frotándose las manos en un gesto maligno.

–Un millón de dólares a que vuelves con las manos vacías –lo provocó Iwaizumi.

–¡Me subestimas eh! Hagamos una competencia si tan seguro estás de que fracasaré.

–Oh vaya esto ya se está poniendo divertido –rió Makki.

–Olvídalo, sabes que no me interesan esas idioteces –dijo Iwaizumi.

–¡Cobarde!

–Llámame así otra vez y la única mujer que verás esta noche será la enfermera de un hospital –dijo seriamente haciendo a Oikawa y Makki estallar de risa ante la cara de susto de Mattsun-. Soy lo suficientemente maduro para no meterme en esas apuestas estúpidas.

–Ay su tú como no. ¿Oikawa tu si te sumas?

–Nah, yo también paso.

–¿Acaso el rompecorazones numero uno de Seijo no entrará en juego esta noche?

Oikawa sonrió algo avergonzado ante el elogio de su amigo que más bien lo estaba poniendo contra las cuerdas. Pero no iba a caer ante la provocación. Miro a Iwaizumi con disimulo mientras caminaba mirando a la nada, y suspiró hondo antes de responder.

–No, no estoy interesado. ¡Pero alégrate Matt-chan, sin mí en juego tendrás más ventaja!

–¡Ya dejen de subestimarme malditos! Makki, ¿tú qué dices?

–Cuenta conmigo, ¡te haré morder el polvo!

–La idea es que te eches un polvo, no que se lo hagas morder –dijo Iwaizumi tomándole el pelo.

–Iwa-chan eres cruel –dijo riendo Oikawa-. Pobrecito Makki.

–¡¡Cállense imbéciles!! ¡Ya verán, vamos con todo Mattsun, les demostraremos a estos dos que sí podemos!

–¡A partir de esta noche habrá dos nuevos rompecorazones en Seijo! –secundó el más alto.

Mientras Mattsun y Makki se daban mutuamente palabras de aliento y gritaban en un intento de aumentar su masculinidad guerrera, Iwaizumi y Oikawa reían bajo ante el escenario.

–Te van a destronar gran rey, ¿no te preocupa? –le dijo el moreno.

–En primer lugar dudo que estos dos puedan destronarme. En segundo lugar, si ellos o cualquiera pretende quedarse con ese absurdo titulo del rompecorazones, se los regalo con gusto.

Todos habían notado como el conquistador empedernido de Oikawa Tooru estaba teniendo un perfil sumamente bajo en esa área el último tiempo. Si bien seguía siendo acosado y adorado por muchas chicas, él casi ni les prestaba atención, solo lo justo y necesario para no parecer un maleducado. Pero ya no aceptaba citas, regalos, cartas de amor, ni nada que se le pareciera. Rechazaba todo con amabilidad y delicadeza, pero con mucha determinación al mismo tiempo. Nadie se atrevió a preguntar al respecto, creían que quizás una reciente ruptura dolorosa había cerrado el corazón de Oikawa por ahora, pero la realidad era otra. Y solo su mejor amigo Iwa-chan la sabía… a medias claro. Oikawa le había confesado que ya no se sentía interesado para nada en estar rodeado de chicas y que hasta ya le resultaba insoportable, aunque claro no le reveló la razón a partir de la cual esto había sucedido, pues sería muy vergonzoso tener que decirle que esa razón era que se había dado cuenta de lo enamorado que estaba de él. Afortunadamente para Tooru, Iwaizumi no preguntó más de lo que él hubiera deseado y se conformó con esa simple explicación. Aunque lo extraño era que desde ese momento, el comportamiento de Hajime había cambiado drásticamente. Sus ataques de ira, sobre todo contra su amigo, habían disminuido considerablemente. Perdía los estribos con facilidad porque era alguien muy temperamental, pero recuperaba la postura rápidamente, gritaba menos y ya no amenazaba a la gente con romperle la cara, sobre todo a Tooru. Era otro comportamiento extraño que se sumaba al del capitán, pero claro que nadie reprocharía nada ante un cambio tan positivo.

Finalmente el cuarteto llegó a la fiesta, y encontraron todo lo que se imaginaron. Música, luces, gente por doquier, barra de bebidas, y más. Fueron bien recibido por todos quienes los presentaron con los demás miembros de la fiesta. Para suerte de Mattsun y Makki había chicas bastante lindas y bastante ebrias también. Los jóvenes fueron invitados con unos tragos por sus “senpais” y comenzó la fiesta.

–¿Es la primera vez que beben? –preguntó uno de los universitarios mientras servía un vaso de cerveza a Oikawa.

–La mía sí, estoy debutando –dijo con su característico tono de voz provocando una risa un tanto picara en el mayor.

–Bebe con cuidado entonces, como tu senpai mi deber es cuidarte.

–Tranquilo, yo lo cuido, “senpai” –dijo Hajime amenazante disfrazado con un tono de broma, mientras llegaba por detrás de su amigo.

–Veo que estas en buenas manos Tooru-chan.

–En buenas manos y los mejores brazos –dijo aferrándose al brazo derecho de Iwa-chan. El mayor soltó una risita viéndolos a ambos con insinuación, luego de eso fue llamado por uno de sus amigos para ir por más hielo y se retiró dejando solos a los menores en la barra de bebidas.

–¿Así que Tooru-chan?

–Así parece –contestó despreocupadamente el castaño tomando un sorbo de su bebida al igual que Iwaizumi-. Lo que me recuerda que tú nunca me has llamado por mi nombre Iwa-chan.

–Claro que sí.

–De pequeños, pero ahora hace mucho ya no lo haces –dijo fingiendo un puchero que le resultó muy tierno al moreno, logrando sacarle una sonrisita.

–No lo voy a hacer.

–¡Que malo Iwa-chan!

–Además tú tampoco me llamas por mi nombre, y yo no te lo reprocho.

–Pero podría hacerlo.

–No quiero que lo hagas.

Con una maliciosa sonrisa Oikawa se acercó al oído de su amigo para que pudiera escucharlo bien a pesar de la música fuerte, y uso una voz un tanto melosa, en parte intencional y en parte por la borrachera que se estaba empezando a agarrar.

–Ha-ji-me.

El cuerpo entero de Iwaizumi se estremeció ante la voz su amigo zumbando en sus oídos al pronunciar su nombre. A esas alturas él ya no podía negar que se moría de amor por Tooru, sería muy hipócrita no reconocer algo tan obvio y tan fuerte que habitaba en su interior.

–Es tu turno de decir mi nombre, Hajime –repitió igual que antes el castaño.

Pero a pesar de que ese acercamiento lo hizo temblar, lo estaba disfrutando profundamente, así que no se separó ni un poco. Por el contrario se acercó un poco más para poder quedar cerca del oído de Oikawa para hablarle igual de cerca que lo hacía él.

–Así no deben pedirse las cosas –susurró soltando una suave bocanada de aire caliente sobre el cuello de su amigo, notando como este se tensaba al momento, pero en lugar de alejarse apegó su cuerpo casi por completo al suyo. Iwaizumi creyó que todo eso era un sueño vuelto realidad.

–¿Por favor, Hajime? –insistió el castaño.

Los dos eran completamente conscientes que si bien sentían fuertes cosas por el otro, era gracias al nivel de alcohol que comenzaba a circular por su cuerpo que se estaban atreviendo a acercarse de esa manera. Pues por mucho que lo desearan, en completa sobriedad jamás se hubieran animado.

E incentivado por la desinhibición que le proveía un trago tras otro, Iwaizumi posó con dulzura una mano en la cintura de su amigo, sosteniéndolo fuertemente, mientras volvía acercarse a su oído.

–Así está mejor, Tooru.

 –Qué lindo suena con tu voz, Hajime –dijo melosamente Oikawa mientras apoyaba sus manos en los fuertes hombros de su amigo, encantado con aquella mano que lo abrazaba.

Iwaizumi notó como Oikawa ya se había terminado su vaso, el cual era como el cuarto que llevaba en la noche.

–¿No estarás bebiendo demasiado? Vas a terminar inconsciente por algún lugar si sigues así –siguió hablando en susurros al castaño.

–¿Y si eso pasa tu me cuidarías?

–No dejaría que alguien más lo hiciera –regalándole una ladina sonrisa que a Tooru le pareció encantadora.

–Entonces no tengo de qué preocuparme.

Y dicho esto, Oikawa dejó su vaso vacío sobre la barra para tomar el vaso medio lleno que Iwa-chan tenía en su otra mano. Se lo quitó y luego posicionó esa misma mano en su cintura, de igual manera que su amigo había hecho con su otra mano antes. Comenzó a beber mientras el moreno soltaba una risita ante las acciones de Tooru y afianzaba el agarre de sus ambas manos. De un solo sorbo el castaño vació el vaso, para luego mirar a su amigo a los ojos mientras se relamía los labios. Definitivamente el capitán de Seijo sabía cómo provocar a alguien.

La fiesta seguía avanzando y ellos seguían hablando pegados y melosos. No les importaba que alguien los viera. Desde que llegaron pudieron ver parejas heterosexuales, algunas parejas gays por ahí y unas lesbianas que desde que pusieron un pie en el lugar estaban matándose a besos en un sofá. Obviamente esto último acaparaba la atención de casi todos los hombres de la fiesta que sentían que estaban gozando de su porno favorito en vivo. Todos estaban demasiado en lo suyo para ponerles atención, y si resultaba que alguien los veía no les parecería extraño.

En eso aparecieron en escena las únicas dos personas en la fiesta que podían llegar a sorprenderse al verlos. Makki y Mattsun a quienes habían perdido de vista hacer rato cuando se fueron a “conquistar nenas”, volvieron por más bebida y se encontraron con sus dos amigos protagonizando el coqueteo más histérico que jamás hayan visto.

–¡Vaya, vaya, vaya! ¿Así que por esto no querían unirse a la apuesta? –dijo Mattsun a los gritos sacándolos de su burbuja. Ambos protagonistas se vieron algo avergonzados al ser descubiertos, pero al ver que sus amigos los miraban como siempre, se tranquilizaron. Eran dos idiotas, pero demasiado buenos amigos como para juzgarlos. Aunque si, no los dejarían en paz nunca.

–¿Cuándo es la boda eh? –agregó Makki.

–Cierren la boca idiotas –soltó riendo Oikawa-. ¿Cómo va su apuesta?

–Todas aquí o son lesbianas o tienen novio. Maldita nuestra suerte.

–Eso me huele a excusa… –se burló Iwaizumi.

–¡Claro que no es excusa! Nos ligamos alguna que otra bofetada pero estuvimos bastante bien –reflexionó el más alto.

–Por cierto, hubo dos que nos preguntaron por ustedes.

–¿Qué no eran lesbianas o con novio? –dijo Tooru.

–Te lo dije, excusas.

–¡No eran excusas!

–Si si como digas –dijo el ace del equipo-. ¿Qué significa que preguntaron por nosotros?

–Una rubia que estaba arriba preguntó por nuestro amigo “que parece un modelito” –dijo Makki señalando a Oikawa-, y una pelirroja por nuestro otro amigo “con brazos de adonis” –señalando a Iwaizumi.

–¿Ah sí? ¡Pues ve y dile a esa zorra que Iwa-chan y sus brazos son míos! –gritó Tooru golpeando la barra con ambas manos para después darse cuenta de lo que había dicho ante la risa contenida de sus amigos-. ¿Lo dije en voz alta cierto?

–Sí –balbuceó Mattsun ahogando una carcajada.

–¿Iwa-chan escuchó?

–Escuché claramente –dijo el mencionado.

–Oh no, quiero morirme –dijo cubriendo su rostro con sus manos-. ¡Qué vergüenza! –y ahí finalmente Mattsun y Makki estallaron en una sonora risa. Mientras Iwaizumi reía por lo bajo y al mismo tiempo lo miraba con profunda ternura.

–Me aseguraré de pasarle el mensaje a la zorra entonces –dijo Makki.

–Ya que estás ve y dile a la que preguntó por él que no está disponible –dijo pasando un brazo por su espalda, haciendo que Oikawa descubriera su rostro y mostrara la sonrisa más grande que jamás le vieron.

–Diaj, me van a dar diabetes con tanta dulzura –dijo Mattsun.

–Vayan a un cuarto si quieren hacer bebes –secundó Makki con una risa-. Ven Mattsun sigamos probando surte, alguna caerá.

–¡Esfuércense muchachos! –dijo burlonamente Oikawa riendo junto a su amigo, quien lo abrazaba posesivamente una vez más.

Pasado un rato un chico se acercó a la barra convocando a los gritos a quienes quisieran sumarse a la “ronda de tequila”. Oikawa e Iwaizumi que estaban ahí, no se movieron pues quedaron intrigados ante la propuesta. Un grupo de chicos y chicas se acercaron a la barra dispuestos a participar.

–¿Todos saben cómo se hace la ronda de tequilas cierto? –preguntó el “organizador”. Algunos contestaron que sí, otros que no-. Lo que tienen que hacer es beber del pequeño vaso, luego lamer un poquito de sal y finalmente chupar un trozo de limón. ¡Y absténganse a los resultados!

Ante la explicación algunos desistieron de sus deseos de participar, pero se quedaron para ver.

–Sin embargo –continuó el chico-, propongo que lo hagamos de la manera “divertida”. ¿Qué dicen?

–¿Cuál es la manera divertida? –preguntó una chica.

–¿Alguien sabe de que hablo? –habló para todos-. ¿Nadie?

–Yo creo que sí –dijo Iwaizumi recibiendo una extrañada mirada de su amigo-. ¿Es esa donde lo haces con alguien?

–¡Exactamente! Sabía que no todos podían ser unos ignorantes –bromeó el mayor-. Muy bien, enséñales como se hace –dijo acercándole un vaso con tequila, un sobrecito de sal y un gajo de limón-. Elije a alguien para que te “ayude” –alzando las cejas.

–¿Me ayudas? –le dijo a Tooru con la sonrisa más traviesa posible.

–¿Qué debo hacer?

–Solo quedate quieto –contestó su amigo.

Ante la atenta mirada de todos Hajime colocó algo de sal en el cuello de su amigo, ignorando las preguntas de éste y repitiendo que solo debía quedarse quieto, y finalmente le puso el limón en la boca.

–¡Que empiece el tequilazo! –gritó el mayor.

Incentivado por los gritos de todos, Iwaizumi vació de un sorbo el vaso y en seguida se dirigió a lamer la sal del cuello de su amigo, para terminar absorbiendo jugo de limón directo de sus labios. Gritos y aplausos para el primer valiente que se animó al tequilazo se hicieron presentes, mientras que Hajime reía tratando estabilizarse y disfrutando del rostro enrojecido de Oikawa.

–Ahora es tu turno –le dijo a su amigo colocándose a si mismo sal en su cuello y llevándose el limón a la boca.

El chico le pasó un vaso a Oikawa que todavía estaba un poco conmocionado por lo sucedido anteriormente, pero reconociendo que se moría de ganas de hacer lo mismo a su Iwa-chan. A duras penas vació el trago, lamió la sal y succionó el limón, del mismo modo como lo hizo Hajime. Más gritos y silbidos se oyeron para festejar la primera pareja de la ronda de tequilas, y todos pedían ser los próximos.

Tres rondas más repitieron Oikawa e Iwaizumi hasta llegar a su límite. Para ese entonces su borrachera estaba por las nubes, reían de todo y sus manos inquietas no paraban de toquetearse. En un momento Tooru le pidió a su amigo que lo acompañara al baño. Subieron las escaleras en donde se encontraba mucha gente tirada inconsciente, al igual que en el pasillo, prácticamente todo el piso de arriba estaba lleno de noqueados. Llegaron a la ultima puerta del pasillo y Oikawa hizo a su amigo entrar con él pues dijo que no haría nada “que él no pudiera ver”.

–¿A qué vienes entonces? –dijo el moreno cerrando la puerta tras de sí.

–A verme al espejo –dijo poniéndose frente al gran vidrio-. ¡Dios mío, es cierto!

–¿Qué cosa?

–Que el alcohol te hincha el estomago –dijo levantándose la camiseta-. ¡Parezco embarazado de un bebé elefante! –Hajime soltó una sonora carcajada-. ¡No te burles de mi, Iwa-chan!

–No me burlo, idiota. Me da risa lo exagerado que eres –dejando de reír-. Además es normal que el alcohol te hinche, a todos no pasa, deja de dramatizar.

–Pues yo soy el único al que le afecta entonces. Me veo obeso.

–Te ves bien –Tooru veía en el espejo como Iwa-chan se acercaba hasta quedar justo detrás de él y posar una mano sobre su vientre expuesto. Su mano estaba fría, y aun así se sintió caliente sobe su cuerpo-. Ni siquiera estás tan gordito.

–¡Me dijiste gordo! –gritó histérico.

–Solo bromeo, deja de lloriquear –rió con malicia, mientras se acercaba a su oído-. Estás perfecto así.

–¿De verdad? –dijo disfrutando de la suave caricia que Hajime le proporcionaba.

–De verdad. Ya oíste lo que dijo Makki, te dijeron “modelito” –dijo con burla.

–No me interesa la opinión de una zorra, solo la de Iwa-chan. Digo, la de brazos de adonis –en un tono celoso.

–¿Los brazos que reclamaste como tuyos? –sonriendo con perversidad.

–Exactamente. Debía hacerlo, sino alguien querría adueñarse de ellos. No me extrañaría que esa pelirroja hubiera sido la primera en intentarlo.

–¿Lo crees? –dijo con gracia.

–¡Pues claro! –se volteó para quedar de frente al moreno-. Brazos de adonis es una manera encubierta de decir “los brazos que quiero arañar con mis garras de bruja” –Iwaizumi soltó una linda risita.

–¿Esa sería la traducción de idioma zorra a idioma japonés entonces?

–Precisamente.

–¿Y qué significa lo que te dijeron a ti?

–¿Lo de modelito? No sé, que tengo buen gusto quizás.

–Mmh… yo lo interpreto más como un “el que tiene un cuerpo para devorarlo por completo” –dijo acorralándolo por completo contra el mueble de mármol del lavabo.

–¿Ah sí? ¿Tú crees que esa zorra hubiera querido devorarme?

–Sin lugar a dudas.

–Qué pena que no tenga interés en que sea ella quien me devore –dijo traviesamente, acercando sus rostros-. Sabes, Iwa-chan… creo que quedó algo de sal después del último tequila –dijo señalando su cuello.

–¿En serio? Creí haberla lamido toda, déjame enmendar mi error.

Y sin decir más Hajime se abalanzó vorazmente sobre el cuello de su amigo con húmedas lamidas y ocasionales mordiscos. Tooru llevó sus manos a la nuca y cabello del moreno, hundiéndolo más a su piel y tironeando de sus hebras. El castaño no pretendió ni por un segundo ahogar los sonidos que escapaban de sus labios, el pasillo estaba lleno de borrachos inconscientes y la música estaba muy fuerte para que alguien de abajo escuchara.

Las manos de Iwaizumi se colaron bajo la camiseta de su amigo acariciando su espalda pasionalmente. En un impulso desesperado Oikawa clavó sus uñas en aquellos bíceps que adoraba, mientras sentía los dientes de su atacante rozar su clavícula. Hajime lo estaba volviendo loco, y él lo disfrutaba profundamente.

La lengua traviesa del moreno subió con malicia por aquel esbelto cuello hasta llegar a su oído para morderlo y lamerlo perversamente, arrancándole un sonoro grito a Tooru.

–Que sensible resultaste ser –susurró sensualmente sin dejar su labor-. Me dan ganas de hacerte tantas cosas.

–¡Ah! Hazme todo… Todo lo que quieras –gimió el castaño nublado por el deseo.

Antes de que pudieran notarlo las camisetas de ambos estaban desparramadas en el suelo. Hajime se había encargado de sentar a Tooru en la mesa de mármol para dedicarse a saborear todo el abdomen de su presa.

Oikawa solo pudo echarse hacia atrás hasta chocar contra el espejo mientras que Iwaizumi paseaba toda su lengua por la piel perlada de su amigo, quien no reprimía ningún espasmo ni gemido.

Aquella lengua viperina se encargó de dejar completamente marcado el cuello del capitán y ahora buscaba más puntos sensibles para poder torturar. Jugó con su ombligo, mordió los huesos de sus caderas, llenó de chupetones rojos aquel vientre pálido y su cintura, se paseó por las costillas cuyo contacto hacía a Tooru removerse histérico. Luego le dedicó largos minutos a atormentar sus sensibles pezones, mientras a uno lo castigaba con su lengua y sus dientes, al otro lo pellizcaba y rozaba con sus uñas, arrancándole exquisitos alaridos de placer al castaño.

Las manos de Oikawa que se encontraban clavadas en los hombros de Iwaizumi, fueron bruscamente tomadas por él y puestas sobre la cabeza del castaño en un fuerte agarre que lo dejaba inmovilizado. Sin perder tiempo alguno la lengua de Hajime se siguió deslizando hasta una de las expuestas y sensibles axilas de su amigo, lamiéndola con parsimonia.

–¡N-No…Iwa-chan… ah… ahí no! – quiso replicar, pero su voz no pudo ocultar lo bien que se sentía aquello realmente.

–Dije que iba a devorarte por completo –susurró con voz ronca mientras volvía con su lengua en camino hacia su cuello, para subir y lamer sus mejillas al rojo vivo.

Sin pedir permiso alguno la lengua de Iwaizumi se metió dentro de la cavidad bucal de Oikawa, quien correspondió a aquel hambriento beso con la misma intensidad. El castaño quiso zafarse del agarre de sus muñecas para abrazarlo, pero el moreno no se lo permitió, lo sostuvo aun más fuerte y recargó su peso casi por completo en él; sus cuerpos estaban tan pegados que sus bultos inaguantables se rozaban en una desesperante caricia sobre sus pantalones que le ponía a Tooru los nervios de punta. “Ah… es un maldito sádico, cómo me gustas Iwa-chan…” pensó extasiado el castaño, viéndose envuelto en el momento más erótico y placentero al que había sido sometido.

Y justo en ese momento, un inoportuno ser humano tuvo que romper aquella burbuja de fantasías y sueños vueltos realidad. Insistentes toquidos a la puerta del baño les hicieron romper aquel beso y separarse. Qué suerte que Iwaizumi había puesto seguro a la puerta.

–Ya salimos –dijo un poco irritado Oikawa.

–¿P-Podrían apurarse? –dijo una voz femenina desde el otro lado de la puerta-. Quiero vomitar…

Ante esto ambos se miraron medio espantados, se pusieron rápido sus camisetas y salieron con prisa, para ver a una chica que se tapaba la boca con ambas manos. Antes de poder decirle algo la chica se abalanzó al baño y vomitó antes de siquiera llegar al inodoro.

–Deberíamos ayud…

–¡Olvídalo! Vayámonos de aquí antes de que vomite yo –girtó Tooru histérico arrastrando a Iwaizumi fuera de ese asqueroso escenario.

Ambos chicos bajaron las escaleras para darse cuenta que la casa estaba mucho más vacía que cuando subieron. ¿Cuánto rato habían estado en el baño? Claramente perdieron la noción del tiempo. Uno de los muchachos les dijo que la fiesta estaba acabando y que quienes podían estar en pie por si mismos ya se estaban yendo. Los chicos compadecieron a los organizadores de la fiesta que deberían hacerse cargo de aquellos que estaban tirados por ahí. En ese momento aprendieron una gran lección para su cercana vida universitaria: “asistir a todas las fiestas, pero jamás organizar una”.

–Busquemos a Makki y Mattsun así nos largamos –propuso el ace.

Rápidamente los encontraron tirados en un sofá, claramente dormidos, o inconscientes, no estaban seguros. Tooru tomó su celular y les sacó unas fotos mientras Hajime reía ante la escena tan patética de sus amigos.

 –¿Qué hacemos con ellos?

–No sé tú Iwa-chan pero yo no pienso cargarlos de camino a casa.

–Yo tampoco.

Iwaizumi se acercó al pantalón de Mattsun y sacó su billetera. Corroboró cuánto dinero tenía y luego le puso unos billetes más de su propio dinero.

–Con eso tendrán para volverse en taxi.

–Excelente, ¿nos vamos? –dijo colgándose melosamente del brazo de su amigo quien le sonrió con dulzura.

Así ambos chicos abandonaron la casa donde se llevó a cabo la mejor noche de sus vidas hasta ahora. La madrugada era tranquila. Como el verano estaba llegando la noche no estaba para nada fría, por el contrario era un clima agradable para una caminata. El aire fresco les hacia bien a su borrachera, que poco a poco se iba disipando para empezar a darle paso a la resaca.

Oikawa y Hajime vivían a unas pocas calles de distancia, por lo que el plan de regreso en un principio era que volvieran caminando juntos y en casa del moreno Oikawa tomaría un taxi para no caminar solo, porque era bastante miedoso. Pero dados los acontecimientos de la noche los cuales jamás esperaron que sucedieran, los planes ahora eran otros.

–Quédate a dormir –le propuso el ace y con completo gusto su capitán aceptó-. Mis padres aun siguen de viaje.

Iwa-chan siempre acostumbraba a dormir con unos shorts deportivos viejos y nada más, pues tenía mucho calor por la noche. Tooru le pidió prestado unos pantalones iguales a los suyos y además una camiseta, pues él por el contrario era bastante friolento. Oikawa amaba usar ropa de su amigo, porque siempre tenía impregnada su exquisito olor. Y aunque nunca lo dijo en voz alta, a Hajime se le hacía encantador ver a Tooru con su ropa, la cual le quedaba ancha pues sus contexturas musculares tenían una gran diferencia.

Sin necesidad de decirlo abiertamente, con solo verse a los ojos se daban cuenta que ambos deseaban poder continuar lo que habían dejado en el baño. Pero al momento de tocar la cama, el sueño los venció por mucho. Y así se quedaron dormidos, no sin antes acurrucarse melosamente uno con el otro.

Notas finales:

Perdonen posibles errores de ortografía ¯_(ツ)_/¯


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