Movió la mano para batir el contenedor del spray antes de echar una mirada a su alrededor y se acercó a una de las pared, donde escribió superficialmente sobre la superficie, desinteresado. Volvió a agitar el objeto que tenía entre las manos y caminó por las oscuras calles desoladas. Achinó los ojos en un intento de observar bien en la oscuridad. A unos cuantos metros por delante, metidos en un oscuro callejón, se encontraban dos chicos besándose. Suspiró sin ganas de seguir viéndolos, pero de igual forma se quedó ahí porque sabía que tenía que marcar ese lugar. Llevó la mano desocupada hasta el palillo del dulce que tenía en la boca y finalmente lo sacó. Se hizo levemente hacia adelante con la finalidad tener una mejor visión de los dos chicos y rio al ver como uno de ellos introducía la mano por dentro de los pantalones del otro.
Inmediatamente se detuvo y puso máxima atención a su alrededor antes de meterse nuevamente el dulce a su boca. A lo lejos vio como las luces rojas y azules se atrapaban entre las paredes sin pintar, lo que lo llevó a echar una rápida mirada a su alrededor y de una gran zancada se apegó a una de las paredes del edificio. De reojo vio como los dos chicos se asustaban al oír las sirenas del carro de policía y se separaban inmediatamente. Dio la última mirada de manera calmada hacia la calle para ver que las luces se acercaban, ante lo cual se adentró por el callejón. Cuando llegó al lado de los dos chicos escuchó el auto policial detenerse y las puertas del vehículo abrirse. Se apresuró en esconderse detrás de un gran contenedor de basura y oyó atentamente los pasos rápidos de los chicos que corrían para llegar hacia la otra salida del callejón. Vio como uno se escondió en el contenedor que estaba a unos metros y como el otro tropezaba justo frente a él.
—Mierda —murmuró el desconocido e intentó impulsarse con la ayuda de sus manos.
Escuchó a lo lejos que los pasos empezaron a resonar en el callejón, por lo que tomó al chico, tirándolo por el brazo para apegarlo a su costado. Si atrapaban al chico ese lo atraparían a él y YoonGi no podía permitirse quedar más jodido de lo que ya lo estaba.
—No hagas ruido —dijo sin voltear a mirar al contrario mientras intentaba observar a los dos uniformados que caminaban sobre el sucio suelo.
Apretó fuertemente el contenedor del spray para no batirlo ante las ganas de causar un estrago, dando que dedujo que el chico que estaba a su lado no sería bueno para correr. De igual forma, y ante el paso de los oficiales, suspiró mientras se levantaba y movió con fuerza la mano.
Resultaba inevitable, tenía que divertirse.
—¡¿Qué haces?! —Escuchó como el chico que estaba a su lado le gritó en un murmuro.
Hizo viaje el dulce en el interior de su boca y caminó hacia el centro del pasillo. A su par, el chico se levantó y apegó las manos a la pared de manera asustada. YoonGi pensó que el otro era un imbécil; si se hubiese quedado ahí quieto no lo descubrirán.
—¡¿Quién anda ahí?! —Luego de los gritos de los policías se escuchó a los hombres corriendo hacia ellos.
—¿Corres o te quedas? —preguntó burlonamente y movió el dulce en el interior de su boca mientras miraba al chico de cabello claro que no dejaba de observarlo asustado—. Yo me voy. —Chasqueó la lengua y volvió a mover la mano con fuerza para causar el estruendoso sonido.
Se volteó para echarse a correr y cuando estuvo a unos cuantos metros sintió como unos pasos torpes lo seguían. A lo lejos los policías los llamaron por medio de improperios.
—¡Espérame! —chilló el desconocido desde atrás y él rio. Sabía que no tenía pinta de correr.
—Aquí te salvas solo —dijo a la vez que se daba una rápida vuelta para escogerse de hombros y darle una sonrisa de bastardo.
Cuando se giró empezó a correr con más fuerza y a lo lejos deslumbró el pequeño puente. Para cuando estuvo lo suficientemente cerca se deslizó por la tierra con la finalidad de esconderse detrás de la gran columna de cemento que lo construía. Tomó asiento cómodamente entretanto escuchaba como las sirenas de los autos de policía volvían a sonar. Jugueteó con el palillo de dulce y lo movió entretenido dentro de su boca.
—¡Mierda! —Mentiría si dijese que el chico que apareció a su costado no lo asustó.
—¿Qué haces aquí? —preguntó y frunció las cejas, sacándose finalmente el dulce de la boca.
—Me dijiste que corriese —dijo el otro aún con la respiración agitada por el esfuerzo y se encogió de hombros.
YoonGi se quedó mirándolo de costado por unos segundos. El sujeto tenía la piel un poco más tostada que la suya, su cabello era extrañamente de color anaranjado y dedujo que era un niño de una situación económica bastante acomodada en cuanto reconoció la marca de su chaleco celeste.
—¿Qué haces por acá? —preguntó interesado y volteó la vista al frente a la vez que metía el dulce dentro de su boca, recién dándose cuenta que se quedó mucho rato mirando al chico ese.
—Estaba en una fiesta—contestó el contrario sin más y miró con desconfianza a su alrededor.
—Entonces ¿por qué te besuqueabas con un chico en un callejón si estabas en una fiesta?—se burló y mordió el dulce, ya aburrido de juguetear con él.
—Pues... ¡¿Cómo sabes eso?! —El peli-anaranjado lo miró con los ojos bastante abiertos, a lo que solo se encogió de hombros y movió con fuerza el bote de pintura que tenía en su mano derecha—. ¿Y tú qué haces acá?
—Vivo acá —dijo sin más y le dio una sonrisa de medio lado muy de bastardo.
Se levantó con cuidado de no golpearse la cabeza y salió del pequeño espacio. Trepó con agilidad para volver a poner los pies sobre el camino pavimentado que se dirigía al mediocre puente.
—¿Me ayudas?
Bajó la cabeza para ver como el contrario estiraba una de sus manos y YoonGi lanzó el palillo del dulce que tenía entre sus dedos al suelo para luego meter ambas manos en los bolsillos de su chaqueta.
—Te ayudé mucho por hoy, príncipe. Sálvate solo. —Se giró para volver a tomar su rumbo hacia los despreciables y oscuros edificios.
—Vamos, chico malo. Ayúdame.
Se volteó cuidadosamente para ver al chico de cabellera anaranjada. Avanzó dos pasos para que sus pies quedasen a un lado de las manos del otro y se agachó un poco para estar más cerca del chico.
—Te hago el favor si me lo pagas. —Lo miró detenidamente a los ojos.
El chico rio y luego miró hacia otro lado por unos segundos, en cuanto volvió a dirigir su mirada al montón de tierra que estaba delante de él intentó tomarse de unas cuantas yerbas que sobresalían para impulsarse, pero solo consiguió caer de culo sobre la tierra suelta que anteriormente estaba a sus pies.
YoonGi rio sonoramente por el simple gusto de burlarme del otro y se inclinó un poco más para tender su mano abierta.
—Dame el dinero y te saco —dijo y burlón movió un poco los dedos.
El chico resopló, pero de igual manera se metió las manos en los bolsillos de los pantalones, al parecer en busca de su billetera.
—Se me cayó —murmuró el contrario para sí mismo y se toqueteó los bolsillos repetidamente.
YoonGi rodó los ojos sin borrar la sonrisa burlona de su cara. El contrario se levantó de un salto y él vio como se inclinaba para buscar la billetera en la oscuridad.
—Bien, príncipe. Ya me aburrí. —Se enderezó y dio un paso hacia atrás.
—Vamos, ayúdame, por favor. Es la primera vez que vengo por aquí —musitó el peli-anaranjado mientras lo miraba suplicante.
—Entonces acabas de aprender que no puedes venir por acá —dijo con frialdad y se giró para dirigirse hacia las ridículas construcciones.
—Por favor, ayúdame. Cuando encuentre la billetera te pagaré.
Rio y se volteó para mirar al otro con una sonrisa burlona—. Lo haré, pero si no encuentras el dinero tendrás que afrontar las consecuencias.
Por medio de la oscuridad vio al contrario abrir los labios como si estuviese ofendido y asustado al mismo tiempo.
—Está bien —murmuró el chico sin más y luego levantó la mano para que él pudiese ayudarlo.
Sin hacerse esperar se inclinó para sacarlo del agujero. Cuando el chico estuvo de pie delante de él se sacudió los pantalones y le dio una rápida mirada antes de caminar con rumbo hacia los mugrientos edifico donde YoonGi tanto quería ir.
Metió una de sus manos en el bolsillo de su chaqueta mientras que seguía al otro con la mirada. Cuando lo tuvo a unos cuantos metros por delante batió el contenedor de spray.
—¿Puedes dejar de hacer eso? Me molesta el sonido —dijo el contrario dándose vuelta para mirarlo seriamente.
YoonGi no le prestó atención y movió más rápido la mano antes de pasar por un lado del contrario para adentrarse más al callejón.
—Busca tu billetera —demandó porque quería largarse de una vez.
Mientras el chico buscaba sus cosas YoonGi se apoyó en una de las asquerosas y rayadas paredes sin dejar de agitar el bote de aerosol.
—La encontré —dijo el desconocido y caminó hacia YoonGi entretanto abría su billetera y echaba una rápida mirada dentro.
El sujeto estiró la mano con unos cuantos billetes, así que él los tomó con el ceño fruncido y luego los metió en el bolsillo de su chaqueta sin siquiera darles un vistazo.
—Son muy pocos —dijo de manera seria sin quitarle la mirada—. Dame más.
—¿Eres prostituto o qué? Está bien con eso.
Empujó al contrario fuertemente, haciendo que este chocase con la pared que tenía por detrás. YoonGi se acercó rápidamente y puso un brazo sobre su cuello, donde hizo un poco de presión.
—¿Cómo me dijiste? —interrogó con las cejas alzadas. El chico se removió con la intención de escapar.
—Lo siento. Yo...
Con fuerza empujó el brazo para aplastar más el cuello ajeno—. Repítelo, imbécil —exclamó entre dientes.
—Espera —dijo el otro y puso manos en torno al brazo que lo aprisionaba—. ¿De verdad quieres que lo repita?
Movió la mano en la que tenía el contenedor frenéticamente.
—Cierra los ojos, bonito —se burló antes de echarle spray de color verde en el cabello.
Inmediatamente escuchó al chico toser y las uñas de este se enterraron en su brazo con fuerza.
—Para...
Lo soltó, haciendo que el contrario se inclinase y apoyase las palmas de las manos sobre las rodillas en un intento de controlar la respiración.
—No te vuelvas a aparecer por aquí, príncipe —murmuró con desagrado antes de darse la vuelta y marcharse del lugar.