Aomine Daiki se enterraba más y más dentro de su novio, Kise Ryouta, escuchando sus gemidos y jadeos justo al lado de su oído, mientras las uñas del tan afamado modelo juvenil se enterraban en la carne de su espalda. Se enteraban con furia y placer, causando en Daiki tanto placer como dolor, logrando que su pene se hiciera más grande dentro de su novio. Ryouta grito de placer mientras apretaba más a Daiki dentro de él, sacando un gruñido gutural, casi animal, saliendo de la garganta de su novio, para perderse en el beso húmedo que empezaron a compartir.
Escuchar como Kise gritaba su nombre y le rogara que fuera más fuerte, lo volvía loco, pero lo que lograba enloquecerlo en verdad eran esos ojos.
Esos ojos dorados, como oro fundido, con un anillo aún más brillante alrededor de su pupila, (como en los partidos donde Ryouta realmente se encendía y daba todo de sí) transmitiéndole lujuria, pasión y, lo más importante, amor. Un amor realmente grande, que a veces, al mirarlos así como ahora, Daiki no se creía tan merecedor, algunas de esas veces era cuando su personalidad tosca y bruta hacía llorar a su amor o cuando su idiotez lo despistaba lo suficiente como para que Ryouta sintiera inseguridad de su fidelidad. Como hace unas horas. Y Aomine no dejaría que su persona más amada se sintiera insegura, así que esta vez, él tomo el brazo izquierdo de Kise, con su mano derecha, sacándolo de su espalda y tomando su mano en un férreo agarre y de paso entrelazando sus dedos. Podía pero no quería venirse sin su mano entrelazada con la de Ryouta.
Apretó fuertemente la mano de Ryouta contra la suya, mientras su cadera no dejaba de moverse rápidamente contra el culo de su novio, estaban muy cerca de acabar. Ryouta no dejaba de mirarlo, devolviéndole el fuerte apretón, gimiendo más fuerte y apretando con las paredes de su ano el pene de Daiki, anunciando su próximo orgasmo. Daiki se movió con más fuerza, dando como resultado que Ryouta se corriera primero con un gran gemido llevando su nombre de por medio, Daikicchi. Aomine no lo soporto y se vino en el cálido interior de Ryouta, llenando sus entrañas con su semilla sin importarle las consecuencias de no usar condón. Él quería una familia con Ryouta, no le importaba el hecho de que aún le faltaban meses para terminar la preparatoria y a pesar de que Ryouta se cuidara, sabía que los anti-conceptivos no eran del todo eficientes.
Pero todo eso era una mera excusa para atar a Kise Ryouta por completo a su vida.
Aomine era humano y como tal tenía inseguridades. Oh, sí, el gran Aomine Daiki no estaba del cien por ciento convencido que Ryouta se quedara por siempre en su vida. No lo mal interpreten, no es como si no confiara en Kise, pero es que él simplemente era demasiado perfecto para estar con un hombre que apenas sabía cómo manejar sus sentimientos como lo era el mismo. Si Kise alguna vez encontraba a alguien que lo hiciera más feliz que el mismo Aomine (su más grande miedo), no tenía razón para ser feliz, hasta se animaba a decir que ni para vivir. Kise Ryouta lo tenía completamente loco de amor, era la razón por la que se levantaba cada mañana.
Si tan solo Daiki supiera que Ryouta pensaba igual que él.Qué él también se moría por tener asegurado que Daiki jamás abandonaría su lado.
Para Kise era un sueño estar con la persona que tanto busco en sus días de secundaria, la persona que había admirado desde el primer momento que lo vio encestar en esa práctica de Básquet en su club, la persona de la que; estaba seguro; se enamoró a primera vista. El tan solo pensar que algún día Daiki eligiera a otra persona por sobre él se le hacía insoportable. Simplemente no quería vivir más si no era al lado de su amado Aomine Daiki. Si daba la casualidad de que estaba en coma y todo eso era un sueño, no quería despertar en absoluto.
Se amaban con locura, el uno al otro. Un amor totalmente correspondido, pero con dificultades, ya que los dos eran algo, demasiado, idiotas como para darse cuenta de sus sentimientos para con el otro.
No se dejaron de mirar a los ojos en todo el acto de amor, ni cuando este concluyo. Aomine miraba esos ojos dorados con tranquilidad y paz, mientras Kise miraba los azul oscuro electrizante de Daiki con sensualidad y expectación.
Pero además de eso, los dos se miraban con amor. No es como si la expectación en los ojos de Ryouta pasara desapercibida por Daiki. Necesitaban aclarar un cabo suelto, bah, uno de miles que compartía esta pareja.
-Ryouta -. La voz sensual y grave de Aomine salió al fin, después de esperar que su respiración se acompasara, acomodo el brazo izquierdo al lado de la cabeza de Kise mientras el derecho aun tenia agarrada la mano derecha del mismo. El agarre no había disminuido para nada. Kise aun jadeaba un poco. – Tengo que aclararte un par de cosas que esa cabecita tuya llena de aire se encarga de mal interpretar.
Ese comentario causo en Ryouta un tierno puchero -cosa que Daiki amaba- mientras sus ojos se volvían a cristalizar un poco. Pero antes.
-Bueno, sí, pero… - La voz de Kise sonó vacilante y algo incomoda, desvió la mirada que tenía sobre Aomine-. ¿Podrías salir de mí? No creo que sea lo más cómodo para hablar, Daikicchi.
-No-. Seca, rotunda y algo cómica por su expresión, fue la negación de Aomine con la propuesta solicitada por Kise.
Ryouta estaba por despotricar contra Daiki, con su cara que, minutos antes el sonrojo había disminuido considerablemente, ahora totalmente sonrojada hasta las orejas, pero los labios de Daiki se lo impidieron.
-Cállate. Es muy cómodo para mí estar así y lo sabes-. Aomine, que le había fruncido el ceño un poco, cambio su expresión a una más seductora, con una sonrisa entre arrogante y sensual-. Tampoco es como si a vos no te gustara.-
Como si fuera posible, el sonrojo en Ryouta aumento hasta llegar al cuello.
-Te amo-. Bueno, para algo como eso no estaba para nada preparado. Los labios de Ryouta se abrieron en una pequeña “o” y sus ojos brillaron más de lo usual. Joder, Aomine podía jurar que alrededor de la cabeza de su novio giraban en lentos círculos flores y brillitos, tal vez no era de decirle muchos sus sentimientos a su novio, pero no era para tanto. Bueno, al menos eso cría. Al ver que Kise quería contestarle, lo paro enseguida-. No. No me interrumpas, que si lo haces no creo ser capaz de volver a empezar-. Kise sacudió un poco su cabeza en señal de entender con una enorme sonrisa llena de ternura sin mostrar sus dientes, y Aomine casi se queda tildado al verla, pero prosiguió.
> No sé qué clases de cosas tiene ahí adentro en tu cabeza, pero hay algo que no puedes dudar ni jugando, Ryouta, y eso es el amor que te tengo. Shh, callado, dije. No quiero que tengas ninguna duda de que te amo y que la única persona en la que pienso día y noche sos vos. Que sos la única persona a la que le dedico noches enteras pensando en cursilerías como: ¿Estará bien? ¿Estará pensando en mí? ¿Me extrañara de la forma en la que yo lo extraño? Etcétera, etcétera. Sos la única persona que celo, porque tengo tanto miedo que encuentres a alguien mejor, te des cuenta y me dejes completamente solo, si fuera por mi te encerraría en este departamento para que el único que vieras y amaras es a mí. Sos la única persona la cual me hace sentir inseguro de mí mismo. Sos al único que dejo que vea mis momentos débiles. También sos la única persona con la que me imagino un futuro a mi lado, no importa qué clase de futuro, mientras estés en él, sé que todo estará completamente bien. No quiero que sientas celos de alguien que es solo un amigo y compañero de equipo, ¿Entendés?
Eres el primero y el único, Kise Ryouta. <
La mirada de Aomine estaba cargada de sentimientos totalmente puros a la persona que amaba y tenía en frente, tratando de trasmitir lo que le faltó a su declaración, si es que le faltaba algo.
Ryouta solamente se quedó callado todo el discurso de Daiki y cuando este acabo, apretó la mano la cual estaba pegada a la de Daiki y con su brazo derecho en su espalda, y sus piernas en la cadera de su novio lo arrimo hacia él. Soltó un pequeño jadeo, ya que Aomine no se había salido de él y lloro.
Lloro de alegría en los brazos morenos de su amado novio.
-T-te amo-. Sollozo un poco, trato de tragarse las lágrimas para poder hablar con claridad-. Te amo mucho Daikicchi-. Volvió a mirar a los ojos de Aomine mientras algunas lágrimas seguían saliendo, viendo así, la sonrisa sin nada de malicia que le dedicaba su novio, haciéndolo sonreír también-. Yo también tengo mucho miedo de que alguien venga y te arrebate de mi lado, ¡No quiero compartirte con nadie nunca! Quiero que estés conmigo siempre.- Los pucheros y los ojos brillosos de Ryouta se hicieron irresistibles para Daiki y sus labios aún más. Así que sin arrepentimiento alguno los ataco, estando consiente que estaba sellando una promesa eterna con Ryouta. Cuando el beso se terminó, volvieron a verse, miradas cómplices y felices, se miraban de tal forma que parecía imposible hacer que salgan de su mundo, bueno, eso hasta que Daiki se le ocurrió cortar con tanta cursilería y demostrarle a su novio su amor a este con las pequeñas embestidas que estaba dando; lo que en realidad hacia era entrar aún más en el interior de Kise.
- Y ya que esta todo aclarado, ¿Por qué no festejamos?-. La mirada llena de lujuria y la sonrisa lasciva fueron compartidas con Ryouta, que, en un ataque sorpresa, dio vuelta la situación y él quedo arriba de su novio, empalándose con el falo de este.
- Debió ser agotador haber estado haciendo fuerza mientras tratabas de no caer sobre mí, ¿No?- La sonrisa traviesa de Kise solamente lo encendió más. En un intento de aumentar el ritmo de las embestidas trato de tomas la cintura de Kise, con el final sorpresivo de que sus manos fueron interceptadas por su novio en un rápido movimiento, agarrando sus manos entrelazando sus dedos. Sus manos tomadas de las de Kise terminaron a los costados de su cabeza, respectivamente-. Vamos, mi vida, ¿Cuál es el apuro? – Kise dejo que en su boca de dibujará una media sonrisa. Daiki amplio su lujuriosa sonrisa-. Hagamos que esto dure toda la noche, Daikicchi.
- Sí, Ryouta.-
Y así, con las manos tomadas y los dedos entrelazados, dieron rienda suelta a su pasión y amor hasta que sus cuerpos no pudieran más. Hasta caer desmayados, pero con hermosas sonrisas en el rostro de cada uno, por tener a la persona que más amaba a su lado.