Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

[Trifecta] Sunflowers on rainy days por LiNekoWeillch

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Advertencia: Adaptación del Yokozawa Takafumi no baai (en esencia). Escuela preparatoria. Romance, fluffly feelings y esas cosas

Disclaimer: Yokozawa Takafumi no baai no me pertenece, créditos a Nakamura Shungiku por los personajes y trabajo original, créditos para Fujisaki Miyako por sus palabras en las novelas. Sin ellas esto no existiría.

Aquel iba a ser el semestre más complicado de su vida; de eso no había duda. Y nada tenía que ver con las materias, todo lo contrario.

 

Yokozawa dejó salir un suspiro mientras recargaba su cabeza en contra de su casillero, recordando todo aquello que empezaba a perturbarle a esas horas de la mañana del día  lunes. Y entre todas esas cosas estaba al principio de la lista Kirishima Zen.

 

—Vaya chico tan agradable ¿qué hacían en tu habitación? — su madre llegó en el momento justo cuando sacaba al castaño de la casa, por lo que Kirishima hizo un saludo formal a la mujer que dejaba su sombrilla junto con sus zapatos en el rellano del lugar y partía inmediatamente del sitio sin antes agradecerle por la “magnífica velada en su habitación”

 

—Estudiar —fue la seca respuesta del menor volviendo a entrar antes de que su madre lo hiciera —tengo mucho sueño, nos vemos mañana…

 

Pero en realidad el azabache se encerraría en su habitación con la luz apagada mientras esperaba un mensaje que dijera “fue todo una broma” especialmente de parte de Takano. Mensaje que nunca llegó.

 

Había tenido todo el fin de semana para repasar las cosas que debía de poner en orden en su vida, comenzando por aclarar todo con Masamune y terminando por sobornar a Kirishima con respecto a lo que fuese que tuviera de “recuerdo”, aunque eso ultimo le pareciera más como un acto suicida. No conocía al castaño de una manera profunda, no sabía de sus aficiones, gustos o relaciones pero había algo que jamás, nadie de la Academia Marukawa debía olvidar; era Kirishima Zen el sujeto más astuto y manipulador de todos los tiempos y todo aquel que callera en sus manos debía andarse con cuidado.

 

No porque fuese de esos sujetos crueles que pegaría la foto de alguien en todos lados con alguna leyenda hiriente impresa debajo de ella y se encargaría de que nadie olvidara el asunto en todo el tiempo en que la víctima existiera… No, él era de esos sujetos crueles que jugaban contigo y con sus “necesidades”

 

O eso decía la leyenda urbana.  Leyenda, que como cualquier otra, no quería saber si era verdadera.

 

“Quizá solo nos acostamos porque ambos estábamos demasiado borrachos” era la frase de consuelo que fue repitiendo durante todo su trayecto a su salón de clases, mirando hacia el frente pero sin percatarse en nada en concreto, como si se moviese en automático mientras subía al cuarto piso del edificio de la escuela. Su mente divagaba un poco, creando complejos escenarios donde todas las respuestas posibles (o aquellas que lograba imaginar) se volvían reales, cada una peor que la anterior. Tal vez el mejor de los escenarios que había imaginado se representaba a él como el nuevo “juguete” del equipo de americano de la escuela justo después de que el castaño hiciera del dominio público toda la información.

 

Aunque, siendo sincero consigo mismo, no tenía mínima idea de lo que fuera esa “información”. Y eso solo le estresaba un poco más.

 

—Yoko...zawa-san...—una voz que no habría deseado escuchado de nuevo en lo que iba de mil siglos de pronto lo regresaba a la realidad, materializándose en un chiquillo de primer año, cabello castaño claro y mirada color esmeralda que de pronto parecía temblar un poco. El aludido no pudo evitar el juntar las cejas al verle de vuelta, sus escuálidos hombros y sus estúpidas mejillas sonrosadas solo lograban hacerle sentir mal humor, aún más de lo que ya sentía de solo recordar su existencia.

 

“¿Qué diablos le había llamado la atención de este papanatas?” hiriente en sus pensamientos sonaba mientras su mirada iba a parar a una mancha de pegamento con brillitos color morado que posaba sobre su mejilla izquierda, haciendo que chasqueara la lengua con sumo desprecio.

 

—No sé qué mierda haces aquí y sinceramente no me importa — el pelinegro soltó en el momento en que pasaba a su lado, con la cabeza en alto con orgullo aunque su simple presencia lo desmoralizara un poco —pero si crees que Masamune caerá ante tu estúpido y cursi intento de arreglarle el día, estas perdido…

 

Miró de reojo como de pronto la cabeza del castaño se agachaba, mirando al piso y eso logró que una pequeña sonrisa se dibujara en los labios de Yokozawa. No era que lo odiara, a decir verdad aquel sujeto siempre le había dado un poco de lastima, tan inseguro de sin mismo, torpe y algo infantil que había llegado a la academia solo porque así lo habían decidido por él y no porque él lo hubiera deseado, pero ahora con el corazón roto simplemente deseaba que Onodera sintiese todo por lo que el pasaba… Esa humillación de saber que no eras lo suficiente para el tipo del que te habías enamorado o algo similar.

 

—Masamune prefiere las conversaciones de adultos, algo maduro y que lo haga crecer — continuó hablando, siendo su despecho el que controlase todo lo que salía de su boca — así que tus niñerías no van a llevarte a nada, se terminará por aburrir de ti … y si eso pasa… No dudaré en ir por él

 

—Si tanto así lo quiere ¿porque no va de una vez por él? —en un susurro, Onodera dejó salir la pregunta mordaz, la que logró que Yokozawa girase la cabeza sorprendido y anonadado por la valentía de la que parecía ser dueño el de primero — Lo...siento — y sin decir ni una palabra más el chico de los ojos verdes emprendía su camino hacia las escaleras, con la cabeza gacha y sus manos a los costados cerradas en puño, bastante rápido para desaparecer.

 

Takafumi solo chasqueo su lengua contra el paladar algo sorprendido, para después seguir su camino y entrar al salón de clases, sosteniéndose a la única esperanza de que Takano se aburriera de Onodera por su carácter infantil.

 

Sin embargo cuando la tarjeta de cartulina  llena de brillantina y dibujos de chibis de él y su remitente llegó a manos de Takano este no dudo en sonreír, leyéndola con cuidado, cada una de las frases cursis de aquel regalo dejado en el escritorio del chico de lentes a primera hora de la mañana. Y cuando los grisaseos ojos de Yokozawa miraron como guardaba aquel moustrito de las manualidades en su libro favorito no pudo evitar sentir como todos sus sentimientos se estrujaban hasta volverse desagradables.

 

ヽ(a344;(a396;)´)a417; ┻━━┻

No había sido un día tan malo, o por lo menos eso quería sentir, porque en verdad ese día había sido han mierda que lo único que le quedaba era sonreír.

 

El reloj marcaba las 3:40 pm, a esa hora la mayoría de los chicos ya habían partido después de la limpieza de sus salones y muchos otros se quedaban a las actividades del club, ninguna cosa fuera de lo común. Sin embargo existía un grupo selecto y pequeño en el que no muchos deseaban pertenecer, aquel en el que debían volver a estudiar para pasar los extraordinarios o las recuperaciones, la última esperanza de los vagos y de aquellos que habían estado pasando moscas; la hora de las tutorías.

 

Yokozawa pertenecía a los tutores, aquellos chicos que ayudaban a otros a salvar las materias, impartiendo una clase en específico al día y explicando personalmente si algo no se entendía; un servicio a la comunidad que muchos de los mejores promedios se permitían hacer. Sin embargo nadie quería llegar con él.

 

Eran apodado el Oso salvaje de las tutorías, su lema se basaba en hacer que alguien aprendiera sin importar que y sus métodos eran tan eficaces como dolorosos, así como la última esperanza de aquellos que estaban a punto de ser expulsados por mal desempeño. Fue justo ahí donde había conocido a Takano. En el peor de sus momentos cuando su vida académica estaba aún peor que su vida sentimental o familiar.

 

Pero aunque eso también estuviera fuertemente ligado con el mayor de sus problemas sentimentales, el poder gritarle a alguien le motivaba a seguir subiendo las escaleras, porque entonces podría desesterarse con un joven cuya única culpa fue saltarse todas las clases del semestre, porque entonces tenía autoridad y la autoridad siempre era un buen escape cuando se sabía utilizar.

 

Una sonrisa llena de maldad se apoderó de su rostro, mientras subía con entusiasmo los últimos escalones que le separaban del quinto piso de aquel edificio, sus piernas incluso daban pequeños saltitos al compás de sus pensamientos macabros, tarareando una canción cualquiera. Ese día verían Geometría Analitica, amaba enseñar cualquier rama de las matemáticas porque era el momento donde todo su poder y exigencia lograban salir, el mejor de los momentos para alguien a quien se le acusaba de alimentarse de los sueños y esperanzas de aquellos chicos que quedaban como sus tutorados.

 

Su mano rápidamente corrió la puerta, dio un paso dentro de aquel salón y su sonrisa simplemente se borró, sus cejas se juntaron dolorosamente al mirar aquella escena; los dos bancos de estudiantes que tenía asignados estaban vacíos.

 

— ¡Henmi! — el oso rugió, mirando a todos lados mientras un diminuto chico tembloroso se acercaba con cuidado hacia Yokozawa, evitando el contacto visual y respirando lento, para pasar desapercibido —¡¿Dónde mierda están esos dos idiotas?!

 

El chico que respondía al nombre de Henmi rápidamente puso su libreta azul frente a él, usándola como un escudo mientras se encogía ante los gritos de Yokozawa, a la par de todo el salón.

 

—Yokozawa-senpai… Ellos no van a venir… Porque…. —pasó saliva con bastante fuerza mientras bajaba lentamente su escudo y miraba a los guriosos ojos al mayor, congelándose por un momento, teniendo ganas de dejar todo y salir huyendo de ahí

 

—A menos de que hayan muerto no tienen excusa que valga — sentenció tomándolo por los hombros, moviéndolo con cierta  rudeza, acercándose a su rostro mientras gruñía, logrando que el de primer año solo cerrase sus ojos, pidiendo por su vida inconscientemente, producto de aquellos arranques de ira que al parecer siempre tenía que soportar.

 

—Lamento llegar tarde, todo es mi culpa — Yokozawa volteo hacia la puerta una vez que reconoció aquel tono de voz simplón que parecía burlarse de su retraso de 5 minutos, palideciendo al reconocer el rostro de Kirishima, quien se acercaba a ellos. El oso salvaje soltaba con cierta lentitud a Henmi, mientras este último sonreía con paz en su expresión cuando el castaño entro a la sala.

 

—Yokozawa-senpai, a partir de hoy Kirishima-senpai estará bajo su tutoría — una vez que fue libre Henmi se situó a un lado de Kirishima, como el niño pequeño que busca refugio en su padre cuando la madre lo regaña, presentándolos

 

— Trabajemos juntos, Yokozawa-san  — esas palabras venían cargadas de una mala vibra que solo el aludido podía reconocer, esa sonrisa simplona que le hacía parecer un idiota y su actitud floja que no le diferenciaba del resto de los chicos que estaban en ese lugar a esa hora estudiando hacían que pasara desapercibido lo odiosamente molesto que era. Y Takafumi no tenía la mínima intención de lidiar con ello. Sin decir nada tomó del brazo a Henmi, sacándolo del salón, con la mirada llena de preocupación, llevándolo hacia las escaleras, haciéndole que bajara hasta el descanso, para de nuevo tomarlo por los hombros.

 

— Necesito una maldita explicación de esto! — su expresión se asimilaba a la preocupación de un perrito apaleado o algo así que hizo sonreír a Henmi mientras le miraba — ¿Qué mierda te parece gracioso?

 

— Lo siento, lo siento — haciendo varias reverencias al ritmo en que decía sus disculpas, repitiéndolas por bastante rato— Es solo que su expresión es algo linda… es extraño verle de esa manera, senpai… ¡Seguramente hará un buen trabajo con Kirishima-san!

 

—No necesito tu maldita condescendencia — evitando que replicara algo el de primero, prosiguió — ¿Por qué diablos tengo a Kirishima Zen? Es de tercero, no puedo, simplemente él no…

 

— Bueno… no sé muy bien pero al parecer fue el profesor encargado quien lo inscribió contigo, ante eso no podemos hacer nada… Tal vez si le preguntas a Kirishima-san,  él te cuente lo que sucedió…

 

A primer momento Takafumi deseo gritarle “Capitán Obvio” pero después, al ver aquella boba carita y entender que hablaba con la única verdadera solución, no hizo más que soltar un suspiro, soltarle y volver por donde venía, con el chico de primero detrás de sus pasos. Cuando se dignó a entrar fue directamente al banco de enfrente donde el castaño miraba hacia la ventana, contemplando el movimiento de las nubes, con ese rostro luciendo perfecto, recargando su mejilla en una de sus manos, con esos finos labios cerrados y su penetrante mirada al vacío, enmarcada por su cabello que como miel brillaba con la poca luz que caía sobre él.

 

—Sí, contémplame de esa manera, soy perfecto— y antes de que su trasero pudiera estar bien sentado, Kirishima sin dejar ese porte de galán que había estado analizando soltó sus palabras maestras, haciéndole recordar que era un completo idiota. Yokozawa juntó sus cejas en señal de molestia, golpeando la mesa con los puños para llamar completamente su atención, cosa que solo logró hacer que le mirase de reojo —me gustabas más con tu rostro sonrojado mientras…

 

— ¡Deja de decir mierda! ¿Qué te trajo hasta aquí? ¿No eras el mejor promedio de tercer grado? — sus mejillas se pintaron en un color rosa que según él era producto del enojo que estaba pasando, aunque en realidad era un bochorno complicado de explicar, incluso para él mismo.

 

—Lo sigo siendo, pero… A finales de primavera presento examen para la universidad, necesitaba algo de ayuda para estudiar y escuché por ahí que “El oso salvaje” era capaz de hacer aprender a cualquiera — el castaño dejó su pose, sacando una guía de estudio — No hay ningún problema con los temas de tercer grado, necesitaba a alguien que pudiera refrescar mi memoria con el segundo y primer año

 

“¿Así que es eso?” La pregunta retumbó en la mente del moreno mientras leía los apartados del índice de aquella guía había dejado de prestarle mucha atención cuando escuchó la palabra universidad, solo concentrándose en cuantos días tenían para abarcar los temas.

 

— Además, siempre quise a alguien tan lindo como tú para estudiar — las palabras  y el roce de los dedos de tercero le hicieron volver en sí, alejándose rápidamente como acto reflejo y antes de que pudiese decir algo en su defensa, Kirishima comenzó a reír, consciente de lo que había provocado — Aún tengo tiempo para esto, vayamos a comer ¿te gustan las hamburguesas?

 

— Oii, antes de que te ilusiones con una “hermosa amistad” — haciendo las comillas con sus dedos, mirándole de manera fría, como siempre miraba a todos sus tutorados — llena de cosas de adolescentes, solo estudiaremos ¿ok? Nada de salidas y esas cosas… — pero al parecer a Zen eso no le iba a detener, mientras sacaba su celular y parecía buscar algo …

 

— Mira, ¿Henmi?  ¿Qué te parece esta foto? Linda ¿no? — el kohai se acercó ante la llamada observando con detenimiento la pantalla del celular, riendo un poco después de un rato — ¿te imaginabas así a Yokozawa? ¿Verdad que es lindo? Y tengo muchas de donde salió está…

 

—Henmi, ¡¡vete a tu maldito lugar en este momento!! Y tú, grandisimo idiota ¡¿Qué tanta mierda estas….— Kirishima volteo rápidamente su celular, mostrando una simple foto de él, leyendo la guía, en un ángulo bastante favorecedor, soportando la sonrisa burlona del castaño se recargó en el asiento, soltando un suspiro

 

—No soy tan ruin después de todo ¡Oh! sobre las fotos de aquella vez…—cambiando el tono de voz, de ser un sujeto que parecía leer la mente a un inocente chico como cualquiera — no tendré compasión de no enseñárselas a cualquiera si no haces lo que te pida… estás acorralado — y así, el de ojos miel, después de susurrar eso, haciendo una sonrisa de medio lado, se levantó de su asiento, tomando su mochila— Te veo en la entrada de la escuela, ¡Buen trabajo el de hoy! —saliendo así del salón de clases.


En efecto, sería un semestre difícil… Más de lo que realmente Yokozawa tenía pensado soportar.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).