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[Trifecta] Sunflowers on rainy days por LiNekoWeillch

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El bullicio de aquel lugar se le antojaba mucho menos que el olor de la carne roja siendo cocinada en la grasosa parrilla.  Un ligero suspiro se escapó de entre sus labios cuando miró la fachada del local al cual el castaño lo había arrastrado, de la manera literal. Se trataba del sitio más concurrido por los adolescentes de la Academia Marukawa; un local espacioso que era llevado por una pareja de norteamericanos, lo que le daba su encanto de hacer “Hamburguesas 100% reales”, no llevaba mucho tiempo funcionando y ya se había colocado como el sitio más popular, mucho antes que el Karaoke que estaba apenas unas cuadras antes de la estación del subterráneo y el Centro de videojuegos algunos pasos después de entrar en la ciudad.

No había chico matriculado en la academia que no conociera el sabor peculiar de aquella comida rápida y por supuesto que Yokozawa Takafumi no era la excepción. Había ido un par de veces en lo que iba de su estancia en la escuela, había probado por lo menos dos de esas extrañas combinaciones que dictaban los menús enmicados sobre las mesas del sitio, siempre alejándose de las especialidades que ponían algo de picante dentro de ellas.  Había experimentado la sensación de las “Hamburguesas 100% reales” tanto como cualquier joven no tan fanático de ellas, todo a lado de Masamune.

El joven de cabello azabache y piel pálida era un acérrimo consumidor de comidas que le quitaran la labor de cocinar, sin importar su sabor ni que tuviera los mismos nutrientes que una tabla de madera podrida, por lo que en aquella etapa de su vida donde nada le salía bien, se había vuelto  dependiente de ese local, al igual que el de las pizzas de 100 yenes y la tienda de conveniencia en el refrigerador de las comidas congeladas, siempre buscando la peor de las opciones.

“– Tienes que dejar de comer esa basura – había sido el regaño que de los labios de Takafumi escapó mientras lo hacía alejarse de la puerta de aquel establecimiento, sujetando el ligero brazo del muchacho que apenas y podía oponer resistencia, llevándolo directamente a la casa del segundo, dispuesto a cocinar para él. “

Todo había iniciado como una pequeña muestra de respeto por su vida para no dejarlo morir de desnutrición, iba de vez en cuando a su casa para prepararle un guiso bastante común y sencillo, lo suficiente para que durara en la cena y el desayuno. Pronto, se volvió algo común ver a Yokozawa entrando a la casa de Takano, con varias bolsas en mano, haciendo la comida suficiente para la pequeña familia de dos personas en ese sitio, lo necesario para que pudiera durarle un par de días, hasta que se volvió una costumbre que el de cabello azulado cocinara todos los días, algo nuevo, que durara tres comidas y no se desperdiciara.

Poco a poco, Takano Masamune se notaba con un aspecto lozano, había ganado un par de kilos de forma positiva y su cansancio dejó de ser anormal; aunque jamás pudo hacerlo dormir temprano o por más de 5 horas. Y  si pecaba de vanidoso, podía decir que su mejor amigo había tenido un cambio a bien, gracias a todos sus esfuerzos hacia él.   

Esfuerzos que él no le había pedido y que de alguna manera no iban a ser recompensados de la manera en que tanto deseaba.

– ¿Yokozawa? –la voz del castaño, que a su lado se encontraba desde que habían entrado, lo sacó de su tren de pensamientos, haciéndole dar un ligero brinco en su lugar, logrando que comenzara a  reír el contrario muy por lo bajo –Has estado pensando por más de un minuto –puntualizó el mayor, mientras sonreía de medio lado, sujetando su muñeca para hacerlo caminar y pasar del rellano del lugar, entrando, de forma oficial, al pequeño establecimiento.

El aludido levantó la mirada después de notar el agarre que lo sostenía, volteando el rostro para decirle que le soltara, sin embargo quedó en el aire, enfrente de él, en una de las mesas que estaban cerca de las ventanas del lugar, el cabello oscuro alborotado y el castaño lacio de aquella singular pareja del de segundo y primer año captó toda  su atención. Ni Takano ni Onodera se dieron cuenta de quienes habían entrado al lugar, estaban demasiado concentrados en su conversación, tan acaramelados y tranquilos como nunca habían estado, más bien, como nunca había notado al mayor de esos dos.

No tardó en desviar su mirada, volteando el rostro, con semblante afligido, que rápidamente se convirtió en aquella mueca de malhumor y decepción que había coronado sus expresiones por mucho tiempo. Chasqueando la lengua mientras maldecía por lo bajo, intentando calmar todo lo que observar logró en su interior, dejándose mover por el mayor de ellos dos.

Sin embargo, Zen había notado la forma tan repentina en que se comportaba su “kohai” volteando sobre su hombro para observar a la pareja que parecía haberle hecho cambiar de actitud bastante rápido.  Negó con la cabeza mientras le soltaba, pasando su mano sobre su cabello, peinando hacía atrás su flequillo que rápidamente regresaba a su lugar como si nada, mientras se ponía enfrente de él, frenando su caminata corta al hacerlo chocar consigo mismo.

– ¿Sabes? Creo que cambié de opinión –comenzó a hablar como si nada, como si en verdad hubiera pensado mejor las cosas, sin perder la ligera sonrisa que se marcaba en sus finos labios, poniendo una de sus manos sobre el hombro del menor, dándole un par de palmadas en este – Ya no quiero comer hamburguesas, hay demasiada gente y creo que no es un buen sitio para estudiar.

–Si querías estudiar debimos quedarnos en el sitio que está destinado para eso, no sé,  ¿Te suena algo llamado escuela? –sus palabras salían adornadas de mal humor y un poquito de ironía mirándole con el ceño fruncido, haciéndole ver que estaba de poco humor para soportar esos cambios repentinos de planes.

Cosa que le resbalaría cual sartén con teflón a Kirishima, solo manteniendo la sonrisa, mientras le daba un ligero golpecito en la punta de su nariz, riendo con suavidad.

–Sólo sé que si sigues con ese humor de oso furioso no llegarás a los cuarenta – y sin más volvió a tomarlo de la muñeca para llevarlo consigo tan rápido como le era posible. Apurando el paso hasta llegar fuera del lugar, volteando a ver la cara malhumorada del menor, riendo suavemente al notar que esta no había cambiado en los pocos segundos que llevaban caminando – oye, toda tu mierda tsundere solo la podrá soportar tu pareja.

Y sin decir cualquier otra cosa continuó caminando, arrastrando de cuenta nueva al joven Yokozawa, quien mantenía un ligero sonrojo sobre sus mejillas gruñendo por lo bajo la frase “¿A quién demonios le llamas tsundere?”

ヽ(`(エ)´)ノ ””””

El nuevo lugar donde Kirishima lo había llevado, contrastaba completamente con el sitio antes visitado, se trataba ahora de una cafetería donde apenas se escuchaba el murmullo de algunas conversaciones, el golpeteo no intencional de los cubiertos sobre la vajilla y que, además de ellos dos, no había más estudiantes escandalosos conviviendo. Era un sitio bien iluminado, a pesar de estar en la parte más oscura del edificio que contenía el local, no se guardaba calor aunque carecía de ventanas que pudieran ayudar a la ventilación y el aroma que salía de la cocina era  más que agradable.

Kirishima esbozó una sonrisa al notar como su acompañante miraba con cierto aire de sorpresa todo el lugar, pasando un brazo sobre los hombros del mismo para hacerlo avanzar hacia alguna de las mesas, justo después de que una hostess  les recibiera y les pidiera que la acompañaran.

–  Cierra la boca, que se te meterán las moscas – acercándose demasiado al rostro del menor, haciendo una pausa a su andar, haciéndolo con cierta lentitud hacia sus labios, lo suficiente como para sentir sobre el rostro el aliento del uno al otro,  logrando que Takafumi únicamente diera un brinco hacia atrás por la sorpresa y por ende cerrara la boca, juntó las cejas al notar la sonrisa boba de su senpai, solo soltándolo cuando llegaron a la mesa que se les había asignado, sentándose enfrente del moreno, agradeciendo por las cartas que les eran entregadas, comenzando a leer de ella como si nada hubiera pasado en ningún momento.

 –No estarás pensando realmente en comer algo, ¿verdad? –por primera vez en mucho tiempo el de ojos grises se dignó en hablar, dejando a un lado el menú de bastante buena calidad en cuanto a impresión y presentación, recargando sus brazos en la mesa, mirando al chico que tenía enfrente de él que revisaba las columnas despreocupadamente – Sabes que tenemos que repasar dos años escolares en menos de 4 meses. Lo mejor es que nos pongamos a trabajar y… ¿Me estás prestando atención, Kirishima?

Sin embargo el castaño no hizo ningún tipo de movimiento para darle a entender que lo hacía, no apartó la mirada de la carta y mucho menos realizó una contestación auditiva para negar todo, simplemente pasaba su mirada por los productos que ofrecía la cafetería, negando con la cabeza. Yokozawa se estiró apenas un poco para poner una mano sobre el documento que leía con tanta atención, haciéndolo bajar para que por fin le mirara.

– Cuatro meses, dos años de curso, es mejor que solo pidas un café porque vamos a estudiar de una manera bastante intensa –el menor sentenció y lo único que recibió a cambio fue una sonrisa de lado a lado, bastante sincera, el primer signo de que lo había escuchado desde un principio.

–Oye yo soy el que aplicará para la universidad y no estoy tan histérico como tú –puntualizó, pasando sus dedos sobre su cabello, para después quitar la mano del “oso salvaje” y cerrar la carta – además, por eso mismo es mejor que comamos mucho antes de empezar a estudiar, pide lo que quieras, cuanto quieras, ya después me cobraré –sonrió delicadamente –de algún modo u otro.

La última frase que el más alto de ambos había soltado, únicamente logró que su piel se erizara, aquel tono de voz bajo que había usado para decirlo y esa mirada felina que de pronto había hecho le dio un tanto de mala espina y para evitar cualquier tipo de contacto visual, tomó su propia carta, leyendo de ella para así, poner su atención en cualquier otro asunto.

ヽ(`(エ)´)ノ ””””

Llevaban algunas horas dentro de aquel café, entre charla, estudio y convivencia se les había ido la tarde, de eso se dio cuenta Yokozawa cuando su teléfono pareció sonar. Lo sacó de su bolsillo del pantalón de la escuela, notando el nombre del contacto que aparecía en la pantalla, aquél “Mamá” que llevaba casi 15 segundos estando ahí, haciéndole palidecer.

–Termina con esos ejercicios, yo regresaré en poco a revisarlos –habló con algo de rapidez, mientras se levantaba del asiento con demasiada torpeza, intentando responder el teléfono, dejando salir un “Aquí estoy, no cuelgues mamá” mientras se alejaba hacia el fondo del local, dejando al chico de cabello quebrado mirando el cuaderno que tenía enfrente, llamando al mesero que los había atendido, pidiendo la cuenta, asintiendo cuando este hombre le preguntó si quería que fuera todo junto en ella.

Takafumi se demoró algunos minutos en esa llamada, donde su madre le recordaba que eran más de las 8:00 pm, que su hora de llegada se había pasado por algunos muchos minutos y que su gato no había comido nada desde que lo dejaron en la mañana, entre algunos otros tópicos acerca de las responsabilidades que tenía, la confianza que aquella salida sin permiso se había robado y que si pensaba seguir haciendo ese tipo de cosas no iba a lograr aplicar a la universidad que tanto deseaba debido a su promedio. Cosas que solo hicieron suspirar al chico de cabellera azulada, regresando inmediatamente después de colgar hacia donde había dejado a su “tutorado”

– Disculpa, debo de regresar cuanto antes a casa –dijo entre dientes, un tanto molesto por lo ocurrido, apurándose a guardar lo único que Kirishima había dejado sobre la mesa, buscando su cartera para así pagar su parte, sintiendo la mano del mayor arrebatar la misma y guardarla de cuenta nueva en la mochila del más bajo, sonriendo ligeramente – ¡¿Ah?! ¿Qué hay de la cuenta?

–Para ser el mejor promedio de segundo año no eres para nada despabilado –dijo con algo de burla en sus palabras, dándole un nuevo golpecito sobre la nariz, riendo de forma ligera, como si nada le preocupara en ese momento – ¿No es obvio? Pagué en cuanto tu madre te habló por teléfono, debíamos ahorrar tiempo y dejar que contaras lo poco que traes de mesadas ahorradas nos iba a quitar bastantes minutos que debes usar para correr hacia la estación de trenes.

Y sin más Zen comenzó a caminar hacia fuera del establecimiento, colgando su mochila sobre uno de sus hombros, cruzando el aza sobre su pecho, agradeciendo a quien los despedía en la puerta, dejando varios pasos atrás al moreno, quien parecía fulminarle con la mirada mientras lo seguía, intentando alcanzarlo en cuanto cruzaron la puerta hacia las escaleras que los sacarían directo a la calle.

– ¡Espera un momento ahí! ¡No quiero deberte nada! ¡No intentes comportarte como un jodido príncipe azul! – dijo casi a grito, gruñendo ligeramente al decir sus palabras y terminar cada una de las frases, mirándole con alguna emoción que parecía ser odio – ¡No te estoy pidiendo que seas de esta forma conmigo por ningún motivo!

Yokozawa se quedó en los primeros escalones mientras dejaba salir aquella idea, chasqueando la lengua y temblando ligeramente en su lugar, cerrando los puños en sus costados, mirándole intensamente. Kirishima, ya en el 8vo escalón dio media vuelta, levantando una de sus cejas algo extrañado por el comportamiento de su kohai, bajando los escalones que le separaban a ambos, sin escuchar realmente lo que estaba reprochando.

– ¿Así que no quieres deberme nada? –y sin esperar a la respuesta afirmativa del menor, lo tomó por el cuello de la camisa de la escuela, acercándolo con bastante fuerza hacia él, sin parar a pensar lo que iba a hacer en ese instante, se inclinó ligeramente sobre el rostro del moreno, plantando un beso sobre los labios de este, no siendo un simple roce o un contacto ligero de ambos, ¡se trataba de un beso con todas las letras de la palabra!

La lengua del castaño acariciaba los labios del menor, con la intensión de que estos se separaran, al lograrlo aquella inquieta parte del más alto continuó en su exploración motivando lentamente y de manera nerviosa al más bajo a corresponder. Yokozawa posó sus manos sobre los brazos de su contrario para sostenerse de él, por aquellos largos segundos en que el otro le había robado el beso. Separándose en un acto casi violento, dando un paso hacia atrás para quedar lejos del otro, posando su brazo sobre de sus labios, para taparlos, aunque en realidad no lo deseaba.

– ¿Q-Qué  demonios? –murmuró el “oso salvaje” mirándole con el ceño fruncido, más el rostro suavemente colorado, apenas visible debido a la poca luz de la calle, soportando la sonrisa de triunfo que se dibujaba en los labios del más alto.

– No me digas que… ¿Acabo de robar tu primer beso? –con una sonrisa socarrona soltó aquello,  mientras llevaba su pulgar para limpiar la comisura de sus labios, mordiendo su labio inferior después de mirar con detenimiento el rostro del peliazul – Y claro, Gracias por la comida~

El rostro de Yokozawa se volvió unos cuantos tonos más rojo, observando la manera en que el de tercero se daba media vuelta, despidiéndose con esa última frase, antes de correr escalones hacia arriba y sacar su teléfono para responder alguna llamada de él.

Takafumi refunfuñó un par de malas palabras dejando que la distancia entre ambos incrementara, antes de comenzar a subir las escaleras  y dirigirse a la estación del subterráneo,  un tanto más confundido que siempre, creyendo que era la peor forma para comenzar la semana, haciendo a un lado que posiblemente terminaría castigado por llegar dos horas más tarde de lo permitido.

 


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