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¡No te abandonaré! por SweetPiyogami

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Notas del fanfic:

Bueno vengo a cumplir con mi fecha del Hikari month <3, ya que ellos necesitan amor para su mes c:

Unas advertencias rápidas:

-Personalidades muy Ooc

-Mención de m-preg

-Muy fantacioso

-Peleas everywhere /o/

Si apruebas esto puedes continuar

Unos gritos provenientes de un departamento, alteraban la paz de un tranquilo distrito de Japón, haciendo ladrar a los perros, despertando de su siesta a varios bebés y adultos.

Una gran discusión se daba entre dos chicos de casi la misma altura, con sus distinguidos colores de cabellos, uno rojo y otro azul, igual a sus ojos que ahora mostraban desafío en ellos, dando como resultado los gruñidos de las dos fieras dejando de lado que podían molestar a su alrededor.

–¡¿POR QUÉ NO PUEDO MUDARME CONTIGO?! –Gritaba un muy enojado Aomine, mientras veía suplicante a la persona frente a él.

–¡PORQUE YA TE HE DICHO QUE NO ESTOY LISTO PARA QUE TE QUEDES AQUÍ! –La prepotente voz venía de Kagami, quien era el dueño del lugar donde se encontraban– Solo dame tiempo…–

–¡¿Cuánto tiempo quieres que espere?! Ya hace 5 años que estamos saliendo– Aomine respiro hondo para seguir hablando, ya que se notaba en las facciones de su novio que no estaba muy convencido– Tienes que darte cuenta, nuestros aromas están en esta casa tanto que cuando vuelvo a mi casa siento que me faltas; quiero levantarme y ver tu cara durmiente diciéndote los buenos días como también decirte las buenas noches al irnos a dormir cada día…

–Aomine--

– No Kagami déjame terminar, que nuestra vida sea solo una, compartiendo las cuatro comidas diarias conversando y riendo en la mesa, para de paso verte en ese lindo delantal mientras cocinas y tarareas tus canciones favoritas; disfrutar de un baño juntos y hacer el amor cientos de veces que si no te hago un hijo te hago queso, no aguanto más Taiga quiero realizar todo eso y más.

–¡Yo también quiero todo eso Daiki…–El moreno sonreía expresando un ‘vez tengo razón y lo sabes’ pero al ver la cara de su amado reflejada de tristeza, se relajo un poco dejándolo continuar–…Pero como ya te dije no me siento preparado, no es que no me guste tu presencia al contrario soy muy feliz aún cuando a veces eres el mismo demonio en persona; pero tienes que entenderme , ya he pasado por esto y no quiero que se vuelva a repetir de nuevo, quiero tomar las fuerzas para aceptarte en mi casa y quitarme la costumbre de vivir solo.

–¡ES POR ESO QUE QUIERO QUEDARME, PARA QUE ABANDONES ESA IDEA DE ESTAR SOLO! – Un golpe sobresalto a Kagami, se quedó mirando al otro que tenía la cabeza agachada y la mano clavada en la pared, si se pudiera definir el entorno sería tenso, ninguno se animaba a cruzar contacto visual.

El pelirrojo intentó abrir la boca pero de esta no salía nada decidiendo al final callarse, las palabras de su novio lo habían conmovido pero aún su decisión seguía firme, ignorando los latidos de su corazón que pedía que se rindiera, le diera un abrazo a su novio y decirle que trajera sus maletas pero mientras que la razón estuviera al mando esas acciones no se harían.

–Vete…

El moreno sorprendido despegaba los ojos de suelo para mirar sorprendido a su pareja, esa voz fría y firme hizo pasar un escalofrío por toda su espalda, la mente de Aomine le advertía que no jugará con fuego más si se trataban de los rubíes enseriados que penetraban su ser.

El silencio total comparado con los gritos de recién era más incómodo, las palabra eran necesarios cosa que suplicaban los dos que salieran para cortar el callado ambiente.

Las dos partes tenían sus puntos, sin embargo al ser ambos personas muy testarudas no se cederían lugar dando el brazo a torcer, ya esto se demostraba cuando jugaban basketball, con la diferencia de que hoy la mitad de la batalla la ganaría Kagami.

–Pero Kagam…

–¡TE DIJE QUE TE FUERAS! –Y sin dar oportunidad a reaccionar, el pelirrojo se hallaba empujando a un shockeado Aomine hasta la puerta, echándolo de una patada para cerrar rápidamente la entrada.

Apoyados en un lugar ambos chicos suspiraban, sus pensamientos estaban desordenados, frustrados por no lograr su objetivo. Aomine no tuvo más opción que marcharse a su desolado hogar, para volver mañana e intentar de convencer a su novio.

Mientras tanto Kagami arrastraba los pies hasta llegar a su habitación para tirarse en la cama y sintiéndose vacío, generalmente cuando el moreno no tenía turno de noche en su trabajo se quedaba a dormir, en especial los fines de semanas; revolviéndose en las sábanas el pelirrojo no podía conciliar el sueño, parecido a cuando al otro día se presentaba un partido que lo motivaba, porque si a pesar de ser un adulto de 21 años, con trabajo, seguía desvelándose como un adolescente emocionado cada vez que jugaba con sus amigos de preparatoria incluyendo su moreno novio con el que ama enfrentarse.

Pensando en la preparatoria trajo recuerdos del mismo, junto a cómo había conocido a Aomine en su primer enfrentamiento de basketball cuando aunque no quisiera reconocerlo estaba débil siendo derrotado vilmente e insultado por el peliazul. Desde ese día nació su rivalidad, retándolo cada vez que lo veía, consiguiéndolo en algunas ocasiones y en otras botando la pelota solo porque Aomine se creía mucho diciendo que era una pérdida de tiempo y que ese tiempo le servía para ver más a su Mai-chan.

Pero todo cambió después de la Winter Cup, con Seirin como vencedor, Kagami le restregaba en la cara a Aomine que no tenía una excusa para rechazar sus ofertas de juegos, y picándole en el orgullo, el peliazul no le quedaba de otra que aceptar.

Poco a poco esos encuentros se volvían más cercanos, con charlas interminables hasta invitaciones a comer, sea en el Maji Burger o en la casa de Kagami, ya que al descubrir el talento culinario del mismo Aomine no le decía que no a la deliciosa comida del pelirrojo.

De repente de solo recordar cómo se había hecho novio del moreno, la cara de Kagami ardía, adquiriendo un rubor tan rojo como su cabello, de solo pensar que él tenía sentimientos encontrados por el arrogante chico además de rival que creaba que se quisiera arrancar los pelos y la cereza que decoraba el pastel es que todo el mundo lo sabía a excepción de Aomine, en especial Kuroko y Kise eran los más insistentes en el tema, regañándole para que le dijera todo al peliazul, teniendo siempre la negativa por el de cejas raras.

 

Flashback------

Kagami acaba de despedir o más bien echar a Kise y a Kuroko de su casa, después de la típica conversación que tenían últimamente en el que se veía implicado siempre el as de Touou, para el mal gusto del pelirrojo.

Éste cansado solo quería tirarse en algún lado para relajar su cuerpo y lo más cerca que era el sofá, ya casi tocando las suaves almohadillas pudo escuchar el ruido del timbre, soltando un gruñido dejó que sonara pensando que del otro lado se aburriría de tocar pero se equivocó, parecía que no se rendiría su visitante colgándose a la bocina de la entrada.

Frustrado el pelirrojo no le quedó más que golpear su frente, levantándose listo para decirle un par de cositas a la persona irritante detrás la puerta.

Que sorpresa se llevó al ver al rey de roma delante de él, quería cerrar la puerta pero el moreno cortó toda acción al entrar como si de su casa tratará, sin saludar ignorando a un muy enojado Kagami  para dirigirse al mueble en el que antes estaba el otro.

–Kaaagami tengo hambre, prepárame algo

–Entras como si nada a mi casa, te tiras en mi sofá y me pides comida, ni que fuera tu sirviente Ahomine–Este se paraba en frente del otro con los brazos cruzados.

–Solo te falta modales y serias una perfecto sirviente, y antes de que me vayas a golpear, te digo que si me das de alimentar vamos a jugar un partido –Diciendo esto Aomine cerraba los ojos siendo los pasos de Kagami que se dirigían a la cocina, la sonrisa de victoria no se la quitaba nadie tan fácil era convencer a ese chico o eso era el pensamiento del moreno.

Tanto se tardó el pelirrojo en hacer de comer para el punto de vista de Aomine, que cuando estaba por avisar de la comida se encontró con la imagen de un peliazul durmiente, Kagami con un tic en su ceja iba a empujarlo pero al ver la tranquila cara morena se la quedó observando.

Los ojos rubíes viajaban por cada detalle, las facciones de Aomine eran muy distintas a las del despierto, guardando en su memoria lo que estaba viendo poco a poco se acercaba al rostro que dormía, sintiendo como una mano empujaba su nuca, impulsándolo para terminar tocando unos suaves labios, Kagami anonadado no se lo podía creer echándose para atrás que por inercia cayó al suelo.

Los ojos perezosos de Aomine miraban al impactado Kagami, este se levanto y como si fuera lo más natural desapareció por el pasillo de la salida.

Ese día Kagami no pegó en toda la noche un párpado, con el estómago revuelto más la sensación en sus labios de los otros, terminando por faltar al instituto.

Ya con esta escena en la cabeza de ambos chicos se evitaron en la semana, hasta que el peliazul decidió tomar cartas en el asunto, o más preciso que su apetito suplicaba por la comida del pelirrojo agregándole también el vacío que sentía al no ver al pelirrojo.

Al volver a la casa de Kagami lo primero que recibió de bienvenida Aomine fue un cucharazo de madera en la cabeza, justo había aparecido cuando el otro se encontraba cocinando y al abrirle la puerta frunció el ceño para terminar golpeándolo.

–Kagami yo…

–No hace falta que hables de eso Aomine, solo fue un accidente, tú dormías, yo-o estaba por despertarte y salió así, tema terminado–Contestando de forma rápida Kagami se daba la vuelta comenzando a caminar sin embargo no se movió al sentir unos brazos rodeándole.

–Sólo calla, estaré un rato así y te soltare–Los latidos de ambos resonaban por la habitación, asustándolos y rezando los dos para que no se delataran–Mira Kagami lo diré una sola vez y si no lo escuchas será tu culpa, ese beso no fue accidental al menos para mí y si preguntas porque me fui, fue por tu cara pronto comencé a preocuparme de tu rechazo pero ahora no voy a huir, larga lo que tengas que decir y me iré–

–Tonto, me sorprendiste como no hacerlo cuando eres mi rival y también el tipo que grita me gustan los pechos grandes, creí que estabas soñando con tu Mai-chan y que por eso me habías besado, Kise y Kuroko estarán felices así que lo haré–

–¿Qué tiene que ver Kuroko y Kise en es...– Con esto Kagami se puso frente a frente del peliazul, para tomar sus mejillas y conectar sus labios en un beso tierno y casto, siendo cortito pero para ellos había pasado una eternidad.

–¿Eso quiere decir que no me rechazaras?–Levantó la ceja interrogante el moreno.

–¿Tu qué crees genio?– Sonrió burlonamente Kagami, siendo agarrado por Aomine que ahora era el que iniciaba el beso.

Oficialmente en ese momento los dos se declararon novios, siendo descubiertos en unos días por sus amigos, ya que estos a pesar de no ser como las parejas acarameladas, eran de lo más evidentes, siendo avergonzados y molestado por todos.

Fin de flashback-------

 

 Y de todo eso ya había pasado 5 años como lo dijo hace unas horas atrás su novio, Kagami se fijó en el reloj, las 03:30 de la mañana, se había perdido mucho en los recuerdos tan bellos que añoraba en su mente que ya era tarde, cerrando sus ojos para sumirse de a poquito a la oscuridad.

Pero lo que no sabía el pelirrojo era que su pareja estaba recordando lo mismo que él.

Así con la cabeza sobrecargada de cosas, ambos se dejaron llevar por los brazos de Morfeo.

 

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 Aomine se desperezaba en la cama, abriendo lentamente un ojo para encontrarse con una sorpresa.

–¡¿Cómo es posible que me encuentre aquí?! Se supone que Kagami me había echado de su casa, ¿Acaso todo lo sucedió fue un sueño? Corrección una maldita pesadilla– A los pulmones de Aomine volvía el oxígeno, despertándose de paso su cerebro.

El acostado hizo el amague para levantarse quería ir a ver a su novio para comprobar que no era otro sueño, pareciéndole raro porque cuando se levantaba usualmente se podía sentir el olor de la rico desayuno pero algo interrumpió todo pensamiento al destaparse y encontrarse dos sorpresas.

–¡¿Por qué mis manos y pies no soy los míos?!–Asustado Aomine corrió al espejo entero que conocía a la perfección donde estaba ya que por defecto muchas veces solía alabarse y Kagami como respuesta ponía los ojos en blanco.

Los zafiros no podían creer lo que veían, se trataba que ahora era la viva imagen del Tigre. Se acercó más para ver su rostro, desde el pelo de dos colores, las cejas características, los ojos era lo único que conservaba su color azul era lo único que lo hacía ver distinto a Kagami y esa bella sonrisa aunque por sus facciones esta se veía más sádica que angelical como la que siempre le mostraba su pareja.

–Mmm… Nada mal, creo que si Kagami se expresará igual a mí quedaría aún más guapo– Con esto, Aomine comenzó a posar de varias formas como lo haría con su figura, hasta llegar y ver su retaguardia.

–Es gigante, como hace para saltar con semejante trasero–Comentaba remarcando con sus manos los dos redondos cachetes.

–Más te vale que dejes de hacer eso o harás que me pegué a mi propia cara–

Aomine se sobresaltó al oír esa voz, viendo detrás suyo por el espejo su propio reflejo.

No podía creerlo, por la mente de Aomine pasaban varias posibilidades, como que era un fantasma, la habían clonado entre otras ideas pero al ver esos ojos rubíes que tanto amaba le transmitían algo de confianza.

–¡¿Cómo es…?!

–Una llave de respuesto que tengo escondida y no, no te diré dónde está– cruzado de brazos el individuo con el cuerpo de Aomine disminuía la distancia entre los cuerpos.

–¿Kagami?

–No soy tu abuela disfrazada de ti, si soy yo Ahomine si no te das cuenta es mi cuerpo el que estás pervirtiendo– Diciendo con sarcasmo a un lado del que sería su cuerpo, mientras estos admiraban el cambio que les había ocurrido.–¿Alguna idea de que estemos así?

–Yo tengo una pregunta distinta, ¿Te divertiste al cambiarme de ropa?–

–Idiota no estamos para chistes, tenemos que encontrar la solución a este problema, no quiero quedarme en tu cuerpo ganguro para siempre– La burla llegó a los oídos de Aomine y esas palabras no le gustaba al orgullo del moreno.

–Hmm… No sé, yo me siento muy cómodo con el tuyo, tal vez así tenga la perfecta estrategia para que no me golpees –Muy convencido el moreno volvía con las poses, escuchando los paso de su chico alejarse, cuando por intuición miró sobre su hombro esquivando una sartén que venía en su dirección.

–¿¡Estás loco!?–

–Es tendría que preguntarte yo a tí, ¿¡Cómo puedes estar tan tranquilo con esta situación!? También tu me provocaste, podrás parecerte a mí pero sigues siendo tú– Bajando la sartén Kagami miraba con duda a su pareja.

–Solo pienso que por algo nos sucedió esto, además de estar peleados pasamos a hablarnos de nuevo, con lo que me alegro mucho, no me gusta estar peleado contigo–Y sin más Aomine abrazo a su novio, sintiendo los hombros mojados por las lágrimas.

Con cariño el ahora pelirrojo fue quitando las gotitas saladas de sus ojos.

–Ya, ya pará de llorar que mi cara se ve rara así, dame una de tus hermosas sonrisas– Aomine masajeaba la ancha espalda, soltando una carcajada de por medio.

–¿De qué te ríes?–

–E-es que estoy acostumbrado a ser el de 2 centímetros más y con este abrazo se nota la corta diferencia y también recuerdo que antes en mi normal yo me hacías cosquillas con tu pelo–

–Y eso porque no lo sabía ha ha ha, si me lo hubieras dicho antes te habría hecho más cosquillas–Las risas de ambos inundaron la sala, eran los dos momentos que adoraban, donde el mundo solo se consumía de ellos.

–Si no fuera que tienes mi bello rostro te daría un beso, pero ya sabes me sentiría como si me besuqueara a mi mismo aunque es tentador, como que da cosa–

–Tonto– Y con esto solo juntaron sus frentes, escuchando sus corazones latir al mismo ritmo.

Ya más calmados, decidieron idear planes para volver a la normalidad, pero el hambre llamo a sus barrigas, pausando todo proyecto para ir a comer a algún lugar, ya que Kagami con su condición no se arriesgaría a estar cerca del fuego con la maldición Aomine, que consistía en quemar hasta un plato de cereal.

El de ojos zafiros se direccionó al cuarto del pelirrojo para cambiarse y poder salir, se pondría lo primero que viera como muchas veces hacían los dos, ya que de estilo solo era importante en eventos y fiestas.

Con solo un bóxer Aomine se fue colocando la primera prenda que se trataba de una remera negra que remarcaba ‘sus músculos’  que pasaba por su cabeza y al acomodar sus brazos en las mangas pudo admirar un luz que salía de la ventana de una estantería, una punta color caoba se asomaba se trataba de un cuadro boca abajo, a pesar de que Aomine muchas veces había estado en el cuarto del pelirrojo pero nunca prestó atención a ese mueble en especial que ahora ‘su cuerpo’ le indicaba que lo viera.

Al alzarlo pudo apreciar a su bello pelirrojo pero parecía tener muchos años menos, Aomine apostaría que es de cuando iba a primaria de solo recordar esas épocas le daban nostalgia, con decir que de pequeño había conocido a lo que más amaba después de Kagami claro, y eso era el basketball mismo que cuando se rendiría de él fue revivido de las cenizas gracias a su novio.

Sin distraerse más volvió sus ojos a la foto, además del pequeño se hallaba también un caballero con las mismas cabelleras rojizas y cejas raras que su pareja, en un instante Aomine pudo deducir que ese era su suegro pero más joven era la viva imagen de Kagami, un escalofrió de deslizo por su cuerpo, la pantera solo lo había visto una vez pero de recordar como conoció al padre del pelirrojo se quería morir, todas las advertencias puestas de que si lastimaba a su bebé le partiría la cara o peor aunque lo mandaría a la morgue.

Al parecer esa imagen por alguna razón no le gustaba a Kagami al tenerla tan cubierta y escondida, sería mejor preguntarle a su pareja más tarde. En ese lapso de tiempo una cabellera azulada se asomaba por la puerta, haciendo que Aomine rápidamente devolviera a su lugar el objeto en sus manos, tal no era el momento para hablar de ese tema, cuando estuvieran más tranquilos lo sacaría.

–¡Cuánto te tardas parece que esperará a la reina de Inglaterra! acaso los años te pasan factura y no puedes elegir un simple conjunto

–Perdón, no es mi culpa que tengas un sexy cuerpo que me distrae y pensar que es solo mío–Aomine posaba sus manos en sus caderas moviéndolas de forma sugerente, sonrojando en el proceso a Kagami.

–¡¡Deja de hacer eso con mi cintura!! ¡¡Te lo prohíbo!! –

Después de que Aomine se cambiará insinuándose varias veces más a Kagami con su propio cuerpo, que como resultado el pelirrojo realizaba meteor jam con su ropa en la cara del otro, con quejas del que se cambiaba diciéndole que no usará movimientos de basketball con la vestimenta en su bello rostro.

Fuera de esa discusión que quedó como neutral, los dos pensaron que sería una buena idea ir caminando al establecimiento de comida al que se irían, ya que los trenes a ese horario estaban abarrotados y al menos el estomago del cuerpo de Kagami no aguantaría esperar y se devoraría el alma de Aomine antes de que volvieran a la normalidad.

Cada vez que salían tenían la tradición de agarrarse de la mano, dándole menor importancia a la gente que los miraba mal, y esta vez tampoco por cambiar de embase lo dejarían de hacer porque seguían siendo ellos mismos, ya adoraban tener el contacto de sus manos y el balanceo que tomaban al caminar.

Al llegar a su restaurante preferido para los dos de nombre Maji Burger, entraron al local para encaminarse a la caja de servicio, Aomine se sentía morir, su ‘nuevo’ cuerpo al olfatear el aroma a hamburguesa lo rogaba desesperadamente por un alimento, así fue como el de ojos zafiros supo cómo era que su novio podía devorar tanta comida sintiendo en carnes propias el pozo sin fondo que ahora era su vientre.

Sentados en una mesa, Aomine se empeño en llenarse, siendo imposible porque a cada que comía sentía que la bolsa de dentro suyo se expandía, en cambio un pobre tigre se encontraba en una incógnita por más que quisiera comer 20 hamburguesas parecía que el organismo de su novio solo aceptaría 10, frustrando al chico que no podía más que reventaba, rindiéndose para ver como su cuerpo se hallaba disfrutando con el ex-peliazul.

Al terminar lo que sería su almuerzo, ambos chicos se quedaron viendo, cada uno se perdía en la mirada del otro, no por presumir sus ojos se asemejaban a preciosas gemas que eran muy tentadoras de ver.

–Tengo que decirte algo– La frase salía de los dos chicos, sonando al unisonó, casi pareciendo una sola voz.

De pronto el ambiente se tensó, ninguno sabía cómo continuar la conversación, sin embargo si no querían quedarse ahí para siempre volviéndose estatuas, Kagami comenzó a hablar.

–Si no te molesta me gustaría ser el primero que lo diga ¿Si?– Con un asentimiento de cabeza de parte de otro, el ex-pelirrojo se daría el lujo de hablar–Bueno ayer rememore cosas del pasado de cómo nos conocimos, varios momento juntos y pensé que tal vez tenias un poco de razón con tus puntos pero eso no quiere decir que renuncie a los míos, tenemos que seguir discutiéndolo ¿Si? Con más tranquilidad, bueno a lo que voy es que hoy al levantarme pude comprender a lo que te referías, porque lo experimente, todas las palabras que dijiste eran ciertas, solo estuve un rato en tu departamento y ya quería huir a los cinco minutos, y por eso te pido disculpas; es un poco hipócrita cuando te pedía que me entendieras cuando yo estaba haciendo lo mismo, solo eso tengo que decir…

–Taiga no eres el único que tiene que pedir perdón, yo también actué si pensar en ti, se nota que ayer solo hablábamos con una pared, me hace feliz que podamos discutirlo mejor, además creo haber descubierto tus razones de porque no quieres que me mude– Sorprendido Kagami miro con tristeza a su novio debido a los recuerdos que lo invadían, al final le hizo un gesto a Aomine para que continuará– ¿Es por tu padre, verdad?

–Si…–

–¿Te animaría a contarme? – El de ojos zafiros sospechaba de que se trataba pero quería oírlo de los labios de Kagami.

–Te diré que es larga así que prepárate que terminarás con el trasero entumecido–Aomine se quedo como ‘¿En serio?’ haciendo reír al antiguo as de Seirin– Yo era un niño cuando comenzaron mis primeras desilusiones, acaba de perder a mi madre y mi padre se sentía el más desdichado del mundo porque la persona que amaba con todo su corazón se había ido, yo en ese momento no lo comprendía, crea que mi mamá volvería del viaje, si para no herirme me mintieron con que mi progenitora se encontraba viajando y que no me preocupará, al menos ahora comprendo cómo debería haberse sentido mi padre, pero hay algo que aunque quisiera no puedo perdonar, puede ser la cosa más tonta pero para mí es muy doloroso, piensa que te prometen lo único que deseas y el espacio de esto se hace más grande que vas perdiendo las esperanzas de poder conseguirlo algún día.

 

 Mini Flashback---------

–Papá… ¿Cuándo vuelve mamá? Me siento solo–

–Sólo tienes que esperar por un largo tiempo Taiga– El señor Kagami se encontraba rodeado de papeles ocultando su depresión es ellos, tanto estaba pegado a esta, que poco a poco dejaba olvidado a su único hijo que era la prueba más grande del amor de su esposa y de él.

–¿Cuánto es un largo tiempo? –

–Solo… un largo tiempo, entiende Taiga por ahora estamos nosotros dos y nunca nos separaremos ¿Vale?– Ya con lo mínimo de paciencia en su mente el pelirrojo mayor mostró su mano para cerrar el trato con su hijo como si este se trataran de negocios a los que estaba acostumbrado a tratar.

Estrechando la mano más grande, la frase de su padre se implantó en a la memoria de Kagami, guardando el ‘nunca nos separaremos’ que tarde o temprano ocurrió y eso perjudicaba mucho psicológicamente al pequeño teniendo repercusiones en el presente.

Fin mini flashback-----------

 

–Para que te convenzas tengo que decirte que ese departamento en el que vivo supuestamente era para que los dos viviéramos y cuando lo dijo mis esperanzas habían renacido pero como verás terminaron por los suelos al caer de nuevo en la misma estúpida e idiota trampa, entiendes mis razones fue ilusionado todo que tengo de vida hasta ahora y he podido aguantarlo, pero no podría si fueras tú, así es te volviste la persona más importante para mí – Aunque se trataré de su cara, Aomine no podía evitar que le dolieran esas facciones que reflejaban desilusión, ganas de llorar, que no pudo evitar levantarse y arrastrar a su novio fuera del local.

–¡Oye Aomine! Más despacio que todavía tu lento cuerpo no digiere las hamburguesas que comí– Pero el nombrado hizo oídos sordos para seguir tironeando la mano de su amado en dirección a lo que oficialmente declararía su nuevo hogar, con todo lo que escucho no podía dejar a Kagami solo, preferiría recibir mil heridas a dejar a su ángel desamparado y en soledad.

–Kagami se que abriste tu corazón para contarme esto, pero lo he decidido vamos a vivir juntos, no puedo dejarlo pasar después de oír de esos labios esa confesión y si no te sientes seguro confía en mí lo vienes haciendo por 5 años y además te diré una cosa pero cuando lleguemos a tu casa que te dejará sin dudas–Y con esto ambos chicos comenzaron a correr como si su vida dependiera de ello, llegando exhaustos y sudando a la entrada de la casa de Kagami, mientras el dueño de la casa recuperaba el aire que le faltaba, Aomine aprovecho, agachándose para tomar la decisión de su vida.

–Taiga esto es serio y te advierto que escuches bien o te golpeare– Tomando las manos del tigre, carraspeo su garganta para hacerlo– Te-e casa…No puedo ¡¡Maldita sea que tengas mi cara!! ¡¡Parece que me lo estoy pidiendo a mi mismo!!

–¿Qué es lo que me quieres decir Aho? –

–Demonios Bakagami es evidente, si quiero pasar toda mi vida contigo, ¡Es que quiero pedir matrimonio!– Un silencio se presento, con la cara roja ambos no sabían que decir pero Kagami decidió soltar las palabras claves.

–Acepto–

–¿Qué? ¿Lo dices en verdad? Mira que no hay marcha atrás– Dudoso Aomine esta soltando el agarre de las manos hasta que Kagami las aprieta para que no escapen.

–Estoy muy seguro, ya te lo dije antes Daiki, eres una persona especial para mí y me encantaría, le pegaste en el blanco, es una oferta que no puedo rechazar– Y sin más Kagami salto a los brazos de Aomine cuando este se incorporó del suelo para darle un dulce beso, importándole un pepino que se besara a sí mismo, lo único que le importaba era unir de la mejor forma lo ocurrido.

Dejándose llevar profundizaron el contacto, se habías extrañado.

Tan concentrados estaban que no vieron las luces rojas y azules que se desprendían de sus cuerpos. Eran sus almas, al ver todo resuelto estas querían volver a donde pertenecían que al separarse se dieron cuenta que ya todo había acabado.

 ‘Nuestras almas desde el día de hoy su conectarán para nunca separarse, no importa en qué cuerpo estén, están pertenecerán la una a la otro, y no importan lo lejos se encuentren todos los caminos los conducirán en la misma dirección, por ellas están destinadas’

 

-------Okare

–Oye tonto que así no se pone un pañal, serás un pésimo padre– Se burlaba el pelirrojo al ver como su moreno esposo intentaba colocar el objeto que en un futuro seria para su bebé en una bolsa de harina.

–Shh, no lo escuches Hiro yo seré el mejor padre, tanto que te dejaré andar desnudo para que tengas tu libertad– Aomine tapaba las invisibles orejas del saco, mientras le daba un abrazo.

–Claro tan buen padre que no ves que ‘tu hijo’ está perdiendo relleno ja ja– Kagami nunca creyó que la paternidad al lado del peliazul sería mejor que cualquier comediante y su bebé de ya 7 meses opinaba lo mismo al sentirlo moverse dentro de su vientre, seguro divertido de las pequeñas riñas que tenían sus futuros padres, ya que se movía mucho cuando una de estas se presentaban.

–¡No Hijo! Si vas a hacer eso si o si tendré que aprender a poner esas cosas del diablo y ninguno de los dos quiere eso ¿Verdad?–

–Ya gran padre alza los restos de nuestro hijo del suelo y vamos a comer, que el que está aquí lo reclama– Indicaba mientras frotaba pancita y la miraba con ternura, cualquiera que lo viera pensaría que se convertiría en una muy buen padre.

–Entonces vamos super papi, que este pequeño monstrito es igual a ti cuando se trata de comida–

–Yo solo pido que no salga tan arrogante como su super padre patoso, que esta vez tu cocinas ya que tu esposo está cansado y quiere tirarse en el sofá–Kagami iba a salir del cuarto cuando recibió un fugaz beso en su estómago y labios del otro para escuchar un te amo desde lejos, junto con ‘¿Quieres ir al maji por hamburguesas? No quiero comida quema’.

Kagami rió en voz baja para acariciar su vientre y susurrarle.

–Tendrás un gran papá y este siempre estará a nuestro lado–

Notas finales:

Y fin C:, ya se lo odian y me matará. ni a mi me convencio, pero al menos el final si me gusto y me pedi al pequeño bebu que creo mi linda Piyomine espero que no le moleste, es que amo a ese pequeñin aunque aquí todavía no sale :v

Gracias a los que llegaron hasta aquí, y se interesaron con la historia, muchos besos gentecita -3-

Piyo se despide /o7


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