Despertó al sentir una sensación húmeda en su boca, Ernesto le estaba besando, Kevin al darse cuenta le empujo ligeramente.
— Perdón, es que te veías tan lindo dormido que no lo pude evitar.
— No, está bien, solo estaba sorprendido.
— Ok… Javier estuvo aquí hace un momento pero al ver que estabas dormido se fue a casa a intentar hacer la tarea.
— Ya veo, ¿qué haces aquí?
— Nada en realidad.
— Mmmm
— ¿Quieres que me vaya?
— No es necesario.
— ¿Qué vas a hacer ahora?
— La tarea, espero entenderle pues hoy no puse mucha atención en clase.
— Si es algo en lo que te pueda ayudar lo haré.
— Mejor ve con Javier seguro el necesita más tu ayuda que yo.
— Pero no quiero ayudarle a él ni a nadie más que a ti.
— ¿Eh? ¿Por qué?
— Mmmm eres especial.
— ¿Especial?
— Si
Kevin no estaba seguro de cómo pensar de ese especial, ¿era su juguete preferido? O ¿era especial para él por ser el amigo de su hermano?, de nuevo comenzó a tener un millón de dudas que no podía expresarle a Ernesto se sentiría ridículo hablando de ello.
Ernesto le miró un poco preocupado así que se decidió preguntar que le pasaba.
— ¿Qué te pasa? Te veo un poco preocupado.
— ¿Preocupado? No tengo nada.
— ¿Estás seguro?
— Si.
— No me mientes ¿verdad?, sabes que puedes confiar en mí.
— Déjame en paz.
— Pero ¿por qué? ¿Hice algo malo?
Kevin se estaba incomodando con la insistencia de Ernesto por saber que le pasaba, ¿no era mejor preguntarle a su novia como estaba? Sus sentimientos se estaban desbordando que si Ernesto decía algo más Kevin se lo soltaría todo.
— Dime, me preocupas, si hice algo malo me disculpo, explícame por favor.
— Basta, deja de jugar conmigo, ¿no tienes a alguien más por quien preocuparte? Alguien como tu novia o no sé quién.
— Espera ¿novia? ¡Y yo no estoy jugando contigo! Nunca lo he hecho y no lo haré, ¿de qué hablas?
— Si, novia. Seguro la tienes y solo te estás burlando de mí.
— Pero yo no tengo novia, Javier te metió sus ideas ¿no?
— No me ha metido nada.
— No tengo novia y no me estoy burlando de ti en lo absoluto, he ido muy en serio contigo todo este tiempo. Si tuviera novia no estaría tonteando por ahí con un niñato. Tú me gustas.
— ¿Eh? ¿Te gusto?
— Sí, no besaría a nadie que no me gustara. — Kevin se puso realmente rojo, se notaba hasta en sus orejas, nunca había pensado que le gustaba a Ernesto. — Espera ¿no lo sabías?
Kevin se sentó en la cama intentando ocultar su cara de Ernesto, hasta ahora no había pensado de esa manera en Ernesto o al menos no conscientemente. Ernesto se acercó a él.
— Me gustas, no como amigos, ni como el amigo de mi hermano, no, me gustas de esta forma.
En ese momento tomo su mentón y comenzó a besarle en la boca, Kevin solo estaba siguiendo su ritmo pues no sabía qué hacer. Ernesto estaba metiendo la lengua en el interior de la boca de Kevin recorriendo cada milímetro dentro de ella, Ernesto incito a la lengua de Kevin para que le siguiera el ritmo y esta obedientemente comenzó a moverse, ese beso se había convertido en uno muy apasionado. Ernesto se retiró lentamente dejando sin aire a Kevin que aún se encontraba todo rojo y jadeando. Ernesto le beso en el cuello muy suavemente una y otra vez, Kevin ya se encontraba acostado en la cama, sintiendo cada uno de los toques de Ernesto tan calientes que una sensación de escalofríos recorría todo su cuerpo. De pronto Kevin sintió una sensación conocida, Ernesto le estaba haciendo otro chupetón, pero prefirió no decir nada y dejar que lo hiciera, Ernesto comenzó a acariciar el pecho de Kevin en busca de algo y lo había encontrado al poco tiempo, tenía en sus dedos un lindo y pequeño pezón, comenzó a pellizcarlo muy ligeramente, en ese momento Kevin soltó un gemido que intento acallar pero no lo había logrado. Ese gemido sorprendió mucho a Kevin, no sabía que podía hacer una voz tan aguda, pero sobre todo no podía creer que le gustara lo que Ernesto estaba haciendo, que le había gustado tanto como para gemir de placer, no tuvo tiempo para pensar en esto porque Ernesto estaba masajeando sus pezones muy insistentemente, tanto que Kevin quería soltar más gemidos, llevo una de sus manos a su boca para no dejarlos salir, pero Ernesto la aparto al momento.
— Déjame escucharte— Le beso más el cuello haciendo que Kevin soltara un fuerte gemido.
— ¡Ah!
Al escuchar eso Kevin lucho desesperadamente por controlar su voz pues puede que le escuchara su madre y no se equivocó al poco rato su madre estaba tocando la puerta de su habitación.
— ¿Pasa algo?— Ernesto inmediatamente se quitó de encima de Kevin y le acomodo la playera a Kevin, ambos se sentaron y fingieron no hacer nada. En ese momento entro la madre de Kevin.
— No, ¿por qué?
— Escuche un grito.
— Mmmm no pasa nada, Ernesto me estaba haciendo cosquillas.
— De acuerdo, bajen a comer.
— Si, mamá. — La madre salió del cuarto satisfecha con la respuesta que le habían dado.
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