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Más allá del afecto de una noche por Tengaru03

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Notas del capitulo:

¿Qué tal? 

Les traigo actualización con amor infinito para ustedes. 

Agradezco a quienes se pasaron a leer y a quienes comentaron, mil corazones para ellos. En serio animan este pequeño escrito. 

Saludos. 

Capítulo II: Proposición

Abrió los ojos suavemente permitiendo que la luz natural invada sus ganas de seguir durmiendo. Ese paso, de segundos en los cuales despiertas y no sabes ni dónde estás, fue tan rápido que no tardó en soltar un suspiro profundo al notar lo que sucedía. Sasuke se fue hace horas.

Si bien su esposo se había marchado a una ciudad a dos horas en avión, seguía estando a quilómetros de distancia y se sentía, desahuciado. Pensó un momento lo que sucedía. Estaba solo en casa, pensando en si él  le llamaría al anochecer o no. Si debía esperar el llamado o llamarle.

De verdad quiero darle la oportunidad. Se convenció solo. Dejaré que me llame él, eso demostrará interés.

Luego de meditarlo bastante llegó a esa conclusión para consolarse a sí mismo. Después de todo era su esposo y no podía seguir acusándole de algo que no había hecho ¿verdad?

Sintió de pronto un ruido suave que poco a poco se hizo fuerte y ruidoso. La lluvia golpeteaba el vidrio sin parar, llenando la terraza de agua que fluía por los bordes. Sonrió. Al final la noche anterior no había lloviznado ni un poco, pero las nubes se habían reservado para esas horas de soledad. Era una gran ironía. Si seguía así terminaría llorando hasta que Sasuke volviera. Optó por salir un momento. Debía despejar su mente.

Naruto movió los pies, frotándolos contra la alfombra a la entrada de la tienda en lo que sacudía su paraguas quitando el exceso de agua. Respiró un tanto agitado por caminar rápido al local para comprar algo que preparar a la hora de almorzar. Aquel día le esperaba una soledad inmensa y profunda sin Sasuke. No era que no pudiera vivir sin él, pero las dudas respecto a aquella mujer le seguían comiendo la cabeza  y era normal ¿no? Después de todo él quería a su esposo y no deseaba que aquello se terminara por algo tan burdo y bajo como aquello.

-Hola…-.

El rubio por un momento no creyó que le estaban hablando a él así que no prestó real atención real hasta que escuchó algo más.

-Oye, pequeño zorro… ¿acaso ya no saludas?-.

Aquella expresión, aquella voz le hizo voltear lentamente para toparse con él. De pronto una lluvia de sensaciones le invadió el cuerpo pues los recuerdos se dispararon desde lo más recóndito de su cabeza. Aquellos que había escondido en un cofre de melancolías gloriosas y felices por más contradictorio que pudiera sonar, en aquel rincón de su mente y en lo más profundo de su corazón, recordaba aquella voz más vívida que nunca.

Entonces le sonrió…

Y descubrió que la vida era muy astuta para sus trucos.

-Gaara…-. Susurró antes de un movimiento y atraparlo entre sus brazos afectivamente. Sintió cómo el calor del otro le invadió, sintió un aroma agradable de su cabello rojizo. Removió la cabeza en su hombro un momento por el aprecio que le daba verlo de nuevo y suspiró profundamente alegre, feliz de encontrarlo allí. –Ha pasado tanto tiempo…-.

-Mucho-. Comentó el joven correspondiendo sin dudar el afecto entregado. Cerró los ojos un segundo disfrutando del contacto antes de suspirar al separarse un tanto para mirarlo bien. – Sigues igual al último momento que nos vimos… -. Murmura sonriéndole suave y tranquilo tomando distancia al dar un paso atrás.

-Tú igual… -. Musita en respuesta, pero de pronto escuchó con atención lo que había dicho y se miró de pies a cabeza. De la nada una vergüenza enorme le invadió el rostro y el cuerpo a lo cual atinó a cubrirse un tanto tímido con el paraguas frente a su cuerpo. Recién notó que estaba en pijama, con botas de goma para no mojarse con la lluvia y una chaqueta exageradamente grande que le hacía ver ridículamente menor a la edad que tenía. Se sentía apenado al notar a Gaara elegante con un abrigo verdoso en tono térreo con traje de oficina evidentemente debajo. Con clase, como siempre. -¿Qué te trae por aquí?-.

-Vine a cerrar un trato con un cliente, pasé por aquí para tomar un café y… te vi, no me podía marchar sin al menos saludarte ¿verdad?-.

-No te lo perdonaría, claro que no-. Rió armonioso un segundo, pensando en aquello. Negó con suavidad recordando un par de cosas. –Iba entrando a la tienda ¿te parece si me acompañas un momento o estás muy ocupado?-.

-¿Para ti? Nunca-. Respondió abriéndole la puerta dejándole pasar antes para acompañarle.

De pronto Naruto se sintió aliviado de ya no estar solo en esa situación tan molesta. Le agradaba que alguien le dedicara algo de tiempo de esa forma tan atenta. Pero, ahora que lo recordaba, Gaara siempre había sido así. No debía sorprenderle tanto. Terminó las breves compras y se enteró en una conversación exprés que seguía dedicándose a los libros y  la escritura. Le daba tanta envidia y a la vez sentía tanta admiración porque él si había seguido sus expectativas de vida y por más complejas que hubieran resultado había sido valiente para arriesgarse a tantas cosas y, más maravilloso aún, triunfar sin ningún contratiempo grande.

Salieron de la tienda luego de charlas de cosas muy cotidianas y comunes que se conversan cuando no ves a una persona durante mucho tiempo. Sin embargo al momento de despedirse se miraron por unos segundos, sonriéndose algo embobados por la situación, quizá porque ambos pensaban en cosas muy similares.

-Entonces… espero todo te salga bien-.

-Si, digo lo mismo… -. Le dio un leve abrazo como despedida mirándole, analizándole un tanto curioso. – Adiós-.

-Oye…-. Llamó su atención en un arranque de valentía.- Espera-.

Eso fue lo que causó algo, lo que hizo una conexión sutil en su interior de no querer separarse de él o al menos averiguar mucho más, porque si tenían cosas que decirse y contarse. Quedaron muchas cosas pendientes entre tú y yo. – ¿Sí?-.

-¿Qué te parece si… en la noche me acompañas a beber algo?-.

-¿Nosotros?-. Alza la ceja, dudoso por la propuesta. No digamos que tuviera muchos panoramas para ese día o el siguiente. Pero si le daba curiosidad la petición.

-No solo nosotros-. Aclara divertido por el tono que escuchó, como si temiera algo malo. –Con mi hermano, Kankuro ¿lo recuerdas? Celebraremos entre los dos, estás cordialmente invitado…-. Removió del bolsillo de su chaqueta una de las tantas tarjetas que le quedaban allí y se la entregó. –Si quieres distraerte un momento, llámame ¿sí?-. Sonrió inclinando un tanto el rostro. –En serio fue… una bendición verte otra vez-.

Naruto sonrió suave desviando la mirada, sintiéndose tímido por un momento y asintió. –Lo pensaré, cuídate mucho-.

 

Y claro que lo pensó.

Tras esa separación al llegar a su casa y prepararse el almuerzo en soledad, de pronto no sentía la soledad como tal. De pronto sentía una extraña curiosidad por lo que fuera a pasar respecto a aquella invitación. Tenía muchas ganas de hablar con él y es que había pasado tanto tiempo y tenía tanto que decirle aún. Había olvidado esos sentimientos, había olvidado todo lo pendiente entre ellos.

Jugaba con la idea de que Gaara también tuviera cosas que decirle o confesarle. Pensaba en cómo se tomaría la noticia de que ahora estaba casado. Apostaba a que se había dado cuenta, después de todo llevaba un anillo en el dedo. Pero ¿qué había de él? ¿Cómo había jugado el amor en su vida? Sí, eran expareja, pero más que eso fueron grandes amigos, confidentes, los mejores. Tenía curiosidad y el hecho de separarse por años no cambiaba lo mucho que lo quería y deseaba su bienestar. Era algo muy grato saber que una persona que fue importante en tu vida, pueda recordarte de la misma forma.

Noche libre.

Aquella era una noche libre. El azabache lo sabía.

Tras la tediosa reunión que duró más de lo esperado ya entrada las nueve de la noche logró al fin dar un suspiro de alivio en el hall del hotel. Miró a su compañero de finanzas  que sonreía alegremente. Todos sabían que había resultado más que bien el trato y los acuerdos dados a pesar de tardar bastante pues gente extranjera y traductores no eran la mejor combinación para hacer una tarde entretenida.

-Oye Sasuke ¿y si vamos a beber algo para celebrar? Sería como un cierre perfecto ¿no crees? -. El castaño miró al sujeto un tanto animado, pero a diferencia suya su compañero no parecía apetecerle la idea ¿estaba triste o molesto por algo? Era raro verlo en ese estado.- ¿Qué dices tú, Sakura?-.

La pelirrosa desvió la vista a otro lado y negó. -¿Beber? ¿Contigo? No gracias, no tengo ganas, de hecho creo que iré a descansar, nos espera una larga jornada mañana-.

-Pero qué aburrida eres, Sakura, seremos Sasuke y yo entonces… ¿o no?-.

-Si te soy sincero…-. Murmuró recordando la discusión de la noche anterior con el rubio y la falta de sueño que cargaba por no dormir las horas que correspondían. –Quiero irme a dormir, ¿qué tal si mañana salimos ya que firmaremos todo? Además pasado mañana se viene una celebración con todos-.

-Bien, bien, como quieran… iré solo… aguafiestas, ¡que malos colegas son!-. Gritó el joven saliendo del lugar con un fingido tono de dolor antes de coger un taxi para que le llevara a un antro a divertirse.

Sakura y Sasuke se fueron a sus respectivas habitaciones, en el mismo piso y no demasiado separadas entre los colegas que estaban con ellos. Así era siempre, lo bueno es que no era necesario compartir con nadie a esas alturas, la presidencia tenía sus privilegios.

Cuando estuvo sentado en la cama y se quitaba la corbata aflojándola un tanto suspiró sacando el teléfono. Había hecho una promesa y no rompía sus promesas, era un Uchiha después de todo. Además no quería descansar pensando en que Naruto estaba molesto aún o con ideas erróneas respecto a aquella reunión de trabajo. Marcó el teléfono cuando eran las nueve y treinta. Tardó varios tonos pero descolgó.

-Hola, estaba esperando tu llamada-.

-¿Qué tal tu día?-. Inició con algo plano de conversación.

-¿Mi día? ¿Qué tal el tuyo? ¿Cómo salió todo?-. Sasuke escuchó un tono ansioso de pronto.

-Muy bien, mañana firmaremos lo que corresponde, se ajustan un par de cosas y luego habrá una celebración-. Se quitó el reloj dejándolo en el bolsillo externo del bolso para no perderlo en lo que esperaba una respuesta a su nueva noticia.

-¿Celebración? Eso quiere decir que… no vuelves mañana...-.

Sasuke escuchó su tono de voz más apagado, sumando a eso lo dificultoso que era escucharle de pronto. –Lo siento, tendremos que quedarnos un día más… -Suspiró. –Te prometo que cuando esté allá haremos algo los dos… ¿sí?-.

-…-.

Silencio. Al parecer no le había gustado nada la idea.

-Naruto… ¿por qué se escucha tan mal?-. Decidió alivianar el tema con otra pregunta trivial.

-Lo siento, salí a la terraza a responder, entiendo que debas quedarte, estaré esperándote… -Pausa.- ¿te irás a dormir?-.

-Sí, estoy agotadísimo… Buenas noches, descansa-.

-Buenas noches… Sueña a gusto-.

-Entonces soñaré contigo-.

Ambos rieron y la llamada se cortó luego de un susurrante “te amo”.

Sasuke se tendió en la cama y se llevó ambas manos a la cabeza como pensando en la situación. Al menos ahora parecía más comprensivo con el tema, además sabía que su esposo era un tanto impulsivo cuando se trataba de discutir o pelear, pero luego razonaba mejor las cosas.

De pronto notó que no supo del día de Naruto, que la conversación se centró solamente en él. El rubio siempre excluyéndose de todo, también quería saber cómo había sido su día. Se frotó los ojos cuando iba  a volver a marcar, sin embargo un toque de puerta le hizo levantarse a ir a ver, de seguro era Kiba insistiendo por la salida.

-Sakura ¿sucede algo?-. Miró a la chica allí ¿se había cambiado de ropa? De seguro sí, pero no era pijama. Ladeó la cabeza un tanto sorprendido de verla allí.

-¿Quieres ir a beber algo conmigo?-. Sonrió acomodándose parte del cabello.

-Creí que no querías beber… además estoy algo cansado-. Trató de excusarse en lo que desviaba la vista de la joven, como temiendo mirar demasiado.

-No quería beber con Kiba, es un tanto molesto y siempre se burla de mí -. Murmuró a regañadientes. –También estoy agotada, pero creo que merecemos una copa ¿no lo crees?-.

Sasuke notó una mirada un tanto suplicante y con carácter a la vez. Aquella mujer sabía persuadir. Dudó un momento pues había dicho a Naruto que dormiría. Pero… ¿qué daño podría hacer una copa?

Un par de segundos tomó para sostener las llaves de su cuarto, el abrigo y salir con ella a la oscuridad de la noche, era su colega, su compañera de trabajo. Nadie tendría que ver algo malo en ello. Beberé algo y luego a dormir.

 

 

Naruto dio un largo suspiro cuando la llamada se cortó. Sintió el viento frío de la calle y la luces de neón en diferentes locales cercanos. Sintió el ruido de la campanilla de la puerta  de entra del local a sus espaldas. Algo se había aliviado al haber hablado con Sasuke, pero también algo le había incomodado y es que más días sin él sería un tanto enfermizo. No era que no pudiera estar lejos, en otras ocasiones viajó por un mes y le extrañaba, pero no sentía ese grado de preocupación. Esperaba que su regreso no se retrasara más.

-Naruto… ¿Vienes?-.

Se volteó el rubio mirando a Gaara con una leve sonrisa. Allí, en el marco de la puerta miró al pelirrojo con una postura más tranquila.

Había aceptado la invitación después de todo. Entre quedarse en la casa solo martillándose la cabeza con pensamientos poco sanos, prefirió asistir a la reunión de aquella noche.

Ingresó tras el pelirrojo y se dirigieron a la mesa pegada a la ventana que daba a un parque con luminosas fuentes. Divisó al castaño hermano del pelirrojo quien le dio un abrazo afectuoso como saludo. Entre toda la formalidad de volver a hablar y los temas que poco a poco iniciarían esa noche, Naruto de forma gradual se fue preguntando ¿Por qué había mentido? No era del todo necesario. ¿Por qué te mentí, Sasuke? Sí, una mentira pequeña pero con un universo de diferencia. Había mentido al azabache al decir que había salido a la terraza a contestar cuando estaba en la calle afueras de un bar, mientras tenía esperando a su expareja con su hermano mayor.

Sí, ya sabía por qué le había mentido. Porque no quiero darte motivos para desconfiar de mí.

De pronto se sintió visto desde un espejo. De pronto sintió que estaba exactamente en la misma posición en la cual dejó a Sasuke en la mañana. ¿Acaso también estoy a prueba? No quería verlo de ese modo. Tengo un matrimonio feliz, se dijo a si mismo tratando de prestar atención a Kankuro que conversaba animadamente de anécdotas de antaño cuando eran compañeros de secundaria.

Son amigos. Tomó la copa de champagne con una sonrisa en los labios. No hago nada malo, además podemos charlar cuando estés de vuelta.

Un titubeo quedó en su mente ante ese pensamiento, volviendo a aflorarle la desconfianza.

Si es que vuelves…

Notas finales:

 


 


Parpadeó dificultoso cuando el alcohol se le había subido a la cabeza e invadido un poco los sentidos. Podía sentir la ebriedad, pero tampoco era para perder el control, lo que le preocupaba de aquello era otra cosa. Lo que le preocupaba de aquello en realidad era esa fragancia que le hacía recordar, esa suavidad que le hizo suspirar, ese sonido que tenía al reír. Suspiró entrecortado.


-Entonces… ¿cómo va tu matrimonio?-.


Apenas logró escuchar la pregunta, como perdiéndose en el movimiento de sus labios. De pronto sentía unas ganas enormes de abalanzarse sobre ellos, por algún extraño motivo. Hizo acoplo de su voluntad al reaccionar por la pregunta. Mi matrimonio. –Es todo lo que se podría esperar de una unión como esa-.


-Suena a que no anda bien-. Sonrió con ironía, sin ánimos de fastidiar a su interlocutor. –Pero siendo tú apostaría a que sabrás cómo arreglarlo-.


-¿Cómo lo sabes?-.


De pronto sonrió notando que tenía al contrario un poco a su merced por la cercanía.


–Porque te conozco…-.


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