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11.- Aquellos múltiples desperfectos

 

 

 

Si bien olvidar todo respecto a Madara era algo que Naruto le está facilitando con cada gesto amoroso, con cada afectuosa palabra, deshacerse de años de estúpida y ciega fascinación no puede ser tan simple.

Por ello mismo intenta con cada fibra de su cuerpo entregar todo lo que puede a su esposo en su noche de bodas, se halla desparramado sobre el futón que a partir de ese día compartirán, su rubio marido está a horcajadas encima teniendo todo el cuidado de no aplastarlo con su peso. Los esporádicos besos que recorren su cuello descendiendo con parsimonia hasta su clavícula le ocasionan un cosquilleo adictivo, pero al mismo tiempo cargándolo de lastimera culpa cuya gravedad tan intensa le hace imposible olvidar que le debe muchas explicaciones a su pareja.

Si es que desea empezar ese imprevisto enlace con lo mejor que pueda otorgar.

— ¿Estás bien? — la voz levemente enronquecida de Naruto le hace respingar en medio de la diminuta recamara.

Itachi abre sus labios deseando hablar y alegar en su defensa pero los sonidos han sido extraídos de su garganta enmudeciéndolo por ese instante, dejándose a merced de ese azul que lo observa preocupado.

— No parece que estés disfrutándolo — el rubio resopla levantándose de sobre el pelinegro, consciente de que las cosas se están dando demasiado rápido entre ambos no quiere forzar ese momento por mera obligación.

— Lo… lamento… — al fin logra articular incorporándose sobre las cobijas, aun se halla del todo vestido, solamente su sudadera está suspendida revelando parte de su torso.

— No te disculpes Itachi — sonríe, — no te estoy exigiendo nada — suspira quedito rascándose la nuca; desde luego que desea poder amar a su esposo, volver a tocar esa suave piel y embriagarse en cada rincón íntimo de su cuerpo pero jamás conminaría el acto si ese deseo no es compartido — ni siquiera hemos podido tener una cita dattebayo.

El pelinegro pasa saliva con dificultad, se sabe quién rechazó la petición del rubio la primera vez, — podemos tener muchas citas ahora… — se aproxima a Naruto sentándose a su lado — podemos… conocernos mejor — murmura de último, lo poco que saben el uno del otro es solo por las pláticas de cortesía que han sostenido, Itachi es consciente de que nunca le prestó atención real a ninguna conversación que el chico de ojos azules a su lado intentaba hilar.

Y la pequeña obvia revelación salta a su panorama, ¿Naruto siempre estuvo enamorado de él?

— Me gusta el ramen y los deportes aunque de niño era fatal para ellos, no me agradan los fantasmas. Si quieres saber algo mas solo tienes que preguntármelo´ttebayo — su gesto afable se afianza cuando se gira para ver del todo a su esposo, los blancos dedos de este se aferran con fuerza a las mantas y aunque se le dé pésimo el leer las expresiones ajenas, Naruto puede hasta palpar el desazón que embarga al Uchiha.

— Naruto… — musita desviando su mirada a algún rincón sin importancia de la habitación — recuerdas… que hace tiempo me preguntaste, ¿si había alguien más?

El de zarcos ojos apenas se sobresalta poniéndose rígido de repente, sus claros orbes se han abierto en demasía ante la olvidada conversación que Itachi está sacando de repente.

Está cansado de arrastrar tan cuantioso secreto, confundir su propia realidad para evitarse más conflictos, Itachi sabe que una vez hable solo podrá apelar al amor que Naruto dice profesarle para obtener una oportunidad de enmendar su engaño. Pero con cada día más que pase le resultará más difícil confesarlo.

— Eso… ya no tiene importancia… — inspira hondo, un mal presentimiento le provoca malestar y más con la cara compungida del pelilargo.

 

Han pasado innecesarios minutos e Itachi puede ver como Naruto da señales de impacientarse por dejar a medias la fatídica conversación.

— Itachi… — le llama ya más angustiado por el drástico silencio instalado entre ambos — me hago una idea… no soy tan tonto dattebayo… estabas enamorado de alguien — dice sintiendo la terrible grima calarle el pecho.

— Fui estúpido… pensé… creí que podía corresponderme — un sollozo diminuto huye de sus labios, — solo estaba pesando en mí.

Naruto se muerde el labio inferior con fuerza, con exagerada presión que le provoca dolor. Quiere ser más ingenuo, mas idiota para no imaginarse nada. Tan solo lleva tres horas de casado… maldición.

— Itachi… — se aclara la garganta — ya estas asustándome, — el abrumador silencio le deja oír a la perfección su más inquieta respiración, incluso a sus oídos llegan el sonido de las cigarras que al otro lado de la claraboya mugen pegadas a los árboles. — ¿No tiene importancia, verdad? — repite su oración de hace instantes pero en esta ocasión en tono de pregunta, si nunca ha visto pretendiente ya sea mujer u hombre que llegase a ser pareja del pelinegro, tan solo los habituales admiradores con los que todo Uchiha cuenta.

El día resulta más agotador de lo que piensa, bien pudo seguir callando y de ese modo dormir arropado al lado de Naruto satisfaciendo sus carencias afectivas por el deslindamiento total de sus padres. Pero bien había desatado su propio atolladero.

Y solo le quedaba continuar.

— Me acosté con él… — confiesa guardándose sus gimoteos, sus negros irises entonces se entornan hacia su esposo hallando la expresión estupefacta de este — un par de semanas antes de que tu… de que tú y yo…

Los labios de Naruto se abren bastante, su cerebro está tardando más de lo habitual en asimilar la información obtenida, intentan sujetarle de una mano pero se aparta de inmediato poniéndose de pie, viendo a Itachi con enfado que va creciendo.

— Naruto, déjame explicarte… — traga pesado — me rechazó… me sentía como un idiota por eso no quise salir contigo… pero esa noche en casa de Sakura — hace una pausa para respirar con calma o al menos intentarlo.

— Fue mi culpa — espeta el rubio con tono de voz neutral, su expresión se ha endurecido demasiado. — Creí que me rechazabas porque no era suficiente para ti. ¡Debiste decírmelo antes! — exclama contrayendo sus puños con peligrosidad sabiéndose engañado, sabiéndose estúpido.

Porque fue por cuenta propia que se puso a soñar, amando y esperando. Sabiendo todo el tiempo que era insignificante para Itachi.

— Lo lamento, en verdad lo lamento — a prisas se yergue intentando vanamente sujetarle de una mano de nuevo.

— Entonces no es mi hijo — sentencia deseando que el nudo en su garganta desaparezca antes de ahogarlo, no comprendía como Itachi ha esperado tanto para decirle cosa semejante. Como si hubiese planificado convertir su “luna de miel” en un amargo trago de veneno, como si quisiera castigarlo por su estúpido idealismo, burlándose de sus miserables intentos en esas semanas.

En esos años…

 

*

 

 

Pese a ser un niño la primera vez que vio a Itachi ese día que conoció a Sasuke, sintió gusto por el hermano mayor y la apacible expresión que le vería en adelante.

— ¡Ya no puedes ser Menma! — los reclamos de su hermano en cuanto se hallaron en la oscuridad de su habitación esa noche le cayeron de maravilla. Tampoco deseaba ser Menma por más tiempo, quería volver a ser Naruto de nuevo. Presentarse como Naruto delante de Itachi.

— Por mi está bien dattebayo — dijo pero los ojos llorosos de su hermano cargados de furia le confunden.

— ¡Solo dame más tiempo! — Solloza bajito presionando sus dientes con ira — seré fuerte y valiente, entonces yo seré Menma.

— Pero… — quiere rebatir, no obstante los lagrimones de su única familia le hacen callar.

— Solo un poco más… — llora ya sin contenerse acercándose al mayor de ambos — solo un poco más…

No quiere verlo llorar, asiente tragándose sus propios gimoteos, — de acuerdo… solo que no sea mucho´ttebayo… — pide.

El Menma real afirma limpiándose las lágrimas con el dorso de su pequeña mano, — pero hasta entonces debes ser como Menma sería.

 

Como Menma sería.

Al ser tan pequeño no pudo imaginarse la magnitud del malicioso pedido de su gemelo y aun después de saberlo no pudo negarse. Como hacerlo si solo se tenían el uno al otro, si cada lágrima que el otro derramase la sentía como propia, la desolación, toda la tristeza la compartían como la pieza faltante de ese mecanismo que compartieron desde el vientre de su madre.

Pero egoístamente la alegría la conservaban para cada uno.

Incapaces de sentir la dicha ajena.

 

— ¿Y cómo es Menma? — pregunta ingenuamente acomodándose en la mullida cama que comparte de momento, todas las luces en la habitación están apagadas, solo es el tenue brillo de la luz de luna la que los ilumina escasamente.

— Menma es fuerte — el otro empieza a enumerar encogiéndose entre las sábanas quedando frente a esa imagen tan idéntica a la propia — es valiente… — bosteza cuando su angustioso llanto ha cesado — no pelea por tonterías…

— ¿Entonces no puedo reclamarle a ese teme por haberte dicho dobe? — hace un puchero de enfado recordando la poco afectuosa manera en que Sasuke trató a su hermano.

El otro niega con entusiasmo, — Menma no le diría teme, ni discutiría con él — siente el calor en sus mejillas pero la oscuridad de la noche cubre su bochorno — Menma es inteligente y bueno en todo.

— Humm, eso va a estar difícil´ttebayo, tendrás que ayudarme con eso. ¿Y tampoco puedo decir dattebayo?

 

Y en complicidad con su gemelo, prefabricaron a “Menma”, a ese Menma que el Menma original idealizaba en convertirse, a ese pesado molde que ayudó a construir.

 

 

*

 

 

///////

 

 

Ya casi da media noche y no puede conciliar el sueño por más que lo intente, tal vez se deba a que es consciente de que su hermano ya no se halla en esa casa.

Suspira.

En una situación normal estaría satisfecho de que Naruto se hubiese casado con la persona que ama, pero por cómo se están dando las cosas solo puede sentir repulsión por el fango al que están arrastrando a su hermano.

Vuelve a suspirar saliendo de su habitación para bajar por las escaleras, no se sorprende de ver a su abuelo en la sala bebiendo solo con las luces encendidas.

— ¿Tampoco puedes dormir? — Menma pregunta con cierta indiferencia acercándose más al adulto.

— Oye Menma… — dice haciendo evidente su estado de embriaguez — le prometí a la tumba de mi hijo… que los cuidaría ¡hip! ¿lo estaré haciendo bien? — apesadumbrado bebe del vaso que está sujetando.

El adolescente pelinegro resopla cerrando los ojos por escasos segundos, nunca se le dio bien dar aliento a alguien apesadumbrado, — de hecho no estoy seguro con respecto a la opinión de papá y mamá sobre haber casado a uno de sus hijos con dieciséis años.

Sus palabras mordaces provocan una risa amarga en el mayor, escandalosa risa que dura algunos segundos.

— Naruto me lo agradecerá…  — afirma terminando con lo que le resta de bebida — en cuanto nazca ese bebé todo será como antes… — murmura más para sí.

Menma arruga el entrecejo confundido, — ¿a qué te refieres?

— A nada… a nada ¡hip!  — Agita su mano echando a su nieto — vete a dormir que ya es tarde.

Chasquea la lengua fastidiado ignorando la orden para dirigirse a su objetivo real, se adentra en la cocina para servirse un vaso de agua del lavaplatos. Bebe en tragos pausados disfrutando del insaboro líquido.

Está considerando como conseguir más información de Itachi sin recurrir a Sasuke, porque es evidente que su novio no querrá cooperar y menos si le comenta sobre sus sospechas.

Se apoya en el mesón marmolado mentando por algunos instantes en que tal vez debería dejar las cosas como están, si Naruto desea vivir con una venda en los ojos maravillado por ese Uchiha esa es su decisión.

Cargando con un hijo que no es suyo.

Deleitándose en una asquerosa mentira.

Sus dedos presionan el cristal con fuerza tentando a aventar el vaso al piso, no tiene caso que juzgue a Naruto por preferir una mentira.

Si él mismo lleva a cuestas las suyas.

Niega.

Son cosas diferentes,  dice para sí e intenta convencerse. Debe tranquilizarse, debe ser “Menma”, él es Menma, tan simple como eso.

Se ha esforzado toda su vida por ser Menma.

El Menma del que Sasuke está enamorado.

 

 

 

///////

 

 

— Entonces no es mi hijo.

La afirmación salida de boca de Naruto le produce sufrimiento y angustia. Una dolorosa opresión en el estómago que barre con las pocas ilusiones que estaba creándose al lado del amable rubio.

— No lo sé… — habla ahogado sintiendo esa mirada azul acusadora y filosa.

Naruto da hondas bocanadas de aire, como si el vital elemento rehusara entrar en su organismo.

— ¡¿Por qué esperaste hasta ahora para decírmelo?! — Al fin estalla sujetando al pelinegro de ambos brazos para zarandearlo exigiendo una coherente explicación — ¡¿Por qué justo ahora vienes a decírmelo?! ¡Si he estado como estúpido detrás de ti, pudiste decirlo antes!

— ¡No lo sé! ¡No lo sé! — no se dado cuenta en que momento ha empezado a llorar, solo siente las salinas gotas escabullirse de sus ojos haciéndole sentir fatal — tenía miedo… ¡no quería esto! — confiesa refiriéndose a esa fatídica escena.

Naruto también siente una terrible urgencia de ponerse a llorar, a llorar de decepción y desilusión. Sus tontas fantasías de llegar a ser buen padre y formar una familia se están evaporando con rapidez, — si ibas a usarme como tapadera pudiste callarte la maldita boca toda la vida — escupe sus palabras sin pensarlas, no quiere considerar posibilidades, no tiene caso hacerlo.

Pese a la conmoción que le ocasiona lo último dicho por Naruto ya no puede dar marcha atrás, — quiero estar contigo Naruto — contiene sus sollozos lo mejor que puede, difícilmente se suelta en llanto delante de otros y no entiende como en ese momento le resulta tan difícil controlarse — quiero que este matrimonio funcione… por eso tenía que decírtelo — agrega en tono plañidero.

— Que fácil te resulta venir a confesarte ahora que estamos casados, ahora que todos se han tragado esta maldita mentira — dice mordaz deshaciéndose de todo contacto, empuja a Itachi contra el futón apartándolo por completo.

Naruto no está pensando con claridad, está soltando frases a la ligera y le da igual, ni la llorosa y suplicante mirada de Itachi le conmueve. Se maldice por ser tan estúpido, por esperar lo mejor en tan nefasta situación.

— ¡¿Quién es?! — Vocifera logrando sobresaltar a su esposo — dime quien es el otro candidato — completa con sarcasmo.

El pelinegro niega, — no tiene caso que lo sepas… él no me quiere, ni yo a él, ya no…

— ¡No me vengas con que ahora mágicamente me quieres a mí! — Interrumpe — ¡deja de jugar conmigo! — Se lleva ambas manos a sus blondos cabellos tentado a tirarse de cada hebra hasta arrancarlas todas — ¡solo dime quien es!

— Por favor Naruto, ya no importa… — gimotea levantándose del piso —…perdóname… — se cubre la boca para contener sus nuevos sollozos — déjame estar contigo…

El rubio retrocede con un remolino de emociones aglutinándose en su cerebro, una jaqueca infernal se está comiendo sus sienes como parasito hambriento, no sabe a qué se debe el pedido de Itachi, sin sentimientos de por medio se le hace evidente que solo está intentando salvar su pellejo.

Retrocede aún más tomando las llaves de encima de uno de los muebles con torpeza para salir de la habitación y dejar de ver a la persona que ama, antes de cometer alguna estupidez.

Antes de ceder a tanta estupidez.

 

— ¡Naruto, por favor! ¡Déjame explicarte!

Oye la súplica del otro lado de la puerta cuando la cierra, como Itachi trata de abrirla, así que la asegura con la llave dejándolo encerrado, no quiere seguir escuchando porque su irracional corazón le llevara a desear que todo sea como antes.

A continuar sumergido en el placebo del engaño.

¿Qué hacer entonces?

Siempre supo que Itachi no lo amaba, pero ese hijo que se supone van a tener debía ser su impulso para continuar, para enamorarlo y de ese modo ser felices los tres.

Ya no le quedaba ninguna certeza.

Sigue oyendo a Itachi, pidiendo que lo escuche pero hace poco ha dejado de prestarle atención, a pasos lentos sale de la casita asegurándose de cerrar la puerta, deslizándose por esta queda sentado en el frío concreto de la entrada, con el helado viento nocturno soplándole sin piedad y solo entonces las lágrimas se precipitan.

Se cubre el rostro con ambas manos maldiciendo su suerte.

Dos semanas…

Aun puede ser mi hijo, llega a esa conclusión en medio de su incertidumbre.

Quizá.

 

 

 

Continua.

 

 

Notas finales:

 

¿Dramático giro, verdad? Apuesto a que no lo habían imaginado. *Sonido de grillos a lo lejos*

 

Siento la demora, estuve algo ocupada estos días, bueno que puedo decirles de este capítulo, aún queda en el anonimato Madara, Menma tiene su trabajo pendiente. Esta historia no estaba planeada para tener muchos capis pero como recién está avanzando no tengo muy claro cuántos resultaran. Como se me alargan las escenas.

Muchas gracias por el apoyo, lo bellos comentarios y las lecturas. Espero este capítulo les haya resultado interesante, cuídense y nos leemos en el siguiente.

Nota: no deseaba incluir tantas veces el nombre de Menma pero quiero hacer hincapié en lo que los gemelos crearon.

Yae.


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