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Te estaba esperando por Yae

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9.- Eres tan desagradable…

 

 

 

Desde hace muchos años que su madre no se toma la libertad de peinar su cabello, era como un trato entre ambos, ella estaba segura hasta hace algo más de una semana que él era por completo independiente pero ahora actúa como si fuese un niño de menos de cinco años a quien se pueden imponer decisiones arbitrarias.

Y eso hicieron exactamente.

Le han impuesto una decisión en la que no se siente identificado, una decisión que hasta rechaza pero de la cual no se siente capaz de objetar de ningún modo.

— Tu cabello ha crecido un montón desde jardín de niños — la voz de su madre se oye como habitualmente lo hace, suave y cariñosa. Solo los primeros días se mostró enfadada y distante pero con el paso del tiempo ha ido asimilando la situación.

— Lo corté pocas veces — Itachi responde con un resoplido cansado aguantándose los ligeros jalones que su progenitora le proporciona al pasar el cepillo por las brunas hebras.

— ¿No quieres que yo hable con Shisui?

Niega con cierto entusiasmo, su primo y mejor amigo se encontraba estudiando fuera del país desde hace más de un año, la poca comunicación que mantienen le cohíbe por completo para notificarle de sus próximas nupcias y menos aún de su estado de encargo, que últimamente lo tiene en pésimo estado pasando de nauseas a mareos molestos que espera cesen pronto.

— Cualquiera que te viese pensaría que no quieres a Naruto-kun — las palabras directas de Mikoto hacen al más joven sobresaltarse girándose de golpe — tu padre puede aún estar molesto pero… — hace una pausa en la que traga pesado — tu expresión en tan triste que temo en verdad no estés enamorado de ese muchacho.

Itachi desvía la mirada dirigiéndola al piso, se halla sentado sobre su cama con su madre detrás sosteniendo el cepillo de madera, — Naruto… es demasiado bueno conmigo — confiesa sin querer revelar más de lo debido, no quiere defraudar al rubio y menos lastimarlo, no desea desaparecer del corazón de ese honesto muchacho.

Sabe que está siendo egoísta.

Pero prefiere concentrarse en el amor real que le dedican esos radiantes ojos azures.

— Mi Ita-chan — ella le sonríe con ternura — si el es tan bueno contigo es porque te ama, así que si tú también lo amas estarán bien. Sin importar que vaya a suceder a partir de ahora.

— No quiero casarme — murmura casi suplicante — quiero estar con Naruto… pero no quiero casarme… es… demasiado.

Un largo silencio prosigue a sus palabras, no obstante la sonrisa en labios de su madre no se evanesce, ni mengua. — Cuando tengas a tu bebé en brazos te darás cuenta de que nada es demasiado, no lo veas como un castigo, Itachi. Es el inicio de tu propia familia, verás lo hermosa que será tu espera así.

El pelinegro asiente tomándose la libertad para recostarse en el regazo de su madre, busca retener la tenue sensación de protección y calidez que ella desprende consciente de que no podrá contar con muchos momentos así en el futuro.

— Iremos más tarde a recoger el kimono que usaras en tu boda, es muy elegante, vas a lucir esplendido — susurra acariciando los negros cabellos de su primogénito sintiendo a la perfección el nerviosismo de este y aunque Itachi siempre haya sido independiente no dejaba de ser su hijo. Una suave risa huye de sus labios al rememorar, — siempre pensé que te casarías con Izumi, esa niña tan linda con la que jugabas en primaria.

— Izumi era mi amiga.

— Ya lo sé, solo… que me daban esa impresión — suspira sin dejar de mimar a su pequeño — pero ahora no vayas a dejar a Naruto, ¿de acuerdo?

 

*

 

— Bueno hay varios detalles que me gustaría tomen en cuenta — Dan se muestra bastante afable cuando fueron a verlo a los días de la noticia develada.

— ¿Cuánto tiempo lleva de embarazo? — Mikoto ha preguntado con cierta ansiedad, ella se está encargando del asunto médico ya que su esposo está trabajando en un caso complicado en el departamento de policía.

— Bueno según la ecografía y los análisis son dos semanas…

Itachi suspira quedito lleno de alivio, hace algo más de dos semanas que sucedió la fiesta en casa de Sakura y ese diagnóstico significaría que Naruto es el padre de su bebé, el rubio sentado a su lado en la oficina del doctor no deja de sonreírle estrechando su mano con cariño.

— ¿Y está todo bien? — la mujer inquiere algo dudosa por la expresión del galeno.

— De hecho no es un cálculo muy acertado, el tamaño del embrión es el adecuado para el tiempo estimado de gestación pero los niveles de azúcar de Itachi-san están muy bajos y está presentando una anemia leve así que deberá cuidarse bastante. Así que por ahora diremos que lleva solo dos semanas de embarazo…

— Voy a trabajar —interrumpe el pelilargo tratando de desviar el asunto, si bien están diciendo que su bebe tiene el tamaño ideal para esas “dos semanas” de gestación, Dan a dejado en claro que por su estado de salud es probable que su bebé sea más pequeño y que tenga más tiempo. Su lenitivo fugaz le deja otra vez casi con la certeza de que el padre del bebé no es otro más que Madara.

— Por el momento voy a tener que prohibirlo Itachi-san, esfuerzos excesivos podrían ser contraproducentes — aclara el de cabellos claros suspirando, ha notado la urgencia del chico por no ahondar en los tiempos. — Por ahora descansa y si no tienes ninguna molestia tendrás consulta cada quince días.

El pelinegro asiente viendo de reojo a Naruto quien no ha dicho una palabra, el blondo no deja de observarlo y su resplandeciente sonrisa tan solo disminuye unas milésimas. Así que al salir del consultorio, en cuanto se quedan solos le clava una mirada llena de incertidumbre.

— No te preocupes por el dinero Itachi, yo me ocuparé de eso. Cuando el bebé nazca y este grandecito ya podrás trabajar en las tardes dattebayo. — Dice haciendo cuentas sin querer, dos semanas… su hijo tiene dos semanas creciendo en el vientre de su pareja.

Traga pesado sintiendo que debería confesarle al chico delante suyo de una vez por todas su romance clandestino con su tío y acabar con el engaño. Itachi inspira hondo, una ola de calor repentina le provoca sentarse en la banca metálica del blanco pasillo, — Naruto… — le llama y el rubio se sienta a su lado — siento en verdad haberte rechazado después de lo que sucedió en la fiesta — musita de corrido al notar casi atropelladas las palabras en su boca.

— No pasa nada — rodea con un brazo al pelinegro percibiendo la respiración mas apresurada de este — yo me precipité, pero ya no hablemos de eso… ahora estamos juntos dattebayo.

Itachi asiente agradeciendo la nueva oportunidad que está recibiendo.

 

*

 

/////////

 

 

 

Las apresuradas caladas que le arrebata al cigarrillo que se pasea en su boca predicen un pronto acabose para el habano. Deja caer el peso de su cabeza sobre el respaldar de la mullida silla detrás del escritorio, la luz amarillenta que se cuela por la ventana chocando contra los muebles le produce cierta tirria.

Deseaba estar lejos de allí.

Tal vez entre las piernas de su sobrino.

Madara se muerde el labio inferior luego de sonreír ante la erótica imagen que se ha dibujado en sus pensamientos, su diestra se pasea sobre la superficie de madera buscando el vaso de cristal que contiene el brandy que ha estado bebiendo hace semanas.

Desde que se enteró que él ya está casado y rumbo a su perfecta luna de miel.

“Él”, la razón principal para que rechazase a Itachi buscando olvidar en el joven cuerpo que le ofrecieron, Madara sabe a la perfección el dolor que produce el ser dejado por quien te arriesgaste a amar.

Se bebe el contenido del vaso para devolverlo al mueble poniéndose de pie después, resopla acercándose a los grandes ventanales enfocándose en el aburrido paisaje que le proporciona la ciudad.

— Estúpido Hashirama… — murmura mordiéndose la lengua maldiciendo una y otra vez al hombre que prefirió casarse con una aburrida mujer abandonándolo con desfachatez.

Se gira entonces inspirando hondo conteniendo toda su frustración en sus puños cerrados.

“Lo nuestro no puede continuar Madara… voy a casarme con Mito”

Al oírlo en ese momento quiso matarlo con sus manos, verlo perecer antes de obsequiarlo a la mujer que antes le confesó amor pero rechazó y que seguramente se estaba cobrando el desplante con creces.

Debatiéndose entre sucumbir a su ira homicida o ahogarse en cualquier bebida alcohólica la espontanea declaración de su adorado sobrino le proporcionó una vía de escape temporal.

“Necesito decírtelo… aunque vayas a rechazarme… te amo…”

Las blancas mejillas teñidas de suave carmín, los negros ojos desbordantes de sinceridad le sugirieron “arrebátalo”… arrebatarle a ese niño la inocencia así como el aciago destino le quitó de los brazos a quien amaba en realidad.

Pero se descubrió incapaz de devolver si quiera migajas de amor a todo lo que Itachi le entregaba, no quería amarlo, no iba a hacerlo, no tenía sentido ilusionarlo… pero si el jovenzuelo pese a ello permanecía a su lado tampoco tenía porque desaprovecharlo.

Pero pronto el prodigio Itachi se apartó ofendido negándose a compartir solamente una cama de hotel.

Y debería darle igual.

Pero entonces le dijo que estaba embarazado.

“Tú eres el padre, aunque no puedo asegurarlo”

Solo pudo rechazarlo aún más… ¿Cómo se supone iba a sentirse feliz por la razón que lo alejó de Hashirama?

“No es porque no podamos tener hijos Madara… amo a Mito” estaba seguro que mentía que lo abandonaba porque esa mujer podría darle hijos.

Así que solo podía odiar al hijo que Itachi esperaba.

No quiere hijos.

Si no era con Hashirama, no desea hijos con nadie más.

Tamborileando sus dedos por sobre el escritorio apaga el cigarrillo que fumaba en el cenicero marmolado, se siente cansado, no ha dormido lo suficiente desde hace más de un mes por lo que las ojeras se van acentuando cada vez más.

Resoplando prefiere dejarse caer sobre el cómodo sofá que está dispuesto en su oficina, no tiene ánimos de concentrarse en el trabajo y este se está acumulando. Entonces nota el maletín de su sobrino en una esquina del lugar, esperando a que Itachi lo reclamase lo llevó a su trabajo pero su “digno” sobrino no contesta ninguna de sus llamadas.

— Supongo que ya resolviste el problema, Itachi — susurra para sí.

 

 

 

/////////

 

 

 

Naruto suspira cansado, lleva casi dos semanas trabajando en ese restaurante y debe admitir que el trabajo es más pesado de lo que pensó.

Si bien rompió unos cuantos platos los primeros días gracias a la ayuda de Clarisse pudo aprender a llevar las charolas sin tirar nada.

Clarisse era la muchacha que le ofreció el empleo ese día que se conocieron en el parque, ha tenido tiempo de conocerla llegándose a enterar que no es de Japón que vino a vivir al país desde muy niña y que ahora vive sola teniendo hermanos mayores que residen en otros continentes, solo su madre ya algo anciana le ayuda con el cuidado de su bebé.

Si bien el rubio siente admiración por la joven se ha guardado todo respecto a ella frente a Itachi, sin estar seguro de porque evita mencionar a cualquier chica delante de su prometido. Aunque estén manteniendo la boda en privado no duda que Sakura y los demás terminen enterándose, más cuando el estómago del pelinegro empiece a crecer.

Se toma un pequeño descanso en la cocina luego de atender varias mesas, le esta costando bastante maniobrar los estudios y el trabajo pero no tiene otra alternativa.

“Pagaremos el depósito para una pequeña casa en los suburbios, pero lo demás correrá por tu cuenta muchacho, hasta que mi hijo pueda ayudar tu deberás encargarte de proveerle todo lo necesario a tu familia”

Fueron las palabras de Fugaku y estuvo de acuerdo. Luego de casarse se irían a vivir juntos solo los dos, aunque Naruto había considerado que terminarían viviendo en casa de alguno piensa que es mejor así.

Aunque eso signifique mucho más trabajo.

Y tampoco quiere que Itachi trabaje y estudie en su estado, luego de las visitas al doctor le han recomendado hacer los menores esfuerzos.

— Naruto… los clientes de tu mesa están llamándote.

La voz de Clarisse le hace reaccionar, — ya voy — suspira poniéndose de pie.

— Te ves cansado — ella le sonríe acercándose — si quieres yo me ocupo.

— No te preocupes dattebayo — bosteza cubriéndose la boca, apenas dan las ocho de la noche por lo que el lugar está bastante atestado. Es un restaurante con motivos mayormente occidentales en cuanto a decoración y menú, el uniforme de Naruto es bastante clásico; pantalones  negros, una camisa blanca y un chalequillo  en tono guindo.

— Deberías pedir los turnos por horas, así no tendrías problemas con la escuela — sugiere sin dejar de sonreír, le tiene cariño al muchacho y aunque no conozca a Itachi en persona siente celos –sanos- de que este tenga la fortuna de tener a una pareja que se desviva por procurarlo, justamente lo que ella no tuvo ya que su novio se fue poco después de que supiera de su embarazo.

— Pero no me alcanzaría — estira los brazos desperezándose del todo — le pedí a Sakura-chan que me ayudara a sacar cuentas sin decirle de que se trataba exactamente y los números se fueron al cielo´ttebayo.

— Naruto… si te alcanzará, siempre se puede estirar un poquito el dinero del gasto.

— Mmm — hizo amago de pensar, tal vez no tenga que trabajar tantas horas si Itachi también tiene empleo pero de momento no podían arriesgarse. En medio de sus cavilaciones su celular vibra en sus pantalones y aunque no está permitido, contesta. — ¿Mikoto-san? — no puede evitar preguntar con bastante sorpresa al escuchar la voz de su futura suegra.

 

 

 

////////

 

Al ser tan solo las siete de la noche Itachi se halla atrapado en la ambigüedad de dormir hasta el día siguiente o esperar a la cena y retener su somnolencia hasta entonces. Ya han pasado casi dos semanas desde que sus padres se enteraran para decretar un matrimonio de emergencia.

Pese a considerar que hasta era más aceptable que su padre lo echase de casa por estar embarazado, de algún modo al conminarlo a una boda donde después se iría de su hogar era llegar casi al mismo resultado, solo que con más elegancia.

No obstante el asunto de la paternidad del bebé que esperaba aun le inquietaba sobremanera, sisea quedito al resentir una leve punzada en el estómago, considera dormir cuando el timbre en la puerta principal le hace respingar.

 

Se asoma por las escaleras tratando de ver al inoportuno visitante al que su madre acaba de abrirle y retrocede de inmediato regresando a su habitación cuando oye la voz de su tío.

— Madara que bueno que vienes a visitarnos, desde que te fuiste de viaje no sabíamos de ti.

— Los placeres consumieron todo mi tiempo.

Itachi oye las risas en la sala y solo atina a cerrar su puerta tratando de huir, no entiende porque Madara se presenta en su casa con tanto cinismo.

 

 

— Bueno, solo estamos Itachi y yo. Sasuke salió con unos amigos y Fugaku está trabajando, de igual forma espero te quedas a cenar — ella sonríe amable invitando a su familiar a sentarse en la sala.

— Será un placer — le devuelve el gesto con complacencia, — pero antes permíteme sorprender a Itachi, sabes que le encanta que le platique de mis viajes.

— Adelante, solo que ha estado un poco indispuesto estos días así que tal vez este dormido.

— No demorare nada — dibuja una sonrisa sugerente a lo que la mujer asiente dejándole subir por las escaleras. Madara borra su amable gesto en cuanto le da la espalda apresurando sus pasos con una bolsa de papel en manos donde lleva el maletín olvidado del muchacho.

Resopla suave cuando se halla delante de la puerta, sin querer tocar procede a girar la perilla frunciendo el ceño al notar que está cerrada.

— Cerrarle la puerta a tus mayores es de mala educación — habla irónico dando un par de toques en la madera. Madara se muerde el labio inferior al no recibir respuesta, — si no abres tendré que devolverle a Mikoto el maletín que dejaste en la habitación de hotel y decirle que hacías allí.

Afila una sonrisa maliciosa cuando el picaporte suena y le abren, — hazlo — ve la mirada de Itachi inexpresiva en tanto le mira por el poco espacio que permite — a mí me castigaran y a ti te meterán en prisión.

— No deberías estar tan seguro — casi canturrea divertido por el desafío pero exasperado por la reticencia del más joven, así que consciente de que no le dejaran pasar aplica toda su fuerza para empujar la puerta consiguiendo apartar a Itachi quien logra evadir el impulso para no acabar en el piso por la maniobra.

— Y no tu no deberías buscarme — retrocede buscando distanciarse lo más que puede, no desea ver a su tío y menos interactuar con él, para su desdicha su cuarto parece haberse encogido ya que no tarda en sentir su espacio personal invadido por el adulto.

— Solo quería saber cómo estabas, sobrino querido — le susurra en tono zalamero — te fuiste tan molesto la última vez y rechazaste mi ayuda… supongo entonces que te has encargado de todo — inconscientemente desliza su mirada al vientre plano de Itachi quien hace amago de retroceder más.

— No te interesa, vete Madara o yo mismo iré a decirle a mi madre porque estás aquí — afila la mirada viendo con detenimiento como su tío acorta la distancia entre sus rostros con descaro, como respira su aire pretendiendo acabárselo todo. No puede evitar maldecir el nerviosismo que lucha por dominarlo, entrecierra los ojos cuando los labios ajenos casi rozan los suyos.

— No te atreverías, Itachi, ambos sabemos que deseas hacer algo más deleitoso — se relame los labios emergiendo su lengua para probar a su sobrino. Pero queda genuinamente sorprendido cuando el más joven quien parecía a punto de entregarle su boca se aparta de golpe.

— Contigo no — musita inquieto, ha estado a punto de caer ante su ladino familiar pero no piensa agregarle más mentiras a su relación con Naruto y menos engañarlo de esa manera, — vete Madara.

El adulto desvía la mirada unos instantes, — ju — articula literalmente en medio de una sonrisilla sarcástica — esa vez dijiste “te amo”, supongo que era de esperarse una confesión así de un adolescente con las hormonas calientes. — Quiere ofenderlo y el ceño fruncido de su sobrino le sugiere que está lográndolo.

— Fue eso mismo Madara… — responde mordaz — tenía ganas de tirar con alguien y tú eras una bueno opción… solo eso.

Otra risa algo más elevada se le escapa al adulto. — ¿Entonces debo suponer que esa mierda del bebé es mentira? — se abalanza con peligrosidad al joven apresando su cuello con su diestra casi estampándolo contra el muro, — no juegues conmigo Itachi, podría enloquecer si sigues tentando tu suerte — hace cierta presión oyendo un quejido por parte de su sobrino que busca apartarlo para respirar correctamente.

— Deja… de… buscarme… — articula con dificultad.

— No te des tanta importancia, no la tienes, tu no — sus negros ojos están afilados con desdén y solo puede rememorar la estúpida excusa de Hashirama, antes de seguir presionando la tráquea ajena opta por aventar al chico contra el muro contrario y en esta ocasión Itachi no reacciona a tiempo chocando estrepitosamente para acabar en el piso. — Tu no…

— Eres un… — se guarda sus insultos cuando debe toser para normalizar sus respiración, una mueca de dolor se dibuja en su rostro en tanto se sujeta el estómago con ambas manos, quiere ponerse de pie pero el dolorcillo en su vientre le obliga a quedarse de rodillas en el piso.

— Solo buscabas como enredarme — acusa creyendo ciegamente que no hay bebé que pueda atarlo — así que deja de actuar — fastidiado se aproxima en nueva cuenta usando la planta de sus mocasines para forzar a su sobrino a agacharse presionando su cráneo.

— Suéltame… — se queja con el rostro chocando contra el piso, quiere levantarse y darle un par de golpes a su bipolar tío pero el agudo dolor solo está intensificándose.

— Dilo Itachi, si estas esperando un hijo es buena idea empezar a rogar porque no sea mío. Eres un niño demasiado mimado y caprichoso. Tus circunstancias son demasiado felices, así que algo de sufrimiento no te vendría mal.

El aludido solo presiona los dientes aguantando los dolores lo más que puede, pero la manera en que está siendo tratado no le parece justa, — ¡madre! — no tiene más opción que gritar cuando el dolor latente en su vientre le alerta claramente de peligro. — ¡Madre!

Madara retrocede algo atónito ante el arrebato del más joven, solo atina a retirar su pie de la cabeza del chico antes de que una preocupada Mikoto se apresure al cuarto.

— ¡¿Pero qué sucede?! — exclama alarmada al ingresar y ver a su hijo de rodillas en el piso sujetándose el vientre con evidente sufrimiento. — ¿Itachi, puedes levantarte? — le pregunta corriendo a su lado, su hijo niega encogiéndose lo más que puede.

El mayor en la habitación se queda observando consternado; como la mujer le habla a su hijo para ayudarlo después a levantarse, oye el reclamo dirigido hacia si, como ella le grita que la ayude o algo pero Madara ha quedado estático, perplejo, intentado hacer desaparecer aquel pinchazo tan familiar que parece taladrar sus pensamientos. Como si lo que viese no fuese real.

Debe ser mentira.

Itachi no está esperando un bebé.

Y aunque así fuese, no puede ser suyo.

No puede.

 

 

Ahora se siente repentinamente enfermo, su entorno gira apresurado descargando en su cerebro una y otra vez la imagen de aquel nefasto amor que vivió junto a Hashirama, junto a aquel amigo de toda la vida, junto a la única persona que creyó no lo defraudaría, que no iba a herirlo de esa manera.

Se siente ajeno a la habitación de hospital donde han llevado a su sobrino, sabe que el médico está hablando mientras pasea ese aparatito por el estómago de Itachi, sus ojos suben un poco más viendo en la pantalla monocromática, unos manchones grises hacen de fondo al espacio negro donde una diminuta mancha resulta ser el protagónico. Su saliva amarga desciende con dificultad por su garganta al sentir cierta desesperación.

Entonces le presta más atención a su sobrino que recostado en la camilla no se digna en mirarlo, este se halla atento a la imagen junto a otro muchachito de cabellos rubios que a su lado le sostiene una mano como si fuesen una pareja normal.

No un par de mocosos jugando a ser adultos.

— Tengo trabajo pendiente — dice parco excusándose para salir del lugar, ignora los llamados de Mikoto, solo ansía dejar de ver a Itachi, dejar de relacionarlo con Hashirama porque de continuar así terminara matando a su sobrino, así como no se atrevió a matar a quien lo abandonó.

Y poca importancia le presta a Sasuke cuando lo ve fuera de la habitación, sus ojos enfocan con más atención al acompañante del muchacho, uno tan parecido a ese niño de ojos azules que vio hace poco.

 

.

 

Itachi suspira aliviado cuando le dicen que su bebé está bien, que solo debe cuidarse, evitar situaciones de estrés, agradece que Madara se marchase, no quiere ni por casualidad que este y Naruto lleguen a hablar.

— ¿Ese era tu tío? — pregunta el rubio algo curioso.

— Si… — asiente cansado recostándose mejor en la cama de hospital — gracias por estar aquí Naruto — le murmura sin poder contener una tenue sonrisa de afecto.

— No te preocupes, es mi responsabilidad dattebayo — dice algo apenado pero al mismo tiempo emocionado, aprovechando que el doctor y la señora Uchiha están hablando cerca de la salida se inclina sobre el pelinegro dándole un suave beso en los labios.

Caricia que es correspondida con lentitud.

 

 

Continua.

 

 

 

Notas finales:

 

Saludos, siento la demora, cuando hay fiestas de por medio irónicamente tengo menos tiempo libre, para compensar este capítulo es un poco mas largo que los demás. Espero el capítulo les haya agradado, se vio un poco más del enfoque de Madara… debería poner “alerta HashiMada” (¿?) je je no estoy segura pero se hará alusión a la pareja porque de allí parte el rechazo inicial de Madara y algo de su actitud bastarda… algo.

Por Naruto e Itachi consideró que la decisión de Fugaku no es tan descabellada, porque bien pudo ser el padre que echa a su hijo a la calle por estar en esa situación, así que veremos como manejan un matrimonio a esa edad y en esas circunstancias –ese era el pie de la historia pero como demoré en llegar ja ja-.

Nos leemos en el siguiente cuídense mucho y gracias por las lecturas y los comentarios que motivan.

Yae.


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