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Secreto de armaduras por MissLouder

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Notas del capitulo:

Este tiene un enfoque un tanto diferente del que vengo tratando. Tengo la meta de terminar este fic este año, si logro desprenderme de la pereza.

 

V

[ARMADURA DLEO]

.

.

Me está llamando. Oigo sus latidos, clavados fuertemente a mis oídos. Es un sonido constante, fijo, que no desaparece ni aun cuando el sueño quiere atraparme. Es un llamado, lo sé, y la tilde de considerarme necio por aferrarme a ese pensamiento me hace enojar.

¿Por qué el Señor Sísifo me aleja de la armadura de mi papá? ¿Por qué me separan de ella? ¿No ven que se siente sola y desea una compañía?

En la lejanía, sigo oyendo el golpeteo. Es incesante y nunca se detiene. A veces lo asocio a las campanadas, pero no hay sonido que contenga aquel lamento que se le asemeje.

¿Cómo puedo explicarles a los reclutas, sin que me consideren loco, que siento un llanto? Al principio intenté hacerles entender, y ya más tarde desistí. Mi padre decía que hay palabras que son mudas y sólo pocos pueden oírlas.

Sus palabras son susurros en mi cabeza y del único recuerdo vivo de un padre que busco entre el aliento del viento. Sigo buscándote, padre. Me dijiste que estarías en cualquier lugar donde mis ojos se posaran, que estarías en todos los lugares que estuviera, pero... aun cuando veo el mundo con los ojos abiertos ¿por qué no te consigo?

No he vuelto a llorar, aun cuando el recuerdo de ese día es tan vívido que puedo trazarlo con minúsculo detalle en mi cabeza. El sonido de aquellas alas, su rugido. Mis ojos pintaron el escenario, conservando los colores manchados de la sangre de mi padre por ese espectro.

Gracias al señor Sísifo, he sabido quién fue. Su rango en el inframundo y nadie tiene que hablarme de su poder. Lo vi, lo recuerdo, lo saboreo en mi piel que despierta a gritos cada noche. Aquellos cuernos tan siniestros y puntiagudos que acertaron darle a un pulmón; pese a ser protegido por una coraza de oro. Es un filo que incluso perforan mis sueños.

Observo cada detalle, a cada uno de mis camaradas mientras entrenan, a cada árbol que bate sus ramas y sus hojas danzan en el cielo; y, sin embargo, sigo sin encontrar nada.

—Debes saber lo que buscas, Rugulus —me dijo el señor Sísifo—. Y así, será más fácil encontrarlo.

¿Qué enmarañado arte debo recurrir a la simple búsqueda de mi progenitor? ¿Qué es más claro que eso?

—Tienes la costumbre de observar todo y nunca al frente.

—¡Si estuviera al frente lo vería, señor Sísifo! —me quejé.

Él me sonrió.

—Sé que algún día lo entenderás.

Aquel día esa frase estuvo paseando en mi cabeza, armando y desarmándose que sigo sin encontrar nada. Pero sé dónde la puedo conseguir. La armadura de Leo sigue llamándome y ella tiene todas las respuestas que busco. Sus pálpitos se hacen en consonancia con los míos. Quiere que la posea, que la haga mía y tomemos venganza por la vida que fue arrebatada.

¡¿Es que no pueden verlo?!

No es mi imaginación, porque a pesar que veo a la naturaleza no la oigo, pero siento que desea la muerte de Wybern tanto como yo.

El señor Shion tampoco me dice nada, los rumores entre los reclutas afirman que puede oír a las armaduras; ver sus recuerdos. Le hice tantas preguntas, ¡y ninguna contestó!

Aries no tiene que decírmelo, a pesar que me siento ciego por no encontrar a mi padre, a pesar que me siento sordo por no oírlo, ni tampoco a la armadura; puedo sentir. Las vibraciones del templo, los estremecimientos de la armadura. Me he colado y estoy en la quinta casa, con las imágenes parpadeando en mi cabeza.

¿A dónde tengo que ir para alcanzarte, padre? ¿Qué tan fuerte debo volverme? ¡Qué barrera debo superar!

Incluso meses después, que la armadura finalmente viste mi cuerpo su voz es mucho más lejana. Repetimos aquel día, y sé que Leo se siente frustrado. No necesito el don del señor Shion para saberlo.

Me dijeron que las armaduras viven en un ciclo de perder a sus portadores, que las vuelve insensibles y silenciosas; cuyo veredicto no me complace. Es mentira. Mis ojos captan la familiaridad cuando Sagitario se acerca, una calidez que recorre como una vibración que susurra en los poros. Pensé que era la esencia del señor Sísifo, pero luego me di cuenta que las armaduras se saludaban.

También sentí su furia, cuando me enfrento finalmente a Wybern y me da todo el poder que tiene a su alcance; sin ser suficiente. Me siento frustrado, y cuando mi mente yace en blanco, es cuando puedo oír:

—Suéltame.

¿Qué?

—No me necesitas. Nunca lo has hecho.

¿De dónde viene esa voz? ¿Acaso es... la armadura?

—Libérate de la obstinación y abre los ojos, Rugulus.

¡Sin ti me matará!

—¿Tienes miedo?

Me quedo en silencio.

—Aún no entiendes lo que quiso decir mi anterior portador y el actual de Sagitario. Debes mirar al frente. Deja ir todo, y verás lo que siempre has buscado. Libérate a ti mismo.

... Y abre los verdaderos ojos.

Dejo ir mis pensamientos, mi odio hacia Wyvern y, finalmente, mi armadura.

Sé uno con la naturaleza, y me verás...

El metal me abandona, y mi cuerpo también porque me siento como una pluma. Una luz me penetra y es cuando puedo verlo... Puedo ver mi tierra natal desde el lost canvas, de hecho, puedo ver cosas que no vi antes... Frente a mí.

El viento hablaba con la tierra, los árboles con infinitos patrones cambiantes cantaban en coro, los pájaros advertían la guerra que ya estaba sobre ellos…

Me hablan. Todos. Me dicen cómo derrotar el corazón de un Dios y como me prestarían su poder. Sin armadura e incluso cuando mi cosmos escasea. Miré a mi alrededor, maravillado, sintiendo el sabor de un lenguaje diferente en mis labios y manos que eran ráfagas de luz. Susurros que vienen de todas partes.

Un millón de luces se abrieron en el cielo que contemplé levemente aturdido, sintiendo como mi mente se deslizaba poco a poco a un transparente claro que me trasmitió la total serenidad. Es como estar en cualquier parte del mundo.

—Rugulus, finalmente lo has entendido —Es la voz de mi padre—. Y me has encontrado, que siempre estuve a tu lado.

Y así, con la mente abierta, el viento se desplegó ante mí tomando una forma en mi mano. Todo lo que rodeaba y podía alcanzar. Ese poder me recorrió por completo, cada palmo, como cuchillas filosas que me ayudaron a atravesar finalmente al corazón del espectro.

Lo veo morir de pie, con el orgullo que lo sostiene y sonrío. La voz de mi padre vuelve a acogerme y siento las lágrimas querer abrir paso. ¿Cuántas veces busqué su voz?

Acaricio la armadura sintiendo mi cuerpo desvanecerse y hacerse uno con el viento.

Gracias, armadura de Leo, por hablarme todo este tiempo de cómo llegar a mi padre. Fue un placer estar a tu lado, a pesar que nunca te oí sino hasta el final.

Un rugido me despide, y así, se silencia el león.

 

Notas finales:

Cuando pensé en escribir de Rugulus, vi su obstinado deseo por encontrar a Ilias. Es tan tierno e inocente. Imagino que tomaba todo literalmente de observar su alrededor.

Próximo capítulo:

ARMADURA DVIRGO.


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