Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Secreto de armaduras por MissLouder

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

N/a: No yaoi. Anécdota de Aspros.

Advertencia: Spoilers del manga. Tomo 26.


III

[ARMADURA DGEMINIS]

.

.

"Una estrella son pensamientos condensados. Son esos millones de pensamientos incrementando su poder, que juntas crean galaxias.

En algún lugar, dos de esas estrellas lucharán y se acabarán entre sí. Así como al inicio de los tiempos de Cain y Abel, llevando sus existencias al conflicto. Como la dualidad del bien y el mal en un ser humano, luchando, hasta que uno de los dos desaparezca."

.

.

Deambular de nuevo por estos lares me hace recordar la temporada sin placer, sin dolor, sin miedos que he respirado y ha llenado mis pulmones en el pasado. La insípida soportabilidad de evocar los llamados momentos que se decían ser buenos, hace que despierte dentro de mí un pavoroso dolor verdadero y endemoniado.

Mis días de sentir la autosatisfacción, la falta de preocupaciones, la autoridad que me regía, han quedado atrás. Ya no era necesario invocar el lamento. No era algo que fuera realmente conmigo, pero por desgracia, cada segundo que pasa me resulta intolerablemente repugnante. Mi cuerpo no puede controlar el descontento hacia el resultado que han plantado los hechos.

Tenía que refugiarme en mi orgullo, antes que se quebrara en partículas por tratar de pensar en esa vaga definición que los débiles solían llamar destino. Aquel que habían predicho que sería supuestamente influenciado por una estrella de la maldad y como consecuencia, creó una rivalidad entre hermanos.

Los oráculos eran expertos en jugar con los corazones ajenos, una idiotez más de esta vida degradada, superficial, esterilizada que está sujeta a las normas. Era lo que más odiaba de ser humano, la bien y próspera disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente.

Sólo pensarlo, hace que enferme mi mente.

Por eso fui superior, por eso he regresado desde el averno vistiendo de muerte y odio con el fin de recuperar lo que fue arrebatado. Lo que creí que me habían arrancado de las manos, que al final terminó siendo algo mucho mayor; el albedrío de mi propia vida.

Mi cosmos latía frenético, enviándome órdenes labradas en furor de salir rápido de esa grieta del espacio y tiempo en la que estaba recluido. Una abertura donde sólo se respiraba oscuridad. No sentía mi cuerpo, tampoco mi alma. Nada, eso es lo que era esta dimensión. Estar en este lugar serviría para encontrarse con uno mismo, sino fuera eso una total tontería el no conocerse.

Ese insignificante espectro era un total iluso si creía que metiéndome aquí me detendría.

El Marvelous Room no iba a limitarme.

—Cuéntame, Defteros, ¿qué hiciste en estos dos últimos años? —pregunté a la oscuridad, sintiendo mi lengua bañarse de espinas de culpa por haberle arrebatado la vida a mi hermano menor.

No pude evitar sonreír para mí, sólo Defteros me haría saborear la humanidad. Sólo mi otra mitad, aquella que ahora ya estaba completándome. Éramos una sola persona. Y tal como había dicho, hablaríamos en calma por la eternidad que nos restaba.

Sin embargo, aún la voz de Defteros se oía lejana. A penas podía escucharla por mi resentimiento de saber que fuimos los títeres de un maldito espectro. Nunca lo perdonaré.

Estaba molesto, no, esa vulgar palabra no podía definir la ira que me trituraba las entrañas. Nadie entendería este hueco, este vacío, este dolor de saber que todo este tiempo mi vida fue manipulada.

El saber que había pisoteado la promesa que había hecho, el cuidado que había jurado y a la única persona que había creído en mí, trayéndome de regreso desde los confines del mismísimo infierno. Y que al final, terminé extinguiendo su vida, como la estrella del caos que me protegía.

Habíamos sido víctimas en los dedos de un maestro de obras que no le importó romperme. Que disfrutó de verme romper mi alrededor, regodeándose entre los escombros y sonriendo desde las sombras. Lástima que ese teatrito no le durará mucho, porque yo disfrutaré aún más en destrozarlo de la peor forma que se me ocurra.

He sospesado distintas maneras para derrotarlo, si podía manejar el tiempo, yo tenía que ser más rápido. Lo cual era tarea sencilla, siempre he aplastado a mis enemigos cuan cucarachas; Youma de Mefistófeles no iba a ser la excepción.

Defteros, debo reconocer que hubo un tiempo donde quise retroceder mis decisiones, pero mi ambición y mis metas no eran tan frágiles de fraccionar con simple «arrepentimiento». Conoces esa de mí, porque eres como yo, un demonio. Que hacía lo que se antojara sus deseos y lo que sencillamente le provocaba. Nadie necesitaba saber mis propósitos, tampoco necesitaba explicarlos, nadie salvo de yo los entendería.

El arrepentimiento era una emoción sin sentido, sin ápice de apreciación por los impulsos del cerebro. Sin embargo, mi pecado me encarnecía la piel y me pulverizaba las venas.

Esa imitación de espectro perdería sus dedos y su teatro porque iba por él. Sólo yo tenía el derecho de jugar con cualquier fuego que se me provocara divertido. Se atrevió a voltearme de tablero, a intercambiar mi color oro por negro, y darme la locura suficiente para saborear cierto agrado en todo aquello.

Siempre he anhelado poder, mías son las galaxias que explotan en mis manos y mío es el propio destino que yo escribiré con la sangre que desee verter sobre mi tintero.

—Aspros… —Esa voz otra vez levantándose entre mis recuerdos, entre el pasado que deseo traer de vuelta sólo para tratar de disculparme con él.

Cerrar mis ojos… me hacía oír su voz.

—¿Te duele mucho el hombro, Aspros? —Oí la voz de mi hermano en mi espalda, obstruida por esa máscara que me impedía verle su rostro. Uno que era igual al mío, uno que era la mitad de mi ser.

Defteros me aplicaba la venda sobre la ropa, porque el simple pensamiento de movilizar mi brazo, era casi una tarea impensable.

—Más o menos —mentí, ladeé un poco la cabeza para observarlo—. ¿Y tú? ¿Esos infelices te hicieron algo?

Verlo me producía dolor, tenía tantas heridas en el rostro, magulladuras en la piel, hematomas y rasgaduras repartidos en su cuerpo, que me llenaban de frustración. Casi siempre estaba malherido. No todo el tiempo podía evitar que lo lastimaran.

—No es nada —quiso restarle importancia, y yo me enfurecí girándome.

—No tienes por qué creer lo que esos idiotas dicen. Te prometí que acabaré con esto, pero Defteros, necesito que me creas... No eres una sombra.

—Aspros…

El recuerdo desapareció, hundiéndose en la negrura.

Me tragué una maldición. No podía detenerlas, no podía detener las imágenes me hacían fila en la cabeza. Apreté mi puño, cruzado de piernas aquel mundo intradimensional que ese ingenuo espectro osó a meterme.

¿Acaso olvidaba que las dimensiones estaban incluidas en el repertorio de Géminis?

Me daba cierto apetito de gracia como nos subestimaban, en como creían que con su supuesto poder infinito estaríamos en sumisión. Sólo eran simples parásitos que jugaban a ser dioses que ya nadie quiere adorar.

Finalmente, me levanté sobre ese mundo sin color cuando reuní el poder suficiente para salir de ese lugar. Estaba listo para irme, antes de ser detenido al momento en que mi armadura empezó a resonar. Palpitando, como si abrigara una repentina euforia.

La miré en silencio titilar, y por primera vez, me pregunté si merecía estar vestido de esa gracia cósmisca.

Mis instintos se encendieron al percibir un repentino cosmos en las lejanías, acercándose, con un extraño calor que consideré incómodo. Conocía ese poder tan estúpidamente sentimental.

—Aspros… —dijo una voz, cobrando volumen, y al reconocerla sólo sonreí—, estoy feliz de verte de nuevo, a pesar de sentir tu cosmos abatido

—No será por mucho tiempo —respondí, entrecerrando los ojos—. Pronto haré pagar al culpable.

—¿Sanar una herida con sangre de otro? —No parecía una pregunta, sino una afirmación—. Sí, supongo que si eres Aspros de Géminis.

—Recibir elogios de ti no es algo que enaltezca mi autoestima —me burlé, y vi como esa figura también luciendo un atuendo de oro con alas cobró forma ante mí—. Sísifo de Sagitario.

Su rostro finalmente expuesto, mostró una sonrisa.

—Tan ególatra y egocéntrico como siempre.

Esas palabras arrancaron un movimiento suave a mis labios.

—Gracias. —contesté, tras una pausa en donde el tiempo permanecía sereno, sin decir ni hacer nada, añadí—: ¿Y bien, vienes a mostrarme tu divinidad ahora que estás muerto o quieres hacerme perder el tiempo? —Ladeé la cabeza, dándole profundidad a la curva que estaba en mi boca—. Tengo cosas que hacer.

Escuché un suspiro, que se transformó posteriormente en una sonrisa frágil de romper.

—No te juzgo, Aspros —dijo—. Sólo venía para pedirte algo.

—Si pretendes que me disculpe con un muerto, estás en el lugar menos indicado. No soy Cáncer para hacer ese tipos cosas.

Sísifo se rió lentamente.

—Manigoldo no era precisamente la persona que se disculpaba.

"Era", jeh, así que también había muerto. Las palabras de Sísifo regresaron, cobrando un nuevo sentido de seriedad. Dejé que los segundos pasaran, y que él lo llenara con lo que sea que quisiera decir. Me observaba, y se la mantuve sonriente, porque él sabía que no me intimidaría

—Aspros, dime, ¿ayudarás en esta guerra?

No me sorprendió que preguntara eso.

—No me importa la guerra. En absoluto —confesé con letal sinceridad—. Regresé por mis propios propósitos.

Él pareció suspirar.

—Buscar a Hades, enfrentarte a un espectro, terminar en este lugar y jurar regresar, te hace un miembro del bando de Ateniense, Aspros.

No respondí al momento. Escenas regresaron a mí, la muerte de Defteros, mi intento de asesinato contra el Patriarca, mi traición a Athena. Considerarme un aliado no era precisamente una palabra que acentuara conmigo. Tampoco era como si me importara.

—No soy un aliado, Sísifo —Cerré mis ojos—. Eso ya deberías saberlo.

—Tampoco eres un enemigo —cuestionó.

Sonreí una vez más, abrí los ojos con la súbita chispa al creer que esa declaración en parte podría ser cierta. Porque yo iba a matar a Youma e iba a cobrar una venganza por la muerte de mi hermano y por la mía. Ambas estaban tejidas en un escenario que supo ocultar los hilos. Acabar con él, era un punto que sólo me beneficiaba a mí.

Sin embargo, ese espectro era el padre de Pegaso y extrañamente un sentimiento de protección vibraba en mi pecho. Tal vez Defteros conoció al mocoso.

Un suspiro quiso alzarse en mi garganta. Tenía que admitir que su muerte probamente también beneficiaría a la guerra Santa, por ser éste un jugador en la mano derecha de Hades.

—Quizá. —admití al fin.

Satisfecho con mi respuesta, sentí como su cosmos empezaba a desaparecer.

—Entonces, como santo de Athena, necesitarás lo que llevas colgado en la cintura.

Enarqué una ceja y cuando bajé la mirada, noté como un rosario se asomaba entre los raudales de mi armadura.

¿Había estado allí todo el tiempo?

—No creo que se me ocurran oraciones en plena batalla con un espectro. —Pensé en voz alta sacando las cuencas, oyendo como mi comentario lo hizo reír. Al tocarlas, una extraña corriente viajó por mis dedos, enviando a través de mí un gran cosmos que se mantenía dentro de éste. Era natural que reconociera al dueño, lo cual mandó muchas interrogantes a mi cerebro. Dejé ir la primera—: ¿Virgo lo creó?

Sisifo asintió.

—Puede sellar a los espectros, te será útil contra Youma. —Se acercó a mí y me extendió la mano—. Te dejo el resto.

—¿Quieres estrechar la mano con tu enemigo?

—Soy el escudo que protege a sus aliados y a sus enemigos —Sentí el peso de su mano en mi hombro—. Estoy seguro que aún queda dentro de ti, aquel chico con el que me entrené y juró ante las estrellas proteger a Athena como santo. Es hora que lo dejes salir de nuevo, Aspros. —finalizó su discurso con una sonrisa, desapareciendo entre las miles de estrellas sin luz que giraban fuera de esa dimensión, hasta que no quedó rastro de aquel sujeto.

Mi rostro enmarcó un gesto torcido, porque nunca he sido hombre de obedecer órdenes. Menos las de Sísifo. Lo haría porque era lo que quería hacer, para dejar de recordar lo que ya era inalcanzable. No tenía espacios para lamentarme con el pensamiento que todo habría podido ser diferente.

Observé el rosario que brillaba tenuemente en mis manos, ahora con otra pregunta formándose en mi cabeza, ¿por qué Géminis tenía ese rosario en su interior?

¿Acaso Defteros lo había tenido desde el principio?

Si era capaz de sellar espectros…, ¿eso significaba que desde el principio tuvo la oportunidad de ganarme?

Bufé. Qué estúpido fuiste, hermanito. Lo fueses hecho, y yo no habría cargado con ésta culpa. ¿Querías que me redimiera como santo? ¿Tú también querías ver ese Aspros otra vez?

Apreté el rosario entre mis dedos.

—Bien, cumpliré con sus tontos deseos —decidí—. Acabaré con esa presa como aporte a la guerra santa, será mi caridad para ustedes.

Encendí mi cosmos en todo su esplendor, volviéndome a alzar mi vuelo cuando vi como más allá; dos sombras doradas aparecieron y derivaban en la oscuridad. Por las armaduras supe que eran Libra y Aries.

Vaya, Youma parecía estarse divirtiendo, yo también quiero ir a esa fiesta.

Lo pensé unos minutos, no me gustaba llevar cargas adicionales. Algo dentro, muy en el fondo, palpitó. Un repentino deseo rugió, uno que hizo eco en mis oídos, uno que era mi propia voluntad:

No quería que más nadie perdiera la vida inútilmente.

Suspiré, bien, supongo que puedo hacerle un regalo a Pegaso antes de morir. Después de todo, por ahora, era el aliado que ellos querían.

 

Notas finales:

Y a pesar de ser mi personaje favorito, es la primera vez que escribo de él jaja. Te amo, Aspros ;v; Y más hermoso aun cuando dice las palabras de: "No quiero dejar que más nadie muera."

Bien, aquí tenemos tres curiosidades del manga.

SPOILERS:

La primera, la cuestión del rosario se me ocurrió cuando Aspros lo sacó en su pelea contra Kairos, y dice que Defteros lo tenía. Lo cual me hizo pensar, ¿las armaduras tienen bolsillos? xD Además del hecho que cuando lo muestra, Aspros estaba vistiendo un sapuris.

La segunda, ¿cómo Aspros sabía del rosario de las mil lunas? Y a parte, ¿cómo sabía de Temma? si ese hermoso santo tenía dos años muerto.

Sobre todo cuando le dice: "No sé qué vio mi hermano en ti, sólo eres nuestro débil hombre". Hay traducciones que dicen que cuando Alone revela que Kairos era el padre de su eterno rival, hace que Aspros concluya que era el padre de Temma. Sin embargo, traducciones que dicen "Pegaso".

La respuesta más evidente, es que como Defteros le pasó su vida, se puede concluir que se enteró de todo a través de su hermanito. Incluyendo el rosario. Sin embargo, hay diálogos en la pelea que medio desacreditan esa opción. Ejemplo, cuando la armadura de Géminis protege a Aspros y Kairos dice que por qué el hermano menor protegía al mayor. Eso me hizo entrar en laguna mental, ¿no se suponían que ya eran una sola persona? Aspros estaba preso entre las espigas, ¿Defteros sacó la voluntad dentro de él para manipular a la armadura de Géminis? ¿Qué, qué, qué? Jajajaj

Así que, usando un poco la imaginación, llené ese hueco con que la voz de Defteros aun no llegaba a él por completo, y fue el sensual Sísifo quien le dijo lo del rosario ya que fue su amigo de la infancia.

Agradecimiento a quienes llegaron hasta acá, y se tomaron la molestia en leer. Y dobles gracias a quienes dejan sus huellas.

Próximo capítulo:

ARMADURA DCÁNCER.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).