REC
II
No lo recuerdes.
—Furihata-kun. — El castaño se detuvo, no porque hubiese escuchado su nombre, los audífonos y la música a máximo volumen se lo impidieron; se detuvo porque lastimosamente tuvo que subir su mirada en el momento exacto en que aquella amable anciana le hacía algunas señas. Él no podía ignorarla, no ahora.
—Buenas tardes Fumi-san. — Saludo cortes mente.
— ¿Acaso tu nunca sonríes chico? ¡Llevas viviendo aquí dos años y nunca he podido ver una sonrisa! — Kouki no dijo nada, simplemente le ayudo a llevar las bolsas que estaban siendo un problema para la anciana.
Ambos caminaron rumbo al levador, Fumi le comentaba algo acerca de su gato, según ella había sido muy gracioso, Kouki guardaba silencio, y sólo la seguía.
— ¡Oh, Furihata-kun! Una carta ha llegado para ti. — Fumi señalo hacia la esquina en donde los buzones del edificio se localizaban. — Vi al cartero esta mañana, seguramente es Kiara…
—Vendré después a recogerla. — Kouki siguió aminando con las bolsas, la puerta del ascensor se abrió justo a tiempo, Kouki espero a que este quedara libre y después entro, odiaba los lugares pequeños, el prefería tomar las escaleras, sin embargo la bolsas que Fumi le había pedido cargar eran demasiado pesadas y Fumi vivía en el quinto piso, el piso donde él vivía también.
—No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo, dos años ya… en un parpadeo estarás graduándote de la universidad y volverás a casa, esto se sentirá tan sólo. — La anciana sonrió levemente.
—Fumi-san, yo no volveré a casa. — Las puertas del ascensor se cerraron y este comenzó a subir, la brillante luz de los bombillos ayudaba bastante para que él no comenzara a temblar.
—Pequeño, sé que soy irresistible, pero nuestro amor no podrá ser. —La voz de Fumi también le servía para distraerse.
— ¡Oh, eso sí que es una lástima! — Fumi era una anciana amable y bastante energética, muy habladora de hecho, la única persona dentro de aquel edificio que aun intentaba hablar con él.
Y la única persona a la que Kouki le decía más de dos palabras o un saludo formal.
REC
Kouki suspiro. Curvo sus labios levemente y aspiro el agradable aroma de los libros.
Trabajar en la biblioteca le traía grandes beneficios, especialmente cuando él no tenía que atender a los clientes.
—Furihata ¿Puedes ayudarme a encontrar este libro? — El castaño asintió, leyendo el papel que Mayuzumi le dio, el libro que buscaba todavía no estaba en los estantes de la biblioteca, pero estaba ya en el registro, era de espera que Mayuzumi no pudiera encontrarlo.
Camino entre las cajas y montañas de libros para registrar y clasificar -su trabajo- con mucho cuidado.
—Aquí esta. — Dijo al momento de alzarlo por el aire, triunfante en su búsqueda.
—Pareces animado. — Mayuzumi sonrió ligeramente.
— ¡¿Eh?! ¿De verdad, Mayuzumi-san? — Kotaro quien acabada de ingresar al almacén los sorprendió. — ¿Cómo puedes saberlo? — Kotaro observo detenidamente al castaño, su rostro lucia igual de serio que siempre.
—Ya basta Kotaro, vuelve a trabajar. — Mayuzumi agradeció a Kouki por el libro y se llevó a Kotaro con él.
La tranquilidad volvía. El silencio era agradable y el aroma de los libros lo relajaba. Ese trabajo fue como un regalo del cielo.
—Por cierto… — Mayuzumi volvió, sólo entre abrió la puerta y Kouki fue capaz de ver únicamente su rostro. — Yo puedo saber que estas animado, porque te observo mucho, Furihata. — El peligris sonrió levemente cuando Kouki aparto su mirada.
—Yo no estoy animado… — Susurro el castaño.
Mayuzumi cerró la puerta cuando Kouki regreso a sus libros, cuando Kouki se encerraba en esa burbuja era bastante difícil sacarlo de ahí, pero que le hubiese dado una respuesta, ese ya era un gran avance.
REC
—Tengo las papas y la carne. — Kouki observo la lista que había hecho esa mañana, la reviso una y otra vez, esperando que nada se le haya olvidado. Finalmente después de varios segundos, Kouki se dispuso a ir a la caja registradora y pagar.
No era un gran cocinero, pero por lo menos su comida era comestible. De ese modo también ahorraba dinero.
Mientras esperaba en la fila del súper mercado, Kouki pudo ver la torrencial lluvia que había comenzado, el noticiero nunca dijo nada de eso. El castaño suspiro, resignado a salirse de la larga fila cuando ya sólo faltaban dos turnos para que el pagase. Si no quería terminar empapado debía comprar un paraguas.
—Quiero también unas galletas… — Kouki se detuvo frente al estante, varios tipos de golosinas y galletas estaban perfectamente acomodos ahí. Kouki buscaba especialmente por las galletas de chocolate.
Kouki extendió su mano para tomar un paquete.
— ¡Ese idiota! — Dijeron, Kouki tomo las galletas y ahora sí, con el paraguas también en su mano, se dispuso a pagar. — Mira que creernos y dejarse grabar. — Kouki se tensó y su corazón se detuvo por medio segundo.
Kouki regreso su mirada hacia el fondo del pasillo, cuatro chicos, sonreían frente a la pantalla de un teléfono celular. Eran de secundaria, lo supo por su uniforme.
— ¡Mañana mostrémosle esto a todos en la escuela! — Kouki dejo caer sus compras, llamado la atención de los cuatro chicos. Sus miradas se toparon por dos segundos antes de que Kouki comenzara a correr.
—Encontramos esto en el teléfono celular de uno de nuestros alumnos de intercambio.
Kouki jamás olvidara el rostro de su madre al ver ese video.
REC
El timbre de la puerta llevaba sonando varios minutos.
Ella no tenía ganas de recibir visitas. Quiso ignorarlo, pero eran cada vez más insistentes.
La puerta se abrió y el timbre dejo de sonar, seriamente estaba pensando en quitarlo y poner algún anuncio de no molestar.
— ¿Quién es? — Hoy que era su único día libre, quería descansar tanto como pudiera, escucho una pequeña risa y después una voz bastante conocida.
—Buenas tardes, Kiara-san. Lamento tano el haber insistido de esa manera. — Se disculpó, Kiara observo la elegante figura delante de ella, su cabello rojo y sus ojos carmín, su sonrisa infantil ya no estaba.
— ¿Seijuro? — Pero no había cambiado mucho, salvo que ahora era más alto, y sus facciones habían madurado.
El pelirrojo asintió dedicándole una sonrisa.
— ¿Puedo ver a Kouki? — Pidió directamente sin rodeos.
Los ojos de Kiara se humedecieron y pronto las lágrimas comenzaban a descender sobre sus mejillas.
Siempre podría pretender que nada había pasado, sin embargó eso no cambiaría nada.
Si ella hubiese sido más observadora, si hubiese desconfiado más de su hijo… su hubiese visto a través de sus mentiras ¿Podría haberlo salvado?
—Kiara-san…
—Kouki no está aquí. — Finalmente hablo, Kiara limpio sus lágrimas, después observo directamente a Seijuro.
Si tan sólo Seijuro no se hubiese ido, si tan sólo hubiese estado a su lado para protegerlo, Seijuro era importante para Kouki y seguramente a él si le hubiese contado lo que le hacían en la escuela.
Kiara negó levemente. Ella era ya una adulta, no una niña caprichosa. Seijuro debía estar junto a su madre en aquellos momentos tan difíciles.
—Yo quiero hablar con él. — Seijuro la tomo de sus hombros. — Yo le dije muchas cosas malas…
—Lo sé…
—Quiero disculparme con él. — Kiara vio en los ojos del pelirrojo.
¿Podría ser Seijuro la salvación de Kouki? ¿O sería quien terminara de hundirlo?
REC
Las gotas de agua siguieron al charco que se formó en el lugar donde Kouki dejo su ropa.
Se encerró en su pequeño y lúgubre baño e intento no gritar, lloro en silencio, vomito más de dos veces, le temía a la obscuridad, pero no quería salir de su baño, hecho seguro para cerciorarse de que nadie podría lastimarlo, abrió la llave de la ducha y se paró bajo el agua, primero fue fría después caliente… tan caliente que su piel comenzó a enrojecerse.
Kouki rasguño sus brazos. Mordió su labio y no se detuvo hasta que sintió el sabor de la sangre.
La suciedad nunca se iría por más que se lavara, su alma era la que estaba podrida.
Sus uñas se enterraban en su piel haciendo heridas nuevas sobre las viejas.