En cuestión de segundos el aliento impropio chocó contra su rostro, entonces sus ojos se cerraron (aunque más por inercia que por gusto) y dejó escapar el poco aire que sus pulmones habían almacenado hasta ese momento. Entonces, tal y como muchas veces antes imaginó, sintió el roce de aquellos labios sobre los suyos; suaves, cálidos; incluso su textura era similar a la que alguna vez pensó. Su corazón estaba ahora latiendo desbocado en su pecho.
Seguramente iba a arrepentirse de eso.
¿Podía resistirse? Sí, por supuesto. Tenía la libertad de que, en cualquier momento y si lo deseaba. Podía apartarse del pelirrojo y marcharse de ahí sin necesidad de una explicación (puesto que él no había sido quien dio pie al contacto), pero en ese preciso instante esa fue la única posibilidad que no contempló.
Sintió la presión del brazo contrario hacerse de más espacio en sus caderas hasta que sintió su pecho a la par del otro, causando que su respiración se volviese más irregular y disparando la necesidad de corresponder al beso que estaba recibiendo; uno en el que se había quedado quieto durante los primeros instantes.
Habiendo pasado ya la sorpresa, y con la falta de razón presente, sus labios iniciaron la respuesta al masaje que ejecutaban los del baterista al inclinar el rostro hacia la derecha mientras su mano izquierda viajaba hasta el hombro más cercano de Tatsuya. No era un beso muy profundo; sus labios eran los únicos que estaban en contacto y apenas había uno que otro roce involuntario con la lengua; y no tuvo intenciones de detenerse hasta que la imagen de su novio se le cruzó por la cabeza.
—Aparta. –Exigió el vocalista al romper el beso de golpe, sin siquiera algún indicio de que quería detenerse.
Tatsuya, notablemente confundido, acató su petición y clavó los ojos en su adverso— ¿No te gustó? –Preguntó repasándose los labios una sola vez con la lengua. A él si le había gustado, pero al parecer yo-ka no podía decir lo mismo.
El cantante no contestó. No tenía palabras para explicar la mezcla de sentimientos que tenía en ese momento y lo único que sabía era que necesitaba con urgencia estar solo. No quería ver a nadie, ni siquiera a su pareja (aunque éste no tenía ni culpa sobre lo ocurrido).
Tomó la mochila que solía llevar a los ensayos y salió de ahí como alma que lleva el diablo, sintiéndose todavía más molesto por tener la sensación de que estaba huyendo de la situación. Tampoco tenía cabeza para decir cualquier cosa, menos sabiendo que lo que sea que pudiese decir no serviría de nada para justificar el haber correspondido aquel beso que duró varios minutos. No ante su compañero, a él no podría mentirle diciendo que no había querido.
Días después del llamado “incidente” no habían hablado del tema salvo una sola vez y por mensajes vía LINE, esto pues ninguno quería hablarlo en persona. Al cantante, más que a nadie, le parecía ridículo actuar así pero realmente no podía evitar ponerse incómodo cuando se ponía a pensar en el tema, sentía que había hecho algo muy malo, tanto que incluso llegó a considerar la posibilidad de contarle lo sucedido al guitarrista. No lo hizo, eso involucraba confesar que había correspondido al beso y temía causar un problema entre ambos miembros de la banda por su culpa.
Se había estado comiendo la cabeza con eso y lo dejó pasar cuando volteó hacia un costado y se encontró a su pareja durmiendo tranquilo a su lado.
Una sonrisa pequeña se formó ante la sutil curvatura de sus labios cuando extendió la mano hacia el cabello de este, coló los dedos entre las hebras del mismo y empezó a repartir caricias suaves entre el mismo, ayudándolo a dormir.
Al permanecer sentado y con la espalda pegada al cabezal de la cama le resultaba más fácil dar atenciones al otro.
—Te quiero, Kei. –Habló con la verdad, incluso si no era escuchado.
Llevaban siendo pareja más de un año y medio, eso lo tenía presente, pero hasta ese día no tenía recuerdos claros de cómo era que estaban juntos. El romanticismo no era lo suyo, tampoco se daba mucho en el guitarrista y por ello estaba casi seguro de que no había sido por medio de palabras bonitas o una pedida normal (por lo que alcanzaba a recordar).
Durante los primeros eses de ese noviazgo se había sentido realmente pleno; el sexo era bueno, existían muestras de cariño y por supuesto que convivían mucho; y le gustaba, no podía negar que también había tenido sentimientos de amor hacia él en algún momento de esa relación. Había cambiado eso por cariño, de amor no creía seguir teniendo ni una pizca, sin embargo no perdía la esperanza de que eso pudiera cambiar cuando lograse estabilizar lo que había en su mente.
— ¿En qué piensas? –La voz cansada de su pareja lo sacó de ese revoltijo de ideas.
—En nada, ¿por qué? –Sonrió primero y después realizó la pregunta.
Verlo recién despierto era todo un espectáculo. Su cabello despeinado, sus ojos pequeños y labios medio abultados le daban un aspecto bastante curioso, además de encantador. No era rematadamente guapo, lo aceptaba, pero tampoco le parecía feo cuando acababa de despertarse.
—Estabas jugando con mi cabello y me despertaste. Pensé que necesitabas algo.
—Oh, lo siento… -Susurró percatándose de que había hecho de su cabello un desastre al haberlo frotado de más por culpa de su distracción.
—No te preocupes, torpe. –La contestación hizo reír al cantante y golpeó la cabeza del guitarrista con la mano en respuesta.
Kei había dormido bastante bien y durante un rato algo rato, pero esa no fue su suerte, así que no le quedó más que perderse en sus pensamientos hasta que éste despertó. Se echó a reír sin aparente motivo, al menos así pareció hasta que dio explicación a ello cuando vio confusión en el rostro de su pareja.
—Tú te dormiste y yo no pude. –Empezó la breve explicación mientras se movía en la cama para quedar recostado, cosa que no había hecho hasta el momento.— Ahora te despiertas y me da sueño. ¿Por qué? –Volvió a reír.
—No lo sé, dímelo tú. –Contestó el guitarrista poniéndose de pie y apartándose de la cama, encaminándose a la ventana.
—Ah… -Fue lo único que el vocal pudo contestar.
Desde el día del beso yo-ka había percibido cierto cambio en la actitud de Kei y realmente llegó a pensar que se trataba de su propia conciencia haciendo de las suyas por lo ocurrido con el baterista. Todavía no le había contado nada de eso a su pareja, lo había considerado pero tenía varios argumentos/motivos para no hacerlo hasta el momento y aún no estaba seguro si de verdad sería prudente hacer tal cosa.
Kei solía mostrarse cariñoso o receptivo ante sus bromas, pero desde aquel día lo notaba incluso un poco intolerante e incluso molesto. La duda de saber si los había visto le carcomía el alma, era difícil no ponerse a pensar así cuando el cambio en la actitud del otro se había dado exactamente en aquella fecha; igual podría tratarse de paranoia suya.
El siguiente ensayo con la banda se dio apenas dos días después de esa noche extraña que pasó con su pareja, mismo con el que no había tenido mucho contacto y éste ni siquiera le contestaba los mensajes. No tenía derecho a enojarse después de lo sucedido con Tatsuya, pero la actitud de Kei y el hecho de que no le dijera nada de lo que le pasaba era lo que más comenzaba a parecerle irritante. No tener una respuesta lo ponía molesto, incluso si sentía que no tenía ni el más mínimo derecho a reclamos por aquello que había hecho (y que ahora reconocía que no era del todo su culpa, sino también involucraba al batería).
«Shoya»
Se sentía cierta tensión en el ambiente, era el único que se podía decir estaba en medio de todo pues hablaba con sus tres compañeros mientras estos no hablaban entre sí más que lo necesario.
Él estaba enterado de la situación del cantante con el percusionista, así como el motivo por el que el guitarrista estaba un poco de mal humor y poco conversador (incluso más que de costumbre). Presenciar todo ese lío y no ser partícipe de él; al menos no del todo; era algo que agradecía con todo su corazón, no creía que fuese posible lidiar con tanto estrés y presión sin sentir enormes ganas de salir corriendo, sin embargo sus compañeros parecían lidiar con ello medianamente bien.
Por su parte, estando enterado de lo que pasaba entre esos tres, podía guardar su propio secreto con el mínimo de culpa por no hablar. Hacerlo podría suponer desatar una guerra en la que alguno iba a salir perdiendo, motivo por el cual prefería callarlo; eran sus amigos, compañeros y no pensaba echar más leña al fuego que se había desatado ya o corrían peligro de que eso se convirtiera en un gran incendio.
Si alguno se atreviera a sincerarse y hablar, seguro que se podría prevenir el infierno, la guerra y todo lo malo que pudiese conllevar callar algo así, pero no, dudaba que eso fuera posible. Tatsuya no hablaría, Kei no diría nada por miedo a herir a alguien y yo-ka, él más que nadie permanecería callado sobre el tema.
Sin duda era gracioso, siempre complicándose la vida.
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—yo-ka, ¿podemos hablar? -La voz del guitarrista resonó en la sala de ensayo cuando éste terminó.