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¿Olivia...Oliver? por Panda Teme

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Notas del capitulo:

Panda Teme...reportandose...

Hey!!! Bellas criaturas del dios yaoi!!! Como están?? :D :v

Bueno...no se qué decir ahora...trate por todos los medios de no tardar con esta actualización ._. espero que haya sido así...

Y pues sin más que decir empezare con los saludos... *saca sus lentes* un saludo a Haru Di Vongola (acosador-san :D ok no :v), a la bella Lauree (espero no haberme tardado u.u), la sensual Taveta la anónima :v (bien anónima la chica :v), a Anónimo, y por último pero no por eso menos importante a mi querida niña Loveles :3

Miles de gracias por sus reviews :D os adoro a todos!!!

Y basta ya de cursilerías :'v nos vemos en las notas finales...

"Explorando nuestro cuerpo-parte I-Encuentros inesperados...¡de compras en un Sex Shop!"

 


La mañana estaba soleada, los pajaritos trinaban alegres por un nuevo día, la brisa era templada y agradable, las hermosas flores desprendían su suave aroma y llenaban de color el enorme jardín de la mansión en donde un bello chico rubio dormía plácidamente sobre la mullida cama.

-mhn...- el chico comenzó a moverse levemente entre las limpias mantas, despertando gracias a los sonidos mañaneros. Se estiró sobre la colcha, pateando las sábanas con sus piernas y desperezandose completamente, abrió sus ojos lentamente, sintiendo los pequeños lágrimones empapandole los enormes ojos azules.

Se incorporó de la cama completamente desorientado, tardó un par de minutos en conectar todos sus cables, contestando preguntas mentales como: "¿dónde estoy...que día es...habré comprado la cartulina para la escuela...?"

Dio un largo bostezo antes de levantarse por completo, metió sus pies en las suaves pantuflas de patitos, se dirigió al baño con todo el esfuerzo del mundo, arrastrando los pasos al andar; entró en el espacioso cuarto de baño, dio otro bostezo antes de subir la vista hacia el espejo y...

-¡¡¡HIJOEPUTA...!!!- el chico dio un brinco hacia atrás, resbalando con la loza y cayendo de trasero al suelo. Se quedó estático un par de segundos antes de resoplar con molestia. -dios...si sólo soy yo...- susurró. Pasó su mano por su desordenado cabello, levantándose del suelo con el dolor en su pobre retaguardia. -aún no me acostumbro a...esto...- miró su reflejo en el espejo, la imagen de un chico de cabellos desordenados y cara de acabarse de levantar fue lo único que le saludo.

Hacia ya dos semanas que había sido atropellada por un camión, matándola de forma inevitable, dos semanas desde que había poseído este cuerpo.

-...dos semanas...- susurró. -...siendo Oliver...- una pequeña sonrisa escapó de sus labios. Dirigió sus dedos a los botones de su playera para desabrocharlos, la prenda resbaló por sus delicados hombros, cayendo al suelo en un suave suspiro, el pantalón le siguió después de unos segundos.

Se acercó a la enorme tina de baño y abrió el grifo de agua templada, tarareando una canción con su melodiosa voz de pre adolescente.

Mientras llenaba la "piscina" el chico se acercó al sillón que estaba al otro extremo del cuarto y se recostó en él, suspirando suavemente.

-si que fue buena idea meter un sillón al baño...-susurró con la relajación en su voz. Giró la cabeza hacia el enorme espejo que proyectaba el gran mueble, contemplando la imagen de su cuerpo desnudo tendido en una posición demasiado erótica para cualquiera. -...joder...pero que bueno esta este chaval...y eso que sólo estoy desparramada en el sillón. Este cuerpo se ve glamouroso en todas las posiciones habidas y por haber...no importa que tan ridículas sean.- susurró el rubio, sus ojos viajaron por toda esa piel de porcelana, comprobando así que la perfección si existía, y era ese cuerpo; fue desde la punta de sus pequeños pies hasta las finas hebras de cabello dorado, deteniéndose en las zonas más erógenas de este, las largas y torneadas piernas, el contorno de sus muslos, la zona íntima libre de vello, el vientre plano, el pecho siendo adornado por un par de perfectos botones color durazno, el largo y delgado cuello y sus labios, sus carnosos y bien delineados labios semejantes al pequeño capullo de una flor rosada. Simplemente hermoso.

Sus suaves manos comenzaron a acariciar el pecho, frotando levemente sus botones y sacándole un leve gruñido más parecido al ronroneo de un gatito.

En todo el tiempo que a estado en ese cuerpo ella, Olivia Cruz, fujoshi de ley y con un deseo oscuro de profanar la integridad de un uke, no se había atrevido a tocar el cuerpo de este chico, aún cuando lo tenía a su total disposición como dueña y poseedora de esta creación más que divina, la "chica" no traía los ovarios necesarios para hacerlo (porque naturalmente no tenía). Este cuerpo le resultaba demasiado...puro e intachable como para hacerle algo tan indigno como toquetearlo de forma inexperta, si lo iba a hacer tenía que ser con experiencia...

Dejó de frotar sus endurecidos botones cuando el vapor del agua tibia le impidió seguir contemplando su reflejo. Suspiró con algo de pesadez antes de levantarse del sillón para dirigirse a la tina de baño llena de tibia agua.


OoooOoooO


-Oliver.- el chico subió la vista al escuchar el llamado de la hermosa mujer. -¿cómo dormiste hoy?- preguntó "su" madre con una tierna sonrisa.

-uhm...bhem amá...gaciahs...(bien mamá, gracias)- contestó "Olivia" con la boca llena del omelet de queso que le habían preparado para el desayuno.

-mmm...mi niño, ¿qué te e dicho sobre hablar con la boca llena?- le regañó la mujer.

-"A mi nada...es a Oliver al que le prohibís." Si mamá, lo siento...- el rubio bajó la cabeza con fingido arrepentimiento.

La mujer se limpió la comisura de sus labios con una servilleta blanca. -e terminado.- se levantó con majestuosidad y se acercó a su hijo para acariciarle los cabellos con cariño. -Bebé, me voy al trabajo, hay una junta de abogados y exigen mi presencia, estaré aquí en la comida.- posó sus labios en la delicada coronilla de su hijo para darle un cálido beso. -Te amo mucho mi niño.- le susurró con ternura.

-y yo a ti mamá.- expresó Oliver.

La mujer se dio la vuelta y salió del comedor, dejando al rubio sólo.

-vaya...- susurró. -...ella sí que lo ama mucho...lo más tierno que a echo mi madre por mi es lanzarme el lonch en la cabeza y gritarme "¡¡¡No te llevaste tu almuerzo hija de la shingada!!!"- dijo "Olivia con una sonrisa, pero esta desapareció al recordar a su madre, esa mujer era capaz de lanzarle un florero en la cabeza si no respondía al tercer "¡ve por las tortillas!", pero aún con todo eso la extrañaba mucho.

-...no te desanimes Olivia...- se dijo. -tienes una misión importante que cumplir, lo último que necesitas es entristecerte.-

-¿puedo saber cual es esa misión importante querido Oliver?-

El rubio se giró al escuchar esa voz sedosa y grave que tan bien conocía. -¡Ishtar!- exclamó al ver a su pequeño amigo en su forma gatuna. -¿dónde estabas? Te busqué por toda la casa.- le reclamo con el ceño ligeramente fruncido al recordar el trabajo que se le hizo al buscar al gato.

-asuntos gatunos.- contestó Ishtar mientras meneaba su esponjosa cola de un lado a otro. -dime Oliver, ¿que es lo que planeas?-

El rubio regresó su mirada al plato semi vacío, debatiendose entre contestarle a su amigo o no. - hace una semana que salí de el hospital. - habló finalmente el chico. -en todo ese tiempo no me é atrevido a pervertir este cuerpo.-

-¿dices que no te has tocado? ¿Ni siquiera un poco?- el gato parecía sorprendido ante tal confesión, pero entonces Oliver negó con la cabeza, y sus dudas fueron disueltas. -entonces...¿que es lo que pretendes con esto?-

-pues...- el chico guió su mirada hacia su regazo. -e pensado que ya a llegado el momento de hacerlo...- giró la cabeza y posó sus azules ojos en los de Ishtar. -por eso necesito tu ayuda.- soltó de repente.

El comedor se sumió en un silencio incómodo. -¿....que?- fue lo único que articuló el gato, esto...¿era lo que él creía que era? -tu, ¿quieres copular conmigo?-

Oliver pareció incomodarse ante las palabras tan llenas de naturalidad de Ishtar. -claro que no...el primero en hacerlo será Robert...- susurró a tiempo que se removía incómodo en su asiento. -s-sólo quiero hacer un par de experimentos y para hacerlos te necesito en tu forma humana.-

El gato relajó su mirada, ese niño (o bueno, niña), ¿estaba seguro de lo que hacia? -déjame informarte que mi forma humana es sagrada, no se me es permitido contaminarme con cosas mundanas, recuerda que soy un espíritu puro encargado de guiar a las almas al descanso eter...-

-sabes...e estado pensando en darte pastel de carne para la cena...-

-¿Cuándo requieres mi ayuda?-

Oliver sonrió con cinismo, que fácil fue. -hoy en la noche.-

-es muy pronto ¿no crees?- Ishtar ladeó su cabecita con cierta duda.

-nop, iremos al centro comercial a hacer algunas compras importantes.- anunció mientras se ponía de pie.

-¿"iremos"? Me suena a manada...-

-si Ishtar, iremos.- miró de soslayo al gato antes de salir del comedor, dejando al confundido espíritu sólo, este reaccionó y comenzó a trotar tras su compañero, alcanzándolo en un santiamén.

-¿y cuales son esas cosas tan importantes querida Olivia?- preguntó el gato.

-no me llames así, soy Oliver.- el rubio miró a su compañero con el ceño ligeramente fruncido. -ya lo veras...son cosas que necesito urgentemente.- fue la única explicación que quiso dar.

El gato negó levemente con la cabeza. -...no importa si tu cuerpo es el de un chico, tu esencia aún sigue siendo la de Olivia.-

-uhm...- bufó el rubio. -...eso está por verse...-

Llegaron a la habitación del rubio y mientras Ishtar subía a la suave cama (ya tendida gracias a una de las tantas criadas que rondan la mansión) y se tumbaba a sus anchas, Oliver abría el armario en donde guardaba su ropa...ojo...sólo su ropa.

La reacción del chico seguía siendo la misma de cuando abrió el armario por primera vez, un pasillo largo y ancho lleno de ropa que colgaba en ganchos, aunque "lleno" era muy poco decir, ya que el lugar estaba casi al tope de las múltiples prendas de todos los diseños, marcas, telas y colores posibles.

-Como dijo mi buen amigo Salomón, "vanidad de vanidades, todo es vanidad..."- susurró Ishtar al ver las montañas de ropa del armario. -oye...será mejor que te apures, tengo cosas que hacer después.- dijo al ver como el rubio se había quedado en shock (como la primera, segunda y tercera vez que abrió ese armario).

-¿e-eh? ¡Ah c-claro!- Oliver despertó de su ensoñación para lanzarse al armario y buscar entre la ropa algo que le agradare, el problema era ¡que todo le agradaba! -este pantalón de cintura se ve genial, pero este tiene un buen diseño y este otro de aquí me resaltaría bien las piernas...¡ah Ishtar! ¡Quiero ponerme todo!- gritó desesperado hacia el gato.

Ishtar sintió como una gotita bajaba por su cabeza. -¿...es enserio?- suspiró con resignación. -deja los pantalones en la cama, uno encima del otro, y ve a buscar una playera decente, de paso también ve por unos zapatos.- ordenó el gato.

Oliver levantó la ceja con duda, pero obedeció sin rechistar, ya después escogería que pantalón se pondría. Dejó las prendas de mezclilla en la cama tal y como indicó su peludo amigo y regresó al armario, saliendo con una playera blanca con rayas negras.

-oye ¿que haces?- el rubio fijó su azulina vista en su amigo, observando con el ceño fruncido como este estaba echado encima de los pantalones. -los vas a arrugar y a llenar de pelo, bájate, bájate.-

-uhm...- Ishtar giró el rostro muy divamente. -¿y los zapatos, ya fuiste por ellos?-

-...- Oliver frunció el ceño con molestia, apretando los labios para formar un puchero, ese gato...lo despellejaría en ese instante de no ser porque lo necesita urgentemente. -ya voy por ellos...su majestad.- acentuó la última parte para entrar a otra habitación exclusiva para los zapatos y salir con un par de converse negros, agitandolos en el aire. -aquí están.-

El gato movió la cola en gesto de superioridad. -entonces ven y toma el pantalón.- se levantó y bajó de la cama de un salto, estirandose en el proceso.

Oliver se acercó y tomó la prenda, dándose cuenta al instante que los tres pantalones de mezclilla que había dejado en la cama ahora se trataban de una sola pieza, un sólo pantalón que llevaba el estilo de los tres.

-¿...pero que clase de brujería hiciste?- susurró mientras tanteaba la prenda con asombro.

-¿te gusta?- preguntó Ishtar mientras frotaba su cabeza en las piernas del chico.

-es increíble...- susurró embelesado. -¡me encanta!- bajó la mirada hacia su peludo amigo y acercó su mano para acariciarle detrás de las orejas. -gracias...- El gato ronroneo gustoso por los mimos del rubio.


Oliver se vistió lo más rápido que pudo, sintiéndose plenamente satisfecho por el resultado final, se colocó un chaleco negro de tela delgada y sin botones, tomó una bolsa en donde guardó el dinero que necesitaría y salió de su habitación con rapidez, siendo perseguido por Ishtar.

-oye.- le llamo Oliver sin dejar de correr. -métete en mi bolsa.- el rubio abrió el cierre de su bolso e invito a su amigo a entrar, este tomó impulso con sus patitas y saltó hacia Oliver, cayendo dentro de la bolsa de piel de marca y acurrucandose dentro.

Llegaron al garaje donde guardaban todos los autos de la familia, Oliver buscó con la mirada a Nayan, el encargado de velar por el bien de tan lujosos objetos, divisando su melena plateada al instante

El hombre era de nacionalidad india, de tez morena y ojos color miel, portaba una larga cabellera que solía amarrar en una coleta baja, además era muy apuesto, cuando lo conoció creyó que era el típico mecánico serio y áspero, pero resulto ser alguien muy amigable con quién logró llevarse de maravilla en pocos días.

-¡Nayan!- Oliver se acercó corriendo hacia el hombre quién limpiaba con esmero un hermoso auto negro, este subió la vista ante el llamado, sonriendo cálidamente al encontrar a su joven señorito.

-joven Oliver, ¿a qué se debe esta agradable visita?- preguntó mientras se levantaba del suelo y limpiaba sus aceitadas manos con un trapo limpio.

-ehh...¿podrías llevarme al centro comercial por favor? Tengo que comprar algunas cosas...¡será rápido! Lo prometo...- rogó el rubio, sabía que no le era permitido salir de casa sin la autorización de "su" señor padre, ¡pero venga ya! A ese hombre no lo había visto en todo el tiempo que llevaba dentro de este cuerpo.

-umm...no lo se...usted sabe como se pondría su padre si se entera de esto.- el hombre pareció meditarlo un poco.

-p-por favor...no demorare más de quince minutos...- Oliver posó sus tímidos ojos en Nayan, dejando que un leve rubor se instalara en sus mejillas. -nadie lo sabrá...lo prometo...-

El hombre suspiró derrotado. -muy bien, pero sólo quince minutos.- Oliver sonrió con picardía, provocando en Nayan una leve carcajada. -vamos, entre al auto.-

-Nayan~ sabes que te amo...lo sabes ¿verdad?- bromeó el rubio mientras meneaba sus largas y rubias pestañas de forma coqueta.

-uy si...me amas tanto.- ironizó el otro con tono burlón.

Oliver le mostró sus perfectos dientes en una amplia sonrisa antes de entrar en el auto negro.

Ambos hombres salieron de la ostentosa mansión, entrando en el tráfico de carros, sólo fueron un par de minutos de viaje gracias a la velocidad del increíble automóvil y la destreza de Nayan para manejarlo. Detuvo el vehículo a la entrada del centro comercial, dejando que el rubio bajara.

-quince minutos.- le recordó el hombre.

-si, si...no seas tan sobre protector conmigo Nayan, que yo sólo te amo a ti.-el rubio sacudió la mano, fingiendo que le restaba importancia al asunto.

El hombre le miró con los ojos entrecerrados antes de tomar el volante y hacer que el carro avanzase.

El rubio le vio estacionar el carro antes de girarse y entrar al supermercado con paso rápido, escabullendose entre la gente que iba y venía, algunos girandose para contemplar al hermoso rubito que pasaba a un lado de ellos.

-¿y ahora, a donde?- Ishtar asomó su cabeza y miró a su compañero, viéndole como si estuvieran protagonizando una película de acción y se encontraran a punto de completar una misión de suma importancia.

-iremos a un sex shop.-fue la contestación de Oliver.

-un sex shop...espera...¿...que...?- Ishtar se crispó ante esa respuesta, abriendo la "boca" a más no poder.

-si...un sex shop...te dije que compraría cosas necesarias...-

El gato sintió como su pelaje se erizaba, con un ágil movimiento saltó fuera de la maleta, deteniendo el rápido andar de Oliver, quién se giró para verlo con la ceja levantada.

-Oliver, me es prohibido entrar a lugares así.- habló serio el animalito.

El rubio observó los ojos inquisidores de Ishtar, sintiéndose repentinamente culpable por haberle obligado a hacer esto, el gato relajó la mirada al ve el brusco cambio en el rostro del chico. -ve tu, yo te esperaré en el restaurante, me iré a tomar un café.- dijo para animar a Oliver.

El rubio no contestó, simplemente asintió con la cabeza levemente, el gato se dio la vuelta y camino hacia unos arbustos que adornaban el centro comercial, escabullendose entre ellos.

Oliver resopló, un poco más tranquilo; camino hacia la tienda de juguetes sexuales, ignorando las miradas de sorpresa de la gente al ver como un chiquillo de quince años entraba en un lugar así.

El local estaba iluminado por luces de neón que combinados con la música lenta y sensual le daba al lugar un toque misterioso; los estantes exhibían los múltiples juguetes, la gran mayoría objetos que el chico no tenía ni la más remota idea de para que servían; también había una sección de ropa, cada una más provocativa y vulgar que la otra, desde pomposos y adorables trajes de conejita hasta conjuntos de colores rojos eróticos acompañados de látigos y varas que hicieron que al rubio se le secara la garganta. El lugar estaba casi desierto, dándole a Oliver una mayor libertad para elegir los productos que llevaría (claro, juguetes que con sólo verlos ya se le hacia una idea de para que servían), entre sus cosas metió un consolador, cosas que vibraban, tapones (igual vibradores) vaselina, unas esposas, vendas de color negro para los ojos y la boca y anillos para evitar la eyaculación a la pobre persona que lo utilice (en este caso, él e Ishtar).
Satisfecho por sus perversas elecciones, el chico se dio su tiempo en escoger la ropa que usaría para el "experimento", eligiendo un pequeño y provocativo conjunto blanco de encaje y mallas parecido al vestido de una novia, sólo que este era mucho más ligero.

Cuando guardó la ropa junto con los objetos que llevaría, fantaseando con las mil escenas que se llevarían a cabo en unas horas más, otro conjunto le llamó muchísimo la atención, se trataba de una pequeña bata semi transparente y unas bragas de encaje junto con unas largas medias, todo en color rojo y negro; el chico se acercó y acarició la tela con sus dedos, era una ropa excesivamente vulgar, pero transpiraba un aura de elegancia extrema.

Inmediatamente la imagen de cierto chico pelinegro de largas rastas se le vino a la mente, ¡claro! Podría usar este para su primera vez con Robert. Un fuerte rubor se instaló en sus mejillas, y no precisamente de vergüenza; en esos momentos su instinto fujoshi estaba trabajando al mil, maquinando cosas en extremo perversas.

Tomó la prenda y corrió como relámpago hacia los vestidores, echó pestillo a la puerta y contempló la ropa, adorándola en todos sus ángulos posibles, sintiendo la suavidad inigualable y el delicioso aroma que desprendía, tomó la ropa y la pegó a su rostro, aspirando de forma maniática como sólo un pervertido haría.

-...huele~...huele a Robert~...- susurró con la excitación a flor de piel. A decir verdad el chico no tenía la más remota idea de como olía su obsesión, su mente le estaba jugando una broma pervertida con eso de los aromas, relacionando el olor de Robert con el Suavitel.

El rubio calmó sus hormonas lo más que pudo, inhalando y exhalando para bajar la excitación que se acumulaba en él. "-¡puta porque ahora!-" se recriminó internamente. "-deseos fujoshis...¡los reprendo en el nombre del Señor Yisucristo!-" gritaba en su mente sin dejar de humear aire caliente.

Un buen rato después el chico se decidió a salir del vestidor aún sonrojado, tomó sus cosas y se acercó a la cajera, una chica que tenía cara de no saber que estaba haciendo con su vida metida en un lugar así. La chica pasó los objetos en la caja registradora sin levantar la vista siquiera, Oliver pagó y salió de ahí abrazando la bolsa con sus preciados juguetitos como si la vida misma dependiera de ellos.

"-Ay Robert...esto es por ti amor...sólo espera por mi que tarde o temprano te conquistaré.-" se decía mentalmente, sacando un aura de lo más cursi y brillante, cuando en eso enfocó la vista en un grupo de chicos donde una hermosa mata de rastas negras destacaba entre todas esas cabezas.

Oliver casi se cae de la impresión, sintiendo su cara arder y las piernas temblar de forma incontrolable, ahí parado con su porte altivo y varonil, rodeado de su inseparable grupo de amigos se encontraba él..."-...Robert...-"

El rubio apretó el agarre en sus cosas. "-¡¿qué estas esperando?! ¡Es tu oportunidad! Ve y acércate un poco...con este cuerpo lo conquistarás en un santiamén.-" mordió su labio inferior al ver como el mayor hacia una mueca, simulando así una sonrisa. "Tan sexy..."

Subió la cabeza, decidido a acercarse.

Cerró los ojos y caminó apresuradamente en dirección al rastudo sin prestar atención a su alrededor...

Gran error...

El rubio estampo su cara en la espalda de alguien más, cayendo al suelo en cámara lenta.

"-¡¡¡Pero porque miércoles tengo que chocar con la espalda de la gente!!!-" se quejó en un grito mental, sobandose la retaguardia que ardía gracias a la caída.

-¡Dios mío! Perdóneme, ¿se encuentra bien.-

Oliver subió la vista, encontrándose con un par de ojos color ónix que le miraban con gran asombro; un apuesto chico de cabellos negros desordenados, vestido con ropas elegantes, desprendiendo un aire de majestuosidad era el que le tendía la mano, dispuesto a ayudarle a levantarse.

El galante joven, no podía creer lo que sus ojos veían, ese pequeño chico era el ser más hermoso que jamás había visto en su vida, inclusive podía jurar que era un ángel enviado del cielo, apartado de la presencia de Dios mismo.

Un sentimiento se apoderó de su pecho en el momento que esos bellos ojos de zafiros se posaron en los suyos, provocando que su corazón latiera con gran rapidez.

"Es...hermoso..." Fue el único pensamiento coherente entre toda la gama de emociones que hacían erupción en su sistema...

El rubio en cambio, abrió aún más los ojos al verlo, siendo este el único pensamiento que rondaba por su mente: "-¡¡¡Fruta bida!!! ¡¡¡Por tu culpa hijo de la shingada ya no podré acercarme a Robert!!!-"

 

 

 

 

 

 

 

 


Continuara...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

:v

Notas finales:

 

Bueno...este a sido el capítulo de este milenio :D espero que os haya gustado...

Dudas, aclaraciones, acosaciones etc será muy bien recibida en la caja de RW ;D 

Enserio no se qué más decir...

Os gusta el pan?? :v

A mi me gusta...

Os gusta acosarme??

A mi me encanta acosarlos a ustedes ;D

Se despide Panda Teme...cambio y fuera.


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