Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El verdadero yo por A Renard

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Ansatsu Kyoushitsu (Assassination Classroom)

Karma Akabane x Nagisa Shiota

Notas del capitulo:

Se supone que sería un oneshot, pero esto se alargó.

Hace mucho que no escribo fics así que espero no decepcionarlos.

¡Se agradecen los reviews y realmente espero que les guste!

— No… K-...Karma… —

 

Solo el sonido de tu débil voz, tan frágil como si estuvieras a punto de romper a llorar, fue lo que me hizo caer en cuenta de la situación que hasta ese momento mi mente no había sido capaz de percibir como la realidad. Era como si por si sola mi cabeza se hubiese negado a ser consciente de lo que ocurría.

 

No... de lo que yo mismo había hecho.

 

— Detente… —

 

— No quiero —

 

— Basta… Estás siendo cruel… —

 

¿Lo era?

 

Sí. Sin duda siempre lo fui. Así es como siempre me vieron todos ¿No es así? El sujeto engreído, prodigioso, cruel y caprichoso. Realmente no me importó el hecho que todos opinaran eso o incluso cosas peores sobre mí, pero ¿Por qué siempre que se trataba de ti todo era ligeramente diferente? De una u otra forma en ese tiempo esperaba que tú y solo tú pudieras ver más allá de eso y lograras tener otra percepción de mí.


Hubiese sido genial si en aquel entonces hubiese podido ganarme tu admiración, pero nunca supe realmente de qué manera me reflejaba en tus ojos, en esos que ahora me miran con tanto temor.

 
Desde siempre fuiste alguien singular en mi mundo. Eras un pequeño ratón inofensivo que probablemente no era más que un blanco fácil, tal vez demasiado fácil. Así fue como, desde el inicio y sin darme cuenta, te subestimé.

 

— Oh~ ¿De verdad? Pero si recién estamos comenzando —

 

Al comienzo me acerqué a ti sin ser completamente consciente. Comenzamos a hablar de forma tan natural que cuando me di cuenta de que ya no solo éramos conocidos, sentí escalofríos. Fue como si tú, sin necesitar palabra alguna, me hubieras hipnotizado y atraído irremediablemente hacia ti y yo simplemente me dejé llevar, tal como ahora.

 

—  ¡D...Duele! —

 

— Estás siendo un bebé llorón, Nagisa —

 

— ¡Sueltam-... ah! —

 

Al comienzo nunca creí que te mantendrías por mucho tiempo a mi lado pues no tardé en mostrarte toda mi arrogancia, apatía y violencia hacia todo cuanto me rodeaba, pero superaste mis expectativas. Te mantuviste junto a mí sin siquiera reprochar mi forma de ser. Sin importar en cuantas peleas me metiera o que tan soberbio fuera, día tras día me saludabas amistosamente con ese inocente “¡Karma-kun!”.

 
Por primera vez experimenté lo que era tener un amigo, un compañero. Incluso comenzamos a dejar los honoríficos de lado dentro de poco tiempo.

 
Tú eras una de esas pocas personas de las que alguien como yo jamás tendría que preocuparse. De hecho empecé a disfrutar bastante de nuestro tiempo juntos, después de todo eras básicamente mi cómplice. Aunque no supieras, ni tampoco te interesara pelear, eras alguien que incluso siendo débil podría haber sido capaz de ayudarme a enterrar un cuerpo.

 

Me gustaba eso de ti.

 

Por fuera parecías alguien ordinario, casi aburrido, pero no pasó mucho tiempo para que notara que en ti había “algo” más, algo que me inquietaba y que era de alguna manera incluso más peligroso que yo.

 
A diferencia de mí, tú eras honesto y bueno así que en algún punto creí que lo estaba imaginando, pero aunque bajara mi guardia, ese “algo” misterioso me obligaba a permanecer alerta. Tenía la sensación de que “eso” podía llegar a matarme algún día mientras dormía. Era algo que me aterraba y que me atraía insanamente, que me incitaba a forzar mi voluntad sobre ti, porque era un lado tuyo que desconocías o tal vez que no querías admitir, sin embargo, para mí era tan evidente que pronto sentí la necesidad de sacarlo a la luz y destruirlo.

 

No tenía sentido pensar en derrotarte académica o físicamente. Estaba seguro de que eso tan misterioso no saldría sin importar cuántos golpes te hubiese intentado dar. No supe cómo exponer por completo aquello que había descubierto en ti e irremediablemente, al cabo de un tiempo, nos terminamos por alejar.

 

Pensándolo bien, yo fui quien puso esa distancia entre nosotros. Mi piel se erizaba cada vez que ese “algo” tuyo se asomaba porque quería sacar a flote todo ese potencial oculto dentro de ti, pero ese impulso fue algo que se volvió demasiado difícil de manejar, incluso para mí. La sola idea de llegar a perder el control de mi mismo y terminar dándote una paliza de la que posiblemente lo mínimo que ganarías sería unos cuantos días en el hospital (o tal vez más) fue algo que honestamente me perturbó. Por primera vez tuve miedo de mis propias acciones, por primera vez temí hacerle daño a alguien y terminé alejándome de ti.

 
¿Por qué entonces ahora no puedo parar, Nagisa?

 
Nos volvimos de nuevo meros conocidos. Intenté evadirte sabiendo que lo más probable era que pensaras que mi razón para alejarme había sido algo completamente diferente a lo que de verdad era.

 
Admito que tu ausencia me irritó. Después de todo el caprichoso yo no había sido capaz de lidiar contigo, mucho menos llegar a conseguir lo que quería de ti. Me volví incluso más violento, más arrogante. Pretendí no darme cuenta de eso, fingí no notar cuánto me molestaba no tenerte a mi lado. Tal vez me repudiaba la idea cliché de sentirme solo por primera vez, pero no, no era exactamente eso, más bien era la primera vez que experimentaba lo que era no tenerte a ti.


De ahí en adelante todo me pareció mucho más aburrido, todos me parecieron mucho más cínicos y detestables. Finalmente por no ser capaz de manejar toda esa frustración terminé logrando una condecorada suspensión de clases y más aún, una desagradable situación en la que un profesor me dio la espalda, me traicionó y terminó muriendo como docente frente a mis ojos.

 
Tanto tú como yo terminamos por diferentes motivos en la clase E. Para cuando mi suspensión terminó nuestro tercer año académico ya había comenzado. Las cosas habían dado un ligero vuelco con todo lo de Koro-sensei. Recuerdo que antes de volver a la clase me explicaron la situación y me pareció la circunstancia perfecta para volver a acercarme a ti. Me sentí bastante agradecido por ello.


Me pregunté cómo te habías estado adaptando en la clase del “End”. Después de todo eras un blanco fácil para cualquier matón, pero para mi sorpresa, cuando volví parecías mucho mejor integrado de lo que hubiese esperado.


Tiempo después me enteré de la estupidez que Terasaka y su grupo de tontos habían tramado con tal de acabar con el pulpo. Te pusieron en evidente peligro y tú simplemente lo permitiste.

 

¡Que tontería!

 

No sabes lo afortunado que fue Terasaka al realizar aquel plan en mi ausencia, pero incluso así su infinita estupidez lo llevó a poner la clase nuevamente en peligro, incluyéndote. Es por ello que procuré desquitarme a mi manera con él por todo el resto del año sin importar qué tan arrepentido de sus acciones estuviera.

 

Me di cuenta que con cada incidente que ocurría, más me volvía conciente de que yo, más que cualquier otro, quería protegerte de todo y de todos. Pero yo también era quien quería ser el único que pudiera derrotarte, romperte.


Pudiendo mostrar nuestra sed de sangre, tu lado misterioso comenzó a salir de manera más evidente. Todos estaban sorprendidos de tu talento innato e incluso Karasuma-sensei parecía haber encontrado alguna especie de tesoro en tu talento. Eras el prodigio de la clase E.

 

Admito que tuve sentimientos encontrados al respecto. De alguna manera no pude evitar sentirme superior a todos los que nos rodeaban porque yo te había encontrado primero, pero a la vez no pude evitar sentir molestia cuando las miradas de todos cayeron sobre ti, reconociendo que no solo eras un inofensivo ratón. Mi molestia se traducía a celos que no podría graficar de forma sutil. Me provocaba ganas de querer arrancarle los ojos a cada uno de nuestros compañeros, a cada uno de nuestros profesores y a cada asesino que te enfrentó en aquel entonces. Ah, pero nuevamente fueron impulsos que tuve que reprimir.

 

“No lo miren. No vean aquello que solo yo hasta ahora había podido ver.”

 

El tiempo fue pasando y aunque entre nosotros teníamos una buena relación, siempre nos tratamos como meros conocidos y con ello mi inquietud solo fue aumentando hasta el momento en el que, tras la historia del pasado de Koro, tu instinto asesino disminuyó, se debilitó. Ese fue el límite de mi paciencia, probablemente. Pues justo cuando habíamos conseguido un mismo objetivo, cuando por fin estábamos parados en el mismo escenario del asesinato tú, de forma voluntaria, lo abandonaste mezclando tu moral y tus sentimientos en esto.

 
No estaba de acuerdo en tu postura, pero decir que solo me enojé por tu poca consideración con Koro-sensei y con toda la clase sería una mentira. También estabas siendo desconsiderado conmigo ¿Acaso no estabas dándome la espalda tú también? El único siendo engreído esta vez fuiste tú.

 

Por lo que gritarte, empujarte e incitarte a pelear conmigo fue lo mínimo que pude hacer. No sabes cómo le agradecí en mi cabeza al pulpo cuando propuso el juego de la bandera y nos dividimos en bandos. Por sobre todo cuando los últimos sobrevivientes fuimos tu y yo. No sabes lo feliz que me hiciste al aceptar mi desafío y no dispararme cuando tuviste la oportunidad. Por primera vez pudimos enfrentarnos cuerpo a cuerpo, esta vez con tu yo real, sin casi haber rastro de aquel ratón que siempre habías sido.


Cada golpe lo disfruté tal vez más de lo que debiera admitir. Suena obsceno reconocer el placer que me causó nuestra pelea. Lo mejor de todo fue que no tuve necesidad de disimular eso, pero incluso así, habiendo logrado la situación perfecta para lo que desde el inicio busqué, fui incapaz de dejarme llevar por completo y de una u otra manera tu lo notaste ¿No es verdad?

 

Pensé que había sido bueno escondiendo mi condescendencia, pero de todas formas te diste cuenta de que mis golpes eran muy débiles. Recuerdo que lo dijiste bromeando y yo solo pude responder con la verdad.

 

“Solo estaba siendo considerado.”

 

Al fin y al cabo nuestra diferencia de fuerza seguía siendo demasiado amplia. Nunca vuiste el único entrenando y si realmente hubiese querido hacerlo, podría haberte lastimado d everdad, pero en cambio me conformé con ocupar solo parte de mi fuerza y más mi cabeza. Recibí tus golpes sin siquiera intentar esquivarlos, entendí la estrategia que ambos habíamos propuesto para este encuentro y me conformé con darte esa pequeña ventaja, me conformé con ver al pequeño ratón luchando tan fervientemente por lo que creía y de esa forma me lograste vencer.

 

No, no estoy diciendo que te dejé ganar. Me ganaste de la mejor forma posible. Me acorralaste y me obligaste a admitir la derrota. Ahora pienso que tal vez desde el inicio de nuestro encuentro, si hubiese sido más honesto conmigo mismo, estaba claro que tú serías el ganador.

 
Tal vez me equivoqué, tal vez debí dar rienda suelta a mis impulsos en ese momento y así quizás esta frustración no me hubiese alcanzado cuando el momento de nuestra graduación llegó, cuando Koro-sensei ya no estuvo con nosotros.

 

Fue en ese momento cuando me di cuenta que jamás volvería a tener un momento como esos 365 días de nuevo. A partir de ahí probablemente ni siquiera podría llegar a ser yo mismo de nuevo.

 

“Creo que nunca volveré a encontrar un lugar como este donde todos pueden verte como eres de verdad.”

 

Ese pensamiento se repitió incansablemente en mi mente y tal vez la idea de tener que reprimirme como persona fue lo que hizo caer la última gota de cordura que me quedaba.

 

 

No iba a dejar que esto terminara así.

 

Solo entonces me di cuenta que todo esto que sentía no era solo un tema relacionado a tu lado misterioso, tampoco a mis caprichos. No era solo querer ganarte en una pelea o solo querer sacar a flote ese otro lado de ti. Esto era algo mucho más complicado que todo eso. Era no querer que nuestro tiempo juntos se acabara.

 
Me pregunté en qué momento me volví tan dependiente si tú solo fuiste un compañero de clases que apenas y llamó un poco más que otros mi atención, entonces ¿Por qué sentía esa imperiosa necesidad de llegar a dominarte? Sí, "dominarte" no era una exageración. Me di cuenta que quería monopolizarte y esa clase de sentimientos era algo que nunca antes había llegado a sentir por una persona. Necesitaba que me mostraras todo de ti y adueñarme de ello por completo: Atraparte, devorarte, hacerte mío.

 
Esta vez no me alejé, ni opté por prudentes distancias. Ya era muy tarde para eso. Ni siquiera llegué a idear un plan. Fue la primera vez que mis instintos se movieron antes que mi mente.

 

Al finalizar la ceremonia acordamos encontrarnos a solas en el salón de la clase E. Necesitaba conversar contigo y tú, todavía vulnerable por la muerte de Koro-sensei, aceptaste con la guardia totalmente en el suelo.

 

Confiaste en mí tan ciegamente que me pareció demasiado fácil Dime Nagisa, ¿Acaso olvidaste que soy un sujeto engreído, prodigioso, cruel y caprichoso?

 

Lo soy, lo soy.

 

—  Volver a estar en este salón es un poco nostálgico ¿No? — Dije con una no tan fingida expresión melancólica en el rostro mientras tú avanzabas por la sala en dirección a la ventana. Yo me mantuve solo a pasos de la puerta que procuré cerrar mientras actuaba casual, echando un vistazo a cada rincón del aula y manteniendo una de mis manos en mi bolsillo, como si dentro de él pudiera disimular mis verdaderas intenciones.

 

— Es difícil estar aquí sin sentir un nudo en la garganta… — Respondiste de forma honesta deteniendo tus pasos y girando lentamente hacia la pizarra, apoyando el cuerpo con cierto pesar sobre tu pupitre.

 

—  Estoy de acuerdo — Mentí descaradamente y es que en esos momentos todo lo que había en mi cabeza era la creciente ansiedad que me producía el avance del reloj...

 

Y tú.

 
Me acerqué lentamente a ti sin pretender ser agresivo, moviéndome de forma casual hasta alcanzar tu lado. El reflejo de la luz del sol previo al atardecer era un tanto molesto a la vista por lo que fijé mis ojos en el suelo  un momento. La distancia que nos separaba era tan solo de un par de pasos.

 

— Creo que nunca tendremos otro lugar como este… — Murmuraste y de inmediato alcé la vista sin ser capaz de ocultar mi sorpresa. Tus palabras fueron idénticas a aquel pensamiento que desde nuestra pelea venía taladrando mi cabeza.

 
Por un momento no supe qué responder y solo escondí la mirada tras mi flequillo, luego asentí. Y tú, tal vez notando mi reacción, rápidamente intentaste cambiar el rumbo de la conversación.

 

— ¡Ah! Ignora eso. Por cierto Karma ¿De qué querías hablar? —Hablaste mucho más animadamente y me ofreciste una sonrisa amable mientras te girabas hacia mi, pero nuevamente tampoco respondí.

 

Mi cuerpo se movió antes de que pudiera pensar en algo. De forma sutil acorté la distancia entre nosotros y por mero impulso incliné mi cuerpo hacia ti para posar mis labios sobre los tuyos, tal y como hace no mucho te había visto hacer con Kayano. Bueno, es que tú no eras el  único que había aprendido una o dos cosas de Bitch-sensei. Aunque decirlo de esa forma no era más que una excusa. Incluso si nada de eso hubiese pasado de todas formas este resultado hubiese sido el más probable desde el preciso instante que entendí qué era lo que quería de ti.

 
Quería ver qué expresión pondrías ante un beso inesperado, por lo que groseramente mantuve mis ojos abiertos mientras rompía la resistencia de tus labios y me abría paso dentro de tu boca con mi lengua. Imprudente como siempre.

 

— ¡Mmh…! — Un ruido de sorpresa.

 

Continué sin ningún arrepentimiento. Jugué lascivamente con tu lengua mientras posaba una de mis manos en la base de tu cuello y así poder profundizar más aquel beso que seguramente duró un par de minutos. Solo cuando me quedé sin aliento, me separé de ti. Solo un paso mientras esperaba tu reacción.

 

— … — Nada.

 

— ¿Nagisa...? — Susurré un poco preocupado.

 

— ¡...! — Diste un brinco repentino y junto con él los colores subieron rápida y exageradamente a tu rostro. Por un instante quedé pasmado.

 

Definitivamente de todas las reacciones que podrías haberme mostrado, esta era la que menos esperaba.

 

“¿E-... Enserio?” — Pensé atropelladamente ¿Después de haber besado a Kayano tan descaradamente ahora te avergonzabas? ¿Era porque no lo esperabas o era porque esta vez con quién compartías el beso era yo? De cualquier forma daba igual. Lo que me dabas era una adorable reacción.

 

— ¿Qué pasa con esa repentina vergüenza? — Solté una risa breve junto a mis palabras, intentando mantenerme arrogante con natural superioridad.

 

— D-deja de bromear… — Tartamudeaste y apenas atinaste a cubrir tu rostro con ambas manos.

 

De inmediato fruncí el ceño y apreté los dientes bastante molesto ¿Enserio eso era la primera conclusión que tu diminuta cabeza podía sacar de todo esto? ¿Una broma? Me conocías lo suficiente para saber que estas no eras precisamente mi tipo de bromas.

 

— Me molesta que digas eso — Dije queriendo ser franco.

 

— ¿Ah? — Levantaste la cabeza con la duda y la vergüenza reflejadas en tus ojos, lo que solo me indicó que realmente te estabas tomando esto como una tontería de mi parte.

 

— Realmente no entiendes nada — Esta vez tomé tu rostro, pero de una forma mucho más violenta, apretando tus mejillas sin cuidado alguno con una sola mano para volver a atrapar tus labios, pero esta vez con mis dientes. Te di una mordida como si con ello intentara demostrar mi molestia.

 

Era una advertencia.

 

— ¡Te dije que dejes de jugar conmigo! — Tu voz se alzó tan firme como la bofetada con la que lograste apartar mi mano. Fue un movimiento rápido e inesperado que dolió bastante. Y en tu rostro ya no había sorpresa sino una creciente indignación incitada por mis acciones.

 

—  Nagisa... No estoy jugando… — Murmuré por lo bajo mientras asimilaba esa bofetada, sin moverme.

 

— ¿Entonces qué se supone que estás haciendo? — Preguntaste mientras apartabas la mirada y te limpiabas los labios con el dorso de tu mano.

 

¿Qué era eso?¿Repulsión?

 

Ahora el sorprendido era yo, pero al igual que tú, después de la sorpresa fue otro el sentimiento que me embargó. Me enfadé al sentir que me estabas tomando a la ligera.

 

— ¡¿Por qué no puedes entenderlo?! — Esta vez te devolví el grito y me abalancé sobre tí sin medirme, quería tomarte de la camisa, pero como era de esperarse, me esquivaste por reflejo. Giraste para intentar huir por tu derecha e instintivamente yo interpuse mi pie en tu camino, provocando tu estrepitosa caída.

 
Silencio. Por un momento eso fue todo lo que hubo entre los dos. Te intentaste incorporar y yo solo te miraba desde arriba .

 

— Karma, eso no era necesario… — Dijiste volteando lentamente hacia mí, frunciendo el ceño con molestia ¿Qué clase de expresión estaba poniendo yo? De seguro una sonrisa que intentaba esconder en vano mi rabia. Y nunca he sido demasiado bueno controlando este tipo de arrebatos de ira ¿sabes?



— ¡...! — Descargué mi frustración con tu mesa. La pateé sin medir mi fuerza y terminé moviendo con ella varios de los mesones y sillas de nuestro alrededor. Algunos de ellos cayeron tan estrepitosamente como tú.

 

Qué desastre.

 

— ¿Sabes? Tal vez sea buena idea que “juguemos” después de todo. Al fin y al cabo es la última vez que estaremos en este salón. Probablemente también será la última vez que estaremos juntos ¿No es así? — Recité como si estuviera leyendo un libro, sin ninguna emoción evidente en mis palabras. Inconcordante con mi sonrisa, mucho más incoherente con mis sentimientos.

 

— ¿De qué hablas…? — Entonces tu expresión cambió súbitamente cuando me viste a los ojos. Te mantuviste alera, retrocediendo en el suelo sin llegar a ponerte de pie. Entonces lo entendí: Habías lastimado tu tobillo al caer. ¿Era un esguince? Sí, probablemente.

 

— Heh… ¿Qué pasa? — Pregunté burlón mientras tranquilamente te comenzaba a seguir, avanzando paso a paso por el salon.

 

— Eso quiero saber yo ¿Por qué estás tan molesto conmigo, Karma? — Tu voz era débil, pero no así tu mirada.

 

Cuando ya no pudiste seguir retrocediendo me detuve frente a ti y miré tu tobillo. Reí con sorna antes de posar mi pie y ejercer presión sobre él. No tenía intenciones de quebrarlo, pero quería asegurarme que no pudieras huir.

 
Nagisa...

 

¿En qué momento tuve la necesidad de llegar hasta este punto?

 

Sin darme cuenta mi mente solo se estaba nublando cada vez más.

 

— ¡AAAHH…! — Diste un grito mientras te retorcias un poco.

 

Solo después de eso me incliné hacia tí y acaricié tu cabeza con bastante cuidado. Tu estabas apretando los dientes mientras luchabas por no mostrarme una expresión que dejara en evidencia tu dolor.

 

— No estoy enfadado ¿sabes? No tanto… — Susurré suave, como si te estuviera contando un secreto mientras me colocaba en cuclillas frente a tí.

 

— ¿Qué es lo que pretendes Karma? Me pides venir a solas, me besas ¿y al momento siguiente me golpeas? ¡No estoy entendiendo nada de esto! —

 

— No creo que, incluso si lo explico, puedas llegar a entender… — Y es que esto era mucho más complicado de lo que probablemente tu mente estaba pensando, era mucho más complicado de lo que cualquiera pudiera creer. No se trataba de un vulgar “me gustas”, ni de un burdo “te odio”.

 
¡Si tan solo hubiese existido la oportunidad, la posibilidad de poner esto en palabras probablemente nunca hubiese llegado a este límite!

 

— Me estás subestimando… — Reclamaste con el ceño fruncido.

 

— El único aquí que está subestimando algo eres tú ¿Realmente no entiendes la situación en la que estás? — Tomé una de tus manos y la llevé hasta mi boca para morder la zona entre tu muñeca y tu pulgar lo suficientemente fuerte como para dejar ahí la clara marca de mis dientes.

 

—¡O-ouch…! — Apretaste los ojos y aproveché ese momento para lamer la zona recién marcada. El contacto con la humedad de mi lengua te hizo abrir los ojos de golpe.

 

¿Qué tan inesperado fue eso para ti?

 

— N… ngh…  —Soltaste un sonido que me pareció tal vez demasiado adorable, incluso siendo tú.

 

Me arrodillé, dejando una de mis piernas entre las tuyas sosteniendo todavía tu muñeca con fuerza. Por más que intentaras apartar tu mano yo no tenía ninguna intención de dejarte ir. Mi otra mano bajó por tu muslo para apretarlo con malicia y descaro muy cerca de tu entrepierna.

 

— ¡Ah…! —  Tu cuerpo se tensó y de inmediato atinaste a cubrir tus labios. Esta vez habías notado perfectamente el sonido de tu propia voz.

 

— ¿Mh? ¿Qué fue eso? — Pregunté ignorando totalmente a tu otra mano que hacía un vago intento por apartarme. Estabas ejerciendo tan poca fuerza con ella que daba risa ¿De verdad no tenías la voluntad como para oponerte más firmemente a mí?

 
Iba a decir algo más, pero entonces al alzar la vista y verte me di cuenta de que estabas temblando de forma involuntaria.


Creo que por fin habías entendido lo que estaba ocurriendo…

Notas finales:

Ok esto nació por petición de una muy querida amiga que de hecho fue la persona que me sentó a ver ansatsu

 

El miedo al enfrentar el final de una etapa y a los cambios creo que es algo que todos, de una u otra forma, hemos experimentado. Solo quise darle rienda suelta a eso sumando claro, el exceso de violencia de este pelirojo.

 

Como dije al comienzo, originalmente este fic iba a ser un oneshot de no más de 10 páginas y bueno, hasta aquí ya van como 9. Por eso preferí dividir el fic en capítulos. Honestamente no sé si esto terminará con 2 caps o dará para más.

 

¡Muchas gracias por leer!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).