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L'appel de la vie por Girlyfairly

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Notas del capitulo:

Aqui tambien dare las disculpas correspondientes, he dicho que estaba enferma y eso, pero la semana pasada SÍ iba a actualizar, pero en eso sucedió lo del hacker y preferí esperar T.T 

 

Y bueno señores, está cosa se va a largar. Sigo con la idea de no hacer un fic muy largo, pero es obvio que no será solo de cinco capítulos. Y como no será un fic largo, probablemten algunos sucesos ocurra rapido, pero ya ni sé porque le estoy dando tantas vueltas, mejor a empezar :)

5.PROMISE

¿Dormir en un motel?, ¿para que? No tenía sueño. ¿Regresar a casa?, ¿con que fin? Nadie estaba esperándolo. En cambio había decidido desviar su camino, terminando en aquel pésimamente iluminado lugar, donde el olor a nicotina con alcohol barato se mezclaban de una manera casi nauseabunda.

La noche seguía avanzando, y con ella el bar se iba quedando solo. Desde la barra podía vislumbrar de manera empañada algunas mesas que aún se encontraban ocupadas, donde algunas prostitutas le coqueteaban a los hombres que se caían de borrachos, buscando la forma de poder sacarles dinero sin tener que ofrecer sexo. Pobres idiotas, creyéndose unos don Juanes cuando posiblemente esas mujeres estaban asqueadas por semejante estado etílico en el que se encontraban. Aunque , no podía juzgarlos, él estaba en una situación bastante similar; con el cuello de la camisa mojada por el alcohol que le resbalaba por los labios al beberlo de manera tonta y temblorosa; con el cabello pegajoso por una pelea que había habido unas horas antes, donde un ebrio le había lanzado cerveza al otro, pero tomando en cuenta que su suerte era un asco, la bebida había caído entera y solamente sobre él. Ya ni siquiera era capaz de articular palabras, solo levantaba su índice para indicar al bartender que deseaba otro trago, pero la cabeza cada vez le daba más vueltas.

—Hola, cariño. ¿Por que tan solito?— sintió un fino brazo rodeándole la cintura, giró su rostro y se encontró con una chica de cabellos rojos a su lado, quien se relamía los labios de manera obscena.

—...mmhm...— frunció los labios al verse incapaz de decir algo coherente, pero no deseaba estar cerca de ella ni de nadie. Intentó ponerse de pie, alejarse de su agarre, pero el alcohol consumido lo golpeó de repente haciéndole tambalearse, afectándole más si es que acaso era posible.

—Tranquilo, se ve que necesitas que alguien te cuide, y yo puedo hacerlo con gusto, mi amor— lo rodeó con ambos brazos, pegándose a él de manera sugerente.

Ser cariñosa para que comenzasen a soltar el dinero por cualquier tontería era su habilidad, aunque tampoco estaba en contra de irse a la cama con ese hombre. Pero mientras ella admiraba que su posible cliente no estaba nada mal, para Lawliet la historia era distinta, le había hervido la sangre de tan solo sentirla tan cerca como si tuviese el derecho de hacerlo, y por si fuese poco, había debido apretar los puños para no explotar al escucharla llamándole "amor". Quizá era su paranoia disparada por el alcohol pero le había disgustado, le había asqueado, le había molestado que le llamase de dicha forma, él solo necesitaba el amor y cariño de Light, no de esa cualquiera. Se revolvió nuevamente, esta vez con más fuerzas, logrando soltarse pero debiendo sostenerse de la barra para no caer.

—¡No me interesa coger con una puta como tú!— las palabras le salieron arrastradas, pero con el nivel suficiente de furia para hacer que la pelirroja se llevase una mano al pecho, completamente ofendida o anonadada.

—Mira, querido, tengo tanto tiempo en este negocio que he escuchado las mismas historias cientos de veces. Si tú estás aquí, en lugar de estar en tu casa, hay una alta probabilidad que se deba porque has tenido problemas con tu pareja, y no la culpo, nadie  aguantaría a semejante imbécil— tomó su bolso dorado que había dejado sobre la silla y se giró completamente molesta e indignada. Era de las más guapas, jamás alguien se había atrevido a rechazarla. Pero no pudo alejarse demasiado cuando sintió un certero agarre alrededor de su brazo que le hizo regresar sus pasos.

—¿¡Como me has llamado!?

Era un hecho, ya no razonaba. La jaló con tal fuerza que ambos rostros quedaron separados por escasos centímetros, pero la pelirroja ya no deseaba dicha cercanía, sobretodo cuando veía esa mirada llena de dolor y furia. Colocó ambas manos sobre el pecho del azabache intentando alejarlo, pero él no cesaba en su agarre.

—¡Maldito, pervertido, suéltame!— intentó darle una cachetada como defensa, pero a pesar de estar ebrio, el azabache supo esquivarla de manera certera, tomándole el brazo para evitar que se moviese. Pero el grito de la chica había sido suficiente para que resonase en el casi vacío lugar, llamando la atención de los demás hombres y prostitutas que aún se encontraban ahí.

—¿¡Conque muy valiente para meterte con una chica!?— sintió que su cabello fue jalado desde atrás, a la vez que unas largas uñas se le clavaban en el cráneo y la chillante voz le taladrase los oídos.

—Rubí, déjalo. Está demasiado ebrio— la pelirroja se acercó a su amiga, quien se negaba a soltar los cabellos azabache, quizá era mucho más pequeña que el resto, pero tenía los ovarios mejor puestos, y simplemente le exasperaba estos hombres que no las respetaban por su profesión.

Pero en su ebriedad, estupidez y enojo, se atrevió a empujarla para que ésta lo soltase, pero al ser la chica muy pequeña y él quien no midió sus fuerzas, la hizo caer sentada, golpeándose entre unas mesas del bar. Vio a las otras tres correr a su auxilio, pero tampoco pudo prestar más atención a la escena, pronto su mejilla crujió, cayendo al suelo  por el golpe.

—¡A ver, ponte de pie y pelea con un verdadero hombre!— gritó el tipo que acababa de golpearle, manteniendo los puños listos, pero denotando su ebriedad en la manera forzada por la que sus palabras habían salido, junto a la manera que se tambaleaba levemente.

Ni siquiera tuvo tiempo de dar alguna excusa o si quiera ponerse de pie, cuando sintió que alguien más lo tomó por el cuello de la camisa y lo empujó contra una de las mesas, haciéndole emitir un jadeo al quedarse sin aire. El alcohol en su organismo no le permitía coordinar movimiento, y tomando en cuenta que estaba rodeado por cuatro hombres, no supo ni de dónde ni cómo otro puñetazo fue a parar a su nariz, sintiendo algo tibio salir pronto de ella. Lo único que atinó a hacer fue llevar ambos brazos a su rostro para cubrirlo, pues luego del primero siguieron una serie de golpes, simultáneamente y cayendo de todos lados.

Escuchaba la risa y palabras de ánimo por parte de las prostitutas, cuyas voces chillantes ya no le molestaban tanto. Escuchaba los gruñidos de los hombres al descargar un nuevo puñetazo sobre él, y escuchaba sus propios jadeos por el dolor causado. Lo habían levantado de la mesa, solo para lanzárselo entre ellos y seguirlo golpeando, como si fuese un saco de patatas porque ya ni siquiera oponía resistencia, sus pies solo se movían torpemente de un lado a otro cada vez que era empujado hacia su nuevo verdugo. Y es que ya ni siquiera había una razón justiciera para seguirlo maltratando, ¿por haberle faltado el respeto a unas prostitutas? ¡Ja!, los cuatro hombres solo reían mientras seguían descargándose sobre él, dudaba mucho que alguno se recordase que tres guapas mujeres estaban esperando por ellos.

—¡Eii!, ¿Por que ya no te defiendes?— gritó uno entre risas al verlo caer al suelo. Su cuerpo no había podido más y cuando uno de ellos lo empujó, sus pies se enredaron entre sí, cayendo sin poder evitarlo.

—...Light....— gimoteó, llevando ambos brazos a su cabeza para ocultar su rostro entre ellos y el suelo. Escuchó las exageradas carcajadas de todos, quizá burlándose de verlo tan deplorable, pero poco le importaba, solo deseaba salir de ahí, por lo que intentó ponerse de pie —L-Lig...

Pero la palabra no logró salir de sus labios, no supo ni con que fue golpeado, pero el dolor había sido justo en su cabeza, y pronto todo se volvió negro.

 

 


-_-_-

 

 

Con tantas cosas recientes, solo de algo podía estar seguro: no deseaba abrir los ojos. No, no es que desease morir, simplemente quería disfrutar por un momento más el seguir desconectado de su realidad, esa que le esperaba una vez sus orbes se abriesen de par en par.

El constante, y claramente molesto sonido del electrocardiograma le retumbaba en la cabeza. Además, podía sentir el pequeño escozor a causa de una aguja, la cual aseguraba que aún se encontraba en su antebrazo. El olor a cloro frecuentemente utilizado para desinfectar era irritante. Y no olvidar lo pastosa que sentía su boca, creyendo que podría regresar el estomago en cualquier momento, aunque éste estuviese vacío.

Así que aunque se negase a abrir los ojos, sus otros sentidos se encargaban de recordarle el sitio en el cual se encontraba, de los motivos por los cuales estaba en dicha cama, de como la vida le había dado un giro en unas cuantas semanas.

Apretó la mandíbula intentando cerrar la garganta al sentir un nuevo nudo formándose en ella. Ya no deseaba llorar, le parecía increíble que aún tuviese lágrimas para derramar luego de la cantidad que habían resbalado desde sus orbes las últimas semanas. Pero le era imposible no sentir sus ojos anegados nuevamente cuando su maldita mente reproducía aquel momento en específico, el instante en el que su vista se posó en las caderas de su esposo, las cuales se movían con lujuria entre las piernas de aquella mujer. Y cada imagen venía acompañada de su respectivo eco; de los obscenos sonidos que hacían sus sudorosos cuerpos al chocarse, de los estridentes jadeos, de la errática respiración.

Estaba luchando con la poca fuerza que le quedaba para que las ardientes lágrimas agolpadas tras sus párpados cerrados no se deslizasen por sus mejillas. Abrir los ojos era enfrentar a una realidad de la cual temía, pero mantenerlos sellados era estar atrapado en el recuerdo. Aunque de algo podía estar seguro, prefería repetir una y otra vez ese suceso, sabía que le hacía daño, pero solo quería entender ¿en que había fallado?, ¿cuando Lawliet había dejado de amarlo?, ¿como su matrimonio le había importado tan poco como para ensuciar su propia cama, la cual había sido testigo de las noches donde solo eran relevantes ellos y su amor?, ¿cuantas veces no había dormido él entre esas sabanas que quizá guardaban la lujuria de los cuerpos de aquellos amantes?, ¿Es que acaso su esposo pensaba en ella cuando le hacía el amor a él?.

—¿Light...?— abrió los ojos abruptamente al reconocer aquella voz. La difusa imagen de su amiga se mostró de pie a un lado de la cama, mientras con el dorso de la mano le acariciaba la mejilla, limpiando así una fina lagrima que había rodado sin que él pudiese retenerla.

Unos segundos pasaron sin que alguno se atreviese a decir nada, Misa seguía acomodando los castaños mechones que le cubrían parte de los ojos, haciéndolo de la manera más suave posible. Había llegado desde muy temprano y se había quedado en la silla que estaba al lado de la cama, pero solo unos minutos le fueron suficientes para darse cuenta que Light no dormía como aparentaba, pudo notarlo en la manera en que sus puños se aferraban a las sábanas por momentos, o el como la respiración de éste no sonaba tan profunda ni relajada, pero decidió no interrumpirlo, quizá porque tampoco estaba segura de cómo debía afrontar lo que ocurría, sobretodo cuando no había podido sacar la imagen de Elle tan cabizbajo y encorvado frente la puerta de su casa, ojos aguanosos y suplicantes para poder ver aunque fuese por un instante a Light. Pero estaba segura que eso era algo que no podía contarle a su amigo, no cuando lo había visto temblar junto a su rostro volviéndose angustioso en cuestión de segundos.

—Quiero irme a casa— se giró sobre la cama, con cuidado para no incomodarse con la aguja que aún estaba en su antebrazo. Posó su vista en el ventanal que estaba en la pared, perdiéndose por un momento en como unas ramas chocaban contra el vidrio, deseando que Misa no sacase ése tema que él no deseaba recordar, aunque estaba consciente que eso ya era pedirle mucho a la vida.

—Sabes que el médico debe dar la orden— se sentó en la orilla del colchón, colocando disimuladamente una mano sobre el vientre del castaño, quien se tensó ante el contacto y jaló las sábanas para cubrirse de mejor manera, ganándose un pesado suspiro por parte de la rubia.
-No puedes evadir la realidad por siempre, Light. Y realmente deseo que salga a flote esa madurez y fortaleza tuya que siempre te caracteriza para que veas las cosas desde un punto más realista y no solo basado en tu dolor.-

—...No lo quiero... No quiero nada que tenga que ver con él...— masculló, sin atreverse a encontrar los azules ojos de su amiga, los cuales podía asegurar que lo veían con desprecio. Pero no hizo falta, pronto su cuerpo sufrió de un sobresalto junto a un escozor en una de sus mejillas, donde la palma de su amiga había ido a parar.

—¡Joder!, te juro que a veces quisiera zangolotearte hasta que reacciones— se puso de pie raudamente, entre exasperada y arrepentida, esa cachetada había sido un mero impulso, pero es que le estaba resultando cansino verlo tan vencido —¿¡Te das cuenta que te estás desquitando con quien no tiene la culpa!?

—La vida es un asco, Misa. ¿Por que justo tenía que aparecer hoy?, parece que algún ser divino encuentra entretenido nuestras desgracias— se arrastró por el colchón, deseaba ponerse de pie, estirar las piernas, divagar un poco, o simplemente evitar otra posible cachetada. Pero es que no lograba verlo de manera racional como ella decía. Para él era simple, la vida se había ensañado con él al enviarle ese... bebé... como cereza sobre el pastel de su desgracia.

—¿Sabes que les hicieron algunos controles mientras dormías?—el cambio fue abrupto, tratando de sonar lo más calma posible aunque por dentro podía sentir que la sangre le hervía, pero estaba consciente que tratar de convencerlo de que la vida es bella sería imposible cuando hacía unas semanas el castaño había encontrado a su esposo cogiendo con otra persona, solo quería recordarle que tampoco era el fin del mundo, más cuando se tiene un motivo para continuar. Se acercó a paso lento al verlo tan inerte, posiblemente sorprendido o confundido por lo que acababa de escuchar.

—¿Nos...?— el simple monosílabo salió siseando forzadamente, mientras la veía acercarse con una sonrisa en el rostro, lo que le hacía cuestionarse el porqué su cuerpo no respondía para retroceder.

—Creo que ya deduces el porqué del catéter en tu antebrazo, habías comido muy poco los últimos días que ya no solo atentabas contra tu salud, también corría riesgo la de tu...

—Ni se te ocurra decirlo— interrumpió entre dientes, sintió que la garganta se le cerró inmediatamente. El día previo no había deseado nada más que todo esto fuese una mentira, ni siquiera le había buscado una razón lógica, solo quería que el doctor dijese que había cometido un error, cosa que no pasó, y aunque aún no se sentía preparado para aceptarlo, el negarlo tampoco le había hecho sentir bien.

—¿Por qué no?, te han hecho una ecografía... era tan chiquito— hizo con sus dedos índice y pulgar la medida que ella consideró idónea para algo tan pequeño. Algo que hizo al castaño erizarse de solo imaginarse lo que vivía en su interior, instintivamente llevó una de sus trémulas manos a su vientre, sin atreverse a acariciarlo, solo sintiendo la pequeña protuberancia que se había formado, algo que había atribuido a la mala alimentación que había tenido entre tantas clases y tareas los últimos meses —El feto está formado y los latidos de su corazón pudieron apreciarse durante la ecografía, por lo que el doctor dice que debes tener más de diez semanas de gestación, pero tu vientre aún no es tan abultado y sus latidos tampoco son tan fuertes, por lo que aún no llegas a las semana dieciséis.

Vio las pupilas color miel temblando ante sus palabras, pero no con miedo, más bien era una mezcla de sorpresa y ternura, escondiendo un poco de alegría. Porque ella conocía a Light Yagami, sabía que el leve rechazo por parte del castaño era más por el dolor que le causaba al recordar que también era fruto de Lawliet, pero sabía que el castaño no podía odiar a su propio bebé, no cuando había conocido esa parte de él que deseaba tener uno, solo era cuestión de recordárselo, y parecía que sus palabras estaban calando.

—Dejando a Elle de lado, ¿como puedes decir que no quieres a una criatura quien es el único inocente en todo esto?, ¿como puedes decir que la vida es un asco cuando te está dando una oportunidad de volver a enamorarte?, aunque esta vez de una manera diferente. Éste bebé y tú estarán unidos a un nivel que ningún amante jamás alcanzará, sentirá tus tristezas y alegrías, pero tus emociones también se verán afectadas con cada uno de sus avances. Cuando puedas sentirlo jugando en tu vientre, y cuando solo tus caricias logren calmarlo al estar inquieto, tendrán ese lazo en el que solo ambos lograran entenderse.

El corazón comenzó a martillarle con fuerza al sentir la fría mano de su amiga posándose sobre la suya, haciendo que su palma se acomodase por completo a la forma de la leve curvatura de su abdomen. Pudo sentir un gélido aire recorriéndole la columna, provocándole una corriente extraña por el cuerpo. Sentía la garganta seca y cerrada, su mente ahora estaba ocupada por lo que Misa le había descrito, por algo que podía parecer tan insignificante debido a su tamaño, pero que ya vivía dentro de él. Las semanas sonaban pocas pero no podía considerarlo un ser no vivo. Se imaginaba que, si es que acaso tenía doce semanas de gestación, SU bebé ya debía estar completamente formado, aunque claro, muy pequeñito aún, pero eso no significaba que careciese de manos y pies, de hecho, por un momento lo imagino cerrando sus deditos en su interior, lo cual sería muy normal debido al tiempo que llevaba formándose en su vientre. También sabía que a estas alturas, aunque fuese muy pequeño, ya debía haber ciertos reflejos, como que el bebé se moviese ante ciertas caricias, y aunque sabía que era casi imposible sentirlo debido a su tamaño, aún así acarició con delicadeza y brevemente su abdomen.

Sintió los dientes chocándole entre sí al momento que la mandíbula le tembló. Con miedo movió sus dedos sobre la bata, sintiendo esa parte de su cuerpo que estaba levemente tensa, provocándole que una pequeña y, quizá torcida sonrisa se formase en sus labios. Elle Lawliet era lo último en su mente, y no quería decir que ya no doliese ni que lo hubiese olvidado, pero su cabeza y pecho se habían llenado de una emoción diferente, no podía evitar que le temblase hasta la parte más ínfima de su cuerpo al solo imaginarse a ese ser formándose dentro de él, ¿como podía desear odiarlo, cuando solamente era alguien indefenso que dependía totalmente de él para continuar latiendo?. No lo odiaba, aunque quizá si se sentía muy cobarde al admitir que tenía miedo, pero es que no iba a negarlo, la situación aún le abrumaba, pero deseaba protegerlo, deseaba que su vientre se convirtiese en la cuna más acogedora junto al confortador palpitar de su corazón que lograría darle seguridad a su bebé al sentirse inquieto.

—Misa...— la voz le salió temblorosa y pronto se le cortó, sintiendo todo su cuerpo entumecerse por el exceso de emociones que acumulaba su pecho. Pero aunque luciese nervioso, Misa sonrío, porque le vio su dedo índice haciendo círculos sobre su abdomen, quizá de manera temerosa pero constante —...El doctor... Ya no... ¿Ya no h-hará otra e-ecografía?— se mordió los labios nerviosamente, pero se tranquilizó al sentir la mano de Misa nuevamente acariciándole sobre la bata blanca.

—No ha dicho nada, será de consultarle directamente si es posible hacer otra en un periodo tan corto, sino, de igual manera te ha dejado la próxima cita para dentro de dos semanas, para confirmar que tu porcentaje de glóbulos rojos ha aumentado y con ello que el bebé se encuentre mejor...¿por qué?, ¿Ansioso por verlo?— sonrío con cierta picardía, levemente aliviada de ver un brillo diferente en aquellos orbes color miel.

Agachó la vista, acunando con ambos brazos su vientre, apenas rozándolo, pero no por rechazo, era un novato y simplemente tenía miedo de que la presión fuese demasiada y que incomodase al bebé.

—Si... Quisiese v-verlo...— confesó, dando un sobresalto al sentir el sorpresivo y efusivo abrazo por parte de la rubia, el cual tardó unos segundos en responder pero a quien estrechó con fuerzas contra su pecho —Eres la mejor amiga, Misa.

—Y pronto seré la mejor tía, no puedo esperar por malcriar a esta lindura— se encorvó levemente, acariciando y hablando de manera aniñada a esa parte del cuerpo del castaño —Si es niña, le compraré ropa de moda desde tiernita, y si es niño... ¡Pues también!

—¡Eii!, ¿Cómo que si es niño también?. Si es niño no creo que le importe mucho eso de vestirse a la moda— se rascó descuidadamente la mejilla, sonriendo por el simple hecho de estar teniendo una conversación como esa, sin ni siquiera saber aún cómo luciría. Aunque la estridente y sorpresivamente carcajada de Misa le impidió seguir imaginando las pequeñas facciones de su bebé.

—¡Por favor!. Será hijo de Light Yagami, ¿lo olvidas?— dijo tras una sonora carcajada — Cuyo cabello sedoso no es por mera gracia de la naturaleza; quien asegura que los calcetines blancos de hombres son solo para uso deportivo y que no van bien con otro conjunto; quien insiste que el catedrático luciría más profesional si su corbata cubriese hasta el último botón de la camisa, pero nunca sobrepasar el cinturón; quien...-

—¡Ok, ya entendí!— se cruzó de brazos, haciendo un leve puchero con los labios.

—No hagas esas caras, Light. Acuérdate que te arrugas— sintió la mirada casi asesina sobre ella, provocándole una última carcajada, antes de abrazarlo de nuevo, acariciándole una vez más el tensado vientre. Se quedó pegada a él un par de segundos, feliz de verlo con otra actitud, pero ella no estaba del todo tranquila, aún había un tema pendiente y nada tenía que ver con la visita que había recibido de Lawliet la noche previa, pero si era referente al azabache —¿Y ya pensaste en como le darás la noticia?— no se atrevió a elevar el rostro, prefirió hundirlo más en el pecho de su amigo por el simple escalofrío que aquella pregunta le había causado.

—Simple, no se lo diré— su voz fue sería para ocultar su nerviosismo, pero prefirió alejarse de ella para que no tuviese que sentir como su cuerpo se tensaba. Se dirigió a la cama nuevamente, dandole la espalda y simulando indiferencia, pero simplemente no había soportando la manera en la que los ojos de Misa se habían abierto de par en par.

—¿De que hablas?. No puedes ocultárselo, Light. Es su padre.

Quizá lo ideal hubiese sido ir paso a paso, que Light aceptase su embarazo y luego verían cómo resolver lo de Lawliet. Pero estaba segura que la respuesta del castaño hubiese sido la misma hoy o dentro de un mes, por lo que deseaba ordenar todo de una vez para que Light pudiese continuar, pero no contaba con que su amigo tuviese planeado ocultar algo así.

—Eso debió pensarlo antes de...

—¡No me salgas con eso, Light!. Independientemente de los errores que haya cometido, no tienes derecho para ocultarle la existencia de un hijo— se adentró a la cama y caminó de rodillas sobre el colchón para abrazarlo por detrás al verlo sentado en la orilla opuesta —Sé que aún es algo reciente, ¿pero realmente crees que este es el final de tu matrimonio?— le susurró al oído de manera cariñosa mientras con un brazo le rodeaba por la cintura para volver a acariciarle el vientre.

—...Si...— titubeó unos segundos después, agachando la mirada —Él dijo que no deseaba hijos, así que tú debes prometerme que no se lo dirás.

—Yo no estoy de acuerdo, yo no puedo...

—¡Eres mi amiga!, ¡Promételo!, ¡No quiero que él lo sepa!— ladeó su torso para poder quedar frente a frente, viendo a la rubia tensarse ante el elevamiento de su voz. Misa se mordió los labios nerviosa, no creía que ocultarle a Lawliet la existencia de su hijo fuese lo correcto, pero algo la hizo dudar, tal vez el haber escuchado el dolor que denotaba la forzada voz de su amigo, o quizá el miedo que reflejaban sus ojos.

—Está bien, te lo prometo— suspiró  vencida pero sonriendo de manera dulce, acariciándole la mejilla. Quizá Light le había dicho que su matrimonio había llegado a su fin, pero ahora entendía el porqué la tonta idea de no decirle nada a Lawliet. Había notado en esa voz que aún lo amaba, pero que amarlo le dolía, y sus ojos mostraban que temía el no poder controlar ese amor al encontrarse nuevamente con su esposo.

 

 

Notas finales:

Hola chichis, ¿Yo, actualizando un jueves? Aii deus. Pero es que el capítulo lo he ido avanzando en varios días, aunque no salió tan largo, creo que también eso tiene que ver el que actualizase rápido xD, pero es que no quiero volver a atrasarme, al menos no tanto. 

Los amo :*


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