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L'appel de la vie por Girlyfairly

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Notas del capitulo:

Lamento si alguien vio actualizacion sin capitulo. Termine ayer por la madrugada pero a las 3am no pude más, lo dejé ya aquí pero sin subirlo y me dormí. El problema es que por alguna razón, cuando vine a ver, los párrafos estaban pegados. Lo borre y lo copie nuevamente desde "mis notas" pero se copiaba igual, intenté de todo, cerrar sesión, refrescar la página y nada :(.en mis notas los párrafos se veían bien pero al pegarlos aquí se hacia un solo enjambre. No me gusta mucho modificar los textos desde la página, porque siento que los espacios son demasiado entre línea y línea, pero vencida, decidí hacerlo, tomando quién sabe cuántos minutos para separar los párrafos y conversaciones, ¿y todo para que? Para que cuando subiera el capítulo, a parte de que se subió dos veces, mostraba unos comandos todos extraños. Argh, se supone que lo he arreglado aunque creo que quedara aun con cosas raras de esta página, espero que no porque sino explotare. Lo leeré luego para ver si debo (que estoy segura que si) modificar algo.

3.MERDE !

Probablemente había pasado la peor noche de su vida, no solo por el desplante que le había dejado la moral por lo suelos, sino que por alguna razón le dolía el cuerpo, quizá había dormido en alguna mala posición pues sentía como si lo habían golpeado estando inconsciente. Sentía las piernas hinchadas, los brazos dolientes y los hombros tensos. Los rayos del sol que se adentraban por el ventanal a través de la delgada cortina blanca le golpeaban de lleno el rostro obligándolo a apretar los ojos antes de poder acostumbrarse, aunque ni siquiera fue eso lo que le despertó esta mañana, más bien fue ese invasor olor a panqueques.

Se suponía que estaba solo, Lawliet siempre partía muy de mañana, cuando el sol apenas comenzaba a salir. Así que podríamos decir que fue normal que su pulso se acelerara y sus pasos se alentaran mientras caminaba por la sala al escuchar ciertos ruidos provenientes de La Cocina.

—¿Elle?— se quedó confuso bajo el arco que separaba ambas habitaciones. Ver a su esposo utilizando solamente un ajustado bóxer con un delantal que apenas y cubría su torso desnudo le había dejado de piedra. Pero dicho repentino entumecimiento se debía más que todo a la sorpresa que le causaba verlo ahí un día viernes cuando hacía dos horas debía estar en la oficina.

Elle giró sonriente dejando de lado la espátula y limpiándose rápidamente las manos sobre el delantal para rodear la mesa y dirigirse a su esposo, quien aún se encontraba con una mano sobre la pared, paseando su vista por toda la cocina, la cual era un desastre y Lawliet lo admitía, se sonrojó un poco al notar el pequeño desorden. La licuadora escurría la mezcla a cada lado, la cocina había sido salpicada por todas partes y aún habían rastros de harina sobre la mesa de mármol oscuro que estaba a un lado.

—Prometo que limpiaré todo— Susurró, terminando de acercarse al castaño cuya mirada aún recorría el lugar y cuyo torso se encontraba desnudo. Le tomó suave de la cintura, haciéndolo reaccionar y trayéndolo hacia sí despacio, besándole la quijada cuando sus rostros estuvieron lo suficientemente cerca.

—¿Por que estás aquí?— Hubiese deseado que su voz no fuese hostil, pero fue imposible, sobre todo cuando le tomó de las manos para que éstas dejasen de aprisionarle la cintura, era incomodo.

Elle soltó un suspiro al verlo adentrase a la habitación, pasándole de largo. Era obvio que Light estaba molesto por lo de la noche anterior, cualquiera podría estarlo, pero el podía estar seguro debido a que lo conocía. Joder, habían sido novios por un tiempo largo y el ahora vivir juntos le hacía reconocer cada uno de sus gestos. Aunque Light tratase de fingir que no le afectaba, él podía notarlo en su mirada.

—Pedí permiso. Partirás esta tarde, ¿verdad?— Se dirigió hacia la estufa, sirviendo su obra culinaria mientras lo escuchaba sentarse en el comedor a sus espaldas.

—Al menos quiero tenerte para mí todo este día— Colocó la montaña de cuatro panqueques decorado con algunas fresas cortadas encima mientras unas delgadas líneas de jalea de chocolate escurría por los lados. Pero no le dio tiempo de apreciar su elaborada presentación pues rápidamente le rodeó los hombros con los brazos, encorvándose un poco hasta que su rostro quedó cerca del cuello del castaño, donde pudo inhalar ese adictivo aroma.

—¿Qué haré sin ti este fin de semana?— Su voz fue seductora, casi como un ronroneo. Dio suaves pero largos besos acunados sobre la tersa piel de su esposo, quien en un principio le rechazaba tratando de no ser tan evidente, pero que no se detuvo hasta obtener lo que quería, escuchar esa suave risa escapando de sus labios.

—Te prometo que volveré pronto— se empujó hacia atrás aún en su silla para hacer espacio, señal que Lawliet entendió rápidamente y se sentó sobre el regazo de Light, con sus piernas abiertas para poder quedar siempre frente a frente, sonriendo al ver que esos ojos miel se habían suavizado de repente.

Tomó el rostro de Elle entre sus manos y estirando un poco su cuello acortó la distancia, rozándole apenas los labios mientras no dejaba de verlo a los ojos, perdiéndose en esos redondos y profundos orbes que siempre lo hacían temblar desde jóvenes.

—Más te vale que estés aquí el domingo temprano o tendré que ir a traerte aún a regañadientes de tu catedrático— Juntó su frente a la de su amado, sin perderse detalles de ése brillo especial que reflejaban ésos ojos miel, un brillo que hace mucho no veía, o al menos, no se había detenido a apreciar.

—Estoy nervioso...— susurró, apretando inconscientemente la cintura de su esposo, intentando ahogar el miedo que iba creciendo cada día desde que el catedrático les había anunciado a los alumnos más destacados sobre ese viaje.

Lawliet acortó por completo la distancia y se apoderó de sus labios, cerrando los ojos al instante para dejarse embriagar por el exquisito sabor. Sus brazos alrededor del cuello de Light lo apresaron con más fuerza, queriendo trasmitir su apoyo y brindarle seguridad. Sabía que Light pasaría la noche en un hotel que estaba a una hora de distancia, todo con el fin de poder presentarse a una de las mejores firmas de abogados locales, la cual estaba necesitando de ayuda adicional sobre un caso reciente. Dicho bufete jurídico era reconocido por ser quien más brindaba apoyo a quienes aún estudiaban, con el sueño de algún día convertirse en los mejores abogados, por ello estaba seguro que aquel catedrático de lentes de botella no había dudado en pensar en Light, ¡vaya que se lo había ganado!, y, si el castaño estaba lo suficientemente preparado, sabía que podría destacar del pequeño grupo que irían con la misma intención.

—Lo harás bien. Ten un poquito más de confianza en ti— le dio un último beso y luego ladeó su torso para tomar el tenedor que había colocado al lado del plato, con el cual cortó una parte del panqueque en forma triangular y lo llevó hasta los labios del otro —Ahora debes comer.

—No tengo hambre, tengo el estómago revuelto de los nervios— Ladeó el rostro, haciendo que el tenedor chocase en su mejilla.

—Abre la boca, hoy no se me quemaron, en serio.

Light sonrío, pero eso no lo convenció de probar su comida, más bien apretó con más fuerzas los labios.

—En serio, tengo nauseas— Llevó ambas manos a su estómago, acariciándolo un poco y poniendo cara de asco al sentir su garganta pastosa. No era por hacerle desplante, no era por necesidad de hacerlo sentir mal, realmente se había despertado sintiéndose mal y lo atribuía al viaje.

—Anda, ya sabes que tu mamá siempre dijo que no puedes salir a la calle sin haber desayunado.

—¿Vamos a salir?— Enarcó la ceja, volviendo el rostro hacia Elle, olvidando por un momento que el amenazante tenedor aún seguía ahí.

—¿Que parte de "quiero tenerte para mí todo este día" no entendiste?— Enredó los dedos de su mano libre en los cabellos del castaño, jalándolo hacia sí rápidamente para besarle la frente, provocando un sonrojo inmediato.

Para Light esa frase le había remontado al tiempo en el que eran novios, en lo que Lawliet siempre le decía cosas por el estilo, logrando arrancarle los sonrojos más vivos, ¡que va!, no solo la frase, el momento en sí le parecía tan irreal, no consideraba que su esposo fuese frío todo el tiempo pero debía aceptar que no todo el tiempo se mostraba así de cariñoso.

—¿Donde iremos?— su voz había sonado inevitablemente aniñada, queriendo reprimir la emoción que le estaba embargando el cuerpo pero que le había resultado imposible, sobretodo cuando sentía que sus piernas habían comenzado a temblar aún con el peso de su esposo sobre ellas.

—Donde tú quieras; al cine, al parque, al centro comercial. Pero debes comer— empujó una vez más el tenedor, sonriendo de lado al ver los labios del castaño abrirse, dando paso a los azucarados panqueques que había preparado.

-_-_-


El frío calaba aún con su negra gabardina puesta, pero la calidez que brindaba esa mano que tomaba la suya no la rompía nadie. No fue difícil adivinar que Light elegiría un paseo por el parque ante las otras opciones, sabía que el castaño amaba esas cosas, aunque también estaba consciente que la mayor razón era debido al dinero, no gastar en cosas innecesarias pues luego podían hacer falta. Eso le incomodaba, le molestaba pues su conciencia le atacaba de repente, achacándole su osadía de derrochar parte de su salario en un bar mientras espera que la chica que le apaga la calentura aparezca, para apaciguar su deseo en su cuerpo.

—¿Será que podemos ir por un café después?

Lawliet alzó la vista, saliendo de sus pensamientos para poder encontrarse con aquellos ojos miel, los cuales apenas y se veían en la pequeña parte descubierta del rostro de Light. La larga gabardina, el gorro que le cubría hasta la frente dejando ver nada más algunos de sus mechones y la bufanda ocre que le rodeaba el cuello ocultando parte de su quijada, se convencía que Light era un exagerado, hacia frío pero no estaba nevando.

—¿Tienes mucho frío?— sonrió de lado, la pregunta fue tonta pues la respuesta era obvia, solo era de ver cómo los labios le tiritaban sobre la bufanda.

Le tomó de la mano para dirigir el camino por el largo y espacioso sendero, el cual estaba rodeado de frondosos y altos árboles, cuyas hojas verdes y secas caían decorando el asfalto. El viento las hacia chocar entre ellas provocando que algunas volasen, los rayos del sol apenas y se colaban tenuemente entre las ramas, algunas personas disfrutaban leer un libro, escuchar música o simplemente conversar en ése lugar tan idóneo, sentados sobre las bancas que se escondían entre los Pinos, donde ellos también tomaron asiento luego de haber comprado dos cafés a un humilde vendedor.

Light tomaba el vaso de cartón con ambas manos, disfrutando del calor que emanaba mientras lo acercaba un poco a su rostro, deleitándose con el humo y aroma de café recién hecho.

—¿Sabes de que tengo antojo...? De algo ácido.

Lawliet enarcó una ceja mientras le daba un sorbo a su café y lo veía hacer lo mismo

—¿A que viene ese comentario?— le rodeó la cintura con un brazo, aún lo veía temblar un poco, así que lo estrechó más a su cuerpo.

—No lo sé, solo se me hizo curioso porque...

—Porque a ti no te gusta lo ácido— interrumpió, viéndole solo la cabeza moverse de forma afirmativa antes que ésta se recostase sobre su pecho.

—¿Te imaginas cuando tengamos nuestros hijos?, tú amante de lo dulce, yo encantado con lo picante. Sus gustos serán contradictorios— una suave risilla divertida escapó de sus labios mientras le daba otro sorbo a su café, risa que se detuvo abruptamente al escuchar a su esposo hacer lo mismo, pero no con emoción como la suya, más bien en con un poco de burla —¿De que te ríes?— se separó con cierta brusquedad, tornando su semblante a uno más serio.

—¡Vamos, Light! Somos hombres— se pasó la mano haciendo para atrás sus cabellos, contestando con un deje de ironía como si de la respuesta más obvia se tratase.

—¿Y?, hay tantos centros de adopción dónde podríamos buscar información— de pronto estaba sintiendo que el desayuno comenzaba a querer subirle por la garganta, apretaba la mandíbula, queriendo controlar así su respiración. Últimamente todo lo irritaba con una rapidez exasperante.

—No me refiero a nuestra incapacidad de acunar un feto, me refiero a eso, a que somos hombres. Las familias normales son con un papá y una mamá, no dos papá.

—Los matrimonios "normales" también son entre una mujer y un hombre, no entre dos hombres— espetó entre dientes, poniéndose de pie antes que Lawliet pudiese detenerlo, quien rodó los ojos automáticamente.

—Light, no pasaremos por esto de nuevo— se levantó con pesadez por la sola idea de tener que ir detrás de él, quien caminaba unos metros adelante como queriendo romper el asfalto en cada pisada que daba —Light, detente— indicó manteniéndose cabizbajo, apenas y alzando la voz, no queriendo saber si alguien se encontraba cerca y si estaban viendo el vergonzoso momento.

Pero el castaño no se detuvo y tampoco le insistió más, tan solo le siguió los pasos manteniendo su distancia, no queriendo acercarse demasiado por miedo que aquellos apretados puños fuesen a golpearle alguna zona sensible. Además, no es como si Light tuviese donde ir, a lo más lejos que llegaría era solamente hasta el auto, donde se subiría de brazos cruzados y con su vista fija en la ventana para evitarle la mirada. Lo único que tal vez si le llamaba la atención era sentirlo levemente más sensible, es decir, no era la primera vez que habían tenido esa conversación, entendía perfectamente el deseo del castaño por tener a un pequeño que le llamase "papá", pero Lawliet también había dejado claro su posición, posición que molestaba y desalentaba a Light, pero jamás le había notado ofendido a causa de ello.

—No es para que te pongas así— dijo Elle al mismo tiempo que se daba un leve masaje en el puente de la nariz mientras con la otra mano intentaba insertar la llave para encender el auto. Light se encontraba a su lado y como había predicho, se encontraba fijo en la ventana para evitarle.

—Las personas se unen para dejar descendencia— murmuró entre dientes, sin apartar su vista del paisaje, sin perder detalle del alrededor que se volvía borroso al ir el auto en marcha.

—¡Que eres necio, joder!. ¿¡Es que acaso no ves que nuestra situación económica no es la mejor!?— sus puños se cerraron con fuerza alrededor del volante, sintiendo sus latidos acelerarse en un segundo. ¿Que tan difícil era entender?, ¿por qué tenían que pasar por todo este drama por un tema que no iba a cambiar?

—Pero nuestra situación no será la misma siempre— su voz se suavizó, volteándose para verle mientras con una mano le acariciaba el hombro, esperanzado que la renuencia fuese solo por el factor económico —Cuando yo trabaje habrá más dinero.

—¡No quiero hijos, maldito sea!— el auto se frenó de golpe, haciendo que ambos se sacudiesen hacia adelante —¿¡De que manera te explico para que entiendas, Light!?

Sus ojos lucían más negros mientras su ceño se fruncía con fuerza y los puños no dejaban el volante. Light tuvo que sostener la respiración por un momento ante esa mirada tan penetrante y hasta grosera.

—Ya estamos cerca... Regresaré a pie la parte que falta— susurró Light a la vez que desviaba la mirada, sintiendo las lágrimas agolparse tras sus párpados, pero sintió un certero y hasta dañino agarre alrededor de su brazo antes que su otra mano alcanzase la manija.

—¡No seas ridículo, Light!, ya no tenemos dieciséis años— lo jaló con un poco de brusquedad, centrándolo nuevamente sobre el asiento mientras ponía el auto en marcha.

Y a pesar que faltaba poco, el camino se hizo tediosamente largo, la tensión era pesada, ninguno se atrevía a respirar con libertad. Light no entendía el porqué Lawliet se ponía así, ¿que había de malo?, ¿es que acaso no le emocionaba el imaginarse la casa con niños correteando?, ¿no se le aceleraba el corazón el pensar en algún pequeño corriendo a su encuentro cada que regresase de trabajar? A él si; la mayor razón de esa ilusión residía en la necesidad de poder tener un niño producto del amor que ambos se tenían, estaba consciente que ninguno de los dos podría llevar en sus vientres a una criatura, pero no era ese el punto; el objetivo era lo que simbolizaría cada que ambos lo vieran, de lo orgullosos que se sentirían al escucharlo pronunciar sus primeras palabras, de aplaudirle al verlo caminar como si se tratase de una gran proeza, de acompañarlo a dormir y convencerlo que el monstruo bajo su cama no es real. Era eso lo que le emocionaba, ver una combinación de las manías de ambos en una chico que pudieran llamar "hijo", ¿por qué Lawliet no podía entenderlo?

Giró el volante, una cuadra más y podría parquear el auto frente a su casa y salir de él lo más pronto posible, alejarse de ese ambiente tenso que se había formado. Necesitaba llegar, sabía que no había forma de hacerle entender a Light sus razones, él jamás había soñado con hijos, eso el castaño lo supo desde el principio, de hecho, Light tampoco había mencionado nada al respecto antes de la boda, todo éste asunto de bebés había surgido de un momento a otro, pero le exasperaba la repentina exigencia. Él no se consideraba paciente, menos con los menores, además, muy cierto era que no se encontraban en la mejor situación financiera, apenas y salían con los pagos como para estar pensando en ésas fórmulas especializadas para bebés que resultaban ser bastante costosas. Y como si eso fuese poco, luego tenía su situación con Kiyomi, situación que desde hace unas semanas había estado intentando detener pero que le resultaba difícil al ya tenerla enfrente; ya sentía lo suficientemente jodido los pensamientos manteniendo una amante como para meterse a noches de desvelo y llanto.

-_-_-


Tomó una cerveza que parecía estar olvidada en el fondo del refrigerador y se dejó caer con pesadez sobre el sofá mientras tomaba el control remoto. Al final el día no había resultado lo que quería, su principal objetivo era enmendar su error de la noche previa, realmente se había sentido un desgraciado al haber olvidado su cena, pero le sorprendía como un simple desacuerdo podía echarlo todo por la borda. ¿Cuando habían perdido la paciencia y capacidad de escuchar a su pareja?, ¿de comprender los diferentes puntos de vistas sin necesidad de entrar en conflicto?

 Una vez llegaron a casa no hubo ningún intercambio de palabras ni de miradas, Lawliet solo se echó sobre la cama a hojear un libro mientras de reojo lo veía de un lado a otro en la habitación, empacando unas cuentas cosas para el viaje. Y aunque en la mañana había dicho no querer dejarlo ir, durante el día eso había cambiado y no podía pensar en más que en su partida, para al menos respirar con un poco más de libertad ahora que ya se había ido.

Su dedo seguía presionando el mismo botón, haciendo zapping pero sin prestar atención realmente. No había habido un beso de despedida, una palabra de aliento o alguna sonrisa prometedora antes de verlo atravesar la puerta, la cual azotó al salir. Suspiró con cierta tristeza por enésima vez al llegarle un recuerdo de su juventud, de cuando a los dieciséis años ingresó a un nuevo colegio donde se volvió popular casi enseguida, era común que todos lo vieran o hablasen de él por su aspecto un tanto desaliñado, pero él notaba cierta mirada miel a lo lejos, siempre observándolo, siempre atento. Se le hacía tierno, no iba a mentir, tierno mas no atrayente, Light era un niño, al menos así lo veía por la diferencia de edad, sobretodo cuando a los dieciséis años ya te sientes todo un adulto. Ni siquiera supo en qué momento dos años habían pasado y aquel niño de mejillas regordetas y peinado con gelatina hacia un lado había cambiado, manteniendo ese aire de inocencia que siempre le había caracterizado pero con un rostro que ya asemejaba más al de un adolescente. Tampoco recordaba de donde había sacado la valentía para invitarlo a salir enfrente de medio colegio, provocando que las mejillas de Light se tornasen tan rojas como un tomate. Pero había valido la pena, ningún esfuerzo había sido en vano, o al menos así lo sintió cuando a los meses de estarlo cortejando, el castaño al fin le había dicho que sí, iniciando su relación con un suave beso detrás del colegio, temiendo ser descubiertos como si del peor escándalo se tratase, cuando el beso había resultado ser bastante escueto ahora que lo recordaba, sus labios apenas y se habían rozado mientras ambos temblaban. Pero que lo simple no le quitó lo especial al momento, saberse novio de Light Yagami era de las mejores sensaciones. Y así había sido por mucho tiempo, ahora extrañaba dicho sentimiento.

Y como si su lucha interna no fuese importante, alguien de pronto llamó a la puerta, haciéndole suspirar de nuevo mientras rodaba los ojos. Le dio otro sorbo a su cerveza y puso el televisor en silencio para fingir que no había nadie, que pereza ponerse de pie, además, estaba seguro que no era nadie que conocía, sus compañeros del trabajo desconocían su domicilio, Light no podía haberse regresado y si acaso había pasado algo, él siempre andaba llaves, los únicos que podrían llegar serían sus suegros, pero ambos sabían que Light no estaría, por lo que se le hacía poco probable. Debía ser vendedor ambulante o algo por el estilo, dejaría que se cansase, en algún momento debería irse.

—¿Elle?

El aludido se tensó sobre el sillón, viendo hacerse real uno de sus más grandes miedos que se había creado últimamente, desde que Kiyomi se había vuelto más amorosa, llamándole a sus encuentros "hacer el amor" y no "sexo". Su respiración se volvió errática en cuestión de segundos, era como si algún dios estuviese castigando su ateísmo al poner a su amante frente a la puerta de su casa, pero a la vez dándole una oportunidad de volverse creyente al ésta haber aparecido en un momento que Light no estuviese.

—¡Voy!— avisó, poniéndose de pie rápidamente.

Tomó la fotografía que yacía sobre la mesita de centro, donde Light y él salían abrazados el día de su boda. Era una suerte que no hubiesen cuadros adornando las paredes, así no tendría que quitar uno por uno, ocultó la fotografía bajo un cojín y se quitó el anillo de igual forma. Pero esta vez su plan era diferente, no estaba siendo justo con Light y tampoco con Kiyomi, ninguno de los dos se merecía eso, pero si debía ser sincero, a ella no la amaba, mientras que a Light, aún y con sus cosas, lo quería a su lado por lo que le restaba de vida. Por ello quería finalizar ese adicto juego en el que él solo se había adentrado, pero quería hacerlo de la manera correcta, al menos de la manera que él consideraba como idónea, hacerle creer o entender a Kiyomi que esa relación no daría para más y que lo ideal sería dejarlo por lo sano, que cada quien buscase a su camino, sabía que la dañaría, pero creía que sería menos doloroso a que la chica se enterase que ella nada más había sido la otra.

—¡Mi amor!– se lanzó efusiva casi colgándose de él, rodeándole los hombros mientras ocultaba su rostro en el firme pecho de su novio para impregnarse con su aroma.

—Pasa, por favor— trató que su voz se mantuviese serena, obviamente no estaba feliz de verla, sobretodo porque se había aparecido sin que él le diese la dirección. Se le estaba saliendo de las manos y debía detenerlo pronto. La única razón por la que intentó mantener la calma fue para no alertarla o podría negarse a ingresar a la casa, cosa que no era conveniente pues algún vecino podía ver.

—Tu casa es muy bonita— dijo por cortesía pero con toda honestidad.

Eran normales esas palabras al conocer la vivienda de alguien, pero obviamente la casa de Lawliet no tenía muchas cosas lindas, de hecho ya le hacía falta una buena pintura y cambiar algunos muebles, eso sin contar que el espacio es realmente reducido. Pero Kiyomi paseaba su vista completamente embelesada, como si estuviese admirando el templo de Artemisa y aunque el lugar no fuese una maravilla, la emoción que sentía era enorme por el solo hecho de estar ahí, en un lugar tan privado y cercano para su novio.

—Ven...

La seriedad en la voz del pelinegro la hizo temblar, dudando un poco si tomar la mano que Lawliet le ofrecía.

Necesitaba hablar con ella, pero no podía ofrecerle asiento en el sillón pues estúpidamente había ocultado el cuadro bajo un cojín, llevarla a la cocina tampoco se le hacía factible ya que, aunque se lo había prometido a Light, aún no sé hacía cargo del desorden de la mañana. Así que se dirigió a su habitación, sintiendo aquella delicada mano tornarse más helada una vez tomó la perilla.

—Kiyomi, necesitamos hablar— iba a ser directo, rápido, evitando que se pusiera demasiado cómoda, aunque parecía que no podía contar con ello. La vio sentarse en la orilla de la cama y cruzar la pierna, haciendo que su ceñida falda se enrollase, dejando a la vista un poco más de su turgente y tersa piel blanca.

—¿Hablaremos de nuestra relación?— se relamió los labios, estirando una mano para tomarlo del cinturón y jalarlo, quien se dejó hacer sin poner mucha resistencia mientras comenzaba a perderse en la buena vista del pronunciado escote que se encontraba unos centímetros abajo.

—Si... De e-so— tragó grueso, sintiéndose orgulloso al sacar las fuerzas y tomarle las manos para alejarlas de su pantalón, cuyo cinturón ya yacía en el suelo —Necesitamos terminar e-esto.

Las manos de la mujer dejaron de luchar traviesas para continuar desabotonando el pantalón, sintió su pecho comprimirse y elevó su rostro para encontrar los ojos de Lawliet, esperando que todo se tratase de una broma, pero la dureza en ése rostro le confirmó lo contrario, provocándole un incontrolable temblor.

—¿Pero... de q-que hablas?, ¡Yo te amo!— se puso de pie como un resorte, con su vista nublada al tener sus ojos anegados en lágrimas. Le tomó de la camisa, con todas las fuerzas que sus trémulas manos le permitían, queriendo encontrar alguna razón en aquellos orbes.

—Realmente lo siento...

No se atrevía a mirarla a los ojos, prefería agachar la vista, importándole poco si la chica decidía propinarle una merecida cachetada. Se estaba sintiendo peor que una escoria y se sintió morir al escucharla sollozar más alto. Si bien no la amaba, no era apático, además, le tenía aprecio, ella no era una mala mujer y no se merecía que dos buenas personas llorasen por él.

—Por favor, no llores— le enmarcó el rostro con ambas manos, haciéndola elevar la vista, limpiándole las lágrimas que corrían por sus mejillas con sus pulgares.

—¡Dame una razón!, ¡Dime el porqué!— los labios le temblaban, la voz le temblaba, el cuerpo entero temblaba creyendo que podía desmayarse en cualquier momento.

—Mereces a alguien mejor, yo no puedo corresponderte de la manera que esperas.

Sabía que sería difícil pero jamás creyó qué tanto, más cuando sentía un nudo formándose en su garganta al verla en ese estado. Ella siempre tan sensual y llamativa, luciendo tan deshecha por un hombre, con rastros negros en sus mejillas por el rímel que se había lavado con sus lágrimas, con sus pechos subiendo y bajando al ritmo de su llanto, con sus quejidos que escapaban de su boca, los cuales no podía retener.

—No te quiero como tú quisieras— finalizó, con la voz más dura que el nudo en su garganta le permitió, esperando que fuese suficiente.

—No es cierto...— Susurró, alzando el rostro, limpiándose las lágrimas con el dorso de las manos, manchando un poco más su piel pero intentando controlar su llanto. —Yo sé que con el tiempo llegarás a amarme— le rodeó con los brazos, casi colgándose de él, dejándolo inerte por un momento al no comprender tan repentino cambio

—Kiyomi... creo que no me entiendes...— la tomó de la cintura, intentando alejarla, pero ella se aferró con más fuerza a su cuello y logró unirse con sus labios, besándolo de manera desesperada —...Ta-Takada...— intentó ladear su rostro, pero la mano de ella incrustándole las uñas en las mejillas se lo impidió.

—Debes darle... tiempo al tiempo...— jadeó aún buscándole los labios desesperadamente, sosteniéndole el rostro con una mano mientras con la otra le buscaba la cremallera de su pantalón, queriendo aventurarse en su interior —Sé que me amarás— sus dedos rozaron el ya semi-erecto miembro sobre la ropa interior, sintiendo el cuerpo del azabache temblar cuando rozó la parte donde se había formado un círculo de humedad.

—...No entiendes...— sus ojos se habían cerrado, dejándose guiar por ella, quien dirigió sus pasos hasta que sintió sus pantorrillas chocando contra la base de la cama, para luego caer de espaldas sobre el colchón con Takada encima de él.

—Tú eres quién no entiende cuánto te amo.

Comenzó a deslizarse como serpiente sobre él, dejando sus manos aventurarse bajo la camisa para deleitarse con el pecho de a quién ella consideraba novio, sin dejar de prestarle atención a su cuello, donde le mordía levemente y le soplaba su cálido aliento haciéndolo temblar. Que más le hubiese gustado que ser invitada a ver una película mientras ambos comían palomitas acurrucados en el sofá, lo quería en serio, le amaba mejor dicho y estaba segura que él lograría amarla, con el tiempo, pero lo haría.

Las manos alrededor de la cintura de ella con intenciones de alejarla cada vez cedían más, dejándose llevar por el placer que esos carnosos labios le provocaban en su sensible piel, dando por hecho que de nuevo no había podido y pasando Light a segundo plano, a no recordarlo en estos momentos y concentrarse nada más en los espasmos que comenzaban a invadirle el cuerpo.


-_-_-


Las arcadas provenientes del sanitario hacían retroceder a cualquiera y, los que se atrevían a usar el urinario aún con el nauseabundo hedor junto con los grotescos sonidos, lo hacían de manera rápida, casi corriendo para poder partir. El único que parecía no moverse era cierto hombre de edad avanzada, con cabello bastante negro a pesar de la edad que sus arrugas ya delataban, con unos ojos luciendo graciosamente más grandes debido a ciertos lentes de botella. El caballero se mantenía de pie contra la puerta de la cual provenían dichos sonidos, de vez en vez veía su reloj de muñeca y la preocupación en su rostro era notable, el autobús partiría pronto y por como veía las cosas, uno de ellos no podría tomarlo.

—¿Como te sientes?— se hizo a un lado dándole espacio de salir, pero sabía que su pregunta había sido tonta, solo era de verlo para deducir la respuesta. Se veía pálido, el contorno de sus ojos enrojecidos, sus labios casi blancos y parecía estar sudando helado.

—Creo que son los nervios— su voz fue carrasposa, casi lastimando su garganta, aún sentía que le ardía por la fuerza y por la cantidad de vomito que había salido de su boca. Se dirigió con pasos lentos y torpes hacia los lavabos, siendo ayudado por su profesor quien le rodeó la cintura con un brazo para evitar que fuese a caer.

—No puedes ir así— suspiró, viéndole lavarse el rostro y enjuagarse la boca, seguramente para quitar el pastoso sabor.

Light se quedó callado, viendo el reflejo del catedrático por el espejo, quien parecía triste. Y no podía culparlo, sabia que sus compañeros también eran buenos y que alguno conseguiría la oportunidad, pero estaba consciente que ése hombre había puesto las esperanzas en él directamente y no se estaba sintiendo muy bien el defraudarlo.

—Estaré bien... puedo ir— sonrió, girando para poder quedar frente a frente, pero le vio negar con la cabeza.

—Lo ideal sería que fueses al hospital, o al menos que descanses. No dudo que seas capaz de soportar el trayecto, pero si dudo que mañana te encuentres en condiciones para ir con tus demás compañeros.

—Siento haberlo decepcionado...— agachó la mirada, altamente avergonzado, pero se sorprendió al sentir unas callosas manos tomarle el rostro, haciéndole alzarlo.

—No me has decepcionado y tampoco te pongas mal, ésta solo es la de muchas oportunidades que abrirás con todo el esfuerzo que siempre haces— le sonrío de la manera más amable y sincera que alguien de su edad podría hacerlo. Le dio dos suaves y rápidas palmaditas sobre su mejilla como solía hacerlo con su propio hijo —Llama a alguien para que venga por ti, ¿si?

Light sonrío ante la dulzura que mostraba aquel rostro, quizá era de sus maestros más estrictos y quizá muchos lo odiaban, pero no veían más allá, lo que realmente había bajo toda esa presión, alguien creyendo en ellos y deseando verlos brillar.

Mantuvo la sonrisa hasta que lo vio atravesar la puerta, sabía que oportunidades como esas abundarían, pero no podía evitar sentirse mal, quizá por el hecho de que este iba a ser su primer intento, estaba emocionado por saber lo que se sentiría el tratar con esas personas que ya tienen años de experiencia. Pero su catedrático tenía razón, debía descansar, la única razón por la que había dicho que podía ir era para no decepcionarlo, pero realmente solo deseaba estar en su cama para así tal vez calmar los mareos.

Comenzó a caminar, sosteniéndose con una mano de las paredes para no caerse mientras se abría camino en el largo pasillo de la universidad, mientras con su otra mano controlaba el celular, pasando su pulgar sobre la pantalla táctil, buscando un contacto en específico. Pero no pudo evitar bufar al escuchar la llamada siendo dirigida al buzón de voz, intentó más veces, sin detener sus pasos pero obteniendo el mismo resultado, ¿es que acaso no sabía que debía mantener su celular prendido ya que él podría llamarle en cualquier momento? Sabía que se habían enojado, que él se había ido sin ni siquiera darle un beso, pero eso no era razón suficiente para que le apagase el teléfono, ¿verdad? Parecía que para Lawliet si y no iba a armar un escándalo en estos momentos solo por eso, sobretodo porque su pésima salud no se lo hubiese permitido. Mejor comenzó a buscar en su billetera algún billete para tomar un taxi, en metro se tardaría mucho y no era conveniente cuando se sentía tan mal.


-_-_-


Abrió la puerta haciendo un poco de esfuerzo ya que ésta a veces se trababa y él no andaba con demasiadas fuerzas que digamos. Pero una vez pudo entrar, dejó su gabardina gris sobre el perchero y lanzó las llaves a la mesita de centro, percatándose rápidamente de la ausencia de cierto cuadro. Se acercó extrañado, viendo hacia todos lados sin entender la desaparición de la foto, hasta que vio cierto borde asomándose entre los cojines. ¿Es que acaso Lawliet se había enojado tanto como para no querer verlo ni en pintura?, era lo único que se le ocurría como viable mientras mantenía el cuadro entre sus manos, pero no tuvo tiempo de seguir maquinando más hipótesis, un sonido o mejor dicho, chirrido proveniente de su cuarto le llamó la atención. Dejó el cuadro en su lugar, sobre la mesita y se dirigió a pasos lentos a la puerta de su habitación, donde el chirrido provocado por la fricción entre el suelo y las patas de la cama se hacía más fuerte.

Tomó la perilla de la puerta y tuvo que apretarla mientras sus ojos se abrían de par en par al escuchar que a dicho chirrido le siguió un gemido. No, no un gemido, más bien una serie de gemidos que iban en ascendencia. Se llevó una mano a la boca sin soltar la perilla con la otra, sintió su estómago hacerse nudo y su corazón contraerse. No podía ser cierto.... no podía... Lawliet jamás.... abrió la puerta raudamente y entonces ahí sí, su mundo se vino abajo. Lo vio moverse en un frenético vaivén entre las piernas de una mujer cuyos pechos se movían obscenamente al ritmo de cada violenta estocada. Y nadie notó su presencia hasta que el llanto ya no pudo ser retenido en su garganta y sus rodillas chocaron estridentes contra el suelo.

Lawliet fue el primero en reaccionar, cuyos ojos se hicieron más grandes, si es que era posible. Su miembro se volvió flácido en cuestión de segundos y no le importó no quitarse el colgante preservativo, solo atinó a subirse el pantalón que se había bajado hasta mitad de piernas, dejando solamente su torso al descubierto, pero no preocupándose por buscar su camisa que debía estar tirada en alguna parte, sus ojos solo pudieron centrarse en Light, quien yacía hincado llorando entre espasmos.

—Light... puedo explicarlo — susurró Lawliet quebrantado a la vez que se ponía en pie como un resorte.

kiyomi entendió lo que sucedía, ella era solo la amante, una cualquiera, con la que te quitas la calentura pero a quien no llegas a amar nunca. Sin embargo ella se había enamorado, y dolía, dolía demasiado, pero la rabia que la invadió en ese momento fue la que no le permitió derrumbarse en llanto. Se abotonó rápidamente la camisa y se acomodó la falda, conteniéndose las lágrimas que todo esto le causaba; ella destruyendo la relación y felicidad de alguien más por aferrarse a la suya propia, felicidad que dependía de un imbécil que solo la había tratado como un cualquiera.

Lawliet estaba tan absorto viendo a Light  sin saber qué hacer, que no supo ni cuándo ni de dónde vino la bien merecía cachetada que Kiyomi le había soltado.

—¡Eres una mierda!— espetó entre dientes, apretando los puños para contenerse y no propinarle otra igual o con más fuerza si se podía. Tomó su cartera y se dio la vuelta rápidamente, no atreviéndose a ver al castaño que aún se mantenía en el suelo pero que había alzado el rostro para verla, de seguro queriendo grabarse su rostro, queriendo recordar cómo eran las facciones de una zorra.

—Light....— la suave voz de Lawliet le hizo regresar la vista, dejando atrás a la chica que apresurada y desesperadamente buscaba la salida de esa casa. Se puso de pie de manera rauda al verlo dar un paso, sin intenciones de detenerse, pero él no deseaba ni verlo.

—No te acerques...— los labios le temblaban, intentando apoyarse contra la pared para poder mantener el equilibrio. Podía sentir que el corazón le martillaba con fuerza dentro del pecho, pero los malditos mareos no parecían querer cesar, es más, se habían intensificado, lo que le impedía moverse con la libertad que deseaba.

—Déjame explicarte..— la garganta comenzaba a cerrársele, amenazando con obstruirle la respiración en cualquier momento, aunque no creía que eso fuese tan malo, en estos instantes ya podía sentirse morir al ver cómo Light le huía arrastrándose por la pared.

—¿¡Explicarme qué!?, ¿¡Lo que se siente haberla cogida en NUESTRA cama!?— la cabeza le explotaría en cualquier momento, de eso estaba seguro. Rápidamente paseo su vista nublada por toda la habitación, lo único que deseaba era salir de esa casa y no regresar, una maleta ya la tenía hecha y la había dejado en la sala cuando regresó de la universidad, pero necesitaba la otra para terminar de meter al menos lo que le faltaba de ropa y libros. Era lo único que su mente pensaba, en la manera de salir de ahí sin estar seguro de dónde ir; la cama le daba asco, el hedor a sudor que se había encerrado en la habitación le daba asco, ¡Su esposo le daba asco!

—¡Ella no significa nada para mí!— le tomó de los hombros una vez el castaño había quedado sin más espacio donde huir en una esquina. Debido a la cercanía, Light pudo verlo como jamás lo había visto, con sus pálidas mejillas empapadas mientras sus orbes estaban completamente anegados en lágrimas, luciéndo la punta de su nariz roja y unos labios temblorosos.

—No... n-no me importa... si ella s-significa algo o no... yo me voy— se revolvió con todas las fuerzas que pudo, soltándose sin mucho problema, no porque de repente hubiese desarrollado un poder sobrenatural, más bien porque Lawliet, por su parte, también se sentía tan entumecido que hasta sostenerle la mirada se le estaba haciendo difícil.

Tomó la maleta y comenzó a lanzar todo rápidamente, sin preocuparse de hacerlo de manera ordenada. Lawliet le seguía de cerca, intentando tomarle la mano a cada momento, un contacto que el castaño rechazaba sin ni siquiera dirigirle una mirada.

—Light, no p-puedes irte...— lo abrazó por detrás, aferrándose a su cintura mientras dejaba escapar todo su miedo, su cuerpo temblando y sus ojos drenándose.

—¡¡Suéltame!!— le tomó ambos brazos, sin importarle arañarlo un poco para que lo soltase. Podía soportarle las excusas que quisiese inventar, pero no que lo tocara, no cuando esas mismas manos eran las que habían recorrido el cuerpo de ésa mujer.

—¡Déjame explicarte!— lo siguió una vez más, tomándole del hombro para hacerlo girar y poder sostenerlo con ambas manos —No m-me dejes... sé que me e-equivoqué pero...

—¡¡No quiero!! ¡¡No quiero escucharte!!— se revolvió una vez más, dejando caer sus puños sobre el pecho del azabache en su intento de que lo soltase y a la vez de sacar esa furia combinada con tristeza que le estaba rasgando el pecho. Lawliet no detuvo ninguno de los golpes, los recibió todos, algunos más fuertes que otros, pero no era ése dolor físico el que parecia destrozarlo, más bien era el sentir como todo se le escapaba de las manos, junto a unos ojos miel que estaban aguanoso, ocultando un profundo dolor y decepción.

—¡Te amo!— su cuerpo tembló, todo esto parecía tan irreal, esto no debería estarle pasando a él, no fue así como imaginó que su matrimonio terminaría, de hecho, jamás creyó verlo llegar a su fin. No, pero no debía serlo, lo amaba y sabía que Light también le amaba, podrían superarlo, podrían superarlo como cualquier otro obstáculo, como cualquier pareja, como.... El impacto de la palma de Light sobre su mejilla le hizo ladear el rostro y llevar una mano a ella por el escozor que ésta le había causado.

—¡Pues yo no te amo!, ¡Te odio...!— susurró, odiándose al instante por no haber sido capaz de decirlo como realmente quería, temblando al ver cómo su mundo se había destruido bajo sus pies.

Dio un paso hacia atrás, alejándose lento pero sin dejar de verle, notando como sus hombros también temblaban frenéticamente y sus lágrimas seguían cayendo, pero se le hacía tan falso, le daba rabia el solo verlo así. Lo vio abrir los labios, con intenciones de inventar alguna excusa para detenerlo, pero él no quería escucharle, cada palabra que salían de esos pálidos labios le sabían a mentira, le herían, le molestaban. Por ello sus ojos se agudizaron y sus puños se cerraron con fuerzas... estaba seguro de lo que sabía y de lo que quería, quería no verlo y lo que sentía...

—¡¡Te odio, Elle Lawliet!! ¡¡Te odio!!— gritó, sintiendo los espasmos apoderarse de su cuerpo, mientras Lawliet sentía la vida escapar del suyo.

 

Notas finales:

gracias por sus reviews :). Cuando termine de modificar el capítulo los contestare :*. Besos, bebés.

 

Pd. Creo que ya he quitado todos los "r32;" ... espero que si D:


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