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Segundas oportunidades por BlueMoon

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Notas del fanfic:

¡Hola!~~.

Sí sé que tengo otros fics por acabar (prometo que lo haré), pero este no dejaba de rondarme por la cabezay al final ha salido casi solo.

Solo espero que os guste ^^.  

Notas del capitulo:

Antes de que empezéis la lectura...

Disclaimer: Esta mañana me desperté y no vivía en Inglaterra ni era rica así que no, no soy Rowling (por desgracia). No gano dinero ni ningún otro beneficio por esto, solo el de entretener a los demás.

Aviso: En esta historia hay M-preg, si no te sientes a gusto con el tema da al botón de atrás, por favor, seguro que hay otras historias que te puedan gustar más.

Ahora sí, espero de todo corazón que le déis una oportunidad y os guste^^.

Capítulo 1: Sacrifice


 


I will sacrifice all I have in life to clear my conscience —Sacrifice. T.A.T.U


 (*) (*)


Harry siempre supo en su interior que la batalla contra Lord Voldemort no era más que una pérdida de tiempo y no porque él no quisiera derrotar al mago oscuro, de hecho lo deseaba con todas sus fuerzas, pero veía su realidad y se daba cuenta que  no estaba lo suficientemente preparado aún para vencerlo. Le pesara a quien le pesara.


 


Y eso se estaba descubriendo ahora en el campo de batalla. Con él sin varita, en el suelo jadeando por aire, después de haber recibido una dosis de Cruciatus, mientras el otro mago sonreía con burla y verdadera diversión. 


 


—Muere, Harry —le escupió el Lord con verdadero asco—. Siempre supe que no eras un rival digno de mí. Ya lo ves, hoy, hoy por fin te ganaré, acabaré contigo, te destruiré. La victoria será mía al fin. Despídete de todo y de todos, Potter, este es el día de tu fin, el día en el que yo, el gran Lord Voldemort, tomará el control de absolutamente todo, el día en el que todos quedaran sometidos, el fin de todos los muggles habidos y por haber. —Una estruendosa risa se escapó de los labios del mago tenebroso—. Pero antes he de matarte. Salúdame a tus papis al otro lado, Harry. ¡Avada Kedavra!


 


Suspirando, cerró los ojos. Se sentía demasiado cansado para luchar. Después de cinco horas de una lucha sin tregua, de esquivar hechizos y maldiciones, no solo de Voldemort si no de sus seguidores también, se podría decir que estaba agotado, tanto física como anímica como mágicamente. Estaba cansado de esta situación y lo único que quería es que la bendita inconsciencia se apoderada de él. Lo sentía por todos, pero creía que sería mejor así.


 


Se sentía un inútil, no, era un inútil que no había podido matar al hombre que mató a sus padres y de esa forma vengarlos. Al final había fracasado. Había fallado a todos. Dumbledore se había equivocado al confiar en él. No era más que un cobarde que había tenido demasiada suerte en las veces anteriores en las que se habían enfrentado... Con su muerte, el Lord finalmente ganaría y el mundo mágico quedaría bajo su yugo... Pero, ¿por qué no sentía nada? No sentía la maldición en su cuerpo, ¿así se sentía morir? ¿Cómo si no hubiera pasado nada? No, no podía ser, si hubiera muerto, lo sabría, ¿verdad? Pero, entonces si aún estaba vivo, ¿qué había sucedido? No podía ser posible que hubiera sobrevivido a la maldición, otra vez, porque ni tan siquiera la había percibido...


 


¿Entonces?


 


Abrió los ojos, asustado, esperando encontrarse cualquier cosa, cualquier cosa menos eso. Mortífagos y Aurores habían parado de luchar de la impresión de ver, ahí en el suelo, a tan solo unos metros de él, a la persona que nadie esperaba ver. Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin, el hurón saltador, el que le había hecho la vida imposible por haber rechazado su mano, quien se había convertido en su pesadilla en el colegio, el hijo de la mano del Lord, el Mortífago más joven que había existido, y uno de los mejores espías de la olvidada Orden del Fénix, yacía muerto por la maldición asesina que había dirigido hacia el enemigo de su señor. Iba vestido con la túnica negra que representaba a los Mortífagos pero sin su máscara.


 


Voldemort río con ganas: —Oh, Harry, mira que es lo que tenemos aquí. Un sucio traidor. Un Sangre Pura que, rechazando sus ideales, se enamoró de un Gryffindor. ¿Puedes creerlo, Harry? Draco Malfoy se enamoró como un estúpido de ti. ¿Nunca te preguntaste por qué hacía tanto para llamar tu atención? ¿Por qué se esforzaba en molestarte? Solo para tener tu atención. Patético. Y se pensaba que yo no sabía nada. Iluso. Yo lo sé siempre todo, Harry recuérdalo. Y puedo decirte que esta escoria está mejor así, ¿no lo crees tú también? —Escupió a los pies del rubio menor—. Eso ya no servía para nada.


 


—Cállate —le rugió el menor sintiendo una inexplicable ira creciendo en su interior—. Calla. Tú no sabes nada de lo que es el amor. No entiendes nada. Acabaré contigo. ¡Avada Keda...!


 


— ¡Protego Horribilis! (*) No pensarás que solo sé usar magia negra, ¿no? —Se volvió a reír—, Dices que no sé qué es el amor, pero tampoco creo que tu querido Draco lo supiera, ¿verdad? ¿Unas últimas palabras, Harry? No te preocupes en unos segundos te reunirás con tu querido Draco. Aunque antes haré que pagues por habérmelo quitado, porque él era mío, él estaba destinado a mí y me lo arrebataste, como tantas otras cosas. ¡Crucio!


 


¡No!


 


Una figura encapuchada salió de la oscuridad y se interpuso entre Potter y el hechizo.


 


—Vaya, vaya. Eso podría esperarlo del joven Draco, pero jamás de ti, mi querido Lucius. ¿No me digas que aún después de tantos años...? —El Lord parecía bastante divertido por esa escena y ni siquiera acabó la pregunta. No le hizo falta. El hechizo había hecho que las barreras del Malfoy mayor se debilitaran y poder ver lo que realmente pasaba por su mente.


 


Y haber encontrado precisamente esa escena le enfadó y sorprendió grandemente, aunque no lo dejó ver, solo aumentó la intensidad del hechizo, buscando hacer daño de verdad, y es que no se esperaba que uno de sus más fieles mortífagos, quitando a la loca de Bella, claro, podría haberle traicionado y encamado con ese sucio mestizo aun después de tantos años.


 


El rubio se retorcía por la maldición, bajo la atenta mirada de un Harry Potter más que sorprendido.


 


— ¿A qué esperas, Potter? —Consiguió decir entre jadeos girándose a ver al chiquillo. Era un milagro que pudiera hablar bajo esa horrible tortura—. No dejes que el sacrificio de mi hijo haya sido en vano. Draco te quiso, Potter, siempre. Hasta el último momento, ¿dejarás que su muerte quede sin castigo?


 


Esas palabras hicieron que el de la cicatriz en la frente pudiera reaccionar. Con un gesto decidido se levantó y con un hechizo no verbal tuvo de nuevo la varita entre sus manos. El Mortífago que la sostenía ni cuenta se dio que la varita empezaba a escapar de su ropa hasta que ya fue demasiado tarde. En cuanto Harry la tuvo entre sus manos empezó a andar hacia los dos hombres (Lucius y Voldemort)  y con un  finite acabó con el crucio de Lucius y se dirigió a Voldemort que lo miró como quien mira a una mísera cucaracha.


 


—Veo que te estás quedando solo, Tom, al parecer tus dos mortífagos más fieles, además de Severus, te engañaron y ahora estás solo, tan solo como siempre lo has estado. Pero no te preocupes, esto acabará pronto. Adiós Tom, te aseguro que no fue un placer. —Y reuniendo toda su fuerza, toda su rabia, recordando a aquellos que habían muerto y todo lo que había sufrido por la mano de ese ser repulsivo gritó—: ¡Avada Kedavra!


 


El rayo verde impactó en el cuerpo del Mago Oscuro más poderos de todos los tiempos que inerte cayó en el suelo. Nadie, ni tan siquiera un Mortífago había sido capaz de ponerse frente al rayo verde que se dirigió a su Señor.


 


En un instante la pesadilla acabó. Por un momento, todo quedó en silencio. Fueron tan solo dos o tres segundos pues de seguida todos los del bando vencedor prorrumpieron con gritos. Gritos de alegría y de júbilo empezaron a escucharse por el castillo, pero Harry no prestaba atención a nada de eso. Estaba de rodillas en el suelo y parecía totalmente ausente a lo que sucedía a su alrededor, solo con su mirada fija en el cuerpo que descansaba a sus pies, en Draco Malfoy. Sus amigos se le intentaron acercar, con los ojos brillantes y cansados y, pese a todo, con sendas sonrisas en la cara, pero él con un simple movimiento de mano, los alejó.


 


No, él no se sentía preparado para celebrar nada. Y no entendía cómo la gente podía hacerlo sin pensar en el dolor, sin pensar en todas las muertes que esa guerra tan injusta se llevó. No solo del bando de la luz, sino también de los seguidores del que no debe ser nombrado. Nadie se merecía morir, nadie.


 


Y mucho menos, alguien como Draco Malfoy, quien aún tenía toda la vida por delante y se había sacrificado para que él pudiera vencer.


 


Sinceramente, aún le parecía imposible que el Slytherin hubiera podido salvarlo de la muerte segura y las palabras de Voldemort se repetían incesantes en su mente. No, no podía ser que el rubio le amara, por qué, ¿cómo era posible que alguien que hacía de su vida algo miserable y que disfrutaba con ello, pudiera amarle? ¿Qué forma tan… retorcida tenía alguien de amar? Y si realmente le amaba, ¿por qué actuó de esa forma hasta el final? Como si le diera asco… Como si no soportara estar en su presencia… ¿Acaso fue todo una actuación?


 


Solo el aullido desgarrador de alguien totalmente inesperado, lo sacó de sus pensamientos. Remus Lupin, aún en su estado de lobo, había llegado hasta donde estaba Draco. Él había estado defendiendo la parte interna del castillo y no había podido ver como su hijo, su cachorro, caía a causa de la maldición asesina que iba dirigida al ahora Niño-Que-Venció. Inmediatamente, un estruendoso plop se escuchó y donde antes había estado un gran lobo castaño ahora estaba el que antiguamente había sido su profesor preferido de Defensa Contra las Artes Oscuras, acunando protectoramente el cuerpo del rubio y llorando abiertamente.


 


—Remus... —El escuchar a su pareja era lo único que había logrado sacar del shock a Lucius y ahora se acercaba cautelosamente a su pareja, aunque estuviera siendo ignorado, pues su lobo estaba  demasiado pendiente de su pequeño—. Remus, no puedes hacer nada por él...


 


— ¡Cállate! —le gritó—, ¡cállate Lucius! Draco no puede estar muerto, no...


 


—Fue la maldición asesina la que lo hizo. —El padre de Draco dijo entre dientes—, una que iba dirigida a Potter. —Miró brevemente al moreno quien solo le asintió con la cabeza—, Draco hizo lo que creyó más conveniente en ese momento, Rem...


 


Al oír el nombre del ahijado de Sirius, Remus por primera vez, y de forma renuente dirigió su mirada al de ojos verdes comprobando que ahí estaba vivo.


 


—Harry, ¡gracias a Dios que estás bien! —Una parte de su corazón se alivió al saber que el muchacho al que quería como un hijo se encontraba bien, con alguna magulladura y algún que otro golpe, pero dentro de lo que cabe bien.


 


—Remus, yo... —No sabía qué hacer o qué decir. ¡Diablos! Era una situación demasiado delicada y a él le estaba sobrepasando. Estaba seguro que nunca nadie en la Orden se habría imaginado que Lucius y Remus fueran pareja y menos que el rubio menor fuera hijo de los dos—. Lo siento, lo siento de verdad —balbuceó como pudo—, creo que nadie se esperaba que se interpusiera a la maldición asesina que iba dirigida precisamente a mí.


 


Lucius llegó hasta donde estaba su pareja y la estrechó entre los brazos. Remus al oír las palabras del hijo de sus mejores amigos, supo que no podía culpar la muerte de su hijo a Harry, sino que solo la maldita guerra tenía la culpa.


 


Miró con infinito cariño a su hijo y luego lo soltó, depositándolo con inmenso cariño y ternura en el suelo cerrándole los ojos en ese lapso de tiempo. Suspiró intentando calmarse y calmar a su lobo interno. Sí, habían ganado la guerra, pero, ¿a qué precio? Si su vida nunca sería igual. ¡Qué injusto! Justo cuando se había vuelto a reencontrar con su pareja y su hijo la vida le arrancaba de las manos a aquél ser que amaría para siempre.


 


Pero, ¿cuándo son justas las cosas?


 


 Apartó lentamente la mirada de su pequeño y la centró en Harry, su otro cachorro, o él al menos lo sentía así, quien se veía un poco perdido. Suponía que era por todo el estrés al que había sido sometido en las últimas horas, como todos.


 


Iba a hablar a decir algo, sin embargo la llegada de Ron y Hermione, quienes finalmente habían conseguido llegar hasta ellos hizo que se callara de golpe.


 


— ¡Harry! ¡Hemos vencido! ¡Has vencido! ¡No me lo puedo creer aún! —decía una exultante Hermione.


 


—Sí, hermano —añadió Ron con una sonrisa de oreja a oreja a pesar de tener unas cuantas heridas que parecían doler en la cara—. Estoy seguro que ya lo sabe todo el mundo y que en Gryffindor nos está esperando una fiesta con todo tipo de comida y alcohol.


 


Harry miró a sus dos amigos quienes le señalaban para que fuera con ellos, pero simplemente no podía. No cuando centenares de familia estaban padeciendo las consecuencias de este horror, no cuando Remus, y sin que sus amigos se hubieran dado cuenta se rompía del dolor, en los brazos de su esposo, culpándose por no haber hecho nada, por no haber estado ahí con su pequeño como su lobo lo exigía. No, no se sentía con ganas de nada. Y menos cuando el cuerpo de Malfoy estaba ahí enfrente de ellos como si pudiera estar dormido simplemente.


 


Hasta ahora no se había dado cuenta, pero con la muerte del rubio, una parte de él se había ido con Draco al otro lado. Algo muy dentro en su pecho había muerto para siempre.


 


 —Lo siento, pero no quiero ni fiestas ni nada. Solo quiero descansar.


 


—Pero hermano…


 


—En serio, Ron, solo quiero ir a dormir y que se acabe este día de pesadilla que he tenido. Celebrad vosotros si queréis. —Con gesto cansado se levantó.


 


Para Remus, Harry no parecía alguien que acabara de ganar la guerra, más bien parecía alguien que estaba… agotado en toda la extensión de la palabra. Como si, pese a haber acabado con su enemigo, continuara bajo la misma presión a la que se había visto sometido hasta hace unas horas.


 


—Harry deberías ira la enfermería —intervino antes de que el pelirrojo pudiera objetar algo más, a lo que Harry le agradeció con una sonrisa cansada.


 


Hermione y Ron se volvieron a mirar a su ex profesor, para recriminarle lo que le había dicho a Harry cuando se dieron cuenta que Lucius Malfoy, abrazando a su querido licántropo, estaba ahí también al igual que el cuerpo del hurón que les había hecho la vida a cuadritos.


 


No dijeron nada, pero en su cara estaba reflejada la incredulidad y el disgusto de lo que estaban presenciando. En la de Ron se podía ver además una sonrisa cruel, destinada a Draco lo que le hizo hervir la sangre a Harry.


 


—Creo que deberíamos ir todos a la enfermería a revisarnos —dijo acercándose al rubio menor y con cuidado, casi con mimo, levantó el cuerpo ya sin vida de Draco—, yo mismo lo llevaré —anunció para sorpresa de todos.


 


Y sin más, se echó a andar hacia el castillo, dándole la espalda al campo de batalla, dejando el lugar en el que la pesadilla había, por fin acabado, y que podría ser feliz después de toda una vida siendo perseguido por un loco psicópata, o eso esperaba.


 

Notas finales:

Y bueno, ¿qué os pareció? ¿Le daréis una oportunidad? ¿Habrá algún review? 

El segundo capítulo no tardaré en subirlo, puesto que ya está bastante adelantado.

En cursiva, debajo de los títulos aparecerán frases, algunas de canciones otras de autores y demás, creo que le quedan bien a los capis^^

Espero veros en los comments.

Saludos~~.

P.D: El capítulo de "Lo más importante" estará pronto :D


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