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La Muerte le Tienta por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

Aunque no considero que haya algo fuerte en la historia, debo de decirles que este epílogo ha sido muy influenciado por los libros del Marqués del Sade. 

Espero les guste ^w^ 

Taemin se encontraba sentado en el alfeizar de la venta de aquella habitación donde solía dormir con Minho. Le gustaba el lugar donde aquella casa estaba construida, lejana a la ciudad ruidosa. Esa casa era enorme, muy diferente a su pequeño departamento, sin embargo también era cálida, no como aquel solitario lugar. Le gustaba estar rodeado de plantas, que creían ávidas de aquel sol que en este momento le daba por completo en la cara. Sonrió, observando el viento mover las plantas que se encontraban al ras del suelo, varios metros abajo. Las envidió, eran tan graciosas, sutiles, con bellos movimientos suaves. Él seguía sin entender muy bien qué era lo que Minho encontraba tan bello y fascinante dentro de él. Suspiró, debería de estar dormido, descansando su cuerpo en este terrible periodo de adaptación, pero...No podía descansar, no quería hacerlo.

 

-¿Tomando un baño de sol?- La voz de Minho hizo que Taemin diera un pequeño brinco en su lugar. -Me temo, cariño, que ya no podrás tomarlos tan seguido.- Rio, acercándose y tomándole, cargándole lejos de aquella ventana.

 

-¿Cuánto tiempo?- Preguntó, dejando que sus ojos, conectados a los de Minho, terminaran de decir aquella pregunta.

 

-En cada uno es diferente, amor.- Explicó. -Pero, usualmente es entre dos y cuatro horas.- Le miró atento. Seguía procesando el cambio de negro a rojo en los ojos del chico. -No te gustará saber cuánto es tu límite. Te saldrán ampollas gigantes y dolorosas, debido a las quemaduras.

 

-Me gusta el dolor...- Jadeó, acomodando su cabeza sobre el hombro de Minho. 

 

-Lo sé. Pero no te gustará estar en cama por varias semanas hasta sanar.- Le sentó sobre el escritorio que tenía en la habitación. -No has durado ni dos horas seguidas en la cama.- Le tocó la nariz en un suave gesto. No quería ni imaginar a Taemin parado bajo el sol hasta quemarse, porque sabía que el chico era capaz de hacerlo por curiosidad. Apenas le había logrado tener a su lado, como para perderle debido a la inherente curiosidad del chico. -Dime, Taemin, ¿te arrepientes de haberme dejado?- Le miró serio. Tal vez, si le hubiese mantenido como humano, su existencia correría menos peligro que en la misma eternidad.

 

-No...- Le miró, sin hacer gesto alguno. Seguía sostenido del cuello del mayor, obligándole a estar físicamente cerca.

 

No tenían que hablar, su intercambio de miradas era más que suficiente para comunicarse. Minho rogaba porque este lapso de nacimiento del nuevo vampiro no fuera a ser más dañino que su propia presencia frente a Taemin. Por otro lado, el joven miraba con una extraña melancolía su alrededor. Para Taemin, Minho era tan libre, moviéndose por todo lugar, mientras él estaba obligado a estar en cama, hasta que sus ansias de vaciar a cualquier criatura que esté enfrente desaparecieran. Sólo quería esa libertad, sentirse capaz de poder seguir a Minho a donde sea y darle eso que al mayor tanto le había gustado de él.

 

-¿Vas a salir?- Jadeó, observando la ropa que su pareja llevaba puesta. No le agradaba la idea, no por envidia, o celos; pero si Minho se había puesto sobreprotector al hallarle en la ventana, Taemin tenía más de qué mortificarse. El sol de afuera indicaba que aún faltaba rato para el anochecer, y era obvio que Minho saldría a cazar. No quería perder a quien le había dado tan alegre muerte, y una compañía eterna.

 

-Tengo sed, y dentro de poco tú empezarás a volverte loco de sed también.- Asintió, haciendo una corta mueca. Aunque hubiesen pasado siglos desde que pasó por esa etapa tan terrible, recordaba lo mal que se puso debido a que no podía controlar sus ganas de beber hasta matar. En su caso había estado solo, así que no quería apartarse de Taemin más que lo necesario. –Volveré más al rato.

 

-Está bien…- Jadeó, soltándole. Seguía teniendo tantos sentimientos encontrados hacia Minho. Le quería, y de eso no tenía ni una pizca de duda, pero seguía creyendo que él era un tonto e idiota vampiro. Además, Minho sabía ocultar sus pensamientos, así que no importara cuanto le mirara directamente, nunca terminaba de saber qué era lo que le ocultaba en el fondo.

 

-Hey…- Minho le tomó por el mentó, pero no evitó que el chico quitara la mirada. Lo sabía, Taemin se había enfadado. Y sabía que había muchos motivos para que lo estuviera, así que decidió no terminar de fastidiarle. –Deberías de volver a la cama. Duerme un rato.

 

-Sí…Tal vez lo haga.- Frunció los labios, bajándose del escritorio y dirigiéndose a la cama, en donde se escondió debajo de las sábanas.

 

-Tae...- Minho se acercó al bulto en la cama. -Tae...

 

-Adiós Minho.- Se quejó, arrellanándose más debajo de todo. No quería estar solo, pero tampoco deseaba seguir mirando al mayor.

 

-Yo...volveré al rato, amor.- Exhaló, dando ligeras palmadas en el trasero del chico. Se puso en pie, deseando que este periodo detestable terminara ya, porque si seguían así Taemin le odiaría por completo. Y lo único que Minho deseaba era la adoración de aquel muchacho.

 

Taemin se giró, observando entre las sábanas como Minho desapareció rápidamente, dejándole solo en la habitación. Bufó, molesto. Podría gritar y hacerle volver, pero eso sólo retrasaría las cosas, no las evitaría. Volvió a girar, sintiendo las sábanas rozar su piel. El tiempo, entonces se detuvo. Quería arañarse, como antes, sentir que de ese modo se escapaba su desesperación. Antes de darse cuenta, se había lastimado por todos lados, debido al constante rasguño en sus brazos y piernas. Minho había tenido razón, estaba empezando a tener sed, su garganta se sentía seca, tan seca. Iba a morir, se estaba sofocando.

 

¿Dónde estaba ese gato? Tal vez su presencia le ayudaría a pasar ese rato de desesperación más tranquilo. O...o....se jaló la ropa, alcanzando a ver que ya no había sol a fuera. Se levantó de la cama, corriendo a la ventana. ¿Por qué no podía abrirla? Maldito Minho, la había cerrado. Tenía que abrirla, necesitaba abrirla. Empezó a rasguñar el vidrio, sintiendo que si no salía de ahí, su cuerpo empezaría a arder en llamas. Necesitaba beber, quería beber. ¿Dónde estaba ese maldito gato cuando se le necesita? Jadeó, empezando a rasguñar su propia garganta por el sofoco. Iba a morir si no bebía pronto, lo sabía. ¡Por supuesto! Minho le había dejado solo a propósito. Ese idiota. Jadeó, doblegándose por el dolor. Sentía que algo le carcomía por dentro, que le ardía, como ácido. ¡Gato! ¡Dónde rayos se encontraba Gato!

 

Corrió a la puerta, dispuesto a poner la casa de cabeza con tal de encontrar a cualquier pequeño animalito del cual beber. Lamentablemente la casa estaba tan alejada de todo, que entendía que no habría nada vivo cerca, si no encontraba algo en esa casa. Pero unas manos alrededor de su torso le detuvieron de hacer un desastre. Se giró, buscando con impaciencia eso que Minho le había prometido. Minho siempre tan pulcro le miraba con una serenidad que le volvía loco. Le besó desesperadamente, en busca de ese sabor que le calmaría.

 

-Minho...Minho....Minho.- Jadeó con desesperación. Bajó su rostro, oliendo el cuello de Minho, su pecho. -Hueles bien, muy bien...- Gimió. -Tengo mucha sed, mucha, mucha. Por favor, Minho.- Rogó, lloriqueando.

 

Minho le soltó, observando con un poco de resignación al chico. El bonito color rojo cereza de los ojos de Taemin había desaparecido en un rojo oscuro y muy brillante. Estaba volviéndose loco de sed, era obvio. Sería mejor no torturarle y darle de beber rápidamente. Cuando se es recién convertido, es muy difícil resistir a los impulsos. Y Taemin podría ceder fácilmente a la desesperación. Minho había notado los rasguños en la venta, también había unos cuantos en la pared, y cómo no notar los que había en el cuerpo de Taemin. Por eso le daba de beber de este modo, para enseñarle un poco de paciencia, antes de que saliera a cazar y los pusiera en evidencia ante el terrible mundo humano.

 

Se sacó la camisa, sabiendo del desastre en el que terminaría estando la habitación cuando Taemin dejara de beber. Alzó su brazo, dejando que Taemin le mordiera en el antebrazo con fuerza. Sentía la fuerza, la desesperación, como Taemin se había estado revolcando de dolor por tener que esperar. Sintió entonces que Taemin debía de haberse sentido realmente solo antes, como para aceptar estar de este modo ahora.

 

Taemin bebió, primero planeando dejarle seco, hacerle sufrir lo que había sufrido. Pero, conforme bebía, y su sed se saciaba, su mente también se esclarecía. Quería a Minho, quería estar a su lado. Necesitaba estar a su lado y rogarle que no le abandonara nunca. La sangre ahora dentro de su cuerpo catalizó los sentimientos que tenía por Minho. Le soltó, dejando que el brazo de Minho sangrara el suelo. Ahora estaba concentrado en la boca del mayor, tenía tantas ganas de besarle. Le tomó del rostro, besándole.

 

Minho se sorprendió, no esperaba eso. Fácilmente llegó a creer que Taemin le reprocharía el haberle dejado solo, pero al parecer los sentimientos que le había hecho tener eran más fuertes que su enfado. Era mala idea dejar que Taemin continuara con su exhibición de sentimientos, sobretodo porque su brazo aún sangraba debido a la saliva de Taemin. Pero no le importó. Deseaba la eterna adoración de Taemin, y esta era su demostración. Tenía la adoración del chico, su esfuerzo había valido la pena. Le tomó por la cintura, manchando la ropa de Taemin con aquella sangre fresca, ahondando aquel delicioso beso que le volvía más loco que tener que abstenerse de beber sangre.

 

-Minho, te deseo.- Taemin susurró, con sus ojos color cereza haciendo una sencilla hipnosis sobre Minho. Le quería, le quería para él solo. No tenía que compartirlo con nadie, y no lo haría jamás. Dejó que Minho le tomara por la cintura, llevándola de regreso a la cama. Quedó atrapado bajo el mayor, disfrutando de esos besos.

 

Minho le sacó la ropa, encontrándose con la desnudes de Taemin. Le gustaba tenerlo así, a su merced, siendo controlado por los efectos de haber bebido sangre hacía poco. Le besó, con gula, disfrutando plenamente de cómo Taemin empezaba a sacarle la ropa con mucha impaciencia. El menor no tardó en hacer que Minho quedara debajo, sonriendo victoriosamente. Era la primera vez en que lograba distraer a Minho lo suficiente como para tenerle debajo. Quería morderle, rasguñarle, como Minho había estado haciendo noche tras noche desde antes de estar consciente de él. Le encantaban esas pequeñas heridas por todos lados, y quería que Minho también las tuviera. Rozó su cadera descaradamente contra la del mayor, mientras su boca se dirigía al cuello. Quería morderle con tantas ganas, que no cabía gramo de prudencia en él. Le clavó sus colmillo, sintiendo como la sangre le inundaba la boca. Se sentía tan bien. El sabor de la sangre, mezclada con el sabor de Minho.

 

Minho no tardó en cogerle por la cadera, controlando el ritmo con el que Taemin se movía. Sus miembros se rozaban deliciosamente, y podía oler la sangre a la perfección, Taemin siempre hacía un desastre a la hora de beber. Logró separarlo de dónde el menor le mordía, dándose cuenta de toda la sangre que había desperdiciado. Tenía el rostro manchado, como si no se hubiese preocupado en fijarse dónde mordía, clavando sus dientes en la vena correcta para ensuciar todo. Le besó, lamiendo en su camino cada rastro de sangre, disfrutando con su lengua entrar en la boca ajena y saborear ese metal tibio y salino. Él también quería morderle, pero no con sus colmillos. Cuando terminó aquel beso, le mordió un poco la lengua, saltándole rápidamente para morderle el labio. Estaba tan extasiado con la adoración de Taemin, que poco le importaba el derramamiento de sangre en las sábanas, debido a las mordidas que no cicatrizaban tan rápido, como lo hacían las heridas por rasguños. Se giró, dejando a Taemin bajo su cuerpo. Le encantaba verlo ahí, siendo suyo. Bajó su mano, rápidamente masturbándole, como lo había hecho ya tantas veces. Taemin no tardó en empezar a retorcerse, siguiendo el compás de la mano de Minho.

 

Estaban ya, tan acoplados que, sin tener que mirarse a los ojos podían descifrar lo excitante que les parecía la situación. Taemin se abrió de piernas por completo, dejando que Minho se acomodara mejor, teniéndole más cerca. Así logró volver a morderle, ahora en el hombro. Le gustaba morder a Minho, se sentía bien, el cómo sus dientes penetraban la piel del mayor, y después la sangre inundando su boca. Adoraba esas dos sensaciones, y el sabor. La piel de Minho, y la sangre, era adicto, a pesar de tener tan poco tiempo bajo esta nueva condición. Relamió la herida que le hizo, sintiendo una nueva oleada de sangre en su boca. Bebió con placer, saltándole después para poder jadear ante los toques de Minho.

 

Rasguños y jadeos. Minho empezó a besar el pecho de Taemin, mordiéndole en las clavículas, con ansias. El menor se agitó, aferrándose a la espalda de Minho, enterrándole las uñas y rasguñándolo con fuerza. Se aferró más cuando Minho le llenó de besos por el vientre hasta llegar a la cadera, donde mordió aquel hueso, encajando sus colmillos lo suficientemente fuerte como para causar que Taemin se retorciera ante la sorpresa de aquel dolor. Sonrió, bebiendo la sangre de su amante, mientras le seguía complaciendo con la mano sobre su erección. Estaba tan metido en ello, moviendo las mordidas a diferentes lugares. Tomó particular gusto en la ingle, cerca de aquella vena grande, debido a que el flujo de sangre era mucho más rápido.

 

Taemin tomó a Minho por el cabello, disfrutando de esa lengua repasándole herida en su entrepierna. Se sentía tan bien, movía su cadera inconscientemente, gimiendo. Se retorcía totalmente distraído, cuando un par de dedos entraron sin aviso previo dentro de sus entrañas. Minho sonreía con algo de maldad, observando el vago gesto de placer en el rostro de su compañero. Le parecía tan excitante verle así. Le tomó en un arrebato, sentándole sobre su cadera. Era hora de que el chico le demostrara hasta dónde llegaba su devoción.

 

-Sé buen chico, ¿sí? Móntame.- Sus ojos brillaron en aquel color ámbar, siendo imperioso sobre Taemin.

 

-Sí...- Jadeó, deslizando su cuerpo sobre el de Minho, autopenetrándose sin dudar. Movió su cadera en una extraña arritmia, hasta que hundió sus colmillos en el cuerpo del mayor, sintiendo la sangre fluir a su boca con cierto ritmo. Disfrutó entonces la mejor sensación que jamás tuvo en su vida. Enterró sus uñas en los brazos de Minho, que estaba agarrándole firmemente por la cintura. Le gustaba estar así, ser uno con Minho, de ese modo, sabiendo que Minho le deseaba tanto que le había traído a su lado. Jamás soltaría a Minho, él se había condenado a desearle de esa manera. Gruñó sobre aquel hombro, cuando Minho también le mordió. Eran un sistema perfecto de movimientos fluidos, donde el ruido de sus jadeos era acallado por el chapoteo de la sangre que empezaba a ensuciar descaradamente las sábanas.

 

Taemin dejó de morder el hombro del mayor, echando su rostro hacia atrás para dejar que Minho le mordiera en el cuello, justo encima donde tenía esos arañazos que se había hecho debido a su desesperación de no tener nada que beber. Gimió de placer, Minho le penetraba con su polla totalmente erecta, y también le penetraba con sus dientes. Se sentía a su total merced, y no tenía ganas de dejar de sentir así. Era de Minho, total y devotamente de él. Jadeó, perdiendo por completo la poca razón que le quedaba; no quería nada más, sólo quedarse así por siempre, junto a Minho.

 

El orgasmo les llegó de manera anunciada, sus movimientos eran rápidos, incluso algo violentos con tan de poder alcanzarlo. Minho no soltó la garganta del menor hasta haber eyaculado. Destrabó su mandíbula, saltándole con cuidado. Taemin tenía una sonrisa de placer enorme, perdido por completo en los estragos de aquel climax que tuvieron. Le abrazó por los hombros, regalándole un corto y suave beso.

 

-Minho, te amo.- Jadeó, mirando a los ojos a su pareja. Definitivamente no quería nada más, tenía lo que necesitaba.

 

-Yo también te amo, cariño.- Le picó la nariz en un gesto dulce. Era suyo por completo, le atesoraría así por siempre.

 

Entonces el momento de desembonar su cuerpo llegó. Taemin se movió con cuidado, aún con sus pensamientos puestos totalmente en el mayor. No hubo problema alguno, hasta que la gran burbuja de amor y placer del chico se rompió al momento de acomodarse a lado de Minho. Había sangre salpicada por todos lados.

 

-Ugh, lo he vuelto a hacer.- Se quejó, buscando cubrirse con un trozo de sábana que no estuviera mojado por la sangre.

 

-Mmm...Sí, tienes ese particular gusto por desgarrar y rasguñar, en vez de morder y beber.- Rio burlonamente.

 

-Lo siento…Sé lo que esto implica.- Gimió, escondiéndose de nuevo bajo la sábana. Sabía que todo ese desperdicio de sangre significaba que tendría sed más al rato, y que estaría como loco de nuevo, y que Minho tendría que volver a salir y cazar a alguien. 

 

-Hey, es normal.- Se acercó, alzando la sábana para poder ver el rostro de Taemin. –En esta etapa tienes que aprender muchas cosas, entre ellas el autocontrol.

 

Taemin estuvo a punto de replicar, pero se quedó callado al escuchar ruidos de cosas cayéndose descuidadamente en el pasillo. Después aquel encantador maullido hizo suficiente presentación como para informarles que aquel gato negro estaba por entrar a la habitación. Taemin sonrió por completo, olvidándose  sus quejas y, quizás un poco, de Minho.

 

Gato!- Extendió sus brazos, pidiéndole al gato que subiera hasta su regazo. -¿Dónde te metiste? Te he extrañado.- Lloriqueó, acariciando la cabeza del gato con sus dedos.

 

Aquel gato no tardó en acomodarse y buscar acariciar a su dueño con su cabeza, acomodándola en el cuello de Taemin. Aquél tibio acto hizo reír al chico. Se sentía bien, los rasguños y las mordidas ya se habían cerrado por completo, así que sólo sentía aquel cosquilleo debido al pelo del minino.

 

-Gato es muy inteligente. Sabe cuándo y cuándo no estar en la casa.- Minho se incorporó, separando la cabeza del gato del cuello de su pareja. Aún le tenía celos, pero se había acostumbrado a ver al gato pasear cerca de Taemin todo el tiempo.

 

-Por supuesto que sí, el jamás se dejaría...- Cortó sus palabras al sentir algo helado recorrer su espalda. Había estado tan desesperado durante su sed, que no le hubiese importado matar a su gatuno compañero de vida, y ahora muerte, con tal de beber algo. Le abrazó con más ahínco, sintiéndose culpable por algo que no había hecho. No sabía cómo seguiría si le faltara ese gato. Él, además de Minho, era su consuelo. -¿Cómo me puede seguir queriendo?

 

-Él sabe que jamás le harás daño.- Minho explicó. -Sabe que le quieres.

 

-Pero no lo pude recordar mientras tenía sed...

 

-Tae, ¿a quién amas más?- Minho se aventuró a preguntar, tras haber notado el súbito decaimiento del menor, con tal de distraerle.

 

-Gato.- Lo dijo sin dudar, cepillando con sus dedos la espalda del gato.

 

-Oh, vamos, ni siquiera lo has meditado.- Frunció el ceño, volviendo a poner espacio entre el gato y Taemin.

 

-Gato me trae ratones muertos para expresar su amor por mí.- Rio, soltando al gato en la cama.

 

-Yo te traje a la muerte.- Le tomó del rostro, tratando de hipnotizarle, pero la corta risilla de Taemin le distrajo.

 

-Sí. Lo hiciste.- Sonrió, recordando su absurdo amor por Minho. -¡Gato! Sal de la habitación.- Ordenó, haciendo que el gato bajara de la cama y saliera con algo de resignación y molestia  del lugar. –Por eso te amo.- Entonces le brincó encima, abrazándole mientras le tiró una gran mordida en el pecho. –Aún tengo sed.- Sus ojos brillaron en un rojo oscuro, colocando más mordidas en el cuerpo del mayor.

 

-¡Autocontrol y paciencia!- Minho rio, agarrando por la cintura a Taemin, buscando también darle una gran mordida en el cuello.  

 

-No puedo tener autocontrol contigo.- Taemin rio, aferrándose al mayor. –No me gusta cuando me dejas solo.

 

-A mí tampoco, Tae.- Le acarició el marco de la figura, hasta llegar a la pierna derecha donde apretó el muslo, clavándole las uñas. –Por eso, estaré contigo durante esta etapa. No te dejaré solo ni un segundo, así que podemos hacer lo que sea que quieras hacer.

 

-Lo único que quiero hacer es estar contigo.- Se escondió el hombro del mayor, dejando que Minho le volviera a llenar de besos, caricias, y mordidas.

 

 

 

 

 

 

Entonces los días pasaron, dejando que las cosas se estabilizaran un poco más. Si bien, Minho aún no quería dejar salir a cazar, Taemin había insistido tanto con ya salir de la casa, que el mayor no había podido decir que no. Le tomó por la cintura y ambos desaparecieron de aquella gran casa hasta llegar al lugar donde Minho solía cazar por sangre.

 

Taemin sonrió, emocionado por completo de haber salido de la casa, y de cazar por primera vez. Se soltó de los brazos de Minho, brincando por todos lados mientras observaba el lugar en el que habían aparecido. Uno de esas calles donde las casas están a medio construir, y hay personas haciendo tratos ilícitos. Ese tipo de personas era de los que un día desaparecerían fácilmente, sin dejar atrás a nadie que llorara su ausencia. Además, la luz de las farolas era realmente escasa, y el ruido de algunas casas era lo suficiente como para cubrir el silencio sepulcral que había en el resto del rededor. El gozo que sintió ante tal momento fue suficiente como para despertar la sed que sentía.

 

Corrió a lado de Minho, desesperado por ver lo que iba a hacer, cómo cazaría a su víctima. Necesitaba saber, y pronto, para así poder saciar su sed. Minho le tomó por los brazos, deteniendo al chico de brincarle encima. Podía ver en los ojos del menor sus ansias. Le sonrió, tratando de calmarle, mientras alcanzaba a percibir un vago aroma de lo que sería una buena víctima. Movió su rostro, buscando aquel aroma. Su sed también había despertado, pero a diferencia de Taemin, no se alebrestó de aquella manera. En cambio, suavemente soltó los brazos de su amante, girándose rápidamente hasta encontrar el camino correcto de aquel aroma. Lo divisó a lo lejos, era un chico, alejado de todo lo demás en las sombras. Minho sonrió de medio lado, podía detectar ese rastro de droga al final de aquel aroma. No le agradaba mucho ese tipo de víctimas; aunque en sí, las drogas humanas no le afectaran, eso implicaba que su sangre podía estar contaminada de cualquier tipo de cosas, y eso no era tan divertido  y deleitable al momento de beber. Sin embargo tenía sed. Y él había sido el aroma escogido. Meramente alimento.

 

Sin vacilar se deslizó entre los oscuros rincones hasta llegar frente a aquel humano que tras su gran viaje no podía temer en lo absoluto por su vida. Bueno, al menos eso era algo que facilitaba las cosas para Minho. No tuvo que hacer amago de hipnotismo, ya que con unas cuantas palabras, y las drogas del humano, aquel personaje cayó más allá de su propio raciocinio. Entonces Minho le jaló el cabello, dejando a la vista aquel cuello. Comida era comida, Minho no quiso pensar más, hundiendo sus dientes en aquel lugar para recibir rápidamente aquel líquido rojo. Normalmente bebía lo suficiente como para dejarles con vida, otras veces cuando había pasado un largo tiempo sin tomar no pensaba en el bienestar del inmundo humano en turno, y le bebía hasta morir. Pero su desagrado por la sangre contaminada era tal, que bebía a penas lo suficiente como para poder seguir un par de días antes de encontrar otra víctima.

 

Taemin, por otro lado, seguía siendo parte de aquella locura inicial. Había detectado un curioso aroma en el aire, una mezcla entre delicioso y asqueroso. La sangre olía tan bien, pero esa persona usaba una de esos perfumes baratos que enmascaraban tan bien todo, sin dejar de oler mal. Trató de ignorar esa parte del aroma, buscando a la persona que olía así. Una chica, con ropa mucho más reveladora de lo que cualquiera le gustaría usar en ese tipo de lugar. Obviamente era una prostituta. Pero eso, a Taemin, no le importó. Tampoco le importó ser cuidadoso o silencioso. Apareció frente a la chica gracias a la materialización, asustándola, y obligándola a gritar en una espantosa manera. Rio un poco con eso, empujándola para hacerle caer, entonces hincándose sobre el cuerpo de la chica, sin intención de dejarla ir.

 

-Vas a dejarte.- Demandó, con sus ojos iluminados por completo ante la hipnosis que hizo en ella. Entonces la tomó por el cuello, enterrando sus uñas ahí, mientras la mordí con una fuerza quizás excesiva. 

 

Si bien, Taemin había seguido parcialmente las instrucciones de Minho, había olvidado lo más importante. Hacerla callar. Aquella mujer gritó, y gritó con fuerza debido a que no podía moverse y pelear. Los gritos se escuchar por todos lados, fuertes, lastimeros, siendo poco a poco inundado por su propia sangre que empezaba a ahogarla. Sentía un terrible ardor, y como sus fuerzas amainaban conforme aquel vampiro la vaciaba por completo.

 

-¡Taemin! Detente.- Minho le jaló, apartándolo del cuerpo que ahora se movía sólo por reflejos, ya que se encontraba totalmente sin vida. -¡No la callaste!- Le gritó, observando a su alrededor. –La han escuchado, hay que irnos.

 

Entonces se desaparecieron, yendo hacia donde Minho había deseado. Aparecieron en un gran y oscuro parque, que debía estar demasiado lejos de aquella zona, puesto que el silencio era totalmente diferente. Aunque también era un lugar abandonado. Taemin se soltó de Minho, ensimismándose un poco mientras caminaba lentamente hacia atrás. Nunca había hecho enojar a Minho, pero el color amarillo total que tenía en sus ojos no decía nada bueno.

 

-¡Sabía que no era tiempo aun!- Le regañó. –Sabía que no podías salir todavía, pero insististe tanto en querer hacerlo ya. No estás listo aún.- Seguía usando aquel tono imperativo, con esa mirada fuerte y opresiva. -¡Lo arruinaste! No sólo le desgarraste la garganta por completo, evidenciándonos, sino que no la callaste. Todos nos escucharon, se harán un revuelo y no podremos salir de nuevo en mucho tiempo, ya que todos estarán prestando atención.

 

-M-minho, y-yo…

 

-¡No Taemin! Lo hiciste mal…- Entonces se calló, al ver el rostro asustado del menor. Le había asustado.

 

Taemin no esperó a escuchar nada más. Despareció en ese instante, dejando tras de sí un silencio aún mayor que el del lugar. Minho entonces no pudo hacer más que golpearse la frente. Le había gritado, siendo obvio que la primera vez que Taemin cazaría no iba a resultar perfecta. Le había asustado, y le había hecho irse. Se sentía tan mal, se había dejado llevar por su enojo, y no había pensado en lo difícil que era esa etapa para Taemin. Entonces reaccionó, Taemin se había ido. ¿A dónde? ¿Le había dejado físicamente? O ¿se había ido para no volver? Tenía que seguirle, disculparse por lo que había pasado. No quería perder el amor de Taemin.

 

 

 

 

 

 

Taemin acariciaba a aquel gato entre sus manos. Tenía la vista fijada en la nada, mientras unas grandes lágrimas rodaban por su rostro. Ni siquiera se había percatado de que aquellas lágrimas eran más espesas de lo que recordaba, o que estaban coloreadas de rojo. Estaba totalmente ido en sus pensamientos. Su mano dejó de moverse, cerrándose sobre el lomo del gato, mientras terminaba de llorar lo que le faltaba. Se sentía tan mal, tan ofuscado y culpable, que su antigua solución de desear la muerte ya no era consuelo alguno. Se encontraba muerto, no había forma de huir de esto. Su mano se contrajo más sobre su mascota, dejando que más de esas extrañas lágrimas se escaparan cuesta abajo. Lloraba en silencio, sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

 

-¡Taemin!- Minho se materializó en aquel balcón que pensó no volver a visitar. Taemin se había ido a refugiar a lo que había sido su antiguo departamento. -Oh, aquí estás cariño. Pensé que no te iba a encontrar.- Entró apresuradamente al lugar, arrodillándose frente al muchacho que lloraba. -Tae, amor...- Le miró, le había dañado con sus palabras. Temía haber perdido aquella adoración que el muchacho le tenía, y que con más qué esfuerzo había conseguido. -Perdóname.- Le suplicó. -No debí haberte hablado así.- Le acarició la mejilla, limpiándola de aquella sangre que le escurría.

 

Entonces Taemin reaccionó, mirando al gato que sostenía entre sus brazos. Destrabó su mano, dándose cuenta de la sangre bajo sus uñas. Se sintió peor que antes, Gato no se había alejado, ni aunque le dolieran las caricias que Taemin le estaba dando en su abstracción. Lloriqueó más, sin saber a qué se debía la lealtad de ese gato.

 

-Dijiste que él sabía que no le haría daño.- Arrastró sus palabras. -Le he lastimado, y no se ha ido.

 

Minho abrió la boca, sin saber qué decir. Taemin había ignorado por completo su disculpa, y no le culpaba.  Trató de acercarse un poco más, pero el bufido amenazante de aquel gato le detuvo. Gato estaba defendiendo a Taemin, a pesar de las pequeñas heridas que le había hecho. Lo comprendió entonces. Así como él sentía celos de ese gato, aquel felino tenía los mismos sentimientos hacia Minho. Y no dudaba ni un poco en que si el gato pudiera hablar, le llamaría intruso, por haberse colado en la existencia de Taemin, aun después de su muerte.

 

-Él sabe que no lo has hecho a propósito.- Habló bajo, susurrando. -Tú jamás le harías daño. Esto ha pasado por mi culpa, él lo sabe.- Explicó, empezando una nueva disculpa.  –Por eso no quiere que me acerque a ti….Ciertamente, si yo estuviera en su lugar, tampoco dejaría que me acercara a ti. Te grite, dejándome llevar por la situación. Debí haberte vigilado, para corregirte a tiempo. Es la primera vez que sales en un largo tiempo, así que era obvio que las cosas no iban a salir perfectas.

 

-¿Ya no me quieres?- Taemin soltó al gato, acercándose a Minho con un gesto de preocupación.

 

-¿Amor? ¿Qué estás diciendo?- Se desconcertó un poco, tomándole del rostro con su mano. –Por supuesto que te quiero. Te amo, Taemin.

 

-Pero no soy perfecto…- Jadeó. –Tú lo dijiste, te gusto porque me ves perfecto. Hoy lo has visto, no lo soy. ¿Ya no te gusto?- Sus ojos acuosos amenazaron con volver a derramar aquellas curiosas lágrimas.

 

Oh, dulce existencia. Minho no pudo evitar sentirse peor de lo que ya se sentía. Había visto todo de una manera muy egoísta, sin pensar en que quizás el mayor temor de Taemin era su mismo temor.  Taemin también temía perder el cariño de Minho, porque ese cariño era lo que los mantenía unidos. Dio una larga calada de aire, pensando en cómo decir las cosas, para arreglar todo lo que había sucedido a lo largo de la noche.

 

-Tú eres mi obsidiana perfecta. Yo fui quien opacó tu brillo con mi imperfección.- Explicó. –Perdóname por eso, nunca fue mi intención. Debo de tener más cuidado, o terminaré dañándote, y eso jamás me lo perdonaría.- Le sonrió, pasando su pulgar por la mejilla en la que ya le escurría una lágrima. –No desperdicies esto, hoy te has esforzado por conseguirlo.- Colocó su pulgar sobre los labios del menor. Taemin no tardó en lamer aquel dígito, obteniendo de regreso aquella sangre. Minho sonrió ante la obediencia, lamiendo lo poco que quedó de la sangre en su dedo. -Te amo, por eso te traje a mi lado, sin pensar en todas las consecuencias de mis actos. Tal vez debí haber esperado más antes de convertirte, o tal vez debo de ser más paciente en este momento. Sé por lo que estás pasando, y es horrible, así que debo de ser más consciente de lo que sientes.- Exhaló. -Yo también estoy aterrado ante la idea de hacer o decir algo que haga que me dejes de querer, porque sé que puedes irte. Eres libre de irte, de dejarme, si así lo deseas. Pero yo jamás podría hacerlo. No puedo dejarte de querer.

 

-No quiero. Quiero estar contigo por siempre.- Gimoteó, abrazándole posesivamente por el cuello. -Te quiero, te quiero. Eres mío. 

 

-¿Podrás seguir queriéndome siempre?- Jadeó, correspondiendo el posesivo gesto de su pareja. -Oh...Tae, tienes una araña...- Le tomó del hombro del menor, observándola.

 

Era una araña de un hermoso color negro, como el cabello de Taemin. Estaba cubiera de un ligero salpicado de manchas rojas que le hacían ver tan amenazante y bonita a la vez. Aquella araña no hizo ademán de querer morder a Minho, simplemente caminó en su mano, refugiándose cerca de su pulgar.

 

-Mi hermoso Tae, ¡arañas! Eres una araña.- Comentó con gusto la nueva habilidad del chico. Y, ante la mirada de confusión de Taemin, acercó su otra mano a una de las orejas del expectante. -¿Quieres ver magia?- Fingió que de ahí sacó algo, abriendo su palma, donde se encontraba una bonita mariposa color ámbar.

 

Entonces Taemin lo entendió. Las mariposas amarillas a su alrededor por algunos años habían sido siempre Minho. Y ahora, él mismo era una araña negra. Sonrió, mirando al arácnido que Minho aún sostenía en su mano izquierda, donde el pequeño animalito empezaba a hacer una telaraña por instinto.

 

-Las arañas se comen a las mariposas.- Jadeó.

 

-Es lo menos que me merezco, amor.- Sonrió, aceptando su cruel destino tras haberse enamorado de Lee Taemin. Era, realmente, lo menos que se merecía, por prometerle todo, y haberle sólo lastimado hasta ahora. Sufrir siendo la presa de su adorado Taemin, como pago. -Tae, hay que irnos.

 

-No quiero.- Se negó, soltándole rápidamente.

 

-Cariño, por favor. Si alguien nos ve, volveremos a estar en problemas.- Explicó, tomándole de las manos.

 

-Nadie vive aquí, no nos verán. ¿Quién querría vivir en el departamento donde se llevó a cabo un asesinato?- Se quejó.

 

-Ah~, tienes razón. Pero, como has dicho, si se llevó a cabo un asesinato, ¿no crees que el casero estará al pendiente de ese lugar? Los humanos son muy morbosos.- Le sonrió, tratando de ganar, de la mejor manera, esta batalla. -Sí te ve aquí, le dará un infarto y armará todo un lío.

 

-...Pero...- Gimoteó, haciendo un gran puchero.

 

-Vamos a casa, cariño.- Le rogó, poniéndose en pie. -Pronto amanecerá, debes descansar.

 

-¿Vas a dormir conmigo?- Se paró con la ayuda de Minho.

 

-Por supuesto que sí.- Le agarró por la cintura, besándole rápidamente. -No hay otra cosa que quiera hacer más que estar contigo.- Caminó hacia el balcón, con el chico aún tomado por la cintura, dispuesto a irse, deteniéndose primero. -Oh, Tae, ¿por qué has traído a Gato contigo?- Miró al animal que estaba sentado sobre la barra desayunadora.

 

-Yo no lo traje conmigo.- Miró a su mascota, soltando las manos de Minho de su cuerpo, para poder acercarse al gato y cargarlo consigo. -Él llegó algunos minutos después de mí.

 

Minho meditó lo que había escuchado. El gato ronroneaba entre los brazos de Taemin, dejándose acariciar por esas manos, que momentos antes le habían lastimado sin querer. Gato demostraba una devoción aún mayor por Taemin, sin importar qué. Era obvio que le seguiría a ciegas, a dónde fuera que Taemin se fuera, sin preocuparse de sí mismo.

 

-No podré volver a preguntarte a quién amas más...- Le miró, ofreciéndole su mano para que Taemin la tomara. -Cuando es obvio que debes de amarle más a él, porque sabe externar mejor lo que siente por ti.

 

-Tú nunca me has traído ratones muertos para demostrarme tu amor.- Hizo una ligera mueca parecida a una sonrisilla. Le tomó de la mano, ambos acercándose al balcón.

 

-Yo te traje la muerte.- Le apretó el garre de sus manos.

 

-Lo hiciste.- Sonrió, acomodando su cabeza en el hombro de Minho. -Y te amo por eso.- Entonces desaparecieron, mientras la noche se terminaba. 

FIN

Notas finales:

Pequeñas aclaraciones:

 1. El gato se llama Gato x) Por a veces aparece escrito en mayúsculas y cursivas. Es un animal guía, o protector. Al igual que Minho, se enamoró de Taemin, y desarrolló un fuerte vínculo afectivo con él. Por eso sabe dónde y dónde no estar cuando Taemin le necesitaba. 

2. Dejando a un lado los murciélagos, se cree que los vampiros se pueden transformar en varias cosas. Entre ellas, niebla roja, arañas, mariposas, y otro tipo de insectos. Cuando Minho hace referencia a la araña de Taemin, se emociona porque él pensaba que Taemin sería neblina roja, y al final resultó ser la contra parte de su mariposa, una araña. 

Gracias por leer ♥ ¡Besos!


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