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November is Multishipper por Leana

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Notas del capitulo:

De nuevo, mil disculpas. Verán, mi sobrina estuvo de cumpleaños ayer, así que la parranda se extendió hasta hoy y la resaca al fin me libera para poder mirar la pantalla del notebook sin llorar. Así que al rato publico el one shot 13.

AMO a Kotarō. Así de simple. Es tan inquieto y su colmillo y sus ojos verdes y asaddsdsdasdasd. Siempre había querido escribir algo de estos dos. Espero que no sea lo último.

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Kotarō x Miyaji: “Kotarō Hayama era inquieto en todo sentido, al hablar, al caminar, al besar, al hacer el amor. Era todo lo contrario a Kiyoshi Miyaji y eso era lo que lo hacía tan perfecto.” 

 

 

Un corazón inquieto  

.

 

Miyaji lo miró enarcando una ceja. Era su último día de clases y esperaba irse a casa rápidamente, estaba cansado y aún tenía mucho que preparar para su postulación a la universidad. Pero la persona allí de pie cambiaba todos sus planes.

Kotarō lo miraba sonriente, con su colmillo sobresaliendo y los ojos verdes reluciendo contra la luz del sol de la tarde.

¿Quieres ir a tomar un helado, Miyaji-san?

Miyaji aceptó, contra todo pronóstico. Pero su motivo para hacerlo era para descubrir la razón de aquella invitación y aclarar cualquier cosa que se hubiese malinterpretado.

El mayor descubrió que al chico le gustaba el helado de pistacho y frambuesa, era una mezcla colorida, mientras él pidió uno de chocolate y vainilla, algo común, nada llamativo. Eran muy diferentes, por ello no podía dejar de preguntarse porqué aquel chico había llegado a su escuela para invitarlo a tomar un helado.

—Porque me gustas, Miyaji-san.

—¿Qué? —Miyaji no se esperó esa respuesta y lo miraba atónito, demasiado avergonzado—. Soy un chico.

—¿Y eso que tiene que ver? —Preguntó Kotarō frunciendo el ceño, como si no comprendiera el problema.

—Lo siento, no soy gay.

—Yo tampoco.

—¿Entonces como sabes si no se trata de ese gustar?

No sabía si ese chico le estaba tomando el pelo, pero ya estaba perdiendo la paciencia. No era la primera vez que se le declaraban, había varias chicas a las que rechazó porque él estaba demasiado enfocado en otras cosas. Pero jamás un chico le había dicho tal cosa, así que no sabía cómo manejarlo.

Pero antes de poder abrir la boca, Kotarō se había inclinado sobre la mesa con una sonrisa.

—Miyaji-san, me gustas, lo sé porque cuando te miro se siente tan bien como cuando juego básquetbol.

Su corazón se había saltado un latido. No, no. Él no era una mujer a la que pudieran engatusar con palabras bonitas y sonrisas radiantes, con esos enormes ojos verdes.

A pesar de que intentaba pensar que aquello era una muy mala idea, no se vio capaz de alejar a Kotarō.

¿Podemos vernos de nuevo?

Sí, él quería verlo de nuevo. Aunque Kotarō fuera bastante infantil y efusivo, demasiado inquieto, era eso mismo lo que llamaba su atención. Miyaji se dio cuenta de que hacían equilibrio, porque no tenía que esforzarse por conversar o ser simpático, Kotarō lo hacía por los dos.

Así que aquella salida se había repetido. Al cine, a comer ostras fritas, a jugar básquetbol. Porque Kotarō, lejos de sentirse superior debido a su habilidad, sonreía disfrutando del juego, de esa rivalidad que había nacido. Le explicó que le gustaba jugar con Miyaji porque se tomaba aquello en serio, porque contra todo pronóstico lo había dribleado en su primer encuentro y eso era prueba de que todo su trabajo tenía sus frutos.

¿Podemos tener una cita, Miyaji-san?

A Miyaji le parecía extraño, porque si lo pensaba bien, todas aquellas salidas anteriores podían contar como una cita.

Habían descubierto lo que les gustaba el uno al otro y habían tenido un montón de experiencias agradables. Pero ahí estaba Kotarō, invitándolo al karaoke y el rubio se dio cuenta de que el ambiente había sido muy diferente.

Kotarō le rozaba la mano, le preguntaba qué canción quería cantar, qué quería comer. Como si estuviera tratando de conquistarlo. Entonces Miyaji cayó en la cuenta de que eso ya estaba hecho.

¿Puedo besarte?

Por favor.

Miyaji tragó con fuerza, pensando que hubiese sido mejor que Kotarō simplemente lo hubiese hecho y no lo hubiese preguntado antes. Aunque quizás no fue tan malo, le estaba dando tiempo para prepararse, intentando controlar su respiración, calmar los latidos de su corazón cuando ese rostro fue acercándose.

Kotarō presionó los labios un momento, para luego alejarse levemente y alzar la mirada, sus ojos se encontraron y Miyaji sintió un escalofrío desliarse por su columna vertebral. Entonces el menor abrió la boca para tomar sus labios en un beso más profundo, sabía que Kotarō no era bueno controlándose.

Sintió la punta de esa lengua deslizarse entre sus labios y supo que iba a entrar, abrió más su boca para permitirlo y se deleitó con el roce contra su paladar mientras los colmillos de Kotarō le raspaban los labios cuando los chupaba.

Miyaji sintió la mano del rubio enredarse en las hebras de su nuca para profundizar el toque y se halló a su mismo alzando las manos para agarrar su rostro, para mantenerlo tan cerca como él lo quería.

¿Quieres ser mi novio?

Aquello no podía ser más cliché, pero eso era justamente lo que lo hacía tan interesante. Si bien Kotarō tenía una personalidad algo excéntrica, había otras cosas en las que era bastante tradicional.

Miyaji había aceptado, porque sí quería formalizar aquello, tener una relación seria con él. Estaba enamorado.

Miyaji-san, voy a hacerte el amor.

Maldita sea. Sí.

Aquello lo asustaba y lo quería a partes iguales. Quería dar el paso porque era hombre y Kotarō siempre terminaba sobre él, refregándose como si tuviesen quince años, acabando bajo la ropa.

Anhelaba sentir su cuerpo, probar su piel y viceversa. Por eso Miyaji dejó que Kotarō tomara el control, no había otra opción. El de cabellos naranjas tenía un carácter serio en esos momentos, mirándolo directo a los ojos y quitándole la ropa. Al parecer sabía que era lo que tenía que hacer y Miyaji se dejó llevar con la mente nublada, todo culpa de la boca de Kotarō devorando su hombría.

Miyaji desconocía su propia voz cuando el rubio tocaba un punto en su interior con insistencia, pero ya no era su dedo, era su pene el que se estaba abriendo paso en su interior. Era extraño, pero lejos de sentirse invasivo, era como si estuviesen unidos al fin. Eran uno.

Te amo.

Esta vez, la frase había salido de los labios de Miyaji, avergonzado y entumecido por el orgasmo, temblando de pies a cabeza mientras sus entrañas se calentaban con la semilla del otro. Recibió un dulce beso en los labios por parte de Kotarō, que salía con cuidado de su interior.

Kotarō Hayama era inquieto en todo sentido, al hablar, al caminar, al besar, al hacer el amor. Era todo lo contrario a Kiyoshi Miyaji y eso era lo que lo hacía tan perfecto. Era el contraste, el equilibrio que se creaba.

Miyaji sonrió cuando el chico lo abrazó por la cintura y se durmió mientras acariciaba sus cabellos naranjas.

El mayor estaba feliz de haber aceptado aquella invitación, haberse dejado llevar por la personalidad inquieta de Kotarō.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados...

Besos de gato~


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