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November is Multishipper por Leana

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Notas del capitulo:

Un día como hoy, nació esta chica fanática de los gatos, los atrapa sueños y el porno gay :v aasddsasdasdsd hoy habrá doble actualización. Lamento la demora, los festejos se juntaron y no quise publicar nada precipitadamente.

Confieso que me identifico bastante con Takao. Ambos somos escorpión, su humor negro y sus malas pulgas se me hacen muy familiares. Por ello, es un personaje que me gusta bastante. Kasamatsu-senpai… es el amor de mi vida en 2D. Lo amo, lo amo, lo amo. Así que disfruté mucho al escribir este One shot, espero que ustedes también al leerlo.

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Kasamatsu x Takao: “Era una sorpresa agradable, debía decirlo. Kasamatsu se veía muy bien… Mierda. Estaba bueno.”

 

 

 

Gestos que lo dicen todo  

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Takao sonrió cuando sus ojos se toparon con unos azules. Avanzó sin dejar de mirarlo y alzó la mano a modo de saludo, ocultando su sorpresa por verlo allí.

—Kasamatsu-san, tanto tiempo —dijo con la voz suave, casual, pero encerrando un montón de sensaciones e intenciones.

Se sentó frente a él, junto a la enorme mesa del local donde habían acordado reunirse los que fueron de Teiko. Él acompañaba a Midorima, que cuando le comentó que Kise había organizado esta reunión por los viejos tiempos, Takao se ofreció a acompañarlo, sabiendo que si no, el de cabellos verdes no iría.

A sus veintidós años, Takao no desperdiciaba una salida para beber con viejos amigos. Porque él había mantenido el contacto con Kise para salir a los karaokes junto a Moriyama, ya que vivían cerca, pero el rubio nunca antes había salido con Kasamatsu, así que no esperó topárselo ahí.

Era una sorpresa agradable, debía decirlo. Kasamatsu se veía muy bien, el cabello un poco más corto a los lados y sus facciones más endurecidas, podría jurar que había crecido unos centímetros más. Estaba usando una playera casual y cuando tomaba el shop de cerveza para beber, sus brazos se marcaban a la perfección. Mierda. Estaba bueno.

—¿Qué vas a beber, Takao? —Preguntó Kise y el azabache salió de su ensimismamiento para mirarlo al fin.

—Cerveza negra, bien fría —respondió con una sonrisa.

La noche avanzaba, con Kagami y Kuroko de cabecera de mesa y Takao apostaría que estaban viviendo juntos, no se daban cuenta, pero actuaban como una pareja de casados, todos atentos y cómplices. Himuro se sentó su lado cuando llegó con Murasakibara pegado al hombro y conversaron bastante. Ese azabache era dulce, pero su humor retorcido era una común excelencia.

El cuarto vaso de cerveza se le había acabado y el mesero no aparecía por la habitación, así que Takao se levantó para ir a la barra, en la zona común del local, para pedir otra.

—¿Mas cerveza? —Escuchó que preguntaba una voz a su costado y vio a Kasamatsu apoyarse en la barra, pero no lo miraba.

—Sí, ya sabes, se necesita más para poder doblegarme —contestó el azabache con una sonrisa, ahora sí el mayor lo estaba viendo.

—Creo que ya estás a punto de ser doblegado, Takao.

—Me subestimas, Senpai.

Había algo en el ambiente, algo espeso, como una tensión inminente. Takao sentía que había cierto feeling, una atracción física que no podía explicar, ¿o era la cerveza en su cuerpo? Lo más probable es que sí, pero Takao era escorpión y su intuición nunca fallaba.

Decían que el alcohol era coraje líquido y cuando su boca se abrió, supo que era completamente verídico.

—¿O eres tú el que quiere doblegarme?

Kasamatsu lo miró inmediatamente, parecía serio, pero sus ojos refulgían con algo parecido al deseo. Takao sintió un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza y vio la boca de Kasamatsu abrirse, cuando Aomine apareció entre ellos.

—Takao, Midorima tiene que irse, algo de una emergencia, no sé — explicó el chico, una mano en el bolsillo y la otra rascando su nuca con pereza.

Takao asintió y tomó su vaso de cerveza antes de volver a la habitación donde estaban todos. Se topó con Midorima, que ya se había despedido de los presentes, listo para irse.

—El coche de mi hermana se averió a quince minutos de aquí, así que iré a recogerla y la llevaré a casa.

—Está bien, nos vamos.

—¡Takao! Acabas de pedir tu cerveza y estábamos en la mejor parte de la conversación, no puedes irte así —lo interrumpió el rubio haciendo un mohín.

—Puedes quedarte, Takao, es sólo que no puedo venir a recogerte —explicó Midorima, semblante serio pero voz relajada, como si realmente no quisiera arruinarle la salida al azabache.

—¡Pero Kasamatsu-senpai puede llevarte! —propuso Kise, sonrisa radiante y aplaudiendo como si fuese la solución perfecta.

—Oi, no estés ofreciendo a gente que ni siquiera está, Kise idiota —interrumpió Kasamatsu entrando en ese momento, parándose a un lado de Takao—. Bueno, no tengo inconvenientes, ¿dijiste que tu departamento estaba cerca del de Kise? —Takao asintió ante lo dicho—, entonces no hay problema.

Takao lo miró pero Kasamatsu lo hizo solo unos instantes, justo antes de sentarse al lado de Kise nuevamente. Dejándole un calorcillo en el estómago que no supo explicar.

—Estoy seguro de que Kasamatsu-san es responsable, pero de todos modos llámame cuando llegues, no importa la hora. Adiós, fue un gusto verlos —se despidió Midorima y Takao sonrió, era un amigo increíble.

Takao tomó asiento nuevamente, hablando con Kise y Himuro, pero sentía la mirada de Kasamatsu sobre él de vez en cuando, pero cuando lo atrapaba, el azabache desviaba los ojos al instante.

Era inminente, podía sentir lo que se avecinaba y lejos de asustarse, deseaba que ocurriera.

Así que cuando la reunión se terminó y Kise se bajaba del auto de Kasamatsu, despidiéndose con una sonrisa y mirada picarona; Takao se mordía los labios con nerviosismo, preso de la ansiedad.

Quizás él había malinterpretado las señales, quizás Kasamatsu solo había sido amable. Quizás…

—¿Cuál es la entrada para estacionar?

Takao miró a Kasamatsu, que se había estacionado frente al edificio de su departamento y podría jurar que estuvo a punto de romperse el cuello cuando se giró a verlo. Pero sonrió socarrón, porque una vez estuvo seguro de que todo aquello ocurriría, podía dejar salir todo lo que él era. Seducción pura.

Kasamatsu lo golpeó contra la puerta, besándolo con fuerza y aferrándolo de la cintura. Takao le tomó las manos y las deslizó hasta su trasero, instando a que apretujara, sonriendo cuando el gruñido de Kasamatsu murió contra sus labios.

El menor se dejó hacer, provocando a Kasamatsu y desatando el fuego que era ese hombre. Kasamatsu puso un muslo entre sus piernas, acercando las caderas del chico y sintiendo la erección endureciéndose contra su pierna.

—Takao, voy a follarte —gruñó contra su cuello, lamiendo su oreja y Takao se estremeció.

El menor alzó las manos para tomar su rostro y delineó esos finos labios con la lengua, deleitándose con su propio reflejo en esos ojos azules.

—Vamos a la cama, Kasamatsu.

El fuerte carácter de Kasamatsu se notaba en el sexo. Le quitó la playera y lo lanzó sobre el colchón con rudeza, comenzando a tironear de sus pantalones. La respiración de Takao era errática, su pecho subiendo y bajando mientras el otro respiraba sobre su erección, apretada bajo el bóxer.

Kasamatsu metió los dedos en el borde de su ropa interior y tiró hacia abajo, haciendo que el pene erecto de Takao rebotara contra su abdomen. Estaba tan excitado, ver a Kasamatsu con la mirada cargada de deseo, mordiendo y besando como si quisiera devorarlo. Temblaba con solo sentir esas anchas manos recorrer con las palmas abiertas su duro abdomen.

El de ojos azules se sentó para quitarse la playera y Takao admiró su abdomen firme y marcado, de espalda ancha y cintura un poco más estrecha. En comparación, él mismo era mucho más delgado, aunque hacía ejercicio, no se había dedicado a marcar su cuerpo. Aun así, Kasamatsu lo miraba con fascinación, deslizándose por su cuerpo como una serpiente.

Pero Takao quería un poco más de control, así que lo giró para sentarse a horcajadas sobre él, restregando su duro pene contra el de mayor.

Sonrió coqueto y se deslizó hacia abajo, dejando su cara sobre el duro miembro antes de tomarlo y bombear suave.

—Eres un chico grande, Senpai —dijo Takao, sintiendo ese pene dar un respingo entre sus dedos.

Se inclinó y lo tomó con la boca, metiéndolo de una sola vez, hasta el fondo, relajando la garganta para poder alojarlo. Lo vio fruncir el ceño, siseando antes de quejarse ronco. Kasamatsu era áspero, pero sexy en toda su masculinidad.

Takao subía y bajaba, chupando la punta y haciéndola sonar con un pop demasiado vulgar cuando se lo sacaba de la boca. Destapó la botella de lubricante, llevando los dedos hacia atrás y dilatándose el mismo.

—Mierda —soltó Kasamatsu al ver la escena, apoyado contra la almohada.

La mirada de Kasamatsu estaba fija en él mientras se lo chupaba y se tocaba a sí mismo, era demasiado. El mayor no estaba acostumbrado a hacer estas cosas, era cuidadoso en el sexo, conociendo a la persona y entrando en confianza. Pero Takao y su mirada misteriosa pero con una clara promesa de placer, habían mandado su cordura a la mierda.

La delicadeza no lo caracterizaba y al parecer eso a Takao no le importaba, al contrario. Porque lejos de asustarse o algo, Takao se lamió los labios cuando lo jaló hacia arriba, rozando su duro pene entre sus glúteos, haciéndole saber lo ansioso que estaba por entrar.

Takao por supuesto que le daría en el gusto, porque no es como si él pudiese aguantar mucho más, se abrió los glúteos mientras Kasamatsu sostenía su duro pene para que se dejara caer. El menor lo hizo de una sola vez, aprisionándolo con su calor. Se apoyó con las palmas en el pecho de Kasamatsu, que lo miraba intenso, aferrándolo por las caderas.

—Kasamatsu…

Repetía como un mantra, subiendo y bajando, sintiendo esa dura erección rozar todo dentro de él. Caliente y húmedo. Le gustaba, le gustaba ese carácter firme, esa mirada intensa, esas manos abracándolo todo, esos besos que reclamaban esa boca como suya.

Si bien era la atracción física que le producía el mayor, también era su personalidad. Que fuera seria, pero intensa al mismo tiempo, de carácter fuerte.

Kasamatsu lo giró de cara al colchón y alzó su trasero, hundiéndose de una sola estocada. Aquel ángulo daba de lleno contra su próstata, ya no podía acallar sus gemidos y se aferró a las sábanas sin dejar de gritar de puro placer.

El mayor seguía embistiendo, aferrando sus caderas y en ocasiones las deslizaba por su vientre, apretujando sus tetillas con suavidad.

Takao se contaría con la dura erección de Kasamatsu moviéndose en su interior. Alzó más el trasero y en aquel ángulo ese duro pene rozaba contantemente sobre su próstata, sabía que le quedaba poco para correrse. Se aferró a las sábanas y gritó cuando su clímax llegó, apretando a Kasamatsu y sintiendo sus entrañas calentarse al tiempo que le mordía en la curva de su hombro con fuerza.

Seguía temblando, derrumbándose contra la cama y sintió a Kasamatsu salir, acomodándose a su lado sobre el colchón.

—Eso fue bueno, muy bueno —logró decir mientras controlaba su respiración.

—Estoy de acuerdo —contestó Kasamatsu, llevándose una mano a la frente y cerrando los ojos.

Se veía guapo, con su piel brillando por el sudor y el cabello revuelto. Takao sonrió de medio lado y alzó una mano para deslizar la punta de los dedos por la mandíbula del mayor, bajando hasta su cuello y llegando hasta su hombro.

Kasamatsu lo miró, como si estuviese evaluando algo en su cabeza. Pero Takao no podía seguir despierto, preso del sopor del orgasmo y el alcohol.

Cuando la mañana llegó, Takao abrió los ojos al escuchar el agua de la ducha. Pero cuando alzó su cabeza, ya no escuchaba el sonido, solo ruido en el baño. Entonces vio en la mesita de noche dos pastillas y un vaso de agua. Cuando se las tomó la puerta del baño se abrió y vio a Kasamatsu con una toalla en la cintura y otra en la cabeza. Pudo ver sobre su piel las marcas moradas de los chupetones y mordidas de la noche anterior. Se excitó de solo recordarlo.

—No quise despertarte, use la ducha.

—No hay problema, gracias por las pastillas. Creo que la resaca no será tan terrible —dijo Takao, un poco nervioso por lo que le seguiría a aquello.

Kasamatsu tomó su ropa interior y se la calzó, para luego quitarse la toalla, a Takao eso le pareció algo divertido, no solo lo había visto desnudo, se la había chupado, pero no comentó nada al respecto.

El mayor se sentó en el borde del colchón y parecía mirar los pantalones con bastante interés antes de ponérselos.

—¿Quieres ir por unas cervezas la próxima semana? —Preguntó Kasamatsu, tomando por sorpresa a Takao.

—¿Eso es una cita, Kasamatsu-san?

—Algo así, aunque claro, si tu no quieres que esto…

—Quiero que se repita, muchas veces más —soltó repentinamente, no queriendo perder esa oportunidad.

Kasamatsu se giró y sonrió suave, alzando la comisura de los labios. Un gesto coqueto, pero complacido y Takao correspondió.

No sólo quería que se repitiera el sexo, sino que también esa sonrisa, esas atenciones del mayor. Los besos voraces y las miradas intensas. También quería descubrir qué más quería repetir.

Quería vivir toda la experiencia de estar con Kasamatsu.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados...

Besos de gato~


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