Intensidad
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Akashi lo miraba serio, sus ojos del color de su cabello y todo bajo control, como si no acabara de decir lo más vergonzoso y cliché del mundo.
—No necesitas ser el número uno en nada, lo eres para mí, eso es suficiente —dijo Akashi.
¡¿Cómo era posible que diciendo algo así se viera tan cool?!
Furihata cerró la boca de golpe, la sentía seca mientras su corazón intentaba lidiar con el rápido movimiento que estaba llevando, golpeteando bajo sus costillas. No podía con aquello, Akashi lo abrumaba de mil y un maneras. Contradictoriamente, eso le gustaba.
Jamás había experimentado nada como eso antes, tan abrumador, arrollador. Algo tan intenso.
Akashi lo había invitado a salir hacía unos meses y él era bisexual así que no tuvo problemas. Además, no era como si pudiese decirle que no a ese chico. Pero resultó ser que era muy dulce. Akashi era atento con él, recordaba todo con lujo de detalle y siempre hacía lo posible para que estuviera a gusto, para hacerlo feliz.
Se le había declarado unos días atrás y Furihata le había pedido tiempo, no era que dudara de sus sentimientos, porque estaba enamorado de Akashi y todo ese lado atento que le había mostrado, pero estar con un hombre era un asunto delicado, más aun sabiendo que el chico venía de una familia de alta alcurnia. No quería causarle problemas.
Lo conversaron y ambas familias no se interpusieron si es que ellos no hacían ningún escándalo y se lo tomaban con seriedad, así que su relación se había formalizado y estaban disfrutando de ello.
Ese día, como tantos, estaban en casa de Akashi, conversando y haciendo planes mientras bebían algo. Entonces Furihata le había contado el por qué se había unido al equipo de básquetbol: la chica que le gustaba en ese entonces le dijo que saldría con él si se convertía en el número uno en algo.
Y ahí estaba Akashi, pierna cruzada y la cabeza apoyada casualmente en su mano. Se veía tan elegante y relajado, Furihata realmente estaba embelesado por ese chico.
—Gracias Akashi —respondió el castaño, realmente cohibido, y vio la sonrisa en el rostro del de cabellos fucsias.
Era hermoso.
Akashi se levantó y extendió la mano hacia el castaño, tomando su mentón y dándole un beso en los labios, chupando el inferior con delicadeza, abriendo para apretujar un poco más. Lo suficientemente delicado y caliente para hacer que la respiración de Furihata fuera errática.
Estaba encandilado, demasiado enamorado de Akashi, que le había mostrado su lado más dulce y lo había vuelto adicto. Ya no había nada que pudiera o quisiera hacer contra ello, porque se sentía completo a su lado, con el valor para afrontar al mundo entero si fuera necesario.
Furihata le sonrió cuando se separaron, con dulzura, para hacerle saber que él también era su número uno. En su corazón. Por siempre.
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