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November is Multishipper por Leana

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Notas del capitulo:

Aomine es y será mi maldita debilidad. Foreváh. Sakurai me gusta, si bien se disculpa mucho y a veces eso estresa, tiene ese lado serio y de cuidado que se me hace interesante. Además, Aomine lo trata distinto. Ojo ahí.

Sobre la temática de este One Shot… me encanta, siempre había querido escribir algo sobre Omegaverse y se ha dado la oportunidad. Espero no haberlo hecho tan mal, me he informado bastante y sé que algunos detallitos pueden variar según el autor (mí :v) En fin, aquí va.

Semi AU. Omegaverse.

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Aomine x Sakurai: “Sakurai se estremeció, pero esa vez de pura anticipación. Se suponía que era un Beta, pero ahí estaba, con el trasero húmedo y deseando al Alfa que tenía delante, pegado a su cuerpo.”

 

 

Era él, capaz de desencadenar todo  

.

 

Sakurai abrió la puerta de su casa y vio a Aomine de pie, porte casual y mirada aburrida. Pero estaba solo, miró más allá de él y frunció el ceño para volver a mirar al moreno.

—¿Y Wakamatsu-san? —-Preguntó Sakurai buscando al rubio ceniza con la mirada nuevamente.

—No pudo venir, tenía una cita concertada y la había olvidado, el muy idiota —contestó Aomine entrando a la casa de una vez.

Por supuesto, Wakamatsu era un Alfa y su especie era bastante cotizada, descendientes de los Osos Polares.

Aun así, la idea de estar a solas con Aomine no le gustaba mucho. El moreno le gustaba, mucho, pero lo suyo era imposible porque él era un simple Beta, un humano más, mientras que Aomine era un Alfa, una Pantera Negra para ser específicos. Él estaba destinado a estar con un omega que le asegurara descendencia, no un chico con el que jamás podría procrear.

Sakurai dio un respingo cuando Aomine movió la mano frente a su rostro.

—Estás distraído, ¿vamos a estudiar o te sientes mal? —Preguntó el moreno enarcando una ceja.

—¡Lo siento! —Se disculpó Sakurai, haciendo reverencias con rapidez—. Toma asiento, por favor, ¿quieres algo de beber?

Aomine asintió, sentándose sobre el cojín y sacando un cuaderno de su mochila mientras Sakurai caminaba a la cocina para preparar algo.

El castaño se sentía nervioso, estaba a solas con Aomine y ya estaba metiendo la pata. Sus dedos temblaban mientras servía jugo en un vaso, debía calmarse. Por más que Sakurai respirara lentamente para poder tranquilizar su corazón, no podía, de solo pensar en la proximidad del moreno, en su voz ronca, en él por completo, no lograba dejar de temblar.

Era difícil, estaba enamorado de un Alfa que jamás lo miraría más que para pedirle almuerzo o darle pases en la cancha. Sintió su boca amarga ante esos pensamientos, en que tenía que resignarse a que jamás sucedería nada entre ellos.

—Sakurai —habló Aomine a su costado, la boca demasiado cerca de su cuello y su voz ronca reverberó sobre su piel.

—¡Aomine-san! —Exclamó el chico haciendo ademán de girarse, pero es en ese instante Aomine apretó sus caderas y no le permitió hacer otro movimiento.

—¿Qué es ese olor? —Preguntó Aomine enterrando la nariz en la curvatura de su cuello e inhalando con fuerza.

De pronto a Sakurai le temblaron las piernas y cayó sobre el mesón de la cocina, tirando los vasos de jugo y escuchando el líquido caer contra el piso, seguido del vidrio al romperse. No sabía qué carajos estaba pasando, pero su cuerpo de pronto se sintió muy caliente.

—Mierda, Sakurai, ¿eres un Omega? —Soltó Aomine enterrando las caderas contra el trasero del chico, sin dejar de olisquear su cuello—. Debiste tomar tus supresores, ¡maldita sea!

Sakurai tembló de nuevo, pero esa vez de miedo, no sabía qué le estaba pasando su cuerpo ni a Aomine.

—No tomo supresores, ¡soy un Beta!

—¿Un Beta? Ryo, hueles como un Omega —dijo Aomine mordisqueando la piel de su cuello, comenzado a refregar su erección contra el trasero del chico—. Mierda, no podré detenerme.

Aomine lo giró con brusquedad y lo besó con fuerza, un impacto brusco contra sus labios, seguido de una lengua que arrasaba con todo. Era su primer beso, uno caliente y húmedo, pero Sakurai no podía quejarse porque se sentía como Aomine, avasallador, demandante.

Su mente comenzaba a nublarse ante la vorágine de sensaciones. Sakurai sentía su cuerpo arder, donde cada caricia de Aomine encendía más su piel. Estaba sensible y su trasero comenzó a sentirse húmedo. Se asustó, empujando a Aomine, el que no retrocedió ni un poco.

—Es-espera, ¡Aomine-san! —Por fin le había soltado la boca, pero en cambio, estaba devorando la curvatura de su hombro, mordidas y besos—. Yo… estoy asustado, no sé…

Aomine gruñó, alzando la mirada con el ceño fruncido y Sakurai tragó con fuerza. Al moreno no le gustaba el olor del miedo emanando de ese cuerpo, no, sólo quería percibir el dulce aroma de antes.

—Esto, Ryo —dijo Aomine bajando la mano para meterla dentro de su pantalón, deslizando el dedo entre sus nalgas y a Sakurai se le cortó la respiración—, es tu celo —. Aomine le mostró e dígito empapado y sintió el aroma dulzón de su propia esencia—. Lo siento, Sakurai, pero voy a follarte.

Sakurai se estremeció, pero esa vez de pura anticipación. Se suponía que era un Beta, pero ahí estaba, con el trasero húmedo y deseando al Alfa que tenía delante, pegado a su cuerpo. Todos sus sentidos estaban aumentados. Podía sentir el fuerte aroma de Aomine, lo abrumaba y aturdía, lo hacía desearlo con cada fibra de su ser.

Por ello, no sintió miedo cuando lo tuvo sobre él. Sakurai lo acogió entre sus piernas, acunando su rostro y besándolo con devoción. Aomine estaba tomando todo de él y se sentía correcto. No podía pensar en nada más que no fuera el otro enterrándose en su cuerpo, comenzado a moverse suave.

—Estás estrecho, Ryo, relájate para mí. Te va a gustar —dijo Aomine acariciando los rosados botones de su pecho, mordiendo despacio y jalando para estimularlo.

Aomine había estado con Betas antes, chicas de grandes pechos dispuestas a satisfacer a un Alfa solo por placer, sin correr riesgos de embarazo. Él jamás se quejó y, en cambio, disfrutó de aquello, pero ese encuentro se sentía distinto. No se podía controlar. Sakurai le atraía desde mucho antes, ojos grandes y sonrisa suave. Siempre era amable con él aunque Aomine tuviera un carácter difícil. Pero Aomine no había tomado ninguna oportunidad porque sabía que el chico era un Beta, jamás funcionaría aquello y no se atrevía a dañarlo.

Sin embargo, Sakurai estaba ahí, bajo su cuerpo, gimiendo fuerte y enterrando las uñas cortas en su espalda. Su interior estaba caliente y lo apretaba de forma deliciosa. Su aroma, oh dios, era demasiado intenso, lo tenía aturdido en deseo y no podía pensar en nada más que no fuera ese chico.

Si Sakurai no fuera un Omega, ¿Cómo es que olía así? Si hasta se había dilatado. Estaba seguro de que el chico no era un Beta, no era posible. Fuera lo que fuera, Aomine no se arriesgaría a que otro Alfa lo tomara.

Aomine salió de su interior y lo giró de cara contra el colchón, alzando sus caderas e instando a que arqueara su espalda. Lo sintió más estrecho y cuando se movió de nuevo, el chico gimió tan fuerte que supo había dado con su punto dulce. Comenzó con el vaivén desenfrenado, entrando y saliendo de su cuerpo, con el sonido hueco de sus pieles al chocar. Se lamió los labios al ver como su pene entraba y salía.

—¡Aomine-san! ¡M-me voy a correr! —Gritó Sakurai levantando incluso más el trasero.

El moreno sonrió triunfal, sin dejar de moverse en el mismo ángulo, fuerte y parejo, hasta arrancarle el orgasmo al chico.

Sakurai se estrechó mientras su pene soltaba el chorro de semen de su orgasmo. Aomine se tentó de dejar que su nudo se formara, nunca antes lo había hecho, porque para las chicas era doloroso, pero un Omega estaba hecho para soportarlo. A pesar de la tentación, logró sacarlo a tiempo, no podía dejar preñado a Sakurai, eran muy jóvenes y el castaño se llevaría la parte difícil.

A pesar de ello, se inclinó para morder su nuca con fuerza, sintiendo la piel rasgarse bajo sus dientes y la sangre asaltar su lengua con el sabor metálico. Escuchó a Ryo gritar, pero no lo dejó moverse hasta que tragó un poco. Lo soltó cuando supo que la mordida estaba bien hecha, una herida profunda que lo marcaba como suyo.

—Eres completamente mío —dijo Aomine lamiendo la herida para luego dejarse caer en el colchón.

Cuando Ryo despertó, Aomine estaba a su lado, acariciando su cabello de forma distraída. El chico se removió a regañadientes para captar su atención.

—Yo, lo siento, pero no sé qué es esto. Estoy asustado —soltó de una sola vez, sintiendo su pecho tensarse ante la inminente respuesta de Aomine.

—No tienes que estar  asustado, eres mío, te he marcado —dijo Aomine alzando la mano para rozar su nuca, sintiendo los relieves que dejaron sus dientes—. No dejaré que nada te pase.

—Aomine-san, yo ¡estoy enamorado de usted! No es sólo… eso del celo.

Aomine sonrió, porque eso hacía a Sakurai completamente suyo. A Aomine le gustaba desde mucho antes que aquello ocurriera y la oportunidad de estar juntos se había presentado y él no la dejaría pasar.

Quizás se había precipitado en reclamarlo, pero eso ya no importaba, Aomine había sentido la necesidad de hacerlo y eso bastaba para él.

—He escuchado de Betas que tienen un alto porcentaje de genes Omegas, en algunos casos es cuando encuentran a su pareja que su celo se desencadena y esos genes toman el control. Se vuelven Omegas —dijo Aomine con simplicidad, buscando dejar más tranquilo al chico. Además, quería creer que era él quién había desatado su celo. No necesitaba más señales para saber que debían estar juntos—. Sea lo que sea, lo averiguaremos juntos.

Sakurai sonrió con timidez mientras asentía. Su corazón no paraba de latir, tenía el olor y el sabor de Aomine impregnado y no podía sentirse más feliz.

Quedaban un montón de cosas que descubrir: su lado animal, los supresores, cómo cambiaría su cuerpo y como iría su relación a partir de ahí. Pero si Aomine estaba a su lado, sería capaz de sobrellevar cualquier cosa que se le presentara.

Estar juntos era lo correcto, ambos lo sentían en su interior, bajo la piel.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados...

Besos de gato~


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