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November is Multishipper por Leana

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Notas del capitulo:

Ogiwara es una ternura. Sí, sí, sí. Al parecer, todo lo que hizo Kuroko fue motivado por él, darle una lección a Teiko para que no se metieran con lo que ama :v o algo así xD Creo que Aomine y Kagami pueden sentir miedo. Ogiwara fue la primera luz beibis. Y bueno, ternura por todas partes.

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Ogiwara x Kuroko: “Para Kuroko, Ogiwara era su primera vez.” 

 

 

El primer amor

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Para Kuroko, Ogiwara era su primera vez.

Su primer amigo. El que se acercó a él cuando estaba sentado en la banca, viendo a los demás niños jugar. A Kuroko nunca lo invitaban porque, claro, él era invisible. A pesar de ello, Ogiwara se fijó en él, con una sonrisa entusiasta y sus enormes ojos cafés, le pidió que jugara con él.

Su primer confidente. Porque Kuroko había encontrado un gatito y lo tenía escondido en la parte de atrás de su patio, en el cobertizo. El secreto se lo había confiado sin dudarlo.

Su primer cómplice. Cuando los padres de Kuroko encontraron al gato, un felino de manchas café, negro y blanco, Ogiwara dijo que era de él y que se lo llevaría, para que no reprendieran a Kuroko. El chico aún tenía al gato de nombre Kuro.

Su primer incondicional. Ogiwara jugaba con él y lo incentivaba a pesar de que Kuroko no era muy bueno en el juego. Veían juntos los partidos de la NBA y juntos compraron su primera pelota cuando reunieron el dinero de su mesada.

Su primer amor. Ese chico de sonrisa ancha y mirada llena de vida se había ganado su corazón por completo. ¿Cómo no haberse enamorado de él? Era dulce y atento, de buenos sentimientos. Era comprensivo y un buen consejero. Era un chico increíble.

Su primera declaración recibida. Cuando Ogiwara lo invitó a un batido de vainilla y luego lo acompañó hasta su casa, el castaño había estado reuniendo el valor para decirle que le gustaba, que aunque sabía que ambos eran hombres, no podía controlar ese sentimiento. ¡Hasta le había dicho que comprendía si no quería seguir siendo su amigo! Imposible.

Su primer beso. Kuroko le correspondía y la única forma de acallar la retahíla de motivos que soltaba Ogiwara del porqué aquello no debería ser, pero que aun así quería que fuera (era tierno); fue con un beso. Un toque de labios, boca cerrada y un choque torpe, pero que calló a Ogiwara al instante.

Su primer novio. Su química era innegable y su amor como el de todo adolescente. Puro e imposible de aplacar. Todo iba demasiado bien y lo “lógico” era formalizarlo, flores y un regalo, porque el castaño era tradicional, era cursi.

Su primera vez. Porque el amor llegó hasta la etapa culmine, donde los besos ya no eran suficientes y la pasión se mezclaba con la curiosidad. Kuroko le confió su cuerpo y las sensaciones, y Ogiwara tomó todo eso y lo intensificó en cosa de instantes. A pesar del dolor, la inexperiencia y las ansias, aquello había sido perfecto. La prueba máxima de su amor.

Su primer llanto. Ogiwara debía mudarse, pero le prometía que aquello no podría morir, que ni la distancia podría aplacar todos sus sentimientos. Aunque Kuroko le creía, sabía que la distancia abría una brecha para un montón de posibilidades, todas negativas.

Su primer corazón roto. Aunque había funcionado a base de llamadas y mensajes, de viajes por el día y otros pocos para quedarse a dormir, lo que los había unido, los había separado: el básquetbol. Cuando Ogiwara fue aplastado por Teiko, no pudo con la frustración, con el dolor de la humillación y con lo que Akashi le demostraba con aquel partido: Kuroko les pertenecía. El círculo que ahora rodeaba al chico era fuerte, Ogiwara no podía contra ellos, le había quedado claro. Por ello, terminó su relación con Kuroko y también todo contacto con él.

Con el tiempo supo que había sido bastante infantil, que la ira lo habían cegado y en vez de haber renunciado a él, debió quedarse, porque aunque no fuera el más fuerte en la cancha, sí tenía la fuerza para tener el corazón de Kuroko.

Ahora estaba allí, abrazando a Kuroko en la oscuridad del pasillo del gimnasio donde Seirin se había titulado como campeón. Ogiwara lo abrazaba con fuerza, dándose cuenta de cuanto había cambiado Kuroko físicamente, estaba más alto y su cuerpo era firme, duro, seguía siendo delgado, pero no tan escuálido como hacía años. Su cabello más largo, sus enormes ojos celestes se habían endurecido con el toque de la madurez.

—Lo siento, Kuroko —dijo con una sonrisa amarga, mirándolo por fin.

—Fuiste mi primera luz, Ogiwara, siempre lo has sido —contestó Kuroko, lágrimas en los ojos y el corazón latiendo con fuerza contra sus costillas.

Sus bocas se encontraron, ansiedad, melancolía y añoranza. Se habían separado por bastante tiempo, habían tenido sus vivencias y habían cambiado en muchos aspectos, pero ahí estaban, besándose como si nada más importara. Susurrando promesas entre el beso, declarándose amor a pesar del tiempo.

Derrotando a los jugadores de Teiko, Kuroko le había demostrado cuanto le dolió haberlo perdido y que él también podía pelear por él, luchar para estar juntos.

Y ahora que volvían a estar juntos, Kuroko quería muchas más primeras veces junto a él.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados...

Besos de gato~


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