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November is Multishipper por Leana

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Notas del capitulo:

Esta shipp me la sugirió una amiga. Creo que el hecho de que siguieran en contacto (Aomine lo llama por celular, otsea) quiere decir mucho. Además, el contraste de personalidades me gusta. Y bueno, creo que es una de las cosas que más he repetido y lo seguiré haciendo: Aomine es mi debilidad declarada y me encanta ponerlo en todo tipo de facetas. Porque puede ser el más antipático y cabrón, hasta una dulce barra de chocolate (como el de su abdomen –babea-) Aquí lo veo como el uke, pero como siempre, dominando la situación.

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Midorima x Aomine: “Era Aomine, con esa sonrisa socarrona y la mirada ardiente. Esa aura demasiado intensa que lo arrastraba sin poder evitarlo. Aomine y él se llevaban extrañamente bien. Era química pura.” 

 

 

Sentimientos inconclusos

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Midorima se levantó de la mesa del local y caminó hacia el baño. Cuando se detuvo frente al espejo, supo que las cervezas, efectivamente, se le habían subido a la cabeza. Estaba algo mareado, por ello se mojó el rostro para luego volver a colocarse los lentes. Si ya veía borroso sin ellos, no quería arriesgarse a perderlos y no ver nada.

Entonces escuchó la puerta a su costado abrirse y vio a Aomine entrar. Jeans ajustados, bototos altos y una playera blanca holgada. Ese chico se vestía casual, pero aquel pantalón se le ceñía muy bien al cuerpo. Mierda, su mente había comenzado a divagar.

Se encontró con la mirada del moreno, que sonreía socarrón, lo había atrapado mirándolo. Midorima dio un respingo y volvió a mirar el espejo, sacudiendo las manos para luego darle la espalda a Aomine mientras sacaba un poco de papel para secarse el rostro.

Cuando se giró, Aomine estaba frente a él, mirándolo con suave interés. A Midorima se le tensó el estómago.

—Estás muy tenso, Midorima —dijo el moreno y se acercó otro poco, dándose cuenta de que el otro daba un paso atrás, con el sonrojo estampado en las mejillas—. Necesitas relajarte o te va a dar algo.

Midorima no pudo decir nada a eso, porque Aomine lo había tomado de la muñeca y lo había metido dentro de uno de los cubículos del baño.

—Aomine —lo llamó, pero cuando el moreno lo miró al fin, sus ojos azules refulgían con una extraña intensidad—. ¿Q-qué haces?

Aomine le estaba subiendo los bordes de la camisa y su perfume mezclado con el aroma de la cerveza le estaba pegando en la nariz, aturdiéndolo, dejándole en claro a Midorima la cercanía que tenían.

Pero Aomine no contestó, levantando el rostro y besándolo de improviso. La lengua se coló sin ningún cuidado, entraba y salía deslizándose sobre su lengua, rozando el paladar y las piernas ya empezaban a temblarle. Midorima sintió que la cabeza le daba vueltas, admitía que el moreno besaba bien, demasiado bien, y ya no le quedaban fuerzas ni ganas de alejarse.

Con los sentidos embotados, Midorima abrió los ojos cuando Aomine soltó sus labios y comenzó a descender por su cuerpo, desatando el cinturón y bajando el cierre. Su pene estaba semi erecto cuando el moreno lo tomó suavemente y abrió la boca para meterlo todo de una sola vez. Midorima lo vio cerrar los ojos para contener la primera arcada.

—Había olvidado lo grande que eres, Midorima.

—Eres tan vulgar —soltó el aludido, apretando los dientes y acomodando los lentes sobre su nariz.

—Pero eso te gusta, ¿no? —dijo Aomine dándole una chupada a la cabeza, un sonido morboso que Midorima no alcanzó a apreciar porque esa lengua se movía justo sobre en orificio de la punta—. Te vas a sentir bien, Midorima, lo sabes.

Claro que lo sabía, porque aquella no era la primera vez que algo así pasaba entre ellos. Al parecer, Aomine siempre había tenido cierto interés en lo recatado que Midorima era, queriendo sacarlo de esa faceta, deleitándose con sus sonrojos y con lo que podía hacer con ese chico.

Aomine había descubierto aquello cuando eran compañeros de equipo. Midorima era bueno con los estudios y tomaba la responsabilidad de ayudar al moreno para que no faltara a los partidos, esa era la ocasión que Aomine aprovechaba. En ese entonces había sido algo más curioso, descubriendo y tanteando terreno. Se besaban, se masturbaban y tocaban por todas partes.

Esos encuentros se habían acabado cuando Aomine dejó de creer en el juego y se distanció de todos. Aun así, nunca habían perdido contacto. Para cuando Aomine volvió a jugar como antes, las miradas de interés y las frases con doble intención en sus conversaciones habían vuelto, pero solo hasta ese momento Aomine había hecho algo.

Midorima se quejó ronco cuando el vaivén de la boca del moreno comenzó, de arriba abajo, apretando con los labios y acariciando con la lengua. La saliva ya lo tenía empapado y la sensación era increíble.

Los ojos azules estaban clavados en él y la vista era muy incitadora, porque el moreno se alejaba y le sonreía, lamiéndose los labios, también disfrutaba de lo que le hacía.

Siseó cuando la punta se deslizó contra la mejilla suave y caliente de Aomine. Rozaba la erección con la boca y lo hacía chocar contra el interior de su mejilla, haciendo que Midorima se tapara la boca para evitar que sus jadeos se escucharan desde afuera.

Escuchó la puerta principal ser abierta y las voces de dos personas al entrar. Se sintió repentinamente nervioso y Aomine se levantó para arrimarse a él, con los labios cerca de su oído.

—Parece que estás a punto de correrte —susurró contra su piel causándole otro escalofrío.

Midorima cerró los ojos con fuerza al sentir la mano de Aomine comenzar a masturbarlo con fuerza. Solo quería que esos chicos se fueran para poder dejarlo salir, necesitaba que su voz se escapara porque el placer lo estaba consumiendo.

Sus caderas se movían contra la mano de Aomine, con un sonido hueco que si se escuchaba afuera, ya ni le importaba. Escuchó el agua de la cadena correr en el cubículo de al lado, la conversación de esos chicos se reanudó. Pero Midorima no podía soportarlo más, tomó el rostro de Aomine y lo besó con fuerza, abriendo la boca y acallando su voz contra los labios del moreno. Lo sintió gruñir en respuesta pero su juicio ya estaba perdido.

No supo en que momento esos hombres abandonaron el baño, él solo estaba concentrado en las sensaciones. Empujó a Aomine contra la pared sin dejar de besarlo ni mover las caderas contra su mano, podía sentir la punta de su pene rozar la tela del pantalón del chico.

Era Aomine, con esa sonrisa socarrona y la mirada ardiente. Con toda esa energía en la cancha contrastando con su pereza en el día a día. Esa aura demasiado intensa que lo arrastraba sin poder evitarlo. Aomine y él se llevaban extrañamente bien, ninguno quería problemas innecesarios y se dedicaban a lo suyo. En sus encuentros, aunque Aomine dominaba la situación, una vez que Midorima perdía el control el moreno se dejaba hacer satisfecho. Era química pura.

Midorima se estaba corriendo, con chorros intermitentes que eran recibidos por la mano de Aomine, que le estaba mordiendo los labios con una sonrisa mientras Midorima sentía la vergüenza ir y volver en su mente.

—Mierda.

—Pensé que no decías palabrotas, Midorima —dijo Aomine sacando papel higiénico y limpiándose la mano.

Jaló la cadena del baño tirando el papel dentro y salió, mirando hacia los lados e indicándole a Midorima que podía salir también, no había nadie. Se lavó las manos y se detuvo cerca de la puerta mientras Midorima tenía un debate interno. Midorima reconocía la sensación, lo tuvo todas esas veces cuando eran jóvenes y algo así pasaba entre ellos. ¿Eso sería todo? ¿Qué quería conseguir Aomine? ¿Por qué se sentía repentinamente desilusionado cuando el moreno se alejaba?

—Midorima —lo llamó poniendo la mano en la manilla de la puerta—. No vine en mi motocicleta, supongo que vas a llevarme a mi departamento, está en el centro. Puedes quedarte.

Entonces abrió la puerta y salió sin mirar atrás. Midorima jamás sabía que esperar de Aomine, con él nada es certero. Pero le gustaba, la forma en que lo miraba y lo hacía sentir. Esta vez no lo dejaría pasar, llegarían hasta el final.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados...

Besos de gato~


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