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November is Multishipper por Leana

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Notas del capitulo:

Porque el moreno parece ser mi maldita debilidad a la hora de escribir. Porque vi una imagen de ellos y desde entonces quedé prendada [perdonen mi ignorancia, pero creo que se les llaman “Picture Story” (esas imágenes que narran los seiyuus en la KUROBAS CUP 2013) donde Kiyoshi y Aomine llegan juntos y tarde al partido]. Porque Teppei es el seme del mundo mundial (?)

.

Teppei x Aomine: “Teppei era el que lo arrastraba, como una corriente, y él se dejaba llevar, demasiado perezoso para resistirse, demasiado a gusto para evitarlo.”

 

 

Inminente

.

 

1

Aquel día Teppei iba de camino a la cancha pública para jugar básquetbol con sus amigos, una actividad hecha con el motivo de limar asperezas y recuperar amistades. No le extrañó toparse con Aomine por el camino, lo que si llamó su atención fue verlo agachado entre los arbustos.

Se acercó a él y saludó como siempre, todo sonrisas y voz amistosa, pero el moreno se limitó a mirarlo sin mucho interés antes de levantarse y meterse las manos en los bolsillos de sus jeans.

—Es hembra y parece que aún toma leche —dijo apuntando con un gesto del mentón hacia abajo, a una caja donde un pequeño gatito rayado y con matices en gris, se asomaba maullando ante la lejanía del moreno.

—Si la dejamos aquí, puede que le hagan daño o corra hacia la calle y la atropellen —argumentó Teppei agachándose y sacando la pequeña bola de pelos.

—La llevaré a casa y luego volveré.

—Te acompaño.

Aomine enarcó una ceja, pero creyó que sería lógico, ya que él andaba con lo puesto mientras Teppei llevaba su bolso deportivo, donde la acomodó sin dejar de sonreír relajado. Era lo más seguro, ya que la gatita podría ponerse nerviosa y saltar de entre sus brazos.

Caminaron en silencio hasta la casa del moreno, donde no había nadie a esas horas de la tarde. Preparó una cama con un chaleco viejo y la acarició antes de levantarse para volver a la cancha. En el camino compraría leche y otras cosas.

La cercanía de Teppei, con su aura relajada, no le molestaba. Además, a Aomine no le gustaba complicarse con nada. Así que dejó que se acercara, conversando sobre cosas triviales y un poco de básquetbol mientras iba de regreso a la cancha pública, donde Hyuga y Momoi los esperaban furiosos debido a su demora.

 

2

Aomine tenía una debilidad: los animales. El moreno no podía resistirse a ayudar a cualquiera de ellos que necesitara abrigo o comida, porque ellos no podían pedirla expresamente y eso tocaba su fibra sensible. Además, eran incondicionales, sólo debías hacerles cariño y ellos ya confiaban en ti. Él jamás podría abusar de aquello y terminaba por hacer cualquier cosa para ayudarlos a estar mejor.

Teppei también tenía una debilidad: los chicos problemáticos. Sentía la necesidad, casi como si fuera su deber, de ayudarlos a recapacitar, a apreciar el juego y a ellos mismos, a sus amigos.

Para el castaño, Aomine era un chico con problemas debido a la soledad que él mismo se había creado. Alejándose de todos por su decepción a lo que más amaba: el básquetbol. Tenía un talento impresionante, ¿cómo es que podía rendirse tan pronto?

Así que provechó aquella oportunidad para acercarse, yendo a visitar a la gatita, luego acompañándolo a comprar cosas para la misma, así vinieron las salidas a jugar, después para pasar el rato.

Teppei se dio cuenta de que Aomine no era la persona que él creía, egocéntrica y egoísta, solamente era un adolescente que se había desencantado con su pasión, pero eso había cambiado y Aomine ya no tenía que alejar a las personas con su indiferencia.

Fue cuando Teppei fue consciente de que aunque se había acercado para “ayudarlo”, finalmente sólo fue que había química entre ellos, sus personalidades relajadas, su amor por el juego. Era inevitable entablar una amistad.

 

3

Para Aomine nada de aquello había sido extraño. Un día Teppei lo acompañó a su casa para dejar a la gatita y la relación siguió avanzando. Había pasado medio año desde aquello, donde no habían dejado de verse y habían desarrollado una estrecha relación. Fue natural, fue fluido.

Y estaban en un punto en el que todo era inminente. 

Estaban en el balcón de su casa, siempre sola por las tardes ya que sus padres trabajaban, cuando ocurrió aquello.

—Te extrañaré mucho, Aomine —soltó Teppei cuando le contó que debía irse a América para la operación de su rodilla y luego vendría la rehabilitación.

Aomine se giró para verlo a la cara, apoyando la espalda en el borde del balcón. Entonces Teppei avanzó, poniendo ambas manos a cada lado del moreno, aferrándose a la baranda, con una expresión seria en la cara. Era la primera vez que Aomine la veía, y también la primera vez que se sentía abrumado por alguien. Por él.

Entonces Teppei se inclinó posando sus labios en los del moreno, que estaban húmedos, contrastando con los propios. Fue un beso fugaz, donde Teppei chupó su labio y luego se alejó, llamando a los de Aomine, que hizo lo mismo. Así estuvieron un rato. Pero el moreno no se destacaba por su paciencia, así que alzó las manos y le tomó el rostro para profundizar el beso, metiendo la lengua y sintiendo los labios del más alto succionarla.

Las enormes manos de Teppei se aferraron a sus costados, agarrando sus muslos, subiendo hasta descansar en su espalda baja. El beso se detuvo y Aomine apoyó las manos en su cuello, sintiendo sus largos cabellos castaños rozarle la punta de los dedos.

—Siempre consigues lo que quieres, ¿no?

—No siempre —respondió Kiyoshi con una sonrisa ladina—. Porque no sabía que quería esto, hasta este preciso instante.

Aomine enarcó una ceja y dejó caer las manos, apoyó la frente sobre su hombro unos instantes, porque él también lo extrañaría. Teppei se deslizó dentro de su vida y Aomine por fin fue consiente hasta qué punto. No sólo eran gustos en común, sino que también era su química, la fluidez de su actuar el uno con el otro.

Teppei era el que lo arrastraba, como una corriente, y él se dejaba llevar, demasiado perezoso para resistirse, demasiado a gusto para evitarlo.

Pero no diría nada de eso, porque seguramente Teppei ya lo sabía, ya lo había notado.

Sintió a la gata restregarse entre sus piernas, pasando entre ellos mientras maullaba, tenía hambre. Aomine se movió para ir a atender a su gatita y Teppei lo siguió.

Compartieron más besos, más toques. Aomine se dio cuenta de que le gustaban las manos de Teppei, grandes, lo abarcan todo. Debieron haber hecho eso antes. Pero ya no podía arrepentirse de nada. Teppei se iba a otro país para rehabilitarse y él seguiría con lo suyo, entrenando y jugando.

Su relación era a base de pura fluidez, a pulso. Lo que pasara en el futuro sería simplemente algo inminente, lo que tuviera que pasar, así que ninguno se preocupaba por ello, esperarían. Dejarían que el tiempo decidiera.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados...

Besos de gato~


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