Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

November is Multishipper por Leana

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

La eterna OTP. Ellos me han enamorado desde siempre, ¿cómo no? Se nota que se aman, que su química va mucho más allá de simple amistad. Así que, ah, lo romántico se me sale por los poros cuando de ellos se trata.

.

Kagami x Kuroko: “Kuroko pensaba y enumeraba por qué no podía irse con él, por qué la distancia terminaría con su relación, estaba intentando pensar y tomar una decisión como el adulto que era… pero sabía que si Kagami le pidiera que se fueran juntos, lo haría, dejaría todo por él.”

 

 

Es mucho más que un para siempre

.

 

Kuroko sentía ese vacío en el estómago desde que se había levantado, bueno, desde que Kagami se había ido hacía ya una semana. Pero no era ese sentimiento de añoranza, como siempre que el pelirrojo viajaba a América, era el sentimiento de incertidumbre el que lo tenía así.

De pérdida.

Dos días antes de que el pelirrojo tomara el vuelo, había recibido una llamada desde Estados Unidos, era el entrenador de un renombrado equipo de básquetbol, uno que estaba interesado en reclutarlo.

Kagami se veía muy entusiasmado, le había contado a Kuroko mientras sonreía, amplio, mostrando todos sus dientes y achicando los ojos, esa hermosa sonrisa suya, ¡si hasta arrugaba la nariz!

Lo habían conversado cuando Kuroko llegó al departamento que compartían desde hacía cinco años, luego de terminar sus horas de trabajo en el jardín de niños en el que había sido contratado luego de graduarse de Profesor de Kinder.

Kuroko había presentido que algo pasaba en cuanto sus ojos se encontraron, Kagami acostumbraba a recibirlo en la puerta con un suave beso en los labios, pero ese beso era tenso, diferente. Se conocían tan bien, por algo ya llevaban seis años de relación.

Si Kagami era reclutado, tendría que regresar a Estados Unidos, vivir allá. Kuroko estaba muy feliz por eso, porque el pelirrojo realmente era talentoso y cumpliría su sueño, iría a las grandes ligas.

Pero Kuroko no podía compartir ese sueño con él. Tenía su vida en Japón, su familia, amigos, trabajo. Ni siquiera sabía inglés.

Kuroko lo pensaba una y otra vez, porque amaba a Kagami, de eso no cabía duda, pero no podía encontrar una solución al asunto. Porque la distancia tarde o temprano gastaría su relación, lo sabía, él era relista, aunque hablaran por celular, por webcam, las brechas de no verse darían espacio a un montón de posibilidades: la monotonía, el cansancio, conocer a otra persona.

Pensaba y enumeraba por qué no podía irse con él, por qué la distancia terminaría con su relación, estaba intentando pensar y tomar una decisión como el adulto que era… pero sabía que si Kagami le pidiera que se fueran juntos, lo haría, dejaría todo por él.

El pestillo de la puerta sonó y Kuroko dio un brinco mientras terminaba de servir la cena que Aomine y Kise le habían ayudado a preparar esa tarde, solo hubo que calentarla.

Caminó hacia la puerta secándose las manos pero Nigou se le había adelantado, saltando en las piernas de Kagami, que lo acarició entre las orejas con una sonrisa, ya se había acostumbrado al animalito y el amor había crecido entre ellos.

Kuroko sonrió amplio cuando sus miradas se encontraron y avanzó para sentir esos brazos firmes envolverlo, sus grandes manos en la espalda y sus bocas uniéndose en un beso profundo, lento. Demostrando que se extrañaban, suavizando el momento que vendría después, cuando ambos cayeran en la cama para saciarse de amor.

—La cena está lista —dijo Kuroko al separarse y Kagami le dio otro beso antes de avanzar para dejar las maletas en el suelo y quitarse la chaqueta.

—¿Aomine y Kise?

—Sí.

Kagami asintió, porque Kuroko no había estado solo y eso lo dejaba tranquilo cuando tenía que viajar por varios días, el hecho de que sus amigos pudieran cuidar de él.

Comenzaron a comer y conversaron de cosas triviales, de la madre de Kagami, de Alex y de la rutina de Kuroko mientras Kagami no estuvo. Todo dilatando aquel momento, pero Kuroko sentía que mientras más hablaban, el momento se alargaba de forma agonizante. Ya no pudo comer más.

—Kagami, ¿qué pasó con tu reclutamiento? —preguntó Kuroko luego de dejar los palillos a un lado, con el plato a medio comer.

El pelirrojo lo miró unos momentos, para luego limpiarse la boca con la servilleta y tomar aire. Todo se tensó a su alrededor, sobre todo en la garganta de Kuroko, que apenas podía respirar.

—No acepté…

—Kagami —soltó Kuroko cerrando los ojos con fuerza, para reunir el valor y volver a mirarlo. Porque Kuroko no podría  cargar con aquello, ¿Kagami cómo podía ser tan egoísta? —. Es tu sueño, es lo que quieres, y si yo soy el motivo por el que no te vas, entonces terminaré con esto para que seas libre. Porque te amo y jamás seré la razón de tu infelicidad.

Kagami seguía mirándolo, parecía que lo estudiaba, esa era una de las pocas veces que había usado esa mirada en todo su tiempo juntos y Kuroko se sintió extraño. Pensó en las manías adquiridas con la madurez y los años. Años juntos. Se mordió los labios con nostalgia, con la necesidad de no querer perder aquello.

—Eres demasiado directo, Kuroko, y a veces asumes cosas que no te corresponden —respondió Kagami, relajado, se inclinó sobre la mesa y tomó la mano del chico, mirando sus enormes ojos celestes—. Es mi decisión y no eres tan solo tú, es todo. Es mi vida aquí, es mi vida contigo. ¿Sabes que pensaba? No puedo dejar a nuestros amigos, nuestro departamento, tú familia es la mía, ¿qué pasará con Nigou? Mierda, y todo lleva un nuestro. No quiero ir a América, quiero quedarme aquí, quiero esta vida que tenemos, juntos.

—¿Y qué pasará cuando esto termine? No habrá vuelta atrás y ahí te arrepentirás…

—Jamás me arrepiento de lo que hago, Kuroko —lo interrumpió y sintió como el chico quitaba su mano suavemente. Pero esta vez Kagami no dejaría que evitara el tema, que se alejara creyendo que era lo mejor.

Kagami se levantó y caminó hacia él, haciendo que se levantara al jalar su mano. Kuroko se dejó hacer, pero sus ojos se veían tristes, ensombrecidos. A Kagami no le gustaba eso. Acarició sus cabellos con delicadeza, maldita sea, cuanto había extrañado aquello. El sentir su aroma, tocar su rostro, todo de Kuroko.

—No he dicho que dejaré de jugar, pero, ¿por qué tengo que hacerlo por otro país? Por gente a la que no conozco. Alguien me enseñó que el juego en equipo es mejor, con mis amigos, que me haga sentir completo. No podría compartir el orgullo al encestar con un extraño —explicó como mejor podía, Kagami no era bueno con las palabras y estaba nervioso, quería que Kuroko comprendiera su punto. Pero se estaba distrayendo con esos labios tan cerca—. Haremos un equipo aquí, en Japón. Uno tan bueno como para enfrentarnos a los americanos. ¿Olvidas lo que pasó con el equipo Jabberwock?  

Kuroko por fin se permitió sonreír, bajando la mirada unos instantes y para cuando se sintió listo, sus ojos se encontraron nuevamente. Quería estar seguro de aquello, de que Kagami había decidido quedarse por su voluntad, su completa decisión.

—Lo hemos hablado con Aomine, pero creo que necesitamos de alguien más experto, quizás Riko pueda…

—¿Te quedarás?

El pelirrojo pestañeó rápido y alzó las cejas levemente, ¿no había sido claro? Entonces sonrió amplio, ese gesto donde muestra todos los dientes y sus colmillos pronunciados. Tomó el rostro de Kuroko entre sus manos y se inclinó, sintiendo ese magnetismo, como todo en su ser cosquilleaba y vibraba ante la cercanía.

—Siempre —contestó antes de tomar esos labios en un beso que no tuvo nada de dulce, todo era necesidad y desesperación. El miedo y la incertidumbre al fin habían abandonado a ambos y Kuroko se aferró más a él, reclamándolo como suyo. Quería sentirlo suyo.

—Kagami-kun —gimió Kuroko contra sus labios y luego todo fue caos.

Llegaron al cuarto chocando contra las paredes, quitándose la ropa y dejándola caer. Kagami gruñía ante la necesidad de poder tomarlo, dejándolo caer sobre la cama. Esa piel blanca, su pecho subiendo y bajando, Kuroko a su merced.

El lubricante escurrió por sus dedos mientras el otro abría las piernas, dos dedos de una sola vez y el dolor era nublado por el placer, por la necesidad. Kagami lo sitió estrecho y enterró la mano en su cabello celeste, besándolo nuevamente. Sentía la lengua de Kuroko enredarse con la suya, la boca caliente y cuando esa mano se deslizó entre sus cuerpos para tomar su dura erección.

Kuroko no le dio tregua, bombeando con brío y enterrando el pulgar en la punta. Pero Kagami tampoco se lo dio, mordiendo sus labios, luego su cuello, bajando hasta su tetilla izquierda. Se entretuvo allí, alzando los ojos y viendo a Kuroko fruncir el ceño y abrir la boca, dejando salir esos melodiosos gemidos.

Pero Kagami no quería que ese sonido acuoso fuera el de sus dedos, así que los sacó, arrodillándose frente a Kuroko mientras tomaba su miembro para acomodarlo.

—Lo siento… yo… —fue todo lo que pudo jadear antes de adentrarse en su cálido interior.

Vio a Kuroko cerrar los ojos con fuerza y sisear, había pasado un tiempo desde la última vez que lo hicieron. Aun así, estaba suave, demasiado caliente, demasiado bueno.

Kagami bajó la mirada cuando sus pieles chocaron y volvió a salir, lento, para luego embestir de una sola vez. Verlo, sentirlo. El pelirrojo no podía con todo el calor y se quejó alto, lamiéndose los labios, estaba sediento de Kuroko.

Se inclinó para enlazar sus manos y con la otra lo aferró de la nuca, porque quería beber de todos los gemidos de Kuroko, quería que todo fuera suyo. Recordarle que no había forma de que renunciara a eso, a él, a todo lo que habían construido. A su amor.

—Te amo, te amo —jadeaba Kagami, con la voz ronca y los ojos cerrados. Porque moriría de vergüenza más tarde, pero ya nada importaba.

Kuroko ladeo la cabeza para dejar que Kagami rozara la nariz por su cuello, abriendo la boca y chupando. Marcándolo. Lo sintió ponerse aún más duro en su interior y de solo pensar que estaba por correrse en su interior, su pene comenzó a gotear con excitación.

Embistió unos minutos más, fuerza bruta y el juicio nublado. Kagami se enterró en su interior y en el momento exacto en que su orgasmo se liberó, sus dientes de hundieron en la carne de su cuello. Kuroko se quejó quedo, pero no pudo evitar correrse también, con su próstata demasiado estimulada y con Kagami fuera de razón, tomándolo con tanta desesperación, que estaba seguro que no era el único que lo había pasado mal esos días.

Cuando se separaron, presos del sopor que venía luego del orgasmo, Kagami no soltó su mano y la alzó para besar sus nudillos con suavidad, con cariño.

—Todo saldrá bien, y si no es así, al menos estaremos juntos —susurró el pelirrojo sobre su piel y Kuroko se estremeció por ello.

—Eres un romántico, Kagami-kun —soltó ante el nerviosismo, pero también regocijándose en el hecho de que tenía un novio increíble.

—¡Sólo estaba siendo sincero!

—Y eso te hace más tierno.

Kagami estaba rojo y Kuroko no supo si era por la vergüenza o por lo que habían hecho. Pero lo ignoró, en su mente solo estaba el hecho de que Kagami se quedaría, que podían tener un futuro, que todos sus sentimientos iban mucho más allá de simple compatibilidad.

—Te amo, Kagami-kun.

Y sólo eso bastaba para querer seguir adelante juntos.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados...

Besos de gato~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).