Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inevitable por Ichigosan

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Ni Haikyuu ni sus personajes me pertenecen. El escenario de la historia es el que todos ya conocemos, orientado en función de mi homosensual imaginación.

Aun no termino de escribir la historia, pero constará de unas 4 o 5 partes. Espero que les guste!

Notas del capitulo:

Buenas tardes preciosuras!! Bueno, primero quiero disculparme por mi ausencia, me pondré al día con mis otros fics también. Han sido semanas de locos pero ya trataré de estar al tanto.

En fin, como el anterior fanfic IwaOi tuvo buena repercusión y porque los amo más que al aire que respiro, he decidido escribir otra historia más.

Ojala les guste! :) <3 

 

Era un día más, uno como cualquier otro. Llegaba a la escuela y ni bien ponía un pie ahí, una horda de chicas lo rodeaban. Le sonreían, lo saludaban, le hablaban, le daban algún que otro bocadillo casero y le deseaban un buen día. Él les regalaba una gran sonrisa y les agradecía. Lo hacía de corazón, ellas no le disgustaban, su atención no le molestaba. Le gustaba como lo trataban, lo hacían sentir querido y apreciado. Y en su interior, deseaba que él también lo tratara así.

Llegó a la puerta del salón de clases. Un par de sus compañeras que estaban platicando en el corredor se acercaron a saludarlo, y una le comentó con un poco de preocupación que se veía cansado. Él le explicó que anoche no había dormido muy bien, que no era nada para preocuparse. Y era cierto, anoche como muchas otras noches su descanso se vio interrumpido por otro de esos recurrentes sueños que lo terminaban desvelando por horas.

Se veía a mi mismo en los vestidores del gimnasio luego de una práctica. Estaba terminando de cambiarse, completamente a solas, o eso creía. De un momento a otro, él aparece en la habitación. Sin decir una palabra se acerca a él a paso lento, lo toma con algo de rudeza y lo estampa contra los casilleros. Sin dejarle dar réplica, los labios ajenos atacan los suyos y él se pierde en ese beso. Su lengua lo esclaviza, su sabor es adictivo. Esas manos tan grandes y varoniles recorren su torso desnudo sin reparo, su piel comienza a arder y solo desea arrancarle la ropa. El beso aumenta de nivel, cada vez más. Se siente sofocado y aturdido, pero no quiere detenerse, quiere que esos labios lo sigan devorando. Las manos invasoras se meten en su pantalón que no había alcanzado a abrochar, y comienza a juguetear con su trasero, primero lo acaricia suavemente y luego lo estrangula con fuerza. Se vuelve rudo, y eso le encanta. Ahoga sus gemidos en la boca contraria que no le da descanso, y solo puede aferrarse a sus hombros, con la esperanza de no caer al suelo producto de sus rodillas flaqueando. Se siente débil, pero no está asustado. Si está en sus brazos, sabe que nada puede salir mal. Solo desea continuar, ir más lejos, ir hasta el final, ser uno con él. Finalmente, aquella boca se separa pocos milímetros de la suya. Están ambos agitados y con sus respiraciones irregulares. Su atacante muerde con delicadeza su labio inferior y lo hace suspirar. Se acerca a su boca nuevamente y con sus labios pegados a los suyos susurra un te amo. Y luego…luego despierta. Ah… “¿por qué la realidad no puede parecerse ni un poquito a mis sueños?” se lamenta.

–Oikawa –llamó una voz, su voz favorita.

–¡Iwa-chan, buenos días! –canturreó alegremente. Muchos pensarían que su alegría es exagerada, pero no. El simple hecho de verlo lo hacía feliz.

–Ya deja de estar ahí parado y siéntate, la profesora va a llegar y te regañará.

–Sí, sí, como digas Iwa-chan –tomando asiento a su lado.

–Te ves terrible, ¿qué te pasa?

–¡¿Eh, me veo feo?!

–Tienes unas ojeras que dan miedo, a eso me refiero idiota.

–¿Y me hacen ver mal? –buscando su espejito de mano-. Ah, me veo bastante mal –se lamenta.

–No es para tanto. ¿Pero qué pasó? ¿Te quedaste hasta tarde perdiendo el tiempo?

–¡No fue eso! Tuve sueños raros que no me dejaron dormir bien, es todo –“no podría decirte que sueño contigo”.

–¿Sueños raros otra vez? ¿Qué tanto sueñas?

–Eh… no lo sé. Al despertar olvido todo –rió nervioso y para su suerte, la profesora entró al salón en ese momento, impidiendo que su amigo continuara el interrogatorio.

La mañana transcurrió sin mayores complicaciones. Cada tanto Tooru sentía como sus ojos se cerraban y el sueño lo vencía, e Iwa-chan era quien se encargaba de traerlo de vuelta con un manotazo no muy fuerte en la cabeza.

Al finalizar las clases, el moreno arrastró a su amigo hasta una máquina expendedora antes de ir a la práctica, para comprarle un café con la esperanza de que se despertara un poco.

–¡Gracias Iwa-chan! –canturreó feliz de obtener algo por parte de su amado, aunque fuese una simple lata de café.

–Y bien, ¿de verdad no recuerdas nada de lo que sueñas?

–Iwa-chan no tengo problema con que me interrogues, pero si vas a hacerlo preferiría que lo hicieras conmigo atado a una silla y tú con un látigo en la mano –inmediatamente recibió una pequeña patada en la pantorrilla y soltó una risita.

–Siento pena por las pobres chicas que salen contigo, pervertido criminal.

–Tranquilo, ni se me cruza por la cabeza hacer algo así con ellas. Mis fantasías son solo contigo –dijo entonando melodiosamente sus palabras.

–Tsk. Deja de evadir mis preguntas idiota.

Hajime nunca se enojaba ante esos comentarios comprometedores, pero tampoco los tomaba en serio. Oikawa sabía que él no era una persona a la que todos fueran a tomar en serio pues la mayor parte del tiempo nunca decía lo que realmente pensaba. Pero con Iwaizumi sí. Cada palabra, comentario o insinuación era autentica, pero para su amigo seguro no era más que una simple broma, y eso lo volvía loco. Si tan solo pudiera decirle que no bromeaba, si fuera lo suficientemente valiente…

–Ya te dije que no recuerdo Iwa-chan. Vamos a la práctica, ya es tarde.

Tooru trató de disimular sin éxito su repentino cambio de humor. Estaba muy enojado. No con Hajime, sino con él mismo. Estaba enojado por no poder ser completamente sincero, por haberse enamorado de la única persona en la tierra que jamás lo miraría de la misma forma.

El castaño se encaminó hacia el gimnasio. Por supuesto que su repentino cambio de ánimo no pasó desapercibido para Iwaizumi, pero lo conocía lo suficientemente bien para saber que indagar sobre eso no causaría otra cosa más que irritarlo. Y así en silencio, lo siguió rumbo al entrenamiento.

Los días siguieron pasando. Cada tanto Oikawa aparecía en la escuela con sus ojeras producto de noches sin dormir. Pero ningún mayor contratiempo.

Era un agradable jueves de primavera. Oikawa se dirigía rumbo al gimnasio luego de clases y en el camino se topó con Mattsun y Makki. Estos le interrogaron por qué Iwaizumi no estaba con él y el castaño bufó molesto e infantil que el moreno se había marchado antes que él sin decirle por qué.

–No puedes culparlo por querer tomar un respiro de ti –dijo Makki bromeado ganándose un histeriqueo por parte de su amigo.

–En realidad, creo que se fue antes por otra cosa –dijo el más alto deteniendo su paso en seco. Los otros dos hicieron lo mismo y miraron en la dirección donde Mattsun señalaba disimuladamente.

Se ocultaron tras la pared y a unos metros de ellos, en un rincón del campus del colegio, estaba Iwaizumi junto con una bonita chica de segundo año. La muchacha hablaba con su cabeza baja y jugueteando con sus manos, notoriamente nerviosa.

–¿Será otra chica que habla con Iwaizumi para acercarse a ti? –preguntó Makki.

–Esa chica… no es de las que están siempre conmigo –dijo apenas audible el castaño-. No creo que sea eso…

–¡Muy bien por ti, Iwaizumi! –canturreó Mattsun por lo bajo, para no ser descubiertos.

Oikawa no pudo evitar molestarse ante ese comentario, ¿pero qué podía hacer? Simplemente se calló y continuó mirando, deseando profundamente que esa chica no se estuviera confesando, y que si lo hacía, Iwaizumi la rechazara.

De repente vieron a la jovencita hacer una pequeña reverencia, con su rostro rojo como un tomate, y marcharse a toda velocidad. Iwaizumi dio un suspiró y se rascó la cabeza. “¿Qué le habrá dicho?” se preguntaba Tooru. Se moría de ganas de saber pero no se atrevía a salir de su escondite. Lamentablemente para él, sus amigos no pensaban igual.

–¡Que tal, Romeo! –gritó Makki caminando hasta su amigo.

–¿Qué hacen ustedes ahí? –preguntó algo inquieto el más bajo de los cuatro.

–Estábamos yendo al gimnasio y nos topamos con esta encantadora escena y bueno, no quisimos interrumpir –explicó Mattsun divertido.

–Es de mala educación espiar –gruñó avergonzado el moreno.

–Ya, ya, no seas niñita. ¿Y bien? ¿Se te declaró ese bomboncito? –indagó Makki.

Oikawa se mantenía callado, lo cual extrañó un poco a todos pero lo dejaron pasar ya que lo de Iwaizumi era más importante. Ante la pregunta de Makki, por una ráfaga de segundo que solo el castaño notó, Iwaizumi le dirigió una mirada que no supo describir. Y luego contestó.

–Sí… –dijo sin darle mayor importancia.

“No. No. Por favor no”.

–¡Oh el amor! –vociferó el más alto.

–¡No grites idiota! –volviendo a avergonzarse el moreno.

–Así que nuestro querido Iwaizumi se consiguió una bonita novia.

–Él nunca dijo que estuviera saliendo con ella… –comentó Oikawa por primera vez en la conversación.

–Es cierto, no dije eso. Ella se declaró, nada más. Dijo que podía responder luego.

–¿¡Pero no vas a salir con ella!? ¡Es muy bonita! ¿Estás ciego o qué?

–Ya sé que es bonita, no dije que no lo fuera.

“No. Iwa-chan, por lo que más quieras no lo hagas”.

–Entonces deberías ir a buscarla mañana y decirle que sí. ¡No puedes dejar pasar una oportunidad así!

–No lo sé…

–Oye, una chica linda y dulce se te acaba de confesar. ¿Qué razones tienes para negarte?

–Ninguna pero…

–Entonces no le des más vuelta al asunto.

–Bueno, creo que tienen razón.

“NO. POR FAVOR NO LO HAGAS”.

–Claro que la tenemos.

–De acuerdo, mañana hablaré con ella.

–Ese es nuestro muchacho –celebraron sonrientes Makki y Mattsun al haberlo convencido-. ¡Felicítalo tú también Oikawa!

En ese momento los tres se voltearon a ver a Oikawa, encontrándose con algo que jamás hubieran esperado. El capitán estaba de piedra, hasta parecía que no respiraba, y en su cara estaba la mayor mueca de tristeza que jamás le habían visto. Sus ojos, siempre tan vivaces, ahora parecían muertos.

–¿…Oikawa? –trató Hajime de llamar su atención.

–Ah… lo siento –rascó su nuca con nerviosismo tratando de recobrar la compostura-. Felicitaciones Iwa-chan, es muy bonita. Harán una linda pareja… –dijo conteniendo sus ganas de llorar-. B-Bueno, me iré adelantando, los demás ya deben estar en el gimnasio.

Y sin decir más el capitán se fue a paso apresurado, dejando a sus tres amigos más que sorprendidos.

–¿Qué le sucede? –preguntó Makki.

–Quizás está un poco celoso de que por primera vez no fue a él a quien se le declararon, no debe ser nada grave –trató de razonar el más alto-. Bien, vayamos nosotros también, hay que entrenar.

Iwaizumi no quedó para nada convencido con la teoría de su amigo, pero no se le ocurría otra posible explicación. Sin decir más se dirigió con el dúo rumbo al gimnasio.

Todo el equipo notó la inestabilidad de Oikawa durante la práctica, y ante las preguntas él se excusaba con su falta de sueño. No cometía errores graves, siempre que se trataba de volley era difícil que algo le afectara tanto como para no dar su 100%, pero si había pequeñas fallas que no pasaban desapercibidas. Aun así, nadie se atrevió a cuestionar nada más.

Al finalizar la práctica, Oikawa e Iwaizumi se encaminaron rumbo a sus casas. Eran vecinos, vivían uno frete al otro, siempre volvían juntos. Era uno de los momentos preferidos de Tooru pues podía estar a solas con su ace. Pero esta vez hubiera deseado volver solo, pues cada segundo junto a Hajime era una agonía desde hace unas horas, y no se sentía capaz de fingir mucho tiempo más. Solo rogaba una caminata tranquila y sin comentario alguno, y así venía siendo, hasta que a unas pocas calles de sus hogares, el moreno rompió el silencio.

–Si vas a seguir teniendo esa cara, por lo menos dime el por qué.

–¿De qué hablas Iwa-chan? –“pensé que estaba disimulando bastante bien, demonios” se maldijo internamente.

–No te hagas el idiota. Estás raro desde lo que pasó con la chica.

–Ah eso… No tiene nada que ver. Te dije que solo estoy cansado, nada más.

–No me mientas Oikawa.

–¡No te miento! –trató de sonar convincente-. Solo pensaba en que… está será la última vez que volveremos a casa juntos y es un poco nostálgico, nada más.

–¿La última?

–Es que a partir de mañana Iwa-chan acompañará a su novia a casa. Por qué tú eres muy gentil y no la dejarías volver sola…

–Ah eso…

–Está bien, sabía que sería así algún día. Iwa-chan es lindo, y aunque quieras hacerte el rudo en el fondo eres muy amable y dulce. Era cuestión de tiempo para que una chica viera eso y se enamorara de ti.

“Estás hablando demás. ¡Cállate idiota!” le recriminaba su consciencia, pero su boca parecía moverse sola.

–Esa chica de verdad tiene suerte, se consiguió al mejor novio del mundo. Creo que la envidio un poco.

–Oikawa yo…

–¡Oh mira, ya llegamos! –dijo viendo que estaban parados en la vereda frente a su casa-. Bueno hasta mañana Iwa-chan –dijo rápidamente y entró a su casa prácticamente corriendo, sin darle tiempo a su amigo de decir nada.

Tooru agradeció profundamente que sus padres llegarían tarde del trabajo ese día, pues no tenía ganas de dar explicaciones de por qué se encerró inmediatamente en su cuarto a llorar. Lloró y lloró hasta quedar seco. Lloró hasta que le ardieron los ojos y su respiración se volvió dificultosa. No hizo más que llorar hasta quedar dormido, lamentándose por ese amor que siempre supo que era imposible, pero que ahora había perdido para siempre.

Notas finales:

Como siempre, disculpen si hay errores ortográficos. Debería usar anteojos, pero no me quedan tan lindos como a Oikawa.

Saludos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).