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Inevitable por Ichigosan

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Notas del capitulo:

Hola hola perdonen la pequeña tardanza, estuve sin tiempo esta semana!!! Los examenes finales me estan matando.

En fin, aquí el capítulo. A mi parecer este me quedó un poco corto, pero el siguiente es too much heavy. Trataré de no tardar en publicarlo. Y ya cerca del final se viene el lemon ;) ;) ;)

Bye bye bi

Oikawa Tooru nunca deseó tanto faltar a la escuela como ese viernes. Pero por más intentos que hizo, no pudo convencer a su madre de su falsa fiebre. Sin más, no le quedó otra que ir.

Salió de su casa con la peor cara de mala gana jamás vista. Al posar sus ojos en la casa de enfrente, un amargo suspiro se escapó de sus labios. “Iwa-chan”, su nombre vino a su cabeza y con él las inmensas ganas de llorar.

A pesar de vivir en frente, jamás iban a la escuela juntos pues Iwaizumi y otra compañera, eran los presidentes de la clase, y debían llegar muy temprano para cerciorarse que todo en el salón estuviese en orden. A pesar de eso, a la hora de volver siempre lo hacían juntos, o así era hasta el día de ayer.

A paso lento Tooru se dirigió a la escuela. Al llegar su banda de fanáticas estaba ahí para recibirlo con gentiles sonrisas, lo cual le alegró un poco. Pero al entrar al salón y chocar miradas con Hajime, la opresión en su pecho fue inevitable. Sin embargo trató de aparentar lo mejor que pudo, como si nada pasara, y a pesar de que Iwaizumi no le creía ni mierda esa fachada, por alguna razón se sentía capaz de preguntar otra vez por qué estaba así.

Las horas pasaron y llegó el receso. El castaño se dirigió a comprar un dulce en la máquina expendedora con la esperanza de levantar un poco su ánimo. Con su chocolate en mano, empezó a recorrer los pasillos rumbo a su salón nuevamente, cuando una voz que conocía muy bien captó su atención. Se asomó por la esquina del pasillo y vio a su Iwa-chan con la chica del día anterior. Su pecho volvió a oprimirse y aunque sabía que lo mejor era salir de ahí, no pudo evitar quedarse oculto tras la pared oyendo la conversación. “Soy un maldito masoquista”.

–¿Y bien, has pensado en lo que te dije ayer Iwaizumi-senpai?

–Eh sí… Eso de salir juntos, bueno… creo que estaría bien…

–No pareces muy convencido, senpai.

–¡N-No, no es eso! –trató de excusarse-. Ah… lo siento, la verdad es que no estoy acostumbrado a esto.

–Lo sé, me lo imaginé –dijo comprensiva-. La mayoría de las chicas que se te han acercado solo querían que las ayudaras con Oikawa-senpai, ¿verdad? Debe ser algo muy molesto.

“Maldita perra, quien te crees que eres para hablar de mí”.

–Bueno, no es culpa de Oikawa gustarle a las chicas…y ellas tampoco tienen intenciones de molestarme, así que…

–Debe ser duro, yo también he pasado por situaciones similares.

–¿A qué te refieres?

–A vivir bajo la sombra de alguien. Es molesto. Te comprendo si dices que estás harto de vivir bajo la sombra de Oikawa-senpai.

–Espera, yo nunca dije eso.

–Pero lo sientes ¿no?

–… Él siempre fue muy superior a mí en muchos aspectos, pero no es su culpa serlo.

“¿Yo superior a ti? ¿Qué dices Iwa-chan? Yo no soy nada sin ti, soy inútil sin ti”.

–Pero eso no quita que sea molesto ser opacado. Pero no te preocupes, sé que no estás acostumbrado a ser el primero, pero conmigo siempre lo serás. El primero, el único –le sonrió con dulzura acariciando su mejilla-. No vivirás bajo la sombra de nadie nunca más.

–…

–¿Entonces, que dices?

–Salgamos juntos –dijo finalmente con una media sonrisa.

En respuesta la muchacha le devolvió la sonrisa, para luego acercarse a él sellando sus labios en un beso. Al principio Iwaizumi quedó de piedra, pero luego de unos segundos de dubitación, abrazó con delicadeza el cuerpo de su novia, correspondiendo al beso.

Toda aquella escena fue contemplada por los llorosos ojos de Oikawa, quien a pesar de estar sufriendo no era capaz de apartar la vista. Hasta que finalmente la poca dignidad que tenía lo hizo entrar en razón y salió corriendo de ahí.

No volvió al salón, se encerró en el baño a llorar. La campana que anunció el final del receso sonó, pero él no tuvo ni la minina intención de volver. Su llanto no cesaba. Se sentía fatal. El amor de su vida no solamente estaba saliendo con alguien más, sino que también tuvo que escuchar como Hajime siempre fue infeliz a su lado, como siempre se sintió menospreciado y opacado por su culpa. Oikawa no sabía si era posible morir de tristeza, pero si lo era, estaba a punto de pasarle.

No salió del baño hasta luego de que haya pasado toda una clase, la cual había perdido como un idiota. Al volver al salón todas sus compañeras le preguntaron preocupadas que había pasado, y él solo se excusó con que se le pasó la hora paseando. Era la peor excusa posible, pero esas chicas creerían cualquier cosa que saliera de su boca. Para su suerte el profesor de la siguiente clase aun no había llegado por lo cual no tuvo que dar explicaciones más complejas, pero si las tendría que dar a Iwaizumi quien lo esperaba sentado con una cara de enojo fatal.

–¿Dónde demonios estabas? No puedes faltar a clase así como así.

–Lo siento, la verdad es que no había hecho la tarea para hoy, y preferí faltar en lugar de enfrentar a la profesora enojada –esa mentira era un poco más creíble.

–Demonios, que mierda te sucede últimamente. No pareces tú.

–No te preocupes por mi Iwa-chan, ahora tienes una novia por la cual deberías preocuparte.

Aunque trató, no pudo evitar sonar recriminador con ese comentario. Pero nuevamente la suerte jugó a su favor y el profesor entró al salón antes que Hajime pudiera responder algo.

Las clases terminaron y el entrenamiento inició. Makki y Mattsun no tardaron en correr el rumor sobre la novia de Iwaizumi y todo el equipo, incluidos los entrenadores, lo felicitaron, abochornado al pobre chico y enfureciendo al castaño.

Ese día particularmente, Tooru estuvo más agresivo de lo normal en su juego. Con sus saques parecía que podría derribar una pared, pero como estaba haciendo las cosas bien, nadie dijo nada, aunque claro todos evitaron más que nunca ponerse en el camino de la pelota del capitán.

Finalizada la práctica todos estaban listos para irse. Para sorpresa de Oikawa, Iwa-chan se acercó a él y le dijo que volvieran juntos a casa, cosa que no se esperaba para nada. Pero justo antes de que respondiera, la voz de uno de sus compañeros interrumpió.

–¡Iwaizumi-san, una linda chica te busca!

Y ahí estaba, esa perra parada en la puerta del gimnasio con sus aires de inocente. Hajime se acercó a ella algo desconcertado.

–Creí que ya te habías ido a casa.

–Decidí esperarte para volver juntos –dijo sonriente-. ¿Acaso hice mal…?

–Ah no… pero yo iba a… –balbuceó mirando a Oikawa.

–No te preocupes Iwa-chan, ve con ella –dijo tomando la palabra tratando de parecer seguro-. Por cierto –parándose junto a su amigo frente a la chica-, soy Oikawa Tooru, es un placer.

–Sí, te conozco Oikawa-senpai –dijo dirigiéndole una mirada algo amenazante, o eso creyó el castaño-. Yo soy Higurashi Kaori, el placer es mío.

–Cuida bien a mi amigo, Kaori-chan. Eres muy afortunada de tenerlo.

–Lo sé. Y lo haré. No se preocupe Oikawa-senpai.

–Muy bien, hasta mañana entonces –dijo con una falsa sonrisa tomando rumbo hacia su casa, dejando a Iwaizumi con mil palabras en la boca.

“No puedo ser yo la persona que te haga feliz, no he sido un buen amigo tampoco. Lo mínimo que puedo hacer por ti es dejar de darte problemas y permitirte ser feliz con quien elijas, Iwa-chan”. Pensó internamente Tooru mientras caminaba a paso lento con el color del atardecer, y sin poder evitar que una pequeña lágrima de las tantas que ya había derramado, se escapara de sus tristes ojos.

Notas finales:

Perdonen posibles errores de ortografía. 


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