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Creciste. por Raes

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  La pista de baile atestaba a hombres y mujeres, tanto que por los lados donde algún despistado buscaba a su grupo de amigos levantando la cabeza o hacía señas para que lo ubicaran, los empujones no se hacían esperar, siendo la excusa perfecta para posar manos traviesas en algún cuerpo ajeno. Es por esto, tal vez, que JaeBum rodeó por la cintura a YoungJae y casi lo apega a su cuerpo buscando protegerle de un chico de su misma estatura que sin cuidado ni disimulo, rozó su cuello por detrás con su nariz. ¡Dios, no! La botella en la boca de YoungJae resbaló un poco de agua por los costados de sus labios cuando sintió que lo sujetaban.

 

            –Qué idiota –murmuró JaeBum acompañando el cuerpo del tercero mientras que éste se alejaba perdiéndose entre la multitud. El susurro no fue desapercibido por el menor, quien apretado aun, dejó escapar un carraspeo muy alto llamando la atención de JB.

            –¿Pasó algo? –con la duda impregnada en su pregunta, YoungJae cerró la botella sin despegar sus ojos del rostro del mayor.

 

  No pensó cuando accionó de esa forma, sólo fue impulsivo e instintivo, como si de pronto regresase el tiempo y volviese a tener doce años, donde lo único que hacía cada que estaba junto a YoungJae era protegerle para que éste no se vira como un nerd, o tropezara en alguna baldosa mal colocada, o no cruzara las calles distraído mientras reía acerca de tal cosa que vio la noche anterior. Así que, con sumo cuidado pero lo suficientemente rápido, quitó el brazo de la cintura de YoungJae y con la misma peinó su cabello, nervioso. De pronto lo sintió, por efecto retardado, que tuvo entre sus brazos a ese chico de once años que ahora lucía tan… adulto.

 

            – Nada. Regresemos a la mesa –respondió JaeBum antes de encaminar hacia donde los demás los esperaban.

 

 

  No había que ser muy listo para notar que entre ellos había una clara soga tensada cargada de deseo. Lo notaron, por supuesto que lo hicieron, desde el momento en que YoungJae liberó el casco de su cabeza se habían dado cuenta. La mirada penetrante de JaeBum sobre la imagen un tanto –muy– cambiada del chico y su combinación de ropa que agraciaba su cuerpo, hasta la constante fuerza de voluntad del menor por no voltear a mirarlo cada que podía. Pero lo cierto era que JaeBum no quería arruinarla, y YoungJae estaba cansándose de fingir. Porque no se conocían, y aunque no hubiesen cambiado en ese lapso de años, de todas formas se sentían como unos completos desconocidos. Mínimamente deseaban tener un momento, unas horas tal vez, darse las noticias de lo más relevante, lo más destacable, conversar un rato, sin embargo veían eso imposible de realizar en un ambiente tan cargado y ruidoso como ese.

 

 YuGyeom ciertamente era de llamar la atención, naturalmente y peor si estaba lo suficientemente producido (como solía denominarlo BamBam, porque en definitiva eso era) y no es que les molestase que así fuera, en absoluto, pero era un poco vergonzoso tener que estar recibiendo alguna botella cerrada de un extraño que los saludaba a lo lejos, o unas lindas chicas que se le arrimaban a la mesa buscando poder compartir un rato con los muchachos. Y como si un ente invisible quisiera arruinarle la noche a JaeBum, las invitaciones no eran solamente para el más chico de ellos sino que algunos regalos eran dirigidos hacia YoungJae.

 

            –No sé ustedes pero necesito sacudir mi cuerpo –gritó Jackson en un tono muy característico de cada que salían en conjunto– si sigo aquí, o me vuelvo planta y echo raíces o termino totalmente ebrio, y no queremos eso –canturreó llevándose el último trago de su vaso a su boca.

            –Me parece la idea más estupenda que has tenido en la noche, y creo que en la vida –comentó burlesco BamBam. Jackson se vio en la obligación de responder porque estaba un poco tocado por el alcohol, pero el tirón que recibió de parte de Mark lo hizo concentrarse en algo mucho mejor.

            –Entonces ¡vamos! –vociferó YuGyeom, palmeando el hombro a su primo.

 

  Por un momento, JaeBum creyó que YoungJae no saldría a la pista a bailar y que tal vez, no lo sé, prefiriera quedarse en la mesa esperando también que él desistiera de abandonar la mesa. No sucedió puesto que el chico en cuestión dejó su botella de bebida a medio toar y disparó junto al resto agitando sus brazos en el aire alegre. No volteó, no le invitó, no le habló, simplemente se perdió ignorándole como al mejor.

 

            –Si no me dieras pena definitivamente estaría yendo detrás de todos esos revoltosos –se carcajeó JinYoung– excluyendo a Mark, claro –JaeBum no contestó, ahogó su quejido de molestia en un cargado trago de color rojo frunciendo las cejas–. Si te digo que lo sé entonces seguro me preguntarás “¿qué sabes?” ¿no es así? Mejor te lo digo sin rodeos –ese era el punto en el que odiaba a su amigo por ser tan franco y directo, porque sabía lo que le diría y estaba en lo cierto, tampoco se lo negaría–. Se han vuelto a reencontrar y hasta los pájaros saben que entre ustedes dos saltan chispas y están a un roce de arder en llamas. ¿Qué estás esperando?

 

  Una señal.

 

            –No es fácil como parece… –admitió JaeBum perdiendo su atención en el gentío, inconscientemente buscando a YoungJae– quiero decir, él ha cambiado, estoy seguro. No puedo simplemente acercármele y fingir que es un completo extraño que al día siguiente no lo volveré a cruzar o que jamás chocaremos de nuevo, pero tampoco puedo tratarlo como a un amigo porque… no lo somos –apenado, arrastró las últimas palabras sintiéndose de pronto muy mal.

 

  YoungJae había sido más que un compañerito de juegos cuando eran infantes, más que sólo la excusa para obtener la aprobación de sus padres para salir a dar un paseo. Si rebuscaba en sus recuerdos, con YoungJae perdía el tiempo entre juegos y risas escandalosas,  travesuras y suciedad en su ropa, en momentos de silencio tirados en el suelo mirando las nubes oscuras grisáceas cubrir parcialmente el cielo y sus estrellas. Y no recuerda a ningún otro amigo de cuando era niño, haber hecho estas cosas. Sí tenía amigos y sí salía a jugar, pero con YoungJae los juegos tomaban otros colores de diversión. Mucho más brillantes.

 

  Por eso no quería arruinar su reencuentro, no por un maldito sentimiento repentino que le hizo fijarse abruptamente en su antiguo amigo. Él iba aquedarse en la ciudad por sus estudios y probablemente se vieran con frecuencia, y no quería que sus futuros encuentros fueran incómodos si ahora le confesaba que moría de ganar por besarle.

 

  Quería tenerlo a su lado.

 

            –¿Sabes cuál es la razón por la que YoungJae se ha venido vestido así? –JinYoung preguntó poniendo total atención en las facciones de JB pero éste ni siquiera se giró a verlo. A la larga se enteraría así que ahora o en otro momento daba igual–. YuGyeom lo ayudó y el motivo fue-

            –¡YoungJae! –el grito que pegó JaeBum fue tan fuerte que se dejó oír por sobre la música llamando la atención de los cercanos a su mesa.

 

  No dio tiempo a que su amigo le cuestionara a dónde iba ni que estaba por hacer, o qué había visto, sólo corrió de la forma que pudo empujando a quien sea en el camino hasta alcanzar al resto de sus amigos que bailaba y sin importarle qué estuviera haciendo él.

 

      No no no y no.

 

  Tomó del brazo a YoungJae y lo sacó del centro de una ronda que unos desconocidos habían creado alrededor de él y una chica –bonita, admitió. Fuera de sí, el menor se sorprendió pero se dejó llevar carcajeándose y perdiendo el equilibrio en varias oportunidades. JaeBum cruzó unos pares de palabras con uno de los chicos que integraban el grupo y se fue sujetándole por la muñeca.

 

            –Son todos unos idiotas–colérico, se dirigió a sus amigos que seguían bailando sin darse cuenta de lo sucedido– idiotas completos.

 

  A simple vista, hubiera parecido que se enojó por verlo bailar con alguien más. No obstante, la realidad era otra. Estaba mal desconfiar de todo el mundo y prejuzgar, pero es ley de todo club nocturno que no debes aceptar bebidas de desconocidos y mucho menos si estos vienen en vasos sin un seguro confiable. O botellas, también. A veces sólo por diversión o ganas de joderle la sana diversión a otro –por no decir otras cosas–, colocaban ciertos polvitos o comprimidos en una bebida energizante para activar y enloquecer a tu sistema, tornándote eufórico. Y eso mismo fue lo que visualizó JaeBum desde su asiento, el momento en el que YoungJae tomaba uno de los tragos que le alcanzaron y obligaron a beber volteando el vaso para que no quedara ni una gota.

 

  Le llevó hasta la entrada donde la música y el retumbar del sonido aminoraban  considerablemente. Allí pegó a YoungJae contra la pared y le obligó a mirarle.

 

            –Escúchame Jae –éste reía un poco pero lo hacía, haciéndole perder la paciencia al mayor– ¿tomaste algo más? ¿te dieron alguna otra cosa? Por favor YoungJae, responde.

 

 Y deteniendo su risa un segundo antes, le besó en los labios.

Notas finales:

Akdknhjvd lamento haber tardado tanto en subir esto... se me pasó de largo</3

Nos vemos en la sig. actualización que será enseguida XD!

Saludos♥


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