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El Caso de Hibari por Ayumi Kuran

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Notas del capitulo:

¡Hola! Pues bien, como dije hoy traigo el segundo capítulo de la serie, debería de haberlo públicado en unas horas más no obstante al final me decante por hacerlo ahora.

Espero que a todos aquellos que decidan leerlo, les guste y lo disfruten nwn

La tranquilidad invadía el lugar, los parpados de cierto chico azabache se hallaban cerrados, impidiendo que la luz solar le diera directamente en su mirada, durmiendo de forma placida con la armonía de su ciudad, olvidando lo que había pasado horas anteriores, el lugar al que había sido llevado contra su voluntad, ese “futuro” tan oscuro que pretendían que él junto al puñado de herbívoros hicieran que volviera a hallarse entre “luz”, que los Vongola se mantuvieran en la cúspide del poder…patético, eso a él no le interesaba, mucho menos al ver a gente tan débil, bueno, casi todos, solo hubo un herbívoro que le demostró ser medianamente poderoso, uno que además era un puñetero ilusionista, no había ser al que odiara más en el mundo que a esos malditos desgraciados que se ocultaban sobre ilusiones solo para no mostrarle al mundo lo débiles que eran, un ejemplo claro era el cabeza de piña, una criatura sin poder alguno que se ocultaba tras la niebla para que nadie pudiera ver su coraza tan frágil y fácil de romper…ahora que lo recordaba debía darle la paliza de su vida, destruirle en el mismo momento en el que lo viera, conociendo al herbívoro no sería algo que tardará en hacer ya que buscaría que lo mordiera hasta la muerte.


De repente en el aire se sintió una pequeña perturbación, haciendo que los afilados ojos metálicos de la nube se abrieran, observando cómo ante él una masa polvorienta empezaba a aparecer, una que en breves instantes se puso a arder de un color violáceo para de ella salir un hombre mayor que él, su cabello era rubio platinado, sus ojos eran grisáceos como los suyos propios y una enorme gabardina cubría su cuerpo, el desinterés y aburrimiento estaban pintado en su rostro pero lo que empezó a molestarlo al verlo fue su expresión, tan parecida a la suya que lo hacía rabiar pero obviamente él no iba a mostrar sus pensamientos o sentimientos, menos le iba a demostrar como lo llegaba a enojar.


- Hump. Décimo guardián de la Nube, vas a tener que demostrarme que eres digno de mi herencia.


- No me interesa.


Alaude arqueo una ceja casi imperceptiblemente, viendo la forma liberal con la que había rechazado la herencia que le debía demostrar si realmente era digno de poder, ni si quiera se lo había pensado dos veces, sus ojos estaban escrutándolo con la mirada, era curioso como un chico tan parecido a él en prácticamente todo sentido le hacía sentir como si estuviera ante sí mismo.


- ¿Eres fuerte?


Lo miró fijamente, sabía a dónde iba a llegar esa conversación, una que no le iba a gustar nada la respuesta al otro, el tiempo en el que había poseído el anillo le había demostrado que su carácter era idéntico al propio y que una negativa de pelea solo iba a ocasionar una pelea, por otro lado, un rechazo es solo la perdida de respeto que se podría ocasionar.


- Hump, eres débil.


- Soy fuerte, mucho.


La mirada del otro brilló en reto, Alaude sabía que esto iba a pasar, la verdad esto de alguna forma parecía que iba a ser divertido.


- Peleemos


- No peleo con niños.


La mirada del otro fue una mezcla entre furia y reto, levantándose con agilidad mientras sacaba una de sus tonfas, está siendo elevada para golpear el rostro contrario cuando se encontraban a escasos centímetros pero el rubio evitó el golpe, su cuerpo moviéndose con fluidez en un salto que evito que el golpe impactara contra su cuerpo.


- No peleo con críos.


- Hump, cobarde


Los ojos de Alaude se afilaron al oír al otro pero ignoro lo dicho, no por nada había obtenido años de experiencia, y aunque lo odiara, trato con herbívoros haciendo que su paciencia aumentara, no iba a dejar que el otro lo provocará, nada le haría pelear contra él.


- No vas a lograr nada.


- Hump, viejo débil.


Alaude sintió su ceja temblar al escucharlo, ¡¿cómo se atrevía a decirle “viejo débil”?! Tomando una gran bocanada a través de sus fosas nasales se convenció de calmarme, ignorando todas las provocaciones del otro, no iba a ceder, aunque podía perfectamente acabar con el otro en cuestión de segundos pero esa no era la cuestión aquí.


- Herbívoro.


Hibari había dado por sentado que el otro era un herbívoro débil que pretendía hacerse el poderoso, dándose la vuelta para marcharse sin saber que había hecho enojar al otro por completo, después de todo Alaude podía aguantar que le dijeran muchas cosas pero, ¡¿herbívoro?! ¡¡NADIE LE DECÍA HERBÍVORO Y SALÍA SIN MÁS DEL LUGAR, LO HARÍA PERO EN UNA CAMILLA AL HOSPITAL!!


Completamente enojado el rubio bajo hasta el otro, dándole una fuerte patada en el abdomen que lo mando contra la pared, haciendo un agujero con la forma del otro que salió de los escombros con la mirada oculta tras su cabello, en ese momento estaba todo dictado, esto era algo en lo que ambos habían contribuido para que se creará: una guerra a muerte.


 Los ojos de Hibari brillaron ante el reto y los deseos de venganza que se le presentaban, una sonrisa de pura malicia en esos labios que de repente se le antojaron a Alaude apetitosos, pensamiento que rápido fue reemplazado en su mente, viendo como Hibari tiraba a un lado su chaqueta y abría los primeros botones de su camisa antes de lanzarse contra él, un suspiró de fastidio casi imperceptible escapando de la nube mayor, al final no había sido capaz de contenerse completamente y había cedido ante sus impulsos, no le iba a quedar más remedio que enseñarle al otro quien mandaba ahí, haciéndole tragar sus palabras, bueno, sería divertido fastidiarlo y destruir un poco de su orgullo.


Sacando sus esposas en un rápido movimiento se acercó hasta el azabache, su arma chocando contra la contraria, sus ojos colisionaron con fiereza por unos segundos antes de separarse unos milímetros, las tonfas volando hasta él con rapidez pero era mayor la que usaba el otro para bloquear sus movimientos, sus piernas siendo usadas de forma veloz, corriendo por toda la azotea, a veces sus ataques impactaban con el cuerpo contrario de la misma forma que el otro lo lograba, sus habilidades eran realmente parecidas pero no iguales, la experiencia también era mayor en un caso que en otro y eso marcaba una clara diferencia. Viendo de forma breve a su alrededor, Alaude se lanzó para atacar al otro directamente no obstante en el último momento se lanzó hacía uno de los lados, su pierna siendo elevada para golpear el estómago del otro que lo dejo sin aliento unos breves instantes a la misma vez que su cuerpo impactaba contra el edificio pero pronto estuvo en pie, avanzando hasta el otro con la adrenalina de la batalla en su sistema, las ganas de machacar al rubio presentes más que nunca, algo que el otro disfrutaba. Los movimientos de ambos se empezaron a hacer más mortales, disfrutando de una verdadera pelea en mucho tiempo pero el rubio estaba cansado de esta batalla, siendo alejado unos pasos del otro para usar sus esposas, apresando las muñecas del azabache, tirando de estás a la misma vez que con sus piernas flexionadas hacía que una de estas chocara contra las del menor, haciéndolo perder el equilibrio y caer contra el suelo. Aprovechando la situación Alaude puso su pierna sobre el pecho del otro, bloqueando las piernas del menor para impedir que se moviera, dejándolo a su merced mientras una mirada de victoria se instalaba en sus labios, sintiendo la mirada matadora  de Hibari sobre él.


Alaude vio al otro con superioridad, sus ojos viajando de contrabando hasta el pecho descubierto del otro, podía notar unos buenos músculos a través de la camisa, al menos lo que le permitía, seguramente eran debidos a las largas horas de entrenamiento que de seguro debió haber tenido y a las peleas continuas que debía tener tanto con los chicos que rompían con las reglas como con las personas que estaban en la mafia. Al final todo eso había logrado que tuviera un buen cuerpo, de eso la nube mayor podía estar convencido.


De repente sintió como el otro se removía bajo su cuerpo, definitivamente no se iba a mantener quieto, no era alguien que se dejara domar aunque estaba claro que no podía con él, su orgullo y naturaleza no se lo permitirían como aquella vez en la batalla de los anillos, eso era justamente lo que había llamado su atención de ese chico pero ya estaba cansado de eso. Como el otro no paraba decidió cortar el problema de raíz, una fuerte patada chocando contra la barbilla del otro haciendo que se mantuviera quieto, sus ojos recorriendo el cuerpo que se removía con más insistencia seguramente debida a la furia…cuando se percató de un dato extrañamente curioso que hizo sus ojos oscurecerse por unos breves segundos.


Alaude sonrió de forma ladeada al ver como el cuerpo del otro comenzaba a calentarse, parecía que el que lo golpeará le excitaba, claro que no era algo que pudiera asegurar que realmente fuera de esa forma… ¿no? Lo más sensato sería dejar las cosas de esa forma, tener que pelear después con el herbívoro de su jefe por haber tenido sexo con ese crio, si llegaba a hacerlo, no iba a ser agradable, más bien todo un incordio y sin embargo había algo que nadie sabía, la nube mayor era realmente curiosa con todo aquello que llamaba su atención y esto lo hizo.


Volviendo a su expresión indiferente antes de que el otro se diera cuenta, volvió a golpear al chico, haciendo que su pie cayera con fuerza en el estomago del otro, sacándole el aliento y dejándole en un futuro no muy lejano un más que probable moretón en el estómago, viendo con cierta fascinación el casi escaso escalofrío recorrer al otro, un pequeño bulto comenzando a crecer en esos ajustados pantalones negros, ahora lo tenía más que claro.


- Parece que a alguien le excita ser golpeado.


Hibari le lanzó una mirada de muerte pero eso a él no le importo, más bien repasaba con su mirada el cuerpo ante él, estaba indefenso y a su disposición aunque el otro lo odiará, furioso, revolcándose para liberarse de su agarré, negándose a ser domado por él a pesar de que ya había perdido, retándole con la mirada, viéndolo con la promesa de muerte en la misma…sentía que esto solo lo endurecía.


- Púdrete.


- Wua, parece que alguien está ansioso de ser domado.


No dejo al otro hablar cuando dejo más peso sobre su pie, asegurándose de darle justamente en el lugar donde se acabaría formando un moretón en su cuerpo a causa de sus golpes, viendo al otro cerrar sus ojos y morder con fuerza sus labios, tanto que acabaron sangrando un poco pero no por ello Alaude detuvo sus movimientos.


- Ah…


Al oír ese gemido impregnado en placer no se contuvo, dejando que su pierna bajara con cuidado por el cuerpo contrario hasta llegar su miembro, dándole una patada medio dura, oyendo de forma complacida el gemido satisfactorio del otro, estaba más que comprobado que a alguien le gustaba que fueran rudo con él.


- Masoquista.


- C-Cállate


Se sintió extrañamente complacido al oírlo tartamudear, apartando su pie del cuerpo contrario pero poniendo en un rápido movimiento esposas en los pies y brazos del otro, atando las manos a la baya de la escuela mientras que los pies eran atados a unos palos que extrañamente estaban ahí, quizás algunos alumnos hubieran estado anteriormente haciendo quién sabe qué, la cuestión es que esto le iba a ser de utilidad para sus propósitos, esposándolo a estos y clavándolos con fuerza contra el suelo, dejándolo con las piernas abiertas y a su completa merced, sin posibilidad alguna de que se pudiera soltar.


- Ahora te voy a enseñar a respetarme.


- Jódete.


Aunque no lo mostrará, Alaude estaba divertido por lo que estaba pasando y siendo sincero consigo mismo también estaba un poco excitado, esto iba a ser algo que iba a asegurarse de que el otro no lo olvidara, ¡oh, no! A partir de ahora esto lo iba a tener presente siempre.


De forma depredadora se acercó al otro, repasando con su pierna el cuerpo contrario, sintiendo como este se removía en un intento de soltarse de su amarré, iluso, eso era algo que no iba a conseguir de forma fácil, menos de forma bruta. Vio esos labios rosados abrirse para insultarlo una vez más pero tuvo una mejor idea que eso, bajando su cuerpo para dejarlo sobre el otro, colocando sus piernas a los lados de las caderas contrarias para devorar sus labios, sus ojos abiertos para observar la sorpresa contraria y como se resistía, pero su beso no era uno normal, había fuertes mordidas en los carnosos pliegues que poseía, su lengua reclamaba de forma dura el contacto con la otra, la sangre fluyendo entre ambas bocas y al final…el azabache no fue capaz de resistirse a ese contacto, le resultaba excitante después de todo. Sus lenguas empezaron a rozarse con brutalidad, haciéndolas chocar contra sus dientes e incluso lastimarse un poco pero eso no les importaba, se concentraban en domar a su compañero pero ninguno daba su brazo a torcer, haciéndolo jodidamente placentero.


Al separarse ambos había un hilo de saliva que los unía, la respiración levemente agitada del azabache le hizo llegar a la conclusión que el otro no debía tener experiencia en el sexo, los movimientos casi torpes que el otro empleo antes se lo confirmaron y eso le gustaba, significaba que iba a tener una mente que corromper a su modo, lo iba a disfrutar como nunca antes, de eso estaba convencido.


Sus manos comenzaron a bajar de forma brusca sobre el otro, poniéndolas de tal forma que se aseguraba de arañar la piel del otro, sacándole estremecimientos y que mordiera sus labios, tratando de contener todos los gemidos y jadeos que querían salir de ellos, esto iba a ser mejor de lo planeado. Sin delicadeza alguna coló sus manos en el pecho del otro, arañando de forma algo más ruda su carne para arrancarle la camisa blanca que tenía, los botones saltando por todos lados, dejando ver la piel blanquecina con un indicio de moretón que al día siguiente estaría marcado, las marcas de sus uñas estaban presentes en es piel. Relamiendo sus labios los acercó a los montes rosados del otro, dándole un mordisco algo fuerte a estos.


- ¡Ah!


El gemido de Hibari fue algo subido de tono, inclinando su pecho hacía delante logrando que una casi imperceptible y secreta sonrisa escapara de los labios de Alaude, quien con su otra mano fue hasta el otro pezón, apretándolo entre sus dedos de forma brusca, oyendo como los gemidos del otro empezaban a subir de tono e incluso le costaba más contenerlos, los espasmos siendo percibidos por el rubio en todo su esplendor.


Relamiendo sus labios, Alaude empezó a bajar por la piel contraria, decidiendo saborear un poco lo que se le ofrecía, su mano libre viajando hasta el lugar donde se escondía el trozo de carne de Hibari, tanteándolo con su mano pero sin hacer ningún tipo de movimiento brusco, viendo ese rostro inexpresivo pasar a una expresión de medio alarma, sonrojándose y removiéndose un poco a causa del placer que le causaba el tacto de su mano en ese lugar tan sensible.


- Alguien está ansioso.


- D-Déjame.


El rubio lo vio divertido, relamiendo sus labios para pasar a una expresión neutra, alejándose del cuerpo contrario para consternación del otro y apoyándose en la pared contraria, observando su obra: un jadeante y sonrojado Hibari viéndolo de forma asesina, confuso.


- ¿Qué…?


- Hump. Cumpliré tu deseo…no te tocaré más…hasta que me supliques que lo haga.


La mirada que le dirigió en ese momento el azabache fue de completa ira, indignación y de promesas de muerte lenta y dolorosa, ¡¿él suplicando?! ¡Jamás iba a pasar algo así!


Alaude supo al momento lo que el otro pensaba, viendo con diversión como la nube menor comenzaba a removerse para destruir sus esposas, haciéndose daño en las muñecas que pequeños hilos de sangre comenzaban a caer de ellas, la excitación del menor comenzaba a crecer, el rubio lo podía ver, era una tentadora imagen aunque al final al azabache no le quedo más opción que quedarse quieto, tratando de calmarse para no caer ante las provocaciones del otro, calmando su excitación de esa forma…no obstante sus planes se vieron frustrados cuando Alaude tiro desde su posición de la cadena que poseía el otro extremo de las esposas, tirando de ellas y haciendo el agarre en sus piernas y manos más fuertes, logrando que el azabache se retorciera de placer ante la sensación de dolor que se instalaba en su cuerpo.


- M-Maldito…


- Dilo.


- Jamás….


- Entonces, disfruta de esto, nunca te soltarás.


Le hizo que las esposas le apretaran un poco más, dejándolo con las piernas completamente abiertas, las muñecas blanquecinas con un breve tono carmín a causa de las rozaduras de estas y la sangre que había brotado anteriormente. Después de unos segundos de espera al ver que el otro no pensaba ceder decidió marcharse, lo dejaría así, haciendo que lo recordara aunque no de la forma en la que él pensaba, al menos era algo. Las llamas violáceas empezaron a cubrir su cuerpo, listo para marcharse.


- C-Cobarde.


- ¿Hum? Te equivocas, solo me canso de ver a un herbívoro como tú.


- Hijo de puta…


- Hump


La sonrisa de Alaude solo lo hizo enfurecer más y por mucho que quisiera borrar la sonrisa del otro a golpes sabía que en ese momento era algo completamente imposible.


- Hazlo.


- ¿Hacer el qué? ¿Cogerte bien duro?


-…


El rubio vio complacido como el otro comenzaba a ceder ante él, volverse sumiso en su presencia aunque fueran durante unos escasos segundos antes de intentar matarlo. ¿Qué había más excitante que eso? Acomodándose contra la pared para no lanzarse encima de ese chico, su propia excitación creciente, siendo ocultada por su gabardina


- Dilo.


-…


- Hump.


- Cógeme.


Alaude paro sus movimientos y es que las llamas una vez más habían empezado a rodearle, mostrándole al otro que no temía irse, dejándolo de esa forma pero sus palabras habían logrado que parara esto, había logrado que lo dijera.


- Súplica.


- Púdrete.


- Hazlo y lo haré.


- Cógeme…por favor.


Con complacencia se acercó al otro que lo veía más enfadado que nunca, le había costado prácticamente toda su vida decirlo, pedirle por favor que lo hiciera. Saber que había domado al “Demonio prefecto de Namimori” le daba una satisfacción tal que sentía que podría llegar al orgasmo solo con eso, claro que eso no iba a pasar.


Al estar frente al otro posó su pie sobre la erección creciente del otro, masajeándolo de una forma brusca que logró que los gemidos contrarios comenzaron a salir sin reparo alguno de aquellos labios que lo llamaban a gritos, tan carnosos y suaves, con un sabor jodidamente lujurioso, soltando insultos cuando estos sabían a fresas. Dejo lo que hacía para colocarse una vez más sobre el cuerpo contrario, mordiendo sus labios para meter su lengua en esa cavidad que lo había atraído desde un primer momento, sus manos arrancando completamente las prendas que aún estaban sobre el cuerpo contrario, dejándolo desnudo y a su merced, los trozos restantes de dichas telas estaban perdidos en la azotea, pero a esto no le prestaba la mínima atención.


La mano izquierda de la nube mayor bajo por los costados contrarios, apreciando los escalofríos que sentía el otro chico, pero no se detuvo hasta llegar a los muslos de este, acariciándolos con lujuria para pasarse a la erección contraria, apretando la punta entre sus dedos, ahogando los gemidos del menor entre sus labios. Cuando el aire se les acabo un hilo de saliva los unía, los ojos metálicos del chico de dieciséis años se encontraban empapados en deseo y lujuria, mostrando el placer que estaba sintiendo en esos momentos.


Alaude relamió sus labios, llevándose con ello el hilo de saliva que los unió para pasar al cuello contrario, mordiéndolo con fuerza, dejando fuertes marcas en este que al día siguiente iban a ser notables, justamente lo que buscaba, que todo el mundo supiera que él había domado al azabache, que solo él iba a ser capaz de ver ese lado del chico que se encontraba bajo su cuerpo.


- Umght…


Dándole una última mordida a su clavícula, el fantasma dejo ese trozo de piel de lado para bajar sus labios por toda la piel contraria, dejando marcas amoratadas que al día siguiente todos iban a saber quién era el dueño de ese chico pero no se detuvo mucho ante eso, bajando hasta separar aún más las piernas del otro para ver ante sí la erección del adolescente que crecía con orgullo ante él, irguiéndose deseosa de atención. Dejo salir su aliento sobre este trozo caliente de carne notando los temblores que recorrieron al menor quien empezó a removerse con aún más fuerza, tratando de golpearlo. Ignorando este hecho simplemente por gusto, el rubio bajo hasta empezar a lamer la erección contraria, su lengua delineando las venas palpitantes de esa polla que exigía su atención, vibrando e incluso creciendo más ante su contacto. Descendió por ese trozo de carne hasta los testículos de ese chico, metiéndolos en su boca, saboreándolos y jugando con los mismos, para posteriormente sacarlos y metérsela de un solo golpe.


- ¡AH!


El grito del otro retumbo por todo el lugar, su cuerpo inclinado hacia el frente, tembloroso, de tal forma que apenas sentía que podía sostenerse a pesar de esta esposado a la valla. Los movimientos de esa boca sobre su verga consiguieron que los gemidos de este salieran sin ser capaz de contenerlos, se sentía bien, aún más cuando la nube mayor mordía su miembro, sacándole algunos gemidos incluso más altos, volviéndolo loco pero antes de que pudiera llegar a su orgasmo el otro paro, alejándose de ella para dejarlo agitado. Las manos pálidas del fantasma comenzaron a tantear el suelo hasta agarrar algo que le hizo sonreír complacido, el menor temblando al ver sus tonfas en las manos contrarias, una breve idea de lo que pensaba hacer en su mente.


- No te atreverás.


La sonrisa ladeada del otro le confirmo que lo haría, el metal empezando a pasearse por todo su cuerpo, friccionando sus pezones, dejándolos rosados cuando le empezó a  agolpear dicho lugar con el metal pero esta vez no fueron fuertes y brutales, eran bastante más suaves pero lo suficientemente fuertes como para hacer que estos se pusieran erectos y enrojecidos. Los masajes en ese lugar continuaron durante algunos segundos, empezando a bajar el objeto por el cuerpo contrario, golpeando los muslos del otro logrando que su erección explotara, corriéndose…al menos eso era lo que el otro quería, lo que su cuerpo le dictaba pero Alaude no le dejo llegar al orgasmo.


Con frustración al percatarse de que no había podido llegar al tan ansiado orgasmo vio como el otro tenía una sonrisa maliciosa, una de las tantas esposas que este poseía la había hecho convertirse en una enana, cubriendo la punta de su pene para impedirle llegar al orgasmo, un gruñido de frustración escapando de sus labios al ver esto pero pronto este desapareció para ser sustituido por un gemido de completo placer.


La tonfa del azabache había bajado lo suficiente como para colarse entre las piernas de este, dejando de lado los golpes en sus muslos para dedicarse a restregarla contra su entrada, viendo los espasmos del cuerpo contrario, dándole pequeños golpes que lo hacían gemir, retorcerse de placer cuando hacía como si fuera a penetrarlo.


- ¡AH!


Su grito hizo que la excitación del rubio creciera, viendo como este temblaba con más fuerza cuando ese objeto metálico comenzó a introducirse en el cuerpo del otro, a cada momento entrando más hasta que estuvo por completo en sus entrañas, solo el mango negruzco estaba a la vista. Relamiendo sus labios comenzó a sacar y meter ese objeto, durante algunos instantes fue suave antes de comenzar a hacerlo fuerte, brutal, oyendo los gemidos y sollozos de placer del otro, casi suplicando porque ese objeto que tantas noches soñó con meterse entre las piernas le diera más duro, queriendo correrse pero siendo imposible, agregándole una placentera tortura a ese excitante acto.


- ¿Dónde estará? ¡Al extremo!


Ese grito llamo la atención de ambas nubes que al momento detuvieron su acción, una mirada de pura malicia en el mayor que había quitado las esposas del cuerpo contrario, obligando a ese tembloroso cuerpo aún con los objetos en él, a chocar contra la pared del lugar, obligando al otro a arrodillarse y comerse su polla, los cabellos azabaches llegando hasta su estomago, la boca contraria tragándolo por completó, recibiendo a cambio una estocada con el objeto que seguía en sus manos solo que la pequeña diferencia es que el mago se encontraba atado a una esposa que tenía en su mano, controlándolo desde esa posición, sacándole al otro un gemido placentero y ahogado en el proceso.


Su mano se dirigió a su cabeza, marcándole un ritmo que le resultaba excitante, sintiendo esa lengua recorrer toda su verga, humedeciéndola mientras el rubio movía sus caderas contra él, asegurándose de que la absorbiera mientras soltaba breves gruñidos de excitación, oyendo al peliblanco muy cerca de donde ellos estaban aunque eso solo aumentaba su morbo y ganas de fallárselo aún con más fuerza. Con decisión, retiro la tonfa del menor oyendo su gruñido de frustración pero no le dejo que tomara venganza contra su anatomía cuando lo había penetrado de un solo golpe, enterrando su verga hasta el fondo del cuerpo contrario, acallando el gran grito que estaba a punto de dar a causa de dar en su próstata, con sus propios labios, recorriéndolos con su lengua y morderlos, iniciando una guerra de lenguas mientras las estocadas comenzaban desde el primer momento fuertes y duras, enloqueciéndolos. Su mano viajo hasta la erección contraria, siendo apresada por su mini esposa que impedía que el otro llegará al orgasmo, masajeándola al sentirla dura, palpitante y ansiosa, percibiendo los deseos que tenía este de correrse a la perfección.


- Grita…


La mirada del otro le mostró que no iba a hacerlo, después de todo todavía tenía parte de su orgullo intacto.


- Si lo haces te dejaré llegar.


Lamiendo su lóbulo, mordiéndolo de forma insinuante mientras lo acariciaba, sus estocadas cada vez más profundas y certeras lograban que delirara, sus ojos se empañaban de placer y deseo, su cuerpo temblando hasta que lo hizo, soltó el grito más fuerte de todos logrando llegar al ansiado orgasmo, sintiendo como era llenado por el otro, derramando todo su esperma dentro de ese cuerpo que lo había acogido.


Ambos se dejaron caer contra el piso, Alaude levantando las caderas contrarias para salir de sus entrañas, su semen cayendo de esas nalgas blanquecinas que le hicieron sonreír con suficiencia, chistando en frustración cuando se dio cuenta de que el amor oculto de Hibari, Ryohei, se había ido antes de que pudiera oír al otro, su plan había tenido un pequeño fallo…pero seguía siendo espectacular lo hecho.


Cuando la mirada del azabache se posó en él, el rubio le mostró una sonrisa ladeada, una mirada burlona, colocándose en pie mientras acomodaba su pantalón junto a la gabardina que se le había desacomodado momentos antes, arreglando su cabello, apreciando con total satisfacción como el otro lo veía deseando matarle.


- No ha estado mal…a ver si eres tan buen guardián como abriéndote de piernas.


- Hijo de puta.


Hibari se lanzó contra él sin embargo su cuerpo no se encontraba en condiciones después de la actividad realizada hacía tan solo escasos segundos por lo que al otro le fue realmente fácil esquivarlo, apreciando como el cuerpo del azabache caía contra el cemento, su trasero elevado y sus nalgas chorreando su semen…una vista realmente excitante.


Vio como el otro cogía sus tonfas y al momento se las lanzaba pero estas nunca llegaron cuando la nube mayor había desaparecido, dejando solo al joven de dieciséis años desconcertado, sus ojos brevemente abiertos en horror ante la mirada que recibió del otro porque, eso no era una mirada de amor ¿verdad? No, claro que no, después de todo, por mucho que lo molestará, el otro era un carnívoro y los carnívoros no se enamoran.

Notas finales:

Hola a todos aquellos que hayáis llegado hasta el final de la historia, espero que os gustará nwn.

Y sip, lo he hecho al estilo sadomasoquista porque...siendo sincera, no me los imagino teniendo relaciones de forma dulce, es decir, ¡son Alaude y Hibari! Son salvajes y ninguno se dejaría domar, amantes de las batallas y según mi opinión personal masoquistas.

Bueno, igual que la vez anterior os haré una pregunta pero aclarando algo. No sé si os distéis cuenta de que son solo siete guardianes y no nueve, los otros dos son dos cielos también, Ricardo(secondo)/Xanxus y Denet(Primo Cavallone)/Denet. Ahora sí, ¿adivináis cuál es la próxima pareja?

PD: El próximo domingo, 13 de noviembre, estará lista la próxima pareja. Y también quiero recordar, que este domingo públicare en One Shorts, en este caso con un XS.

Ahora sí, ¡nos vemos pronto!


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